La ratificación del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur

22 enero, 2024 • Artículos, Europa, Latinoamérica, Portada • Vistas: 1582

Una visión para 2024

Infobae

logo fal N eneNatalia Figueroa Lima

Enero 2024

Durante más de 2 décadas, la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) —bloque compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— han llevado a cabo negociaciones para firmar un tratado que busca reducir barreras comerciales, integrar cadenas de valor y promover inversiones. Además, el tratado incluye estándares para el desarrollo sostenible, el medio ambiente y condiciones laborales justas.

La Unión Europea es el principal socio comercial del Mercosur, con 45 000 millones de euros en exportaciones de bienes y 23 000 millones en servicios. El Mercosur representa un mercado de más de 260 millones de consumidores y un nicho para sectores europeos actualmente restringidos, como el automotriz, el químico y el farmacéutico. En 2019, la Unión Europea y el Mercosur llegaron a un acuerdo político; sin embargo, el documento no ha sido ratificado.

Algunos de los veintisiete miembros de la Unión Europea, como Francia, han expresado que el acuerdo es una amenaza para el medio ambiente. Durante la Conferencia de las Partes (COP28) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en Dubái, el presidente Emmanuel Macron reiteró que no firmará el tratado ya que su contenido no responde a las necesidades ambientales actuales. Ante estas inquietudes, la Comisión Europea redactó un documento adicional, que contiene disposiciones ambientales.

La respuesta inicial del Mercosur, bajo la presidencia rotatoria brasileña, no fue del todo receptiva, pero aceptó redactar un documento conjunto. Con ello, se abre la posibilidad a que miembros de la Unión Europea que se oponen al tratado, participen en un diálogo sobre sustentabilidad con sus contrapartes latinoamericanas. Este diálogo surge ante un panorama favorable de reacercamiento entre Europa y Latinoamérica, respaldado por foros interregionales, como la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)-Unión Europea.

La negociación sobre temas ambientales es un paso necesario para la ratificación del tratado. Sin embargo, los bloques también enfrentan retos significativos en 2024. Por un lado, en el Mercosur y en el Consejo de la Unión Europea concluyen su mandato las presidencias de Brasil y España. En el bloque latinoamericano, Argentina y Uruguay experimentarán cambios en sus liderazgos políticos. Por otra parte, las elecciones del Parlamento Europeo y en algunos miembros de la Unión Europea podrían marcar la pauta en el diálogo.

El relanzamiento del diálogo institucional entre Europa y Latinoamérica

Después de ocho 8 sin llevarse a cabo, en 2023 se celebró la III Cumbre CELAC-UE. La mancuerna de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea y Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, fue esencial para relanzar este encuentro. Para Borrell, “[Europa] tiene que poner a América Latina en [su] escenario geopolítico”. La CELAC, foro que entre 2017 y 2021 no celebró reuniones de jefes de Estado, reanudó sus actividades de alto nivel bajo las presidencias de México (2020-2022) y Argentina (2022-2023), quienes impulsaron, entre otras cosas, los diálogos interregionales.

Durante la reunión CELAC-UE de 2023, en Bruselas, los países participantes reafirmaron su compromiso con el medio ambiente, el multilateralismo y la cooperación internacional. Asimismo, se reiteró la importancia de ratificar los acuerdos comerciales firmados, especialmente el tratado entre la Unión Europea y el Mercosur.

Ambas regiones vuelven a la mesa de diálogo con intereses que responden a la coyuntura internacional. Europa busca ampliar sus fuentes de materias primas más allá de China, Estados Unidos y Rusia. En el caso de Latinoamérica, que no tiene un mecanismo de integración como la Unión Europea, cada país antepone su interés nacional antes de alinearse con economías más fuertes en temas multilaterales. En ambos casos, destaca la apertura para diversificar alianzas que eleven su presencia internacional y aseguren su estabilidad económica y geopolítica.

Mas allá de los beneficios económicos, una visión geopolítica del acuerdo

En 2021, la Comisión Europea presentó la estrategia Global Gateway como un contrapeso a la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de China. Con esta estrategia, la Unión Europea busca invertir en proyectos más allá de su zona de influencia. Entre sus proyectos en el Mercosur, destacan programas contra la deforestación, producción de hidrógeno verde, intercambio de litio y cobre, y desarrollo de infraestructura digital. El acuerdo Unión Europea-Mercosur ayudaría a consolidar las cadenas de suministro de estos proyectos y el flujo de capital europeo, adicional a los 380 000 millones de euros ya invertidos.

En Latinoamérica, Europa es considerada líder en temas ambientales y de derechos humanos. En cambio, en materia comercial, Latinoamérica continúa viendo a China y a Estados Unidos como referentes mundiales. La ratificación del acuerdo brindaría a la Unión Europea la oportunidad de reforzar su poder blando por medio de temas ambientales, y el fortalecimiento de su poder duro, institucionalizando su influencia económica.

