TSMC: el pequeño gran milagro taiwanés

7 marzo, 2022 • Artículos, Asia/Pacífico, PJ Comexi, Portada • Vistas: 4180

Entre la evolución y la guerra comercial

Taiwan News

Yu Chen Cheng

Marzo 2022

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Se puede hacer memoria de la época en la que los productos “Made in Taiwán” estaban de moda en los mercados internacionales en la década de 1990, cuando los cuatro tigres asiáticos, surgidos durante la Guerra Fría, se posicionaron como los grandes motores mundiales de la maquila, impulsados por un modelo de crecimiento económico acelerado, para ser más competitivos a nivel internacional. Corea del Sur, Hong Konk, Singapur y Taiwán estimularon su economía con abundante mano de obra barata y zonas francas portuarias que contaban con algunos beneficios tributarios, atrayendo así la inversión extranjera que representaba empleos, infraestructura y mejor calidad vida para los locales.

Los cuatro tigres siguieron los pasos de Japón, que aprendió que no podría vivir únicamente de una economía basada en la agricultura, sino que debía invertir en la investigación tecnológica. Entre 1953 y 1965, el PIB del país nipón aumentó más de 9% anual, la manufactura y la minería 13%, la construcción 11% y la infraestructura 12%. En 1965, estos sectores empleaban más de 41% de la mano de obra, mientras que solo 26% permanecía en la agricultura. Los nipones revolucionaron sus industrias. En 1970, Japón era la tercera economía a nivel mundial, únicamente detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética. Las grandes industrias, como la automotriz y electrónica, vivieron su apogeo hasta la recesión en la década de 1990.

El fortalecimiento de los tigres

Singapur, que se independizó en 1965, apostó por un desarrollo económico agresivo para la atracción de inversión extranjera, sobre todo en temas farmacéuticos y electrónicos. Con un crecimiento promedio de 9% en la década de 1970, 7.8% en la de 1980 y 7.2% en la de 1990, hoy el mercado singapurense es clasificado por el Foro Económico Mundial como el más abierto del mundo; por Transparency International como el tercero menos corrupto; por el Banco Mundial como el más favorable a los negocios y cuenta con el grado más alto de libertad económica en el mundo.

Hong Kong, por su parte, es considerada como una economía emblemática para el capital financiero, con una estrategia de desarrollo como punto de conexión de servicios financieros internacionales, el cual ha tenido como insumo principal la calidad de los servicios de logística y los cuantiosos movimientos de inversión extranjera. También Hong Kong se ha establecido como el principal mercado de valores para las empresas chinas que buscan inversión extranjera y que las catapultan a nivel internacional; actualmente hay 58 empresas con origen en China y Hong Kong que cotizan en el mercado de valores Nasdaq.

La economía de Corea del Sur ha sido dominada por los grandes conglomerados industriales de clanes familiares, conocidos como chaebol, dedicados principalmente a la exportación de productos eléctricos, automovilísticos e informáticos. El país surcoreano ha apostado por la educación y la investigación para levantar la economía que quedó devastada tras la guerra de Corea y que, a pesar de que el Estado y los conglomerados han vivido una serie de controversias por algunas prácticas perniciosas para la sociedad, como la corrupción y la extorsión, han encontrado en conjunto la vía para posicionarse, en la actualidad, como la economía número once.

El caso de Taiwán

En la década de 1980, los taiwaneses comprendieron que para poder destacar en el mercado internacional debían desprenderse del sector agropecuario e invertir en tecnología e investigación. La clave está en la exportación de productos de alto valor y en la inversión en infraestructura para agregar valor en la cadena de suministro. Y fue así, con la fundación del Parque Científico e Industrial de Hsinchu, inspirado en Silicon Valley, que catapultó a Taiwán al escenario internacional. Empresas taiwanesas como Foxconn, Gigabyte, Acer, Adata, Asus y HTC se volvieron jugadores claves en el desarrollo tecnológico de talla internacional.

Aun con los conflictos que se tiene con China y del aislamiento diplomático internacional, con sus 23.5 millones de habitantes, Taiwán se ha podido posicionar como la economía veintidós del mundo. Además, cuenta con un nivel bajo de corrupción y se encuentra en el puesto 33 de los 196 países del listado de PIB per cápita, y en el lugar 13 de los 190 de Doing Business.

Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC)

TSMC es una empresa fundada en 1987 dedicada a la investigación y la fabricación de semiconductores que actualmente funge como la más importante al nivel mundial para este tipo de tecnología. La multinacional domina el 84% de los procesos de última generación que, según Counterpoint Research, produce en sus fábricas uno de cada tres semiconductores avanzados del mundo, todo ello en un mercado en el que también compiten las empresas Samsung, Intel y GlobalFoundries.

De la misma manera, ocupa el 80% de la participación de mercado de la producción de los semiconductores de cinco nanómetros. De hecho, no hay ninguna otra empresa que pueda competir con la tecnología de TSMC, siendo el principal proveedor para Apple y otros clientes como Qualcomm, NVIDIA, AMD o Intel.

Los taiwaneses comprendieron que para poder destacar en el mercado internacional debían desprenderse del sector agropecuario e invertir en tecnología e investigación.

