Unión Europea-Mercosur: Posibles luces y sombras de un acuerdo marcado por el escepticismo

26 agosto, 2019 • Artículos, Europa, Latinoamérica, Portada • Vistas: 3342

Cronista

Tomás Bontempo

Agosto 2019

El 28 de junio de 2019, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea lograron un consenso político para un acuerdo comercial mayor, que formará parte de un acuerdo de asociación más extenso entre ambos bloques. A partir de aquí, las partes deberán revisar legalmente los textos y arribar a una versión final en todos los aspectos.

El marcado incremento tanto del optimismo como de las críticas por el inesperado acuerdo culminó con el que ha sido un largo y por momentos estancado proceso de negociaciones plagado de cadencias y disonancias. Estas iniciaron puntualmente con el Acuerdo Marco de Cooperación Interinstitucional de 1992, seguido por el de Cooperación Interregional de 1995. En 2000, se realizó la primera reunión del Comité de Negociaciones Birregional que delineó los ejes del actual acuerdo centrados en el comercio, el dialogo político y la cooperación, siendo el primeros de estos puntos, el tema más conflictivo o donde las líneas rojas fueron más difíciles de traspasar.

El primer intercambio de ofertas se realizó en 2001 con un Mercosur obligado a negociar en bloque por la Decisión 32/00 del Consejo del Mercado Común. El reclamo de los países de Latinoamérica se centró en lograr acceso de los bienes agrícolas al mercado europeo. En ese contexto, este tipo de productos estaban tanto en las negociaciones bilaterales como en el marco multilateral, con posiciones compartidas de Estados Unidos y la Unión Europea en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por sus políticas de apoyo a productores. Por su parte, la Unión Europea se centró especial pero no excluyentemente en su principal interés ofensivo: el acceso a servicios y compras gubernamentales.

La Comisión Birregional de Negociaciones se reunió entre 2000 y 2004, y más adelante, en 2005, se volvieron a hacer ofertas. La reticencia de los bloques a ceder en sus intereses clave paralizaron las negociaciones hasta que volvieron a retomarse, en buena medida, en 2010. En este sentido, resulta cierto el acelerado impulso que ha experimentado en los últimos años merced a las gestiones de las actuales administraciones de gobierno -algunas con posible finalización en 2019- para la concreción del consenso esgrimido recientemente.

Asimismo, es válido y lógico indagar sobre los efectos potenciales de un acuerdo definitivo en cada una de las áreas finalmente consensuadas y respecto a lo que cada bloque ha cedido. Según la Comisión Europea, es el acuerdo más grande concretado en términos del ahorro de impuestos al comercio para el bloque: en torno a 4 billones de euros. Asimismo, es mayor en cantidad de población-mercado dado que alcanza a 800 millones de personas, superando al firmado con Canadá o Japón.

Es válido y lógico indagar sobre los efectos potenciales de un acuerdo definitivo en cada una de las áreas finalmente consensuadas y respecto a lo que cada bloque ha cedido.

Para el Mercosur, de entrar en vigor el acuerdo, ingresarán con arancel 0% y en hasta 4 años, productos como: harinas, aceites, bebidas, biodiesel, helados, golosinas, pastas y mermeladas entre los más elaborados. También en cuotas entrará carne bovina con 0% para la Cuota Hilton y 99 000 toneladas (mucho menos de lo pretendido por el bloque en los años anteriores). En este último caso el aumento no es significativo dado que, en 2018, solo Argentina exportó cerca de 550 000 toneladas. Además, se suman cuotas para productos como arroz, vinos, miel, azúcar y etanol. En el texto publicado por la Comisión Europea el 1 de julio de 2019, aparece un pequeño párrafo sobre subsidios, aunque solo mencionando que pueden ser útiles para políticas públicas pero también distorsionan el mercado y proponiendo cooperar en ello. Esto resulta interesante teniendo en cuenta la Política Agrícola Común de la Unión Europea que ya en sus últimas reformas cambió su composición financiera a pagos directos y ayudas al desarrollo rural, pero que continúa representando una buena parte de la erogación de los recursos comunitarios. La Comisión Europea señala además que el bloque se abre a «los productos agrícolas del Mercosur con cuotas cuidadosamente administradas que garantizarán que no haya riesgo de que ningún producto inunde el mercado de la Unión Europea«.

Además, el viejo continente logró el establecimiento de indicadores geográficos, obteniendo exclusividad en la designación (nombres, gráficos y dibujos) de más de trescientos productos. Por otro lado, se menciona para el comercio de bienes que el Mercosur liberaliza el 91% de sus importaciones en los próximos 10 años -periodo que se extiende a 15 en el caso de productos más sensibles como calzados, muebles, vehículos y autopartes- mientras la Unión Europea liberaliza el 92% de sus importaciones en 10 años.

El Mercosur se comprometió a remover derechos arancelarios en autos, autopartes, maquinarias, y productos químicos y farmacéuticos y eliminará gradualmente el 93% de los derechos tarifarios para alimentos y agricultura de la Unión Europea, como chocolates y refrescos. Recíprocamente se abren en 10 años, quesos y lácteos. Esto podría llevar a que mercados que tienen los países del bloque del Mercosur a nivel intrarregional, reciban la competencia europea. Asimismo, los países sudamericanos aceptaron que la Unión Europea pueda establecer políticas ambientales sin bases científicas, pudiendo con ello tomar medidas que restrinjan importaciones por potenciales efectos perjudiciales en la salud o el medioambiente.

