Estados Unidos y México: la relación profunda

24 junio, 2019 • Artículos, Norteamérica, Portada, SRE • Vistas: 17084

La Primera Cumbre de Alcaldes de Norteamérica y el proceso de aprobación del T-MEC son solo la punta del iceberg

Tomada de la cuenta de Twitter @Claudiashein

Arturo Rocha

Junio 2018

Una colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México

La simbiosis entre Estados Unidos y México es tan evidente que podría parecer una obviedad. Debería de serlo. La lista de símbolos que reflejan la estrecha naturaleza entre los dos vecinos es larga. Solo en términos demográficos, están los once millones de mexicanos que viven en Estados Unidos y los treinta y seis millones de mexicoestadounidenses; el millón y medio de estadounidenses que viven en México -la comunidad más grande fuera de Estados Unidos-; Los Ángeles como la ciudad con más mexicanos del mundo, solo detrás de la capital mexicana, y la más grande red consular que un país ha montado en otro Estado.

Los hitos en materia comercial no son menos extraordinarios. El principal punto de exportaciones estadounidenses no ve hacia Europa, vía el Atlántico, ni a Asia, vía el Pacífico. Laredo, Texas, se ha convertido en el punto central del intercambio comercial estadounidense y ve hacia el sur. Estados Unidos es el destino más importante de las exportaciones mexicanas, pero el inverso es también cierto: el principal socio comercial de la economía más grande del mundo es México. La magnitud del comercio entre Estados Unidos y México es nueve veces mayor que el intercambio entre nuestro vecino y Brasil, la economía más grande de Latinoamérica; nuestro comercio supera cinco veces más el que existe con el Reino Unido y es incluso tres veces mayor a las transacciones comerciales entre Alemania y Estados Unidos -una potencia exportadora a nivel mundial-.

Sin el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que Canadá, Estados Unidos y México aprobaron hace un cuarto de siglo, este grado de conexión económica difícilmente hubiera existido. El TLCAN, la piedra angular de la competitividad regional, explica el incremento del monto total de las exportaciones y las importaciones entre ambos de países de 81 500 millones de dólares en 1993 a 611 500 millones en 2018, un aumento de 750%. Para dimensionarlo: el comercio bilateral es comparable con las economías completas de las áreas metropolitanas de Houston, San Francisco o Washington D.C.

La compenetración de los tres países ha llegado a tal grado que es muy difícil distinguir si los bienes que intercambiamos son mexicanos, estadounidenses o canadienses. Las cadenas de producción están integradas de modo tal que, de cada dólar de exportaciones mexicanas, cuarenta centavos son estadounidenses y veinticinco centavos de Canadá. La producción mexicana es, en realidad, más norteamericana que exclusivamente nacional. Y lo mismo sucede con los productos canadienses y estadounidenses: son también inexorablemente hechos en México.

La realidad subyacente, aunque innegablemente compleja, revela una verdad sencilla: Estados Unidos y México están irremediablemente atados el uno al otro.

Dados los importantes beneficios que ha dejado la integración norteamericana, no es de sorprender que surjan alianzas en su defensa. Un primer ejemplo es la Primer Cumbre de Alcaldes de América del Norte, celebrada en Los Cabos, México, a principios de junio de 2019, que reunió a más de 120 alcaldes de los tres países y de distintos partidos e ideologías políticas, para discutir no solo temas comerciales sino de cambio climático, sustentabilidad urbana y cooperación trasfronteriza, entre otros.

En el Manifiesto de Colaboración Conjunto que, en representación de los alcaldes, firmaron Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Eric Garcetti, Alcalde de Los Ángeles, California, y Presidente de la Alianza Latina de la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos; Stephen Benjamin, Alcalde de Columbia, Carolina del Sur, y Presidente de la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos, e Hilda MacDonald, Alcaldesa de Leamington, Ontario, incluía el compromiso de impulsar el libre comercio y el rechazo explícito de la imposición de tarifas con la que amenazó el gobierno de Estados Unidos a México.

Al renovado impulso de una diplomacia local norteamericana se suma el esfuerzo de la diplomacia parlamentaria. La categórica aprobación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que el Senado de la República llevó a cabo el 19 de junio de 2019, es también un síntoma de otra coalición, una que también trasciende líneas partidistas, en defensa de la integración económica de la región. El Senado ha aprobado contundentemente, con 114 votos de un quórum de 121, la modernización del TLCAN en la forma del T-MEC.

Naturalmente, el evento ha hecho eco en la región: mientras Robert Lighthizer, el principal negociador comercial de Estados Unidos, y el mismo Donald Trump celebraron la aprobación del acuerdo, la embajadora Martha Bárcena se reunió en Washington con Justin Trudeau para discutir sobre cómo impulsar el Tratado que también depende de la aprobación del Congreso estadounidense y del Parlamento de Canadá.

Sobre este tablero de ir y venir, sobre esta simbiosis innegable, la región se mueve. La Primera Cumbre de Alcaldes de América del Norte y aun la aprobación del T-MEC en México, acontecimientos claramente significativos, son solo la parte de un todo, la punta de un iceberg de mayor dimensión. La realidad subyacente, aunque innegablemente compleja, revela una verdad sencilla: Estados Unidos y México están irremediablemente atados el uno al otro. La cooperación entre ambos es un ganar-ganar casi automático, tanto para ambos países como para la región en su conjunto. Por el contrario, remar a contracorriente es su inverso perfecto: un perder-perder que, sin embargo, es enteramente evitable.

ARTURO ROCHA es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y maestro en Políticas Públicas por The University of Chicago. Fue investigador en el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y actualmente es Director de Medios Internacionales en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México. Sígalo en Twitter en @arocha221.

Tags:, , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…