Nueva Delhi 2023: ¿espejo de un G-20 disfuncional?

14 septiembre, 2023 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 702

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logo fal N ene Ivette Ordóñez Núñez

Septiembre 2023

Cuenta la leyenda que por aquellos lugares donde el pequeño Buda dio sus primeros pasos, crecieron flores de loto. Al ser considerada una planta sagrada en Oriente, por asociarse a Buda y a sus enseñanzas, fue elegida por el gobierno de la India como el símbolo para diseñar el logotipo de la Cumbre del G-20 celebrada en 2023 en Nueva Delhi. No parece una casualidad que el Partido Popular Indio del primer ministro Narendra Modi también hace uso de esa flor para su campaña, sobre todo ahora que en el país se vive un momento de efervescencia política, con unas elecciones ejecutivas previstas para 2024. Todo este simbolismo parece más bien una alegoría del sombrío escenario político internacional. En el budismo, la flor de loto florece en aguas lodosas, buscando la luz como una promesa de pureza.

Acompañando al logotipo, el eslogan “Una Tierra, una familia, un futuro” ha sido el mensaje adoptado por la India para llevar a cabo los trabajos el G-20 en 2023. Durante el año, como suele ser habitual, la agenda intenta dar continuidad a los temas debatidos anteriormente, buscando diálogo y consenso. La India ha puesto el acento en ámbitos como la digitalización, la financiación climática para los países en desarrollo, la reforma de las instituciones financieras internacionales, en especial los bancos multilaterales de Desarrollo, las vulnerabilidades de la deuda a los países de bajos ingresos, el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible e incluso la tributación a las multinacionales. Ciertamente, estas líneas de trabajo tienen la clara intención, por parte de la India, de figurar como una nueva voz del Sur global, al ser un país emergente en pleno crecimiento económico y demográfico, pues hoy es considerado el más poblado del planeta, sobrepasando así, por primera vez, a China.

Bajo estos tintes del Sur, los líderes del G-20 (representantes de 85% del PIB mundial, dos tercios de la población y 80% del comercio internacional) se reunieron en Nueva Delhi el 9 y 10 de septiembre de 2023. Sobrevolando el tema de la invasión de Rusia a Ucrania, con las bien sabidas discrepancias entre los mandatarios, la decimoctava Cumbre del G-20 se celebró dejando ver que, pese a las sonadas ausencias de Vladimir Putin y de Xi Jinping, los líderes siguen apostando por esa forma de encuentro informal, pero directo. Lejos de un aparato burocrático, sin contar con una secretaría permanente y sin el deseo de constituir una carta fundacional, los líderes políticos llevan ya 15 años de reuniones a sus espaldas. Un grupo que nacería en 2008 para intentar coordinar una crisis financiera mundial, con grandes reformas financieras internacionales adoptadas, figura hoy como un foro que integra en su seno a los protagonistas capaces de encontrar vías de entendimiento en aras de una gobernanza mundial.

¿Es el G-20 el recinto de resolución de todos los problemas internacionales?

Lo cierto es que el G-20 no es la panacea, más bien es el reflejo de la complejidad de las relaciones internacionales en nuestros días. Los resultados de la Cumbre de Nueva Delhi lo corroboran. La presidencia de la India ha logrado encontrar fórmulas para emitir una declaración conjunta que, en principio, se creía que no llegaría. Impidiendo que el tema de la guerra en Ucrania opacara los 2 días de reunión, el país anfitrión pudo acordar algunos términos de entendimiento destacables sobre Ucrania, la transición climática y la inserción de la Unión Africana como miembro permanente del G-20. Pero, en realidad, ¿qué se puede descifrar mediante estas líneas acordadas?

