Los grandes problemas ambientales y su incidencia en la seguridad internacional

18 marzo, 2021 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 15048

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Mario Duarte Villarello

Marzo 2021

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Los vínculos entre la degradación ambiental y la seguridad internacional han sido estudiados por décadas por las Relaciones Internacionales, a pesar de que ha sido poca su incidencia en la agenda política de alto nivel como una amenaza o un riesgo, a diferencia de los temas “tradicionales”, como una conflagración nuclear, o los temas “no tradicionales”, aquellos de la agenda amplia de seguridad internacional, como el terrorismo o el crimen organizado. No obstante, el potencial que tiene la degradación ambiental como generador de inseguridad internacional es altísimo.

Entre los principales referentes teóricos que consideran al ambiente como un componente a incorporar en la seguridad internacional está la Escuela de Copenhague, que proponía a inicios de la década de 1980 incluir los aspectos no militares de la seguridad, lo que revolucionó en su momento la visión tradicional de seguridad internacional con Barry Buzan como referente de sus principales impulsores, en contraposición al pensamiento clásico de seguridad de las teorías realista y neorrealista que imperaba. La Escuela de Copenhague introdujo la idea de “securitización”, un anglicismo que hace referencia a que, cuando un tema es presentado como una amenaza o un riesgo existencial al Estado, requerirá medidas de emergencia y justificará acciones atípicas, lo que significa que cuando un tema se securitiza, ya no se resuelve por los procedimientos políticos “normales”, sino con acciones extraordinarias. Y aunque la Escuela de Copenhague tiene sus críticos, se distingue por haber abierto la agenda temática para poder considerar a la degradación ambiental como fuente de amenazas y riesgos a la seguridad nacional de los Estados y, en extensión, a la seguridad internacional.

El daño causado por el ser humano

La degradación ambiental es considerada como el impacto antropogénico que ha recibido el ambiente, entendido como un gran sistema conformado por seres vivos (bióticos), elementos no vivos (abióticos) y elementos artificiales que están interrelacionados, lo que condiciona a los ecosistemas. El ambiente incluye factores físicos (como el clima, la geología, el agua), biológicos (la flora y la fauna) y socioeconómicos (la actividad económica, la urbanización, etc.).

Cuando se habla de seres vivos se hace referencia a los bióticos, sea flora o fauna, incluyendo a los seres humanos. Los abióticos carecen de vida pero son esenciales para los bióticos, como el aire, los suelos y el agua. Cuando hablamos de los elementos artificiales incluimos a las relaciones socioeconómicas que hacen referencia a la actividad del ser humano y el efecto que tiene sobre el ambiente.

Sin embargo, no ha habido cambios más significativos al ambiente como aquellos que ha generado el ser humano. Por ello se afirma que el mayor reto que enfrenta el ambiente es el que tiene que ver con el daño que el ser humano le ha ido causando por miles de años, pero en particular en los últimos 2 siglos. El impacto es tan notorio que incluso se ha comenzado a utilizar el término “Antropoceno” —muy polémico y no aceptado todavía por la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS), donde aún se debate— para referirse a la era geológica que vivimos y que se puede diferenciar de las anteriores por el impacto que las actividades humanas tienen sobre el planeta, aunque la ICS es enfática al decir que aún seguimos viviendo en el Holoceno.

A pesar de que aún no es un término científico aceptado, es útil para referirse al momento en el que las actividades humanas han comenzado a tener un impacto significativo sobre la Tierra. Se complementa también con el concepto de “Capitaloceno”, al intentar datar dicho impacto a partir de la segunda mitad del siglo XX bajo la lógica de un “sistema de gobernabilidad” en el que no solamente está globalizada la economía, sino que también lo están la ecología y la naturaleza como sus suministros, en palabras de Elmar Altvater.

Los grandes problemas ambientales

Por otra parte, se identifican siete grandes problemas ambientales (GPA), que tienen esta condición por dos características: por su alcance mundial y porque su solución requiere del concierto internacional. Si un problema ambiental carece de alguna de ellas, no se considera como un GPA. Los siete GPA son el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la desertificación; la sobreexplotación de los recursos marinos vivos; la presión demográfica demandante de mayores recursos naturales; la contaminación del agua y del aire, y el agujero en la capa de ozono.

Los siente GPA son antropogénicos (o, cuando menos, exacerbados por el ser humano), y propician la disyuntiva entre un ecosistema único de la Tierra y un sistema político internacional dividido en Estados soberanos que compiten por el acceso a los recursos naturales. Las necesidades materiales de la organización internacional y del sistema de producción imperante en la lógica de la economía lineal y no circular están necesariamente limitadas por las capacidades de carga de la Tierra, lo que irremediablemente produce tensiones por dicha competencia.

El ser humano es responsable directo o indirecto de los grandes problemas ambientales, que a su vez inciden en la seguridad ambiental e internacional.

Por ello, los GPA tienen una relación directa con la seguridad internacional y con el concepto de seguridad ambiental, cuya definición se sigue debatiendo, pero que, a mi parecer, deben ser considerados como una categoría de análisis independiente al de seguridad humana (presentada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en la década de 1990) y con esta propuesta de definición de mi autoría: “La seguridad ambiental es el estado en el que hay una relación directamente proporcional entre el equilibrio ambiental, el desarrollo y el bienestar social, que puede influir en la seguridad nacional, regional e internacional. Dicha relación puede variar a partir de las amenazas y los riesgos al ambiente, tanto de origen natural como antropogénicas”.

