El Confidencial
Stephanie Henaro
23 de agosto de 2019
De la sección Opiniones Oportunas del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
El contexto internacional en el que están ocurriendo las protestas, hacen de vital importancia el que no perdamos de vista a Hong Kong y a todas sus batallas. Aunque en la prensa solo se hable de una. La crisis sociopolítica originada por la protesta contra una ley de extradición a China, que se percibe como un ataque frontal al sistema de libertades del territorio autónomo, que Beijing prometió mantener, tras la devolución británica de la colonia en 1997, ha dejado un saldo de poco más de cuarenta heridos y ha culminado con el bloqueo de varios días del aeropuerto de la isla.
La isla es una puerta de acceso al mercado chino. Su aeropuerto, el que fue bloqueado como parte de las protestas y se convirtió en el escenario de la primera huelga general en 5 décadas, es un nudo clave en la comunicación aérea mundial, tanto de pasajeros como de productos. En 2017 lo emplearon poco menos de 73 millones de personas, lo que lo convierte en el octavo más transitado del mundo.
Por otro lado, su estatus de puerto franco, su régimen fiscal simple, las buenas prestaciones de sus infraestructuras y su seguridad jurídica, lo han convertido en el enclave por el que ingresa más del 60% de la inversión extranjera directa destinada al continente. Pero si la situación sigue así, todo esto podría cambiar.
Carrie Lam, Jefa Ejecutiva de la región, electa en 2017, declaró que «las protestas destruirán la propiedad y la estabilidad de Hong Kong». A la vez, un informe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos alertaba que muchas de las empresas asociadas comenzaban a percibir a la ciudad como un destino de riesgo para sus inversiones, por lo que muchas estaban optando por desplazarse a otros sitios, como Singapur.
Los agentes antidisturbios han violado las censuras de las directrices de armamento no letal.
La respuesta del gobierno chino podría arruinar muchísimas cosas que, en mi opinión, van más allá de lo económico. El gobierno chino ha comenzado a referirse a unas supuestas «fuerzas antichinas» como «las mentes maestras» que fomentan la violencia, para así crear un caos del que terceros países puedan beneficiarse. También ha declarado que hay «signos de terrorismo» en las protestas.
Esta narrativa ha sido bien recibida entre los sectores prochinos de la sociedad hongkonesa y ha derivado en una polarización social, en la que la presencia de occidentales comienza a indignar e incluso se les tacha de espías. De un lugar solía distinguirse por su cosmopolitanismo y tolerancia.
¿Nos suena familiar? ¿O es que solamente a mí me huele a una mezcla entre Tiananmen y la guerra entre Oriente y Occidente?
Los agentes antidisturbios han violado las censuras de las directrices de armamento no letal elaboradas por la Academia de Ginebra de Derecho Humanitario, en su manera de combatir a los manifestantes, disparando pelotas de goma a menos de dos metros de distancia apuntando a la cabeza, y dejando ciega de un ojo a una chica, que fue golpeada en el rostro por uno de los proyectiles. Todo esto combinado con una política de arrestos en masa que, sumada al comienzo del curso escolar, pretende apagar la mecha de las movilizaciones multitudinarias para lograr que la situación esté bajo control antes del 1 de octubre de 2019, fecha en la que se celebrará el septuagésimo aniversario de la fundación de la República Popular China, festividad que el partido espera sea una demostración de fuerza y unidad.
Aunque tenga que ser por la fuerza y la isla tenga que ser el escenario de más de una batalla. El último en salir apague la luz.
Stephanie Henaro es asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígala en Twitter en @HenaroStephanie.
Atinado análisis sobre los últimos acontecimientos en Hong Kong donde se unen los intereses geopolíticos y diferentes actores hacen su propia batalla.
¿Quiên apagará la luz?
Es la incógnita.