Diplomacia científica en el mundo

22 septiembre, 2014 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 7700

Segunda Parte

avatarDefault Loren Cruz Sandoval

Septiembre 2014

Una vez planteado un panorama general sobre la diplomacia científica, es importante que también se abra el diálogo para discutir algunas prácticas internacionales de los Estados en el uso de este recurso en la nueva ola. Para evaluar el papel que algunos Ministerios de Relaciones Exteriores están cumpliendo en la implementación de este tipo de diplomacia en el mundo, se pueden observar tres casos de países que han realizado cambios a sus estructuras institucionales para desplegar estos recursos en el escenario internacional (bajo diferentes objetivos, por supuesto), pero, primordialmente, con el propósito de posicionar sus economías y mantener la competitividad internacional.

Para ejemplificar algunas prácticas adoptadas por países desarrollados para empujar su agenda de innovación, ciencia y tecnología en el mundo, a través de sus prácticas diplomáticas en el exterior, analizaremos los casos de Japón, el Reino Unido y Francia. Estos son relevantes toda vez que muestran claramente sus objetivos, el tipo de configuración estructural que mantienen sus representaciones en el exterior para alcanzarlos y también ejemplifican las reestructuraciones implementadas por los Ministerios de Asuntos Exteriores dentro del país donde se encuentran para perseguir estas nuevas metas.

Japón

Si se observa el caso de Japón, se puede determinar que su diplomacia científica se ha desplegado en dos sentidos. El primero se dirige a mantener una posición económica competitiva a nivel internacional en un momento en que las tecnologías digitales son el motor de recuperación económica de países de la Unión Europea y Estados Unidos, además de ser los principales centros de crecimiento económico para varios Estados. La segunda vertiente de la diplomacia científica japonesa se ha enfocado en mantener su influencia o poder blando a nivel regional y mundial, ante el avance del posicionamiento de China en el mundo, principalmente en mercados emergentes, como África.

Con estos dos objetivos, el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés ha reforzado sus servicios diplomáticos, para lo cual ha posicionado a oficiales especializados en ciencia y tecnología en más de 20 representaciones de Japón en el exterior (principalmente embajadas). Con esto, el país asiático busca ampliar el acceso a sus recursos de investigación en centros académicos del exterior, promocionar la oferta de ciencia, tecnología e innovación donde se encuentra bien posicionado, así como promocionar su tecnología en el mundo. Para lograr estos objetivos, Japón ha firmado múltiples tratados que afianzan la cooperación bilateral en temas específicos (como en materia medioambiental), además de establecer acuerdos de intercambio académico en materia científica y tecnológica.

Reino Unido

Otro caso clásico de diplomacia científica ha sido el implementado por el Reino Unido. Antes de 2000, su política exterior en materia científica y tecnológica había estado principalmente dirigida a reforzar sus relaciones con Estados Unidos, Japón y otros países europeos, con el fin de afianzar estas relaciones y procurar dar continuidad a sus proyectos de investigación y desarrollo nacional. No obstante, la política científica y tecnológica dio un giro bajo la administración de Anthony Blair, quien modificó la práctica anterior a 2000 y amplió el espectro de cooperación para alcanzar a países en desarrollo con la ampliación de la agenda de política exterior. Este movimiento obedeció a objetivos de ampliación de su zona de influencia a través del trabajo conjunto con otros países en temas de la agenda mundial del nuevo milenio (como el cambio climático, el combate a la pobreza y los esfuerzos antiterrorismo), también con el objetivo de abrir nuevos mercados y posicionar los bienes y servicios de sus empresas en estos países.

FDA

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A la evolución de los objetivos en su política exterior, le siguieron otros cambios en la estructura institucional. Algunos de estos cambios incluyeron la formación de un foro de consultas sobre la materia en el ámbito interno para unificar los intereses de los diferentes departamentos de gobierno que tocaban estos temas, mientras que la Red de Ciencia e Innovación del Reino Unido se encarga de plantear una estrategia dual de posicionamiento económico competitivo internacional y el incremento de su poder blando en nuevos países. Estos objetivos fueron impulsados a nivel internacional por medio de diplomáticos de carrera con formación científica asignados a la Red de Ciencia e Innovación, que se encuentra dentro del organigrama del Departamento de Negocios, Innovación y Capacidades del Reino Unido, y que tiene la principal función de fomentar el crecimiento económico del país. Esta estrategia ha contado con el financiamiento de la Oficina del Exterior y del Commonwealth. El movimiento ha favorecido el despliegue de noventa oficiales, establecidos en 28 países y 47 ciudades del mundo a través de su red de embajadas y consulados.

