Vergüenza nacional italiana

1 junio, 2018 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Regiones • Vistas: 2790

Oportunidad de transparencia política y concientización social

  Diana Berenice Paz Loyo, Abraham Ríos y Ana G. Arroyo

Junio 2018

El deporte es francamente una guerra

fingida. Pero lo significativo

no es la conducta de los jugadores,

sino la de los espectadores

y la de los países que sienten

furia ante estas competiciones.

George Orwell

La Copa Mundial de futbol es el mayor evento deportivo a nivel internacional. Sin embargo, a la luz de las Relaciones Internacionales, la diplomacia, el balance de poder y la política, esto cambia. La relevancia de estas competiciones se ha acelerado gracias al alcance internacional que tiene: no es una actividad vista por unos cuantos países, sino que todo el mundo está mirando. Esto ha generado que el balompié sea un instrumento de poder blando del Estado. Esta visión de la diplomacia se empezó a utilizar a finales de la Guerra Fría, la cual destacaba el papel de actores no estatales en la diplomacia y la importancia de los eventos deportivos masivos como un canal de comunicación efectivo para los Estados. En este sentido, Joseph Nye afirma que la mayoría del poder blando se origina en la sociedad civil y no en el gobierno.

En el caso Italia, la interpretación ad hoc a su sociedad, economía y gobierno es que se utiliza el futbol como herramienta tanto para la diplomacia como para la construcción de la identidad nacional y la política interna. Esta manera de abordar al futbol italiano es importante pues en 2018 se celebra la vigésima primera edición del Mundial de futbol en la que, por primera ocasión desde hace 60 años, Italia no participará, lo cual podría cambiar la imagen que tienen los italianos y la comunidad internacional del país.

En este contexto particular, surge la pregunta: ¿cuáles serán las consecuencias del vacío futbolístico en Italia ante su ausencia en la Copa del Mundo de Rusia 2018? La respuesta podría ser encontrada analizando el futbol italiano como instrumento de la diplomacia y como característica de la sociedad italiana a través de la historia.

Soccer politics: ¿herramienta innovadora u ocultadora de la realidad italiana?

Antes de 1930, el futbol europeo existía y actuaba independientemente de los gobiernos. Sin embargo, para la Italia fascista y subdesarrollada del siglo XX, este representó una forma de conseguir la supremacía no alcanzada en los ámbitos económico, político y militar. Benito Mussolini fue el primer dirigente político que se percató de las oportunidades que podría generar el futbol para su régimen al ser un deporte de masas. Es así como durante las Copas del Mundo de 1934 y de 1938, el futbol se convirtió en un agente de las relaciones internacionales, en una fuente de propaganda política, en una herramienta para la pacificación y en un medio de protesta popular.

Posteriormente, el ex primer ministro Silvio Berlusconi hizo del futbol una herramienta para crear una imagen política atractiva para la sociedad italiana. Para Berlusconi, inicialmente empresario, compró el club A.C. Milán (en 1986), lo cual representó un aumento en su prestigio y popularidad. Además, fundó su propio partido Forza Italia y se alineó con la Liga del Norte y la neofascista Alianza Nacional en las elecciones de marzo de 1994. Desde ese momento, se intensificó el paralelismo entre la política italiana, cuando en su campaña usó el eslogan «Haremos de Italia lo mismo que del Milán», lo cual le dio una victoria política. Empero, lejos de lo prometido, el ex Primer Ministro dejó un país más pobre y con una gran crisis económica e institucional. Aunque el desenlace de la carrera política de Berlusconi no fue lo esperado, es importante reconocer que su estrategia política fue perspicaz pues supo explotar las características de la sociedad italiana, entendiendo que el futbol era un medio efectivo para «anestesiar a la opinión pública» y desviar la atención de sus diversos escándalos y conflictos de interés.