Con más de 30 años de existencia, el Mercosur ha demostrado que, a pesar de los cambios en la región, se mantiene firme en su misión de generar oportunidades comerciales para sus miembros en el mercado internacional. El bloque ha sobrevivido la suspensión de Venezuela en 2012 y 2017, cambios políticos y retos inflacionarios. El acuerdo con la Unión Europea representa una oportunidad para la estabilidad y la integración del Mercosur, y el acceso al mercado regulatorio más sofisticado del mundo.

Hacia la ratificación del tratado en 2024

El diálogo sobre temas ambientales fomenta la transparencia entre ambas regiones. La Comisión, como representante de la Unión Europea a nivel internacional, tiene facultad exclusiva para acordar temas comerciales. No obstante, los temas ambientales son de competencia compartida con los Estados miembros, por lo que su involucramiento directo, y por medio del Parlamento Europeo, serán necesarios en 2024.

Ante este panorama, se identifican dos factores que podrían influir en la ratificación del tratado. En primer lugar, las presidencias rotatorias de España y Brasil en el Consejo de la Unión Europea y el Mercosur dieron paso a Bélgica y Paraguay. El diálogo entre Pedro Sánchez y Luiz Inácio Lula da Silva permitió un intercambio de información constante y una promoción activa del tratado. Si embargo, su optimismo en el segundo semestre de 2023 no fue suficiente para consolidar la ratificación del acuerdo.

En Bélgica, quien ocupa la presidencia del Consejo durante el primer semestre de 2024, la región de Valonia ha rechazado el acuerdo por cuestiones ambientales. La división al interior del país dificultará la posición de la presidencia belga para apoyar o no la ratificación. En el Mercosur, Brasil entregó la presidencia a Paraguay, cuyo mandatario declaró que no estaría dispuesto a continuar las negociaciones si el tratado no se cerraba en 2023. Para el presidente Santiago Peña, el Mercosur debe centrarse en los tratados comerciales con Singapur y Emiratos Árabes Unidos.

Sería una lástima no concretar 20 años de diálogo que brindarían beneficios económicos y geopolíticos a largo plazo para ambas regiones.

En segundo lugar, las elecciones en Argentina y Uruguay, así como en el Parlamento Europeo y en algunos miembros de la Unión Europea, podrían influir en la atención que los Estados brinden a la ratificación. En el bloque latinoamericano se observarán las consecuencias de las decisiones del presidente Javier Milei en la economía y en la estructura del gobierno argentino. De manera positiva e inesperada, Milei ha manifestado su apoyo al acuerdo y ha moderado su discurso contra el Mercosur. Además, en la segunda mitad de 2024, Uruguay celebrará elecciones presidenciales. Hasta el momento, el gobierno uruguayo ha sido optimista para ratificar el tratado. Sin embargo, no se debe perder de vista que el discurso se mantenga frente a los comicios.

Del otro lado del Atlántico, los votantes acudirán a las urnas para elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo. Esta elección será decisiva para un posible viraje a la extrema derecha. Además, Austria, Croacia, Eslovaquia, Finlandia, Lituania, Portugal y Rumania celebrarán elecciones. Destacan Austria y Eslovaquia, que han rechazado la ratificación del tratado por considerar que contradice al Acuerdo de París y pone en peligro su producción agrícola. Por otro lado, Portugal que, con Alemania y España, ha sido uno de los principales defensores del acuerdo, en la primavera de 2024 celebrará elecciones anticipadas, volcando su atención a la crisis política interna ante la dimisión del primer ministro Antonio Costa.

El panorama en 2024 no parece muy alentador para la ratificación del acuerdo Unión Europea-Mercosur. La atención europea en procesos internos, la pérdida de esperanza en la región latinoamericana y el cambio de presidencias rotatorias ponen al tratado en una posición vulnerable. No obstante, la ratificación sigue siendo un tema preferencial para Alemania y Brasil, quienes continúan impulsando los diálogos para su finalización. A ello, se suma el apoyo sorpresivo de Argentina, inyectando un optimismo inesperado.

Los riesgos de no ratificar el acuerdo son considerables. Europa podría perder acceso a fuentes alternativas de recursos esenciales y a proyectos de la iniciativa Global Gateway que fortalezcan sus objetivos geopolíticos. Para el Mercosur, representaría la pérdida de un potencial económico con su principal socio comercial e inversionista, y de fortalecer la credibilidad de su proyecto de integración.

A pesar de que tome más tiempo para ratificar el acuerdo, las negociaciones ambientales y la redacción conjunta de un documento adicional son deseables a desechar los logros en materia comercial. La Unión Europea y el Mercosur enfrentan retos estructurales y políticos considerables, pero también tienen a su favor el reacercamiento interregional en foros institucionales que favorecen el multilateralismo y la cooperación internacional. Sería una lástima no concretar 20 años de diálogo que brindarían beneficios económicos y geopolíticos a largo plazo para ambas regiones.

NATALIA FIGUEROA LIMA es miembro del Servicio Exterior Mexicano (SEM) desde 2017. Actualmente se encuentra de licencia, cursando la maestría en Administración Pública en la Hertie School of Governance, en Berlín, Alemania. Es licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM. Sígala en Twitter en @NatFigli. Las opiniones de la autora son personales.

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