Vigilar y castigar

29 abril, 2020 • Artículos, Asia/Pacífico, Portada • Vistas: 10957

El sistema de crédito social chino

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Carolina Muñoz

Abril 2020

Al igual que en el capítulo “Nosedive” de la serie Black Mirror (Netflix), desde mayo de 2018, China comenzó a utilizar un sistema de crédito social mediante el cual las personas pueden ser castigadas o premiadas en su puntuación según su comportamiento, y se proyecta que en 2020 alcance a toda la población. La prueba de este sistema comenzó en la ciudad de Rongcheng, donde personas (y empresas) iniciaban con mil puntos e iban sumando unidades a su puntaje por proveer servicios a la comunidad o por un comportamiento excepcional. De igual forma, eran penalizados por no pagar facturas con su correspondiente pérdida puntos. Es decir, dependiendo de su comportamiento, los ciudadanos ganaban o perdían puntos, lo que se traduce en la obtención de beneficios o castigos. Por ejemplo, una persona con bajo crédito social tiene prohibido adquirir boletos de avión y tren o se le puede castigar con velocidades de internet más lentas. Incluso, se le puede restringir el acceso a la educación (si es que se negó a realizar el servicio militar) o el acceso a mejores ofertas de trabajo. Este fue el caso de 169 personas que, durante el mes de implementación del sistema, fueron penalizados. En cambio, aquellas personas que se apegan mejor a las reglas y a la norma del buen ciudadano son quienes terminarán dentro de un grupo privilegiado con acceso a mejor educación, mejores servicios o un mejor empleo. Para autores como Javier Borràs Arumí, el gobierno chino no busca poner una puntuación a cada uno de sus ciudadanos, sino imponer un clima de mayor confianza que revierta las trampas e inmoralidades:

Los ciudadanos chinos están cansados de gente portándose mal en los trenes, fumando en hospitales. (…) Los internautas suelen decir que se necesitan más listas negras, por ejemplo, para castigar a aquellos que molestan a los conductores de autobús. Eso les hace sentir más seguros.

¿Control social o compensación al buen ciudadano?

En Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, el filósofo Michael Foucault se refiere a la prisión como la forma exterior del aparato judicial; en ella se codifica el comportamiento, se forma un aparato de observación y registro, y se construye sobre esos cuerpos un saber acumulable y centralizado ¿Es entonces el sistema de control social una nueva forma de prisión? ¿Un mecanismo disciplinario cuyo incumplimiento puede afectar no solo mi cuerpo sino el de otros individuos de mi familia? Si, de igual modo, la libertad nos pertenece a todos, y el castigo debe ser igualitario, entonces el castigar a un hijo en sus futuros estudios a causa de una infracción cometida por sus padres, no parece ser igualitario y mucho menos justo, e incluso castiga (en algunos casos) la libre movilidad.

En otras palabras, con este sistema se buscar aplicar nuevas penas con un mismo fin: privar al delincuente de su libertad (esta vez, por medio de una “prisión” virtual). Sin embargo, se deja de juzgar el hecho delictivo en sí para, ahora, juzgar las pasiones, las inadaptaciones.

Con este sistema se buscar aplicar nuevas penas con un mismo fin: privar al delincuente de su libertad (esta vez, por medio de una “prisión” virtual).

De ahí que este tipo de sistemas de control, vigilancia y compensación del comportamiento, nos lleve a cuestionarnos en dónde queda la ética y hasta qué punto el control de la población se puede enmarcar en la seguridad nacional. Quizá el pensamiento occidental no de margen para pensar en los beneficios de un sistema como el que se aplica en China. Para Human Right Watch, con este sistema se ven cercenadas libertades básicas de los ciudadanos, por lo que es considerado ilegal, pues viola los derechos a la privacidad. La polémica no se basa solo en el control o la compensación del ciudadano, sino en el acceso irrestricto del Estado a información de sus habitantes y al uso de la misma.

Occidente y China

Si la libertad es el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere escuchar, en términos orwellianos, entonces ¿China es un lugar donde no se es libre? Lo que llama la atención en Occidente de este sistema social de puntos, o créditos, no es precisamente al acceso a los créditos. De hecho, para acceder a un crédito las instituciones financieras tienen acceso a un sistema de control que informa si hemos tenido alguna deuda previa, o bien, si incumplimos con el pago de una tarjeta de crédito nos impedirá acceder a un crédito de vivienda. Sin embargo, este sistema de calificación chino va un paso más allá, pues una mala calificación de mis amigos y familiares puede (y de hecho lo hace) impactar en la vida académica y laboral de una persona. El sistema de puntos termina entonces remplazando el trabajo que Foucault atribuyese a la prisión, acerca de transformar al penado en una pieza que desempeñe su papel con regularidad perfecta, produciendo individuos mecanizados según la norma general de la sociedad.

El caso de Argentina

En Argentina, y prácticamente en toda Latinoamérica, no estamos acostumbrados a este tipo de control. Mejor dicho, también se tiene esa doble reacción que ocurre a nivel internacional con el sistema chino, porque nos parece normal que un sistema como Veraz (un informe financiero que presenta datos personales de carácter comercial y crediticio, vinculados al cumplimiento de obligaciones) tenga todo nuestro historial crediticio. Incluso, en aplicaciones como Uber, podemos calificar a un chofer (otorgando estrellas) según su puntualidad, conversación o servicio y, de igual forma, el pasajero puede ser calificado; ambos pueden verse beneficiados o afectados según su calificación. También, hace tiempo que en Buenos Aires, y en algunos de sus municipios, se implementó un sistema de reconocimiento facial en las cámaras de videovigilancia, mediante el cual se han podido ubicar a prófugos de la justicia y a reducir los índices delictivos en lugares específicos, como en el Metro. (Y nos sentimos más seguros por ello.)

¿Qué nos resulta entonces extraño respecto al sistema de control chino? Tal vez lo que Tadeo Berjón, diplomático de carrera con experiencia en dicho país, calificó como confianza social. De querer establecerse algo similar, haría falta establecer con claridad qué es esa confianza social, además de determinar los parámetros de suma y resta de puntos. Surgen otras dudas, por ejemplo, qué pasa si opino distinto al gobierno y lo publico, si pertenezco a una minoría (como el caso de los uigures), dónde queda mi derecho de expresión, quién decide si soy un buen o mal ciudadano y, si tengo un día de furia, como en el caso de la serie de Netflix, todo mi buen historial se desmorona en un segundo, castigándome y quitándome acceso hasta al estudio

El sistema de crédito social aún tiene mucho camino por recorrer. Hoy son muchas y diversas las formas en que se aplica en diferentes regiones, incentiva el comportamiento honesto, pero también deja dudas sobre hasta dónde afecta la libertad de una persona.

CAROLINA MUÑOZ es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y maestra en Economía y Política Internacional por la Universidad de San Andrés (UDESA). Fue Coordinadora Regional del Noroeste Argentino en la Jefatura de Gabinete del gobierno federal. Sígala en Twitter en @carolourdesm.

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4 Responses to Vigilar y castigar

  1. Fatima dice:

    Impecable análisis!

  2. Edwin Matú dice:

    ¿Esto pudiera ser un intento de legitimación de la Seguridad usando como moneda de cambio la Privacidad?

    • Carolina dice:

      Hola, no creo que sea un intento de legitimación. En el país ES legítimo, es difícil quitarnos la lente occidental porque nos parece un exceso pero quizás a ellos no.

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