El Pacto Verde Europeo: ¿nueva estrategia geopolítica para el cambio climático?

7 agosto, 2023 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Portada • Vistas: 1178

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Agosto 2023

El cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrentan la humanidad y los gobiernos, ya que es una amenaza a la paz y a la seguridad internacionales por sus consecuencias sociales, ambientales, políticas y económicas.

A partir de esto, en 2019, la Unión Europea presentó a sus ciudadanos y al mundo su Pacto Verde Europeo (PVE), y de esta manera, con su supranacionalidad y su intergubernamentalidad, estableció la transición ecológica de toda la comunidad europea.

El PVE surge como respuesta a los desafíos del clima y el medio ambiente, con la mira en transformar a la Unión Europea en una sociedad eficiente en el uso de los recursos y, al mismo tiempo, competitiva. Esto implica que la Unión Europea oriente su política exterior, su política comercial y de cooperación para el desarrollo a promover acciones dentro del marco político-institucional creado por el PVE, llevando a cabo una diplomacia climática.

De esta forma, José Antonio Sanahuja (2021) expresa que los objetivos de descarbonización y neutralidad climática del PVE suponen profundos cambios en las relaciones comerciales de la Unión Europea con importantes implicancias geopolíticas en relación a los principales socios comerciales de la comunidad europea. Entonces, se puede hablar de la geopolítica del cambio climático, entendiéndola a partir de la idea de que la propia transición verde provoca transferencias de poder entre los países que controlan y exportan combustibles fósiles y aquellos que dominan las tecnologías ecológicas del futuro (Josep Borrell y Frans Timmermans, 2021). Así, la Unión Europea entra con el PVE en una geopolítica entre bloques de poder dentro del sistema internacional.

De este modo, la transición ecológica de la Unión Europea reconfigurará las relaciones geopolíticas comerciales a escala mundial, ya que es uno de los principales actores con mayor volumen y peso económico dentro del orden comercial internacional, y, asimismo, porque se trata del mercado único más extenso del mundo, lo que involucra que sus medidas sean aplicables a todas las cadenas de valor mundiales.

Es así que los acuerdos comerciales de libre comercio que lleva a cabo la Unión Europea son herramientas de carácter geopolítico con el objetivo de buscar la autonomía de la comunidad europea y de sus socios frente a la crisis del cambio climático, haciendo presentes los acuerdos internacionales que regulan materias de cambio climático y medio ambiente.

Hacia una transición ecológica

El PVE fue aprobado y presentado a la comunidad europea en 2019. Es un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es situar a la Unión Europea en el camino hacia la transición ecológica.

Todos los elementos presentados dentro del marco político del PVE son objetivos hacia una transición verde y ecológica en un nivel supranacional. A su vez, todos estos objetivos se encuentran estrechamente interrelacionadas y se refuerzan mutuamente, bajo una serie de instrumentos que engloban desde la regulación y la normalización, la inversión y la innovación, las reformas nacionales, el diálogo con interlocutores sociales, hasta la cooperación internacional.

La Comisión Europea vela y garantiza que la legislación y las políticas que se hagan en marco del PVE sean cumplidas y se apliquen de manera efectiva. Esto se puede encontrar de manera particular al observar la aprobación de la Ley Europea del Clima. Esta ley traduce en reglamento el objetivo establecido en el PVE para que la economía de Europa y la sociedad europea se conviertan a la neutralidad climática para 2050. Este reglamento, a su vez, establece un objetivo intermedio para 2030, el cual se basa en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) como mínimo de 50% y como máximo de 55%, comparándola con los niveles de 1990. La neutralidad climática estipulada para 2050 significaría el logro neto de cero emisiones de GEI para ese año en lo que respecta a todos los Estados miembros de la Unión Europea.

Bajo este marco político adoptado, la Unión Europea dispone del desarrollo de una “diplomacia por el Pacto Verde”, centrada en convencer a los demás y en ofrecer apoyo a quienes asuman su participación dentro de una política de fomento del desarrollo sostenible y de neutralidad climática. Mediante esta diplomacia, la Unión Europea busca garantizar, de forma prioritaria, el Acuerdo de París como el marco multilateral indispensable para hacer frente al cambio climático.

Así de forma general, la Unión Europea, al utilizar sus instrumentos diplomáticos y financieros, se propone garantizar alianzas verdes dentro de sus relaciones con África, América Latina y el Caribe, Asia, el Pacífico y, especialmente, con los bloques de poder que componen a alguna de las esas regiones.

¿Es una estrategia política de poder inteligente?

La política comercial enmarcada en el PVE sirve como una plataforma para cooperar con los socios comerciales en la acción por el clima y el medio ambiente. Así, esta política comercial tiene como objetivo facilitar el comercio y la inversión en bienes y servicios ecológicos, promoviendo regímenes de contratación respetuosos con el clima.

Si bien no impone explícitamente una sanción para aquellos potenciales socios comerciales que no tengan medidas respetuosas con el clima, dentro de sus políticas internacionales, a la hora de convenir, de acuerdo con lo que se estipula dentro de este marco político del PVE, todos los Estados miembros y la Unión Europea, deben elegir sus socios comerciales a aquellos que sí implementen en sus políticas los acuerdos internacionales que hacen referencia al cambio climático.

El PVE toma a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y al Acuerdo de París como los tratados internacionales que deben ser adoptados por sus socios comerciales de ahora en adelante. Así, se entiende al PVE como una normativa que tiene como fin la coordinación macroeconómica de estos acuerdos internacionales tanto al interior como hacia el exterior de las fronteras de la Unión Europea.