En este sentido, los GPA tienen incidencia tanto en la seguridad internacional como en la seguridad ambiental, pues su ausencia genera inseguridad internacional. A manera de ejemplos, que no pretenden ser exhaustivos, se muestran potenciales riesgos a la seguridad internacional y a la seguridad ambiental provenientes de cada uno de los GPA: para el cambio climático, la pérdida de territorios por el incremento en el nivel del mar, las migraciones masivas, y las nuevas enfermedades por cambios de vectores; para la pérdida de biodiversidad, el equilibrio natural roto, el colapso económico, la devastación agrícola, la inseguridad alimentaria, y la zoonosis (causante de enfermedades provenientes de animales silvestres que pueden contagiar al ser humano por la invasión de sus hábitats naturales, como parece ser el caso del covid-19); para la desertificación, el colapso agropecuario, y los conflictos armados por la obtención del agua o el manejo de ríos y lagos transnacionales; para la sobreexplotación de los recursos marinos vivos, la desaparición de la actividad pesquera, el equilibrio natural roto, y los conflictos en altamar por la captura de especies; para la presión demográfica demandante de mayores recursos naturales, la mayor población, y la menor capacidad de satisfacer sus necesidades de toda índole; para la contaminación del agua y del aire, las enfermedades y la inviabilidad civilizatoria, y, por último, para el agujero en la capa de ozono, el aumento en la incidencia de cáncer en la piel y, en un escenario extremo pero probable, la desaparición de la vida.

La escasa respuesta

La inseguridad ambiental es generadora de inseguridad internacional y no es difícil establecer el vínculo que tienen los GPA con ambas. Lo relevante, en todo caso, es que se trata de un círculo vicioso que parece no tener fin: el ser humano es responsable directo o indirecto de los GPA, que a su vez inciden en la seguridad ambiental e internacional.

¿Cuál ha sido la respuesta de la política internacional? Infortunadamente, escasa. Y no por falta de mecanismos, pues se calcula que hay más de 1200 acuerdos ambientales multilaterales, entre los que destacan la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Acuerdo de París, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención para la Lucha contra la Desertificación, y el Protocolo de Montreal para la Protección de la Capa de Ozono. No obstante, lo que falta es que los temas sean percibidos como una amenaza al ser humano y, por lo tanto, securitizados para que se puedan gestionar mediante medias extraordinarias.

De estos ejemplos, se puede hablar de un proceso de securitización únicamente en el caso de la Convención de Cambio Climático y en el del Protocolo de Montreal, aunque con resultados muy diferentes. Por razones de espacio, mencionaré únicamente que, en la primera, la securitización se nota por la dedicación de medios extraordinarios y la creación de un régimen internacional único para su atención, nada de lo cual habría sido posible sin el tratamiento del cambio climático como una preocupación de seguridad. Ahora bien, esto no significa que el fenómeno esté siendo resuelto con efectividad, entre otras causas, por las “resistencias paradigmáticas” que bien señala John Saxe-Fernández con respecto a los enormes intereses económicos involucrados.

Por su parte, en el caso del Protocolo de Montreal, la securitización se aprecia por procesos similares, la diferencia es que los intereses económicos jugaron a favor del cambio, pues el uso de ciertos clorofluorocarbonos era insostenible por la gravedad del agujero en la capa de ozono, aunque su substitución por los gases no dañinos que actualmente se utilizan fue un ganar-ganar entre los actores involucrados.

Finalmente, queda abierta la pregunta si todos los GPA deberían ser securitizados, pues el proceso de securitización por sí mismo sigue siendo muy debatido. Basta por el momento ser enfáticos en señalar el vínculo que tienen los GPA como generadores de inseguridad ambiental e internacional, mientras que el tiempo juega en contra de la humanidad. ¿Qué esperamos?

MARIO DUARTE VILLARELLO es internacionalista por la Universidad Anáhuac México; maestro y doctorando en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), e investigador LEAD del Programa de Estudios Avanzados en Medio Ambiente y Desarrollo de El Colegio de México (Colmex). Es profesor en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac y en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha participado, con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México, en negociaciones oficiales de la Orgnaización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático y biodiversidad. Sígalo en Twitter en @MarDuVill.

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13 Responses to Los grandes problemas ambientales y su incidencia en la seguridad internacional

  1. Maurice Van Varenberg dice:

    El autor es de los mejores especialistas del mundo en el tema de seguridad ambiental internacional. Felicidades a FAL por incluirle.

  2. Mario Duarte Muñiz dice:

    La esperanza del mundo, es que al leer este articula, se haga
    Conciencia y se le dé verdadera fuerza al movimiento ambientalista, la pandemia es un juego de niños comparado con los efectos del cambio climático.

  3. EMB. WALTER ASTIE BURGOS dice:

    EXCELENTE ARTICULO ESTIMADO MARIO.

  4. Marco Antonio Rodríguez Pérez dice:

    Excelente reportaje, hace que reflexionemos sobre la gravedad de la Contaminación en la que por desgracia colaboramos todos

  5. Gerardo Noria dice:

    Mario. Excelente documento. Me interesa platicar contigo. Formo parte de la comunidad LEAD-11
    gerardonoria@yahoo.com

    Saludos y quedo al pendiente.
    David Gerardo Noria Sánchez

  6. […] el artículo “Los grandes problemas ambientales y su incidencia en la seguridad internacional”, publicado en estas páginas el 18 de marzo de 2021, definí la seguridad ambiental como “el […]

  7. Elena Sigman dice:

    Qué buen artículo. Aborda temas que suelen verse de manera separada. Felicidades.

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