¿El cuarto momento mexicano?

5 junio, 2023 • Artículos, Asuntos globales, Norteamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 1054

Democracia y competencia para capitalizar el nearshoring

T21

logo fal N eneOscar Ocampo

Junio 2023

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

¿Fracasó la apertura económica y política?

El éxito de México para capitalizar la deslocalización cercana (nearshoring) recaerá en su capacidad de garantizar un entorno con competencia económica y democracia, con igualdad en el respeto a los derechos del otro. Es decir, el país requiere mostrar un compromiso creíble con el Estado de derecho.

En otras páginas he escrito que el desarrollo no es fortuito, se elige. Hace 30 años, México apostó por la apertura comercial con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) como un camino hacia el desarrollo, al mismo tiempo que el país entraba en la etapa más intensa de su transición a la democracia.

La apertura económica y democrática no apuntalaron a México como un país desarrollado. Luis de la Calle argumenta que el primer “momento mexicano”, en el marco de la entrada en vigor del TLCAN, se truncó por la crisis de 1994, mientras que las impericias de los gobiernos de la alternancia y los escándalos de corrupción que caracterizaron al retorno priista a Los Pinos frustraron el segundo y el tercer momento. La razón de fondo está en la incapacidad del Estado mexicano en garantizar el imperio de la ley.

Empero, es falso argumentar que el TLCAN no trajo consigo beneficios tangibles para el bienestar de los mexicanos. Basta observar las tasas de crecimiento de los estados que lograron integrarse a la cadena de producción norteamericana en las regiones norte y bajío, o la competitividad de los sectores industriales que se abrieron plenamente a la competencia, como el automotriz, el aeroespacial o el de dispositivos médicos, a la vez que el campo mexicano se ha consolidado como una potencia exportadora en una serie de productos que van desde aguacates hasta hortalizas.

Estos sectores tienen en común su apertura a la competencia, tanto nacional como regional y mundial, así como su relativa inmunidad al clima de impunidad que permea en el país. A partir del TLCAN, el Estado mexicano mostró por primera vez un compromiso creíble con el Estado de derecho en los arreglos económicos, por lo menos en la parte de su economía ligada al comercio internacional.

Los sectores que se mantuvieron centralizados, cerrados a la competencia y expuestos a los vaivenes políticos, que no al imperio de la ley, son precisamente los que quedaron más rezagados. Los hidrocarburos, la electricidad y las telecomunicaciones son quizá los mejores ejemplos de los efectos perniciosos de la centralización monopólica tanto pública como privada.

Sin una mayor descentralización tanto económica como política, el país no podrá explotar plenamente su potencial en el que quizá sea su momento más propicio para atraer y retener inversiones y talento debido a cambios estructurales de la economía mundial por la necesidad de diversificar la exposición al riesgo chino.

¿Más democracia y competencia económica?

En última instancia, el Estado de derecho es reconocer al otro como igual. El gran éxito del TLCAN original no fue la reducción de aranceles, sino que, por primera vez, el Estado mexicano se comprometió a respetar el Estado de derecho en la parte exportadora de su economía y abrió la puerta a la competencia (el origen de la entonces Comisión Federal de Competencia está en el Tratado) con una serie de reglas claras y predecibles.

En un mundo donde las economías se dividen entre el capitalismo liberal (o democrático) y el capitalismo de Estado (o autoritario), como argumenta Branko Milanovic en Captialism, Alone (Harvard University Press, 2019), México debe apostar decididamente por el primer sistema. En el largo plazo, el único sistema que garantiza la igualdad en el respeto al otro y ante la ley es la democracia.

Para capitalizar el nearshoring y atraer industrias de alto valor agregado, que van desde las granjas de servidores de datos hasta la inteligencia artificial, el país requiere modernizar de forma acelerada su infraestructura energética (gasoductos, redes de transmisión eléctrica y capacidad de generación renovable), logística (puertos, aeropuertos, ferrocarriles, carreteras y redes de telecomunicaciones), de aguas, invertir en su capital humano y, quizá lo más relevante, fortalecer el Estado de derecho más allá de la parte exportadora de su economía.