Francia

Francia tiene una de las mejores redes y estructuras para ejercer la diplomacia científica en el mundo. El país basa su estrategia política en los reportes emitidos por el Banco Mundial que indican que los mayores contribuyentes al desarrollo económico y social de un país son la promoción y aplicación del conocimiento. Su Ministerio de Asuntos Exteriores desarrolla estrategias para promover el «crecimiento inteligente» a través de la ciencia con el fin de internacionalizar las investigaciones francesas; reforzar el atractivo académico francés en estas áreas del conocimiento para los investigadores y estudiantes; mejorar o mantener sus relaciones con otros países, y asegurar el acceso de Francia a los instrumentos más destacados en estas materias.

El Ministerio de Asuntos Exteriores francés se nutre de programas e instrumentos del Ministerio de Educación y conjunta una serie de mecanismos para ejercer la diplomacia científica en el exterior. Estos incluyen la emisión de visas y permisos de residencia para académicos, investigadores y estudiantes; el establecimiento de acuerdos de cooperación; el desarrollo de redes y unidades conjuntas de investigación; el financiamiento de programas de estudios, además de fomentar ser sede de organismos internacionales científicos también para desplegar su diplomacia científica en el mundo.

La estructura de su Ministerio de Asuntos Exteriores se ha nutrido de la creación de un Departamento de Asuntos Globales, que incluye una oficina de políticas de movilidad y atracción, que administra una red compuesta por más de 255 personas, entre ellas consejeros, agregados de ciencia y voluntarios internacionales, casi 60 asistentes técnicos, 27 institutos de ciencias sociales y humanidades, alrededor de 146 investigadores, y a casi 161 misiones arqueológicas. Esta red se despliega en las representaciones de Francia en el exterior que cumplen funciones como observadores y vinculadores, y emiten sus observaciones en los reportes distribuidos por su Agencia para la Difusión de Información Tecnológica a los institutos de investigación, empresas y centros de competitividad para ayudarlos a desarrollar sus estrategias internacionales.

Aprovechar el éxito

Es interesante recordar que las comunidades epistémicas científicas se encuentran concentradas principalmente en cinco actores internacionales: China, Estados Unidos, Japón, Rusia y la Unión Europea. Estas economías agrupan solo al 35% de la población mundial, pero hospedan al 75% de los investigadores de todo el mundo, de acuerdo con el Informe de la UNESCO sobre la Ciencia de 2010. De ahí la importancia de analizar sus prácticas.

151 diplomacia-cruz FOTO 03 (AP - DipNote)

AP / DipNote

 Por otro lado, ninguno de estos casos puede interpretarse como un modelo general para el resto de los países, debido a que la efectividad de estas políticas dependerá de los objetivos de cada economía y del uso de esta herramienta. Ahora, se debe profundizar en la investigación sobre el tema de manera representativa, esquemática y profunda con la selección de casos de países que ejercen de diferentes formas la diplomacia científica y con diferentes objetivos. Por ejemplo, a diferencia del Reino Unido o de Japón, Estados Unidos ha adoptado prácticas de diplomacia científica encaminadas a estrechar lazos, a mejorar sus relaciones exteriores y promover la seguridad internacional mediante el uso de esta herramienta como mecanismo de cooperación. Un ejemplo de esta práctica son los intercambios académicos y científicos que por varios años la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ha realizado con Irán para desarrollar proyectos entre equipos de científicos en materia de terremotos y salud pública.

En el caso de Alemania, la «diplomacia para la ciencia» ha sido dirigida por su Ministerio Federal de Educación e Investigación, no por su Ministerio de Asuntos Exteriores, como lo es el caso de Francia. Por otro lado, la «ciencia para la diplomacia» alemana involucra la implementación de programas de ciencia y tecnología para trabajar en problemas mundiales y para incentivar estas capacidades, principalmente en los países en desarrollo con los cuales busca fortalecer el diálogo.

Los casos presentados fueron exitosos, pero su éxito pudo haber sido obstaculizado o revertido en el algún punto del despliegue de la diplomacia científica; es decir, no se trata de una explicación teleológica. Es interesante observar otros factores que han incidido en el éxito de esos países para implementar este tipo de diplomacia y transformar su acervo de conocimiento en avances tecnológicos y científicos.

Esta reflexión de la diplomacia científica también podría ser el punto de partida para que posteriores estudios verifiquen la relación que podría existir entre los cambios estructurales realizados por los países a sus servicios exteriores y el nivel de efectividad de la diplomacia científica a nivel nacional. Un estudio de esta naturaleza podría traer grandes avances para el diseño institucional de los cuerpos diplomáticos que busquen impulsar la ciencia, la tecnología y el conocimiento innovador como parte de sus directivas nacionales.

LOREN CRUZ SANDOVAL es licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM y maestra en Relaciones Internacionales y Ciencia Política por el Institut de Hautes Études Internationales et du Développement de Ginebra, Suiza. Forma parte de la asociación internacional HDCA y es asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Es miembro del Servicio Exterior Mexicano. Sígala en Twitter en @LoreneCruise. La autora escribe a título personal.

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