Además de la perspectiva del futbol como política, también se puede entender y emplear como una droga social, e incluso como un mecanismo reparador de los fracasos políticos del Estado. De esta manera, al ser la primera vez en 60 años que la selección italiana no participa en una Copa Mundial y frente a una coyuntura política difícil, la política italiana se encuentra sin un mecanismo poderoso para hacer frente a su situación.

Desde la renuncia del ex primer ministro Matteo Renzi, Italia atraviesa por momentos de inestabilidad política. Esta situación ha ocasionado efectos negativos para la economía italiana, interrumpiendo la frágil recuperación que Italia había experimentado desde la crisis financiera de 2007 y propiciando el crecimiento de los partidos populistas italianos.

En este contexto, la ausencia de Italia en el Mundial de Rusia 2018 podría ocasionar que los reflectores se desplacen de los jugadores de futbol a la particular situación italiana. Tres partidos de oposición populistas se han consolidado dentro del territorio italiano: Movimiento Cinco Estrellas, Forza Italia y el Partido Separatista Lega Nord; los cuales se posicionaron como fuertes partidos políticos desde las elecciones del 4 de marzo de 2018. Se trata de tres fuerzas populistas abiertamente antieuropeas y antisistema que podrían presentar y acelerar un proceso italiano de abandono del euro. Sin embargo, al no haber una clara mayoría dentro del Congreso italiano, las coaliciones tendrían que emprender negociaciones que podrían llevar meses para poder llevar a cabo las modificaciones necesarias a la Constitución para abandonar la eurozona. Aun así, sin el futbol como medio de distracción, la sociedad italiana podría estar consciente de las consecuencias negativas que el abandono del euro traería para el país. Además, el fracaso futbolístico italiano podría generar que esta droga social no surtiera su efecto más importante: mantener en estado de pasividad política a la población para evitar levantamientos y manifestaciones. 

El futbol en la sociedad italiana: ¿entretenimiento o identidad nacional?

En el caso de Italia, el futbol representa más que un juego, forma parte de su mundo. Este se encuentra tan arraigado en la sociedad que pasa de ser una pasión a representar una verdadera ideología. En 1910, durante el primer partido internacional de este país, contra Francia, algunos italianos afirmaban que era un entretenimiento con apertura hacia lo extranjero, mientras que otros consideraban al futbol como un deporte de gran rigor. Posteriormente, con la consolidación de ambas diferencias se conformó la Federación Italiana de Gioco di Calcio (FIGC), la cual inscribió su primer equipo nacional ante la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA). De esta manera, el futbol empezó a formar parte de la vida de los italianos.

Entre 1940 y 1960, empezaron las revueltas italianas por el futbol, debido a los rechazos de los arbitrajes o de las decisiones de la FIGC. En 1951, en Ragusa se dio una manifestación contra la anulación del resultado del partido contra Adrano y los representantes parlamentarios crearon un comité especial para «arrojar toda la luz posible sobre la conspiración que busca deshonrar al equipo de Ragusa y a toda la ciudad». Posteriormente, sucedió lo mismo en Catania en 1953, donde 10 000 personas se reunieron debido a la anulación de la victoria sobre la Padua que definía su ascenso a la serie A. Igualmente, en Bolonia, en 1962, 20 000 personas asistieron a la Piazza Maggiore para manifestarse frente a la posibilidad que FC Bologna fuera sancionado y bajara del primer al segundo lugar en las posiciones de la serie A. Estos eventos se replicaron en 1969 en Caserta, en donde las personas se manifestaron en contra de la anulación del ascenso a la serie B de su equipo por corrupción. Ante esto el arzobispo declaró que «la Iglesia se interesa por el fenómeno deportivo desde la caída del fascismo, ya que ve en él un lugar para una eficaz mediación religiosa y política». Estos acontecimientos evidencian el papel del futbol para Italia: es tan importante que los italianos se unen transitoriamente para exhibir su inconformidad respecto a una situación específica.