La importancia de los semiconductores radica en que controlan el funcionamiento de los componentes electrónicos, desde un celular, tableta, automóviles, pantallas, electrodomésticos y hasta una nave espacial.

TSMC se ubica en el lugar 9 en el listado de las empresas más grandes por capitalización de mercado, por encima de otras como Meta, Samsung y Walmart. Al mismo tiempo, ocupa el lugar 251, según la revista Fortune, de las 500 empresas más importantes del mundo.

La crisis de covid-19

La pandemia de covid-19 modificó la perspectiva y la forma de consumir de los diferentes mercados. Al cambiar las necesidades, inclinándose por el alza de la utilización de plataformas de comercio electrónico y de la tecnología, como celulares, tabletas o computadoras, provocó un desequilibrio entre la oferta y la demanda de semiconductores, dando como resultado una crisis en la cadena de suministro y el alza de precios de los productos electrónicos.

Junto con la pandemia de covid-19, el incendio en la planta de la empresa japonesa Renesas Technology, en marzo de 2021, afectó drásticamente a la industria automotriz en la producción de las unidades, que esperaba superar la crisis vivida durante 2020. Sin embargo, el desabasto de semiconductores frenó inesperadamente al sector, dejando de producirse alrededor de ocho millones de unidades a nivel mundial.

La guerra entre China y Estados Unidos

Como parte de la estrategia implementada por Estados Unidos durante la guerra comercial con China, en septiembre de 2020 se suspendieron las ventas de semiconductores por parte de TSMC al gigante tecnológico Huawei, para quien fabrica los procesadores Kirin que, a su vez, eran distribuidos por su filial HiSilicon. A raíz del bloqueo hacia Huawei, se ha suspendido todo uso de tecnología estadounidense para hacer negocios con la empresa china, lo que obligó al gigante chino a reorganizar su cadena de suministro y, en la práctica, significó cambiar sobre la marcha los planes de fabricación de muchos modelos.

Un ejemplo puede ser Huawei, que se posicionó en algún momento como la segunda empresa que más teléfonos inteligentes vendía a nivel mundial y que hoy ya no aparece ni siquiera dentro de las primeras cinco. La marca china también fue obligada a retirar tanto las aplicaciones como el sistema operativo de Google debido a las restricciones comerciales impuestas durante 2019. Con ello, TSMC cambió su estrategia e incrementó su relación comercial con Apple, al aumentar su participación de clientes de 24.2% durante 2020 a 25.4% en 2021.

Con lo anterior, se ha puesto en marcha una posible alianza estratégica entre Intel y TSMC, que eran competencia en la fabricación de semiconductores. Pero, para poder abastecer el mercado, se unirán y se convertirían en una de las alianzas más importantes del mundo, y así profundizar aún más las relaciones diplomáticas entre los gobiernos estadounidense y taiwanés.

La última barrera de la democracia

Durante la tercera semana de febrero de 2022, el gobierno de Taiwán propuso una nueva ley para evitar que China robe su tecnología de semiconductores en medio de la creciente preocupación en Taipéi de que Beijing está intensificando su espionaje económico. La potencia tecnológica de Taiwán para fabricar la mayoría de los semiconductores más avanzados del mundo que se utilizan en todo, desde aviones de combate hasta teléfonos móviles, ha preocupado al gobierno durante mucho tiempo por los esfuerzos chinos para copiar ese éxito, incluso mediante el espionaje económico, la caza furtiva de talentos y otros métodos.

Pero lo que realmente preocupa no es el robo de la tecnología en sí. Como se sabe, uno de los mayores pendientes del mandatario chino, Xi Jinping, es el tema de Taiwán. En varias ocasiones, Beijing ha reiterado su posición política sobre Taipéi y, de ser necesario, no dudarían en el uso de la fuerza para tomar la isla. La situación se intensificó cuando China envió, el domingo 23 de enero de 2022, 39 aviones militares, en su mayoría cazas, a la zona de defensa aérea de Taiwán. El Ministerio de Defensa de Taiwán dijo que también desplazó sus propios aviones para emitir advertencias y activó sus misiles para seguir a los 39 aviones chinos que ingresaron a su zona de defensa.

La relevancia de TSMC y su papel en la geopolítica al nivel internacional radica en que cualquier suceso que altere la fabricación de los semiconductores podría paralizar el mundo y afectaría de forma abismal a las diferentes industrias, por lo que Beijing ha sido muy cauteloso en sus movimientos. Además, Estados Unidos ha manifestado su posición de estar dispuesto a proteger a la isla y su soberanía.

Después de la imposición de la nueva ley de seguridad de Beijing hacia Hong Kong, y que ha borrado por completo la democracia y la libertad de prensa en ese país, ahora solamente queda Taiwán como la última defensa del concepto de la palabra democracia en la actualidad frente a la posición del gobierno chino.

Este es el caso de TSMC, una empresa que no solo está evolucionando la tecnología del mundo, sino que también representa la prosperidad y la esperanza de un país y de una ideología.

YU CHEN CHENG es licenciado en Negocios Internacionales por la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), Unidad Santo Tomás, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde actualmente es profesor e investigador. Es miembro del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígalo en Twitter en @chennie_tw.

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