En cuanto a la disponibilidad de información y procesos para que las pymes entren a los mercados mutuos, la Comisión Europea destaca que a las firmas europeas les será más fácil ganar contratos públicos y que competirán en igualdad con las del Mercosur, algo válido para las compras gubernamentales y los servicios. La cláusula del Trato Nacional, aplicada a estos sectores puede reducir la capacidad de los Estados del Mercosur para ejecutar estrategias de desarrollo nacional que en muchas ocasiones son utilizadas como instrumento destinado a impulsar las pequeñas y medianas empresas nacionales. En este sentido, el documento resumen publicado por el Estado Argentino sostiene que contempla «los programas de contratación pública destinados a favorecer a las micro, pequeñas y medianas empresas y la innovación».

No obstante, hay pocas probabilidades de que empresas del Mercosur accedan a estos sectores económicos en la Unión Europea. Solo el 0.3% de las contrataciones públicas de esta región son designadas a países externos del bloque. Es allí donde el bloque europeo posee un fuerte interés en servicios, obras públicas y transporte. Por ello, la Comisión Europea destaca que el acuerdo impulsará el comercio de autos, maquinarias y productos químicos y farmacéuticos.

Los acuerdos firmados por la Unión Europea, por ejemplo con Japón y México, involucran el respeto al comercio y desarrollo sustentable, donde se señala que no debe ir en contra del ambiente o las condiciones laborales. Según un informe de la Universidad de Manchester en 2008, para la evaluación de impacto de sustentabilidad -incluido en los acuerdos firmados por el bloque europeo-, la Unión Europea lograría con el mismo expandir los sectores de comercio de servicios e industrial. Por el lado del Mercosur se lograría expandir el sector agrícola, aunque generando desde problemáticas ambientales hasta efectos adversos en relación al empleo y la recaudación pública.

Históricamente las exportaciones del Mercosur están comprendidas por materias primas y alimentos, mientras la Unión Europea exporta mayormente transporte, maquinarias y productos químicos.

Históricamente las exportaciones del Mercosur están comprendidas por materias primas y alimentos, mientras la Unión Europea exporta mayormente transporte, maquinarias y productos químicos. Si bien en 1990 las exportaciones del Mercosur eran en un 30% para el bloque europeo, en 2010 se habían reducido a un 17%, fundamentalmente por el creciente papel de otros socios comerciales, como China. No obstante, entre 2016 y 2018, según la Comisión Europea el comercio birregional representó un total de entre 80 y 90 billones de euros. La agenda de temas negociados -incluyendo los de la OMC-entrega como balance, a priori, ganancias para el sector industrial y de servicios europeo y para parte del sector agrícola del Mercosur.

En el ámbito global, la Unión Europea gana aire para intentar renovar un liderazgo internacional en el contexto las disputas interhegemónicas de China y Estados Unidos. La primera centrada en la expansión de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda y el segundo retrayéndose de los mega acuerdos de última generación como el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica y la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión. Además, ganaría acceso al mercado del Mercosur y con acuerdos ya firmados con Centroamérica, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú.

El Mercosur, por su parte, toma nueva relevancia frente al plano político del acuerdo y con una posibilidad abierta incluso de concretar los que se encuentran en negociación con la Asociación Europea de Libre Comercio, Canadá, Corea o Singapur cuyas negociaciones no son nuevas ni recientes. Si bien en los últimos años el bloque concretó acuerdos Sur-Sur incluso de forma birregional como el caso de la Unión Aduanera de África Austral en 2008, la negociación de acuerdos Norte-Sur presentó un avance más áspero en línea con la importancia de temas estratégicos de las industrias nacionales, especialmente de Argentina y Brasil.

Además, el bloque arriba al acuerdo en un marco de profunda descoordinación política regional, evidenciado en la paralización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños o el abandono de la Unión, la falta de liderazgo brasileño y hasta el surgimiento de nuevas iniciativas, como el Foro para el Progreso de América del Sur. En lo económico la integración sigue sin dar resultados en una región que mira más hacia afuera que hacia adentro, terminando en un esquema de intento de acceso a mercados externos con los países del centro de la economía mundial pero sin profundización de un mercado común regional. En ese marco, el acuerdo con la Unión Europea, entendido como un instrumento, podría evolucionar para los países del Mercosur en la consolidación de una matriz histórica de mayor dependencia. Si los acuerdos no representan un medio para el desarrollo, el lema de abrirse al mundo queda convertido en un dogma vacío.

Finalmente, las ratificaciones parlamentarias también representan un factor que influirá en la implementación de un futuro acuerdo. La parte comercial es potestad exclusiva de la Comisión Europea, el órgano máximo de representación de los intereses comunitarios. Por ello, será el Parlamento Europeo quien deba aprobarla. Un recinto complejizado recientemente por las elecciones de mayo que dieron fin al bipartidismo histórico que imperó durante 4 décadas en Europa.

TOMÁS BONTEMPO es maestro en Integración Latinoamericana por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina. Es profesor titular en la Universidad del Salvador, Argentina. Sígalo en Twitter en @tomdist1986.

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