La pasión italiana por el futbol se intensificó por el Milagro Económico Italiano que permitió elevar el nivel de vida de las personas, lo cual ocasionó que asistir a un partido de futbol dejará de ser un privilegio y se convirtiera en una rutina. Esto ocasionó que la línea entre «cultura de élite» y «cultura de masas» se volviera difusa. Además, el surgimiento de la televisión fue el complemento perfecto para generar la masificación y uniformización cultural hacia los sectores más bajos de la sociedad.

Sin embargo, este panorama cambió el 13 de noviembre de 2017, fecha inolvidable para los italianos porque fue cuando Suecia los eliminó del Mundial de futbol de Rusia 2018. Lo que parecería un simple acontecimiento para cualquier persona, representó un golpe duro para Italia que desde hace 60 años participaba en este evento deportivo. Esto generó reacciones de decepción, deshonra y vergüenza entre los aficionados. A las pocas horas de conocer los resultados, en la presa se leían encabezados como: «Italia llora el fin de una era, un cataclismo Mundial», «Los hombres si lloran», «Vergüenza nacional». Incluso, los expertos de futbol dijeron: «Esto es un reflejo del fracaso de la sociedad italiana para avanzar a la modernidad, el producto de la podredumbre y la corrupción de las instituciones italianas de futbol, en especial la Federación Italiana de Futbol». Por su parte, Gianluigi Buffon, guardameta de la selección italiana, afirmó que tuvo que contener las lágrimas para que los niños italianos que estaban viendo el juego en casa no dejarán de soñar con jugar en la selección nacional y comentó: «Lo lamento… les fallamos en algo que también tiene implicaciones a nivel social». Tales reacciones eran de esperarse, debido a que el futbol es un elemento de la identidad nacional de los italianos. El partido Italia vs. Suecia marcó la historia del futbol y la historia de un país. Sin embargo, este deporte hacía que los problemas económicos, políticos y sociales del país fueran irrelevantes. Por lo tanto, a partir de ese momento, los italianos podrían empezar a desviar su atención a casos de corrupción política, crímenes, violencia, crisis económica y más. 

Conclusión

Sin duda, las repercusiones económicas de la ausencia de Italia en el Mundial serán bastante significativas para el país tetracampeón. Sin embargo, es probable que las consecuencias sociales sean mayores, debido a que el futbol es parte de la identidad italiana, su orgullo nacional ha sido seriamente afectado. Por lo tanto, 2018 será el año en que el gobierno de Italia se quede sin una poderosa herramienta para contener y desviar la atención de la población de las problemáticas que acechan al país.

Sin el futbol, las superestrellas del deporte y la atención de la sociedad puesta en los marcadores, el Estado italiano se verá presionado a corregir sus problemas internos, pues la sociedad podría comenzar a movilizarse para defender y recuperar su orgullo que desde hace 60 años habían conseguido mantener en alto. De la misma forma, la ausencia azzurra en el Mundial podría ser un catalizador de la inestabilidad política y social, ya existente en la península. Además, el poder blando que Italia ha obtenido gracias a sus cuatro Copas Mundiales victoriosas, hoy podría no importar tanto. Por un lado, afectará a la comercialización del futbol italiano, mermando las ganancias económicas y la movilización de capitales hacia dentro y fuera del país. Por el otro, al ser el futbol una caja de resonancia de los sentimientos y de la vida de los países, su significación política, económica y social provocará que aquellos que han sido rivales deportivos de Italia vean en ella a un gigante del balompié que ha decaído y que ya no parece ser lo que era antes. Para los italianos, el futbol es su máximo deporte, por lo cual no participar en el torneo con más convocatoria, popularidad y que representa un despliegue de poder, es motivo de protesta. En concreto, es motivo de vergüenza nacional.

 

ABRAHAM RÍOS y DIANA PAZ son estudiantes de la licenciatura en Relaciones Internacionales en el ITAM. ANA GABRIELA ARROYO es estudiante de las licenciaturas en Derecho y Relaciones Internacionales en el ITAM. Sígalos en Twitter en @diaanapaz.

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