La declaración adoptada consta de 83 puntos acordados, donde la tan esperada condena explícita a Rusia por su invasión en Ucrania no aparece. Los líderes consensuaron reprobar ese acto, condenar los abusos al Derecho Internacional y hacer un llamado “a todos los Estados a respetar los principios de la Carta de las Naciones Unidas, todos los Estados deben abstenerse de recurrir a la amenaza o a emplear la fuerza para apoderarse de territorios que van en contra de la integridad territorial y la soberanía”. Con este reclamo se puede observar que los occidentales reconocen, en cierta manera, que el G-20 no es el recinto que pueda dar resolución definitiva al conflicto entre Rusia y Ucrania. Puede ser la plataforma que intenta acercar posiciones y, aunque parezca una obviedad la búsqueda común de la paz, en la práctica, puede ser una primera vía de entendimiento. Una posición que ha dejado insatisfecho al gobierno de Ucrania, que buscaba más contundencia.

Asimismo, el reconocimiento y la abierta preocupación por parte de los líderes del G-20 para reanudar la exportación de granos por parte de Ucrania a través del mar Negro han sido reiteradas. Se ha hecho mención expresa en la declaración a los esfuerzos internacionales orquestados por Turquía y la Organización de las Naciones Unidas para permitir el flujo de granos ucranianos, así como la promoción de los fertilizantes y alimentos por parte de Rusia. Esta situación se ha agravado desde que, en julio de 2023, Rusia abandonase el acuerdo que permitía la exportación de granos a Ucrania al alegar que el alimento no estaba llegando a los países vulnerables. En la práctica, Rusia desea volver al acuerdo si las sanciones por parte de Occidente son anuladas. Sin duda, es una clara manifestación de cómo comienzan a hacer estragos las fuertes medidas adoptadas por los occidentales hacia Rusia, si bien, en un principio, Moscú parecía no ser afectada. Es un panorama complejo, dado que aunque se busca una resolución al problema de la seguridad alimentaria en los países más vulnerables que dependen del grano ucraniano, no parece tan obvia.

La cita a la decimoctava Cumbre del G-20 no estuvo exenta de algunos movimientos políticos sugerentes. En especial, cabe señalar, la ausencia por primera vez del presidente Xi.

Por otro lado, dado que los miembros del G-20 son los emisores de 80% del dióxido de carbono del planeta, la declaración señala el acuerdo de triplicar la capacidad energética mundial de las energías renovables para 2030, sin medidas concretas sobre cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Este acuerdo ha dejado una sensación de desazón a Occidente, que reclamaba más. No hay claras referencias al petróleo y al gas en la declaración; todo queda abierto, como si todos los miembros pudieran seguir haciendo, de alguna manera, lo que deseen. Sin duda, es una clara contraposición de lo que esperaba lograr el G-7 en el G-20, cuando los occidentales prometían “acelerar” la salida del recurso a las energías fósiles cuando se reunieron en abril de 2023 en Japón. En el G-20 se observan las limitaciones del G-7.

Lo cierto es que el actual contexto internacional dificulta especialmente limitar el uso de algunas energías, como el carbón, dado que la guerra en Ucrania ha orillado a buscar otras alternativas. El G-7 deseaba que sus compañeros del G-20 se vieran comprometidos a no construir más centrales de carbón, especialmente pensando en pasar ese mensaje a China. Desafortunadamente, no hubo referencia a ello, demostrándose que el G-20 es una fotografía mucho más compleja de la realidad internacional. Sin embargo, cabe puntualizar que Alemania y Francia han reabierto “temporalmente” centrales de carbón para producir electricidad debido a la crisis de combustibles generada a partir de la guerra en Ucrania.

Otro de los aspectos que ha llamado la atención mediática es la adopción de la Unión Africana en el seno del G-20, una de las grandes apuestas del primer ministro Modi por materializar su interlocución con el Sur global. Sin embargo, en la práctica, ¿qué significa esta inserción? Conociendo el funcionamiento del G-20 que se ha ido desarrollando por años, guiándose por el diálogo común y por evitar establecer “reglas escritas”, lo cierto es que, en un primer momento, la presencia de la Unión Africana no supone gran cambio. En 2010, cuando Corea del Sur ostentó la presidencia del G-20, reclamó más representación del continente africano, por lo que se acordó invitar siempre a al menos dos países de ese continente a las cumbres, además de la habitual asistencia de la Unión Africana que ya se venía dando. No es nada nuevo, puesto que, en principio, la Unión Africana no tendrá el privilegio de organizar por sí misma una cumbre del G-20, como tampoco parece ser el caso para la Unión Europea (miembro original del G-20) o para España, que es el único país que cuenta con el estatus de “invitado permanente” en el grupo. Esto queda tácitamente acordado cuando se observa en la propia Declaración de Nueva Delhi que en 2024 será Brasil el organizador, en 2025 Sudáfrica y en 2026 será otra vez Estados Unidos, reiniciándose así el ciclo que comenzó George W. Bush en Washington en otoño de 2008.