La política comercial enmarcada en el PVE sirve como una plataforma para cooperar con los socios comerciales en la acción por el clima y el medio ambiente.

Entonces, con el PVE, la Unión Europea busca insertarse en el sistema internacional por medio de la cooperación, como aquella interacción básica racional de un cálculo de intereses entre las partes convenientes, utilizando al comercio como una herramienta intermediaria. Así, se puede constatar lo que Robert Keohane (1998) estipula sobre la cooperación como una mutua adaptación y no simplemente como una situación que refleja intereses comunes, significando que para que haya cooperación, además de compartir intereses comunes sobre el cambio climático, las partes contratantes deben adecuarse por medio de un proceso de coordinación de políticas, en este caso, internacionales, adoptando en sus medidas tanto internas como externas a los acuerdos multilaterales sobre cambio climático como esenciales para sus economías.

Más en el caso particular del PVE, se puede constatar lo que se llama “efecto California” (David Vogel, 2009), ya que al hacer más rigurosas las pautas para poder contratar con la Unión Europea, con respecto a cuáles son los tratados internacionales que considera esenciales para el cambio climático, quiénes ya contrataron y quiénes luego pretendan ser socios de libre comercio con esta deben implementarlos dentro de sus políticas nacionales, adhiriéndose.

Así, en concordancia con lo que exponen Mark Leonard, Jean Pisani Ferry, Jeremy Shapiro, Simone Tagliapietra y Guntram Wolff (2021), desde una visión estratégica, el PVE promueve una plataforma mundial para nuevas economías del cambio climático, internacionalizando el Pacto mediante sus acuerdos internacionales de libre comercio. Dentro de esta plataforma entran los acuerdos de “nueva generación” de la Unión Europea, los cuales, en sus normativas, incorporan capítulos especiales destinados a la relación entre el comercio, el desarrollo sostenible y el cambio climático, combinando, de esta manera, barreras no arancelarias al comercio internacional con inversión y protección del medio ambiente y fomento del desarrollo sostenible.

Todos los acuerdos que surgieron a partir de 2019, en especial aquellos que surgieron luego de la aprobación del PVE, tienen un capitulo específicamente llamado “Comercio y desarrollo sostenible”, en los que las partes firmantes estipulan que ellas reconocen la importancia de promover el desarrollo del comercio internacional contribuyendo, a la vez, con el desarrollo sostenible, más específicamente, en materia de cambio climático. Es por ello que dentro de estos acuerdos internacionales comerciales y de cooperación ratifican la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París como los acuerdos multilaterales a seguir como marco político para las relaciones de libre comercio.

Es especial, viendo estos capítulos específicamente destinados a ratificar estos acuerdos multilaterales, se puede observar que a través del PVE, aquel débil acoplamiento que Keohane y David Victor (2010) establecen dentro del régimen complejo para el cambio climático, el cual según estos autores está basado en arreglos que poseen conexiones entre sí pero que no forman una estructura general, empieza a tomar forma, ya que se puede notar que mediante la incorporación especifica de esos tres acuerdos multilaterales para el cambio climático y el desarrollo sostenible, el PVE realiza una estructura jerarquizada relativamente preferencial hacia esos tratados, en la que busca de formar un “club” internacional, estratégicamente hablando, entre la Unión Europea y los socios comerciales que adhieran a los mismos términos.

Entonces, la Unión Europea por medio del PVE se inserta en el sistema internacional por medio de clubes de libre comercio formados con el fin de hacer e implementar políticas respetuosas con el cambio climático.

Retomando lo que Keohane y Joseph Nye (1988) proponen con los modelos ideales de estructuras sistémicas internacionales de poder (en primer lugar, aquella estructura de poder basada en los elementos tradicionales de poder, en especial, el poder militar; en segundo lugar, un modelo que enfatiza el poder en sus propios recursos en determinadas áreas, y, en tercer lugar, una interdependencia compleja, en la que el comportamiento de los actores internacionales crean procedimientos, normas e instituciones que moldean a esta), la Unión Europea crea, por medio del PVE, una estructura sistémica internacional de poder basada en una interdependencia compleja en la que los actores contratantes aceptan sus políticas exteriores en materia de cambio climático en orden de poder establecer una relación beneficiosa de libre comercio sin barreras arancelarias con el territorio europeo.

De este modo, se puede constatar lo que Nye (2004) estipuló sobre poder inteligente, concebido como la combinación exitosa entre los recursos del poder duro, la coerción específicamente hablando, y los recursos del poder blando, en especial la atracción y la cooptación, en una estrategia efectiva. Si bien, Nye (2004) coloca como ejemplo de poder inteligente a la Unión Europea, ya que, a nivel económico, el mercado europeo crea regulaciones estándares a nivel mundial que le dan una ventaja en el uso del poder duro, y, al mismo tiempo, utiliza recursos de poder blando, como sus modelos de cooperación multilateral y sus programas financiados, para atraer a otros a generar relaciones con la comunidad europea, con la implementación del PVE y lo anteriormente analizado, se puede certificar este accionar estratégico dentro de la geopolítica internacional.

Con la utilización del PVE, la Unión Europea abre su mercado común, el segundo más grande del mundo junto con el mercado chino, a aquellos socios internacionales de libre comercio que sigan sus valores políticos sobre el cambio climático y el desarrollo sostenible, impidiendo que aquellos que no los implementen dentro de sus marcos políticos puedan acceder a ese beneficio.

LARA AGOSTINA GRIMALDI es licenciada en Ciencia Política, con orientación en Análisis Político y Opinión Pública, por la Facultad de Humanidades y Ciencias, y la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina).

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