Para capitalizar el nearshoring, el país requiere modernizar de forma acelerada su infraestructura energética, logística, de aguas, invertir en su capital humano y, quizá lo más relevante, fortalecer el Estado de derecho.

Este último elemento es el factor clave que permite el desarrollo de todos los demás. El mejor antídoto contra la centralización es precisamente más democracia y más competencia económica, es decir, el capitalismo liberal con pleno respeto a los derechos de los demás.

Hoy los cambios estructurales en la economía mundial ofrecen a México una ventana hacia el desarrollo de las regiones más rezagadas, especialmente para que los estados del sur-sureste se consoliden como plataformas de exportación hacia los estados de la costa este estadounidense.

No obstante, es fundamental comprender que el nearshoring no es un juego de suma cero entre los Estados, y la apuesta del gobierno mexicano debe ser por promover un piso parejo donde todos puedan competir e innovar. Como subraya Deirdre N. McCloskey en su trilogía The Bourgeois Era (University of Chicago Press, 2007, 2011 y 2017), el éxito sostenido de los países depende no tanto del capital ni de las instituciones, sino de su capacidad de intercambiar ideas, en la libertad para innovar, no en la planeación central. El nearshoring debe permitir a las entidades que hoy están fuera de la cadena de producción de Norteamérica desarrollar esta capacidad de innovación.

Elegir entidades ganadoras desde la Ciudad de México no es la ruta conducente al desarrollo de las entidades más rezagadas, sino se debe permitir que cada una descubra y explote su ventaja comparativa que les permita detonar su competitividad. En su más reciente libro, The Crisis of Democratic Capitalism (Penguin Press, 2023), Martin Wolf insiste que si el capitalismo liberal va a triunfar, es necesario devolverle la voz a los ciudadanos al bajar las barreras de entrada a la competencia política y desmantelar las estructuras rentistas que pervierten el sistema económico. En el caso mexicano, el mejor servicio que les puede hacer la federación es romper monopolios, públicos y privados, políticos y económicos.

En el mundo, los ejemplos de países más exitosos en términos de desarrollo optaron por el Estado de derecho y la descentralización en los arreglos económicos. Incluso apelar al ejemplo chino resulta falaz. El éxito económico de China se dio precisamente en el momento que ese país adoptó una descentralización —parcial— de sus actividades económicas.

De los tres grandes clústeres industriales a nivel mundial, Norteamérica es hoy la región menos integrada. Como bien apunta Shannon O’Neil en The Globalization Myth (Council on Foreign Relations, 2022), únicamente 40% del comercio de Norteamérica se da entre los países de la región, mientras que el comercio intrarregional en la Unión Europea representa dos terceras partes de su comercio total, al mismo tiempo que la mitad del comercio asiático se da precisamente entre los países asiáticos. El nearshoring pareciera la oportunidad ideal para revertir este déficit.

En el fondo, las condiciones indispensables para que México aproveche a cabalidad las oportunidades de la regionalización de las cadenas de valor son más competencia y más democracia, solo así podrá el país garantizar un entorno propicio para la inversión con certidumbre jurídica y pleno respeto al Estado de derecho.

OSCAR OCAMPO es Coordinador de Energía y Medio Ambiente en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PJ Comexi). Es maestro en Políticas Públicas por la London School of Economics and Political Science (LSE) y licenciado en Ciencia Política por la Universität Hamburg. Sígalo en Twitter en @OscarOcampo.

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3 Responses to ¿El cuarto momento mexicano?

  1. María Esther Lazcano dice:

    ¡Excelente artículo estimado Óscar!
    Saludos afectuosos,
    María Esther Lazcano

  2. Isai Palacios dice:

    El artículo fue muy bueno, corto y conciso, gracias.

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