La crisis diplomática entre Ecuador y México

9 abril, 2024 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 4803

El peso del precedente

France 24

logo fal N eneRodrigo Peña González

Abril 2024

A pesar de lo reciente de los hechos, sigue siendo oportuno contextualizar la crisis diplomática entre Ecuador y México. El viernes 5 de abril de 2024, las fuerzas públicas ecuatorianas traspasaron la residencia de la embajada de México en Quito. Es necesario más contexto: lo hicieron para capturar a Jorge Glas, Exvicepresidente ecuatoriano durante el gobierno de Rafael Correa, quien se encontraba en dicha embajada como potencial asilado, solicitud que había presentado desde diciembre de 2023. Un poco más de contexto: Glas es acusado de corrupción y, al no presentarse a las audiencias judiciales, un juez dictó prisión preventiva en su contra ante el potencial riesgo de fuga. Por si fuera poco, al conflicto deben añadirse las declaraciones del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien se refirió a las recientes elecciones presidenciales de Ecuador; sugirió que la violencia política provocó la derrota del candidato de izquierda en el país sudamericano a raíz del asesinato de Fernando Villavicencio en plena campaña electoral. Esto fue interpretado por el gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa como intervención en asuntos internos.

La reacción en Quito fue la de declarar persona non grata a la Embajadora mexicana en aquel país, Raquel Serur. En respuesta, López Obrador confirmó tanto la salida de la Embajadora, como la confirmación del otorgamiento de asilo político a Glas. Incluso, habló de la solicitud de un salvoconducto para trasladar a Glas al aeropuerto con miras a que saliera del país. Con estas condiciones, las imágenes del allanamiento de la embajada por parte de fuerzas ecuatorianas funcionan como el clímax de una crisis gestada desde hace meses. Al momento de escribir este texto, el cuerpo diplomático mexicano en Quito ya abandonó el país y el Estado mexicano prepara una demanda en contra de Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Además, las condenas han venido ya desde diversos organismos internacionales, que incluyen a la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos, la Unión Europea, así como de otros gobiernos sudamericanos que también han condenado la acción de las fuerzas ecuatorianas en contra de la representación diplomática mexicana.

El consenso en torno a las acciones ecuatorianas es total. Hasta el momento, la única defensa del ingreso de agentes policiales a la embajada lo ha hecho el propio gobierno ecuatoriano. Y justamente esa defensa es la que más debería de preocupar, pues sienta un precedente. Dicho de otra manera, el conflicto diplomático puede ser anecdótico, y hay claves precisamente diplomáticas para dotar a la coyuntura de prudencia. Sin embargo, el antecedente es lo que podría marcar un problema para las relaciones diplomáticas latinoamericanas en particular, e internacionales en general. Si bien la crisis es y ha sido hasta ahora bilateral, la manera en la que le concierne a las relaciones internacionales hace del problema uno de interés multilateral. Es por eso que la Unión Europea se manifestó consternada en una nota oficial publicada el domingo 7 de abril de 2024, en la que afirmaban: “La protección de la integridad de las misiones diplomáticas y de su personal es fundamental para preservar la estabilidad y el orden internacional, fomentando la cooperación y la confianza entre países”.

La costumbre y la buena voluntad en riesgo…

Buena parte del Derecho Internacional Público descansa sobre una corriente consuetudinaria; en consecuencia, el peso de la costumbre y la buena voluntad por respetarla es fundamental. La quiebra y el descrédito, tanto de la costumbre como de la buena voluntad, son potencialmente críticas porque desestabilizan acuerdos fundamentales de las relaciones políticas a nivel internacional. La justificación que han realizado las autoridades ecuatorianas deja ver que, en el balance entre hacer un quebrantamiento de tal nivel de las relaciones diplomáticas y permitir que Glas escape de la justicia, decidieron lo primero. Esto representa una lógica preocupante para la operación de la diplomacia internacional. Supone que es viable sacrificar los acuerdos internacionales de tal nivel siempre que un régimen dicte que la motivación para el sacrificio sea, por lo menos, suficiente. Y en ese sentido, como la suficiencia la dictamina quien comanda a las fuerzas nacionales, todo queda supeditado al contexto de quien tenga el poder en turno para que lo dicte de esa manera.

De poco servirá una condena generalizada si Ecuador insiste en justificar los medios a través de su fin.

En ese sentido, en la crisis diplomática entre Ecuador y México, preocupa el antecedente tanto a nivel de la relación bilateral como en las relaciones multilaterales en las que intervengan ambos países, así como en las relaciones diplomáticas ajenas a las de los protagonistas de esta crisis. Por ejemplo, ¿de qué tamaño es el riesgo de que un país invoque este acto como antecedente para repetirlo en quién sabe qué condiciones? La incertidumbre que se genera al respecto es, por decirlo suavemente, demasiada. Es por eso que la respuesta internacional es tan importante como la reacción del propio régimen ecuatoriano. De poco servirá una condena generalizada si Ecuador insiste en justificar los medios a través de su fin. Incluso, ante la insistencia, la norma internacional deberá reconocer el riesgo que, a futuro, le supone al sistema internacional de relaciones diplomáticas perder la costumbre y la buena voluntad como herramientas de cumplimiento político y diplomático.

…y también la cooperación en seguridad

Finalmente, es indispensable reconocer que, entre las consecuencias de la crisis, aparece también el ángulo del narcotráfico. Ecuador vive en ciernes de experimentar modelos de gobernanza criminal; es decir, esquemas de gobierno a cargo de grupos criminales y de redes de macrocriminalidad que son capaces de definir y determinar el orden social en territorios específicos bajo circunstancias igualmente específicas. Lo ocurrido recientemente en Guayaquil, en donde grupos criminales paralizaron el puerto e hicieron su aparición en la televisión local, da cuenta del tamaño del problema y del riesgo.

Sumado a eso, esta crisis diplomática latinoamericana cuestiona la posibilidad de formas más amplias de colaboración específicamente en materia de seguridad. En términos de la relación bilateral, la crisis abre la puerta para que se corten posibilidades de cooperación e intercambio de información entre Ecuador y México (que también tiene cosas que contar en materia de criminalidad), y a que, como consecuencia, se dinamicen los circuitos regionales de tráfico de drogas y, en general, de mercados ilegales. La experiencia en seguridad es clara: menos cooperación suele conllevar un aumento de impunidad.

RODRIGO PEÑA GONZÁLEZ es doctor en Humanidades por la Universiteit Leiden. Actualmente es investigador y Director Ejecutivo del Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México (Colmex), y profesor de asignatura en el ITAM y El Colmex. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). Sígalo en X en @ro_pena.

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One Response to La crisis diplomática entre Ecuador y México

  1. PEDRO LOMBARDO GONZALEZ dice:

    Ecuador y Mexico son paises dominados por las potencias que en el nundo determinan comportamientos y destinos de los habitantes de cada pais que ELLOS manejan puas los politicos que gobiernan cada uno de sus paises son elegidos cuando han pasado por los filtros que ELLOS tienen

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