Vicisitudes colaterales del G-20 en Nueva Delhi

La cita a la decimoctava Cumbre del G-20 no estuvo exenta de algunos movimientos políticos sugerentes. En especial, cabe señalar, la ausencia por primera vez del presidente Xi. No hay ningún anuncio o documento oficial por parte de Beijing que justifique su inasistencia a la cita anual. Sin embargo, muchas hipótesis pueden surgir a raíz de esta decisión. Lo que parece evidente es que es un claro desaire al anfitrión, algo que refleja la tensa relación que hay entre China y la India en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de la publicación del mapa territorial por parte del gobierno chino en agosto de 2023, donde se abarcan algunos territorios del Himalaya, así como otras regiones del Sudeste Asiático. Este comportamiento ha molestado a Filipinas, Indonesia, Malasia y Vietnam, pero, particularmente, a la India, que ha reaccionado con demostraciones de fuerza militar en las fronteras de China y Pakistán. Esta supremacía que pretende ejercer Beijing recoge más frivolidad que verdadero entendimiento. La India, en efecto, parece poder encarnar mejor la voz del Sur global.

Por otro lado, tampoco es de extrañar la ausencia de Xi en el seno del G-20 cuando la expectación mundial estaría centrada en el hipotético encuentro entre él y Joseph R. Biden, en medio de fuertes tensiones políticas y comerciales entre ambos. La elección deliberada de no asistir al encuentro se puede traducir como una clara forma de no querer dialogar con el mandatario estadounidense, en un momento en que China vive un fuerte ralentizamiento económico, en parte debido al enfriamiento de la demanda externa en un contexto mundial adverso, así como la debilidad del sector inmobiliario, siendo uno de los motores más importantes de su economía. La pregunta ahora es si fue un acierto o un error la ausencia de Xi en el G-20.

Se sabe que el mandatario chino ha salido tan solo dos veces de China desde que inició la pandemia de covid-19. Una de ellas fue a Rusia, en septiembre de 2022, para seguir estableciendo relaciones diplomáticas cordiales con ese país. Sin embargo, la reciente asistencia de Xi a Johannesburgo a la Cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) fue elocuente. Esta reunión, realizada en agosto de 2023, no solo fue llamativa por ampliar por primera vez su membresía a seis nuevos integrantes, sino, también, por manifestarse contra Occidente, a quien consideran responsable de las crisis y de las guerras. Pero, en la práctica, ¿qué ofrecen los BRICS? Realmente, hay poco entendimiento sustancial sobre cómo erigirse como una pretendida alternativa a Occidente. Parece una agrupación más bien hueca que no logra solidificar avances. La falta de acuerdo en crear una moneda común como alternativa al dólar no es objeto de consenso y muestra su verdadera debilidad. Si bien, es cierto que desde hace tiempo muchas operaciones se hacen en yuanes, crear una moneda para desdolarizar el sistema parece aún muy lejano.

IVETTE ORDÓÑEZ NÚÑEZ es doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Es analista de política internacional enfocada al estudio de la gobernanza mundial, el G-20 y la Unión Europea. Es autora de El G-20 en la era Trump. El nacimiento de una nueva diplomacia mundial (Los Libros de La Catarata, 2017). Sígala en Twitter en @ordonez_ivette.

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One Response to Nueva Delhi 2023: ¿espejo de un G-20 disfuncional?

  1. Daniel dice:

    “El” Buda.

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