Ucrania: el imperialismo ruso va desnudo

15 enero, 2024 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Guerra Rusia-Ucrania, Portada • Vistas: 1419

BBC

logo fal N eneManuel Férez

Enero 2024

En noviembre de 2023, Botakoz Kassymbekova, profesora de la Universidad de Basilea, publicó el artículo “The Road to Democracy in Russia Runs Through Chechnya”, en el que expuso la nostalgia imperialista en la Rusia contemporánea y su negativa a abandonar dicha autopercepción y visión colonialista sobre los países que componen el espacio postsoviético. Dichos países, sostiene Kassymbekova, por más de 3 décadas han exigido una reformulación de sus relaciones bilaterales con Moscú, de una posición de sumisión a una de igualdad entre Estados soberanos e independientes, reformulación a la que Moscú se niega.

La negativa rusa a replantear  su visión y su relación con los países del mal llamado “espacio postsoviético” se ejemplifica en la agresión rusa contra Ucrania, que ya se extiende por más de 9 años y demuestra que tanto los procesos de democratización en Rusia como  la normalización de sus relaciones con sus vecinos han fracasado. Este fracaso se ha dado a pesar de los esfuerzos realizados por Estados Unidos y la Unión Europea para ayudar a la transición a la democracia en Rusia, en donde las pulsiones agresivas e imperialistas han prevalecido.

Desde 2014, cuando Vladimir Putin invadió y se anexó ilegalmente la península de Crimea y comenzó el largo proceso de desestabilización del este de Ucrania (Donbás) con los llamados “hombrecitos verdes”, grupos paramilitares rusos y prorrusos financiados y controlados por Moscú, Rusia ha mantenido una política militarista, colonialista y genocida no solo contra el Estado ucraniano sino contra la nación ucraniana, misma que los propagandistas rusos no se cansan de insultar, negar y amenazar con la extinción. Basta ver cualquier programa de la televisión rusa para escuchar a esos analistas llamar cucarachas, perros, ratas, satanistas, nazis y demás insultos a los ucranianos que hoy presentan una resistencia admirable a los impulsos expansionistas no solo de Putin, mero síntoma de la enfermedad política, sino de amplísimos sectores de la sociedad rusa.

La renovación, en febrero de 2022, de la agresión rusa contra Ucrania, es solo la última escena de un largo proceso de agresión rusa hacia los países con movimientos centrífugos a su control e influencia. Recordemos que las dos guerras ruso-chechenas (que incluyeron una satanización internacional del pueblo checheno); la agresión rusa contra Georgia en 2008 y el apoyo al régimen genocida de Bashar al Assad en Siria son muestras fehacientes de que Rusia mantiene esa visión colonialista e imperialista generada en la época zarista, mantenida durante el periodo soviético, y renovada y reformulada con Putin y sus cómplices.

Polacos, estonios, letones, lituanos, georgianos, finlandeses, naciones no rusas que aún son parte de la Federación Rusa e incluso amplios sectores sociales en Armenia y los países de Asia Central, saben que esta no es la guerra de Putin (como algunos en Occidente quieren creer y hacernos creer), sino una pulsión violenta de la vieja enfermedad rusa: la mentalidad imperial que sobrevivió a la implosión de la Unión Soviética, hecho que el mismo Putin calificó como la mayor catástrofe del siglo XX.

La renovación, en febrero de 2022, de la agresión rusa contra Ucrania, es solo la última escena de un largo proceso de agresión rusa hacia los países con movimientos centrífugos a su control e influencia.

Una de las razones para esa oscurantismo sobre Ucrania tiene sus raíces en la equiparación intelectual de la antigua Unión Soviética con Rusia, lo que lleva a que muchas de las opiniones sobre la actual agresión rusa a Ucrania ignoran que Moscú utilizó constantemente la represión brutal para subyugar a las naciones con culturas, identidades e historias distintas a la rusa durante todo el periodo soviético.

Siendo testigo de todo esto desde Latinoamérica, lo que me resulta realmente increíble es que el imperialismo y el colonialismo ruso contemporáneo pasen aún desapercibidos e ignorados por nuestros analistas y círculos intelectuales y académicos, varios de los cuales establecen opiniones sobre Ucrania sin una base mínima de conocimiento de su historia, cultura e identidad.

La urgencia de hoy es igual a la urgencia de la década de 1990, cuando surgieron muchos países independientes postsoviéticos que buscaban un lugar propio en el concierto internacional, más allá de los designios de Moscú. Sería bueno que los académicos de los países latinoamericanos, región que ha sufrido en su historia muchos procesos imperialistas y colonialistas, ayudaran a visibilizar a Ucrania como un objeto de estudio por sí mismo y crear conciencia de que Rusia es una potencia colonialista a la que se le resisten legítimamente muchos pueblos, uno de ellos el ucraniano.

Han pasado más de 3 décadas del fin de la Unión Soviética y aún persiste una errónea mentalidad entre algunos nostálgicos trasnochados en Latinoamérica en la que Rusia es superior en todo sentido a sus antiguas colonias y países sometidos por medio de la violencia. Es preocupante que varios intelectuales, académicos y políticos latinoamericanos nieguen el derecho de los países postsoviéticas, ahora soberanos, a decidir sobre sus propios asuntos internos, orientar su política exterior como les dé la gana y, sobre todo, aspirar a construir Estados de derecho, democráticos y funcionales alejados de Moscú.

Para tener una comprensión de la lógica subyacente a la agresión rusa contra Ucrania debemos aprender a ver a Rusia como lo que es: un imperio en ruinas que, de manera desesperada, pretende revertir el desarrollo de la historia en la que el colonialismo, en todas sus formas, no tiene cabida, el genocidio es condenado y el derecho a la autodeterminación nacional y la soberanía de los Estados son los puntales del orden internacional.

Ucrania, con todos los defectos que uno le pueda encontrar, hoy representa la resistencia a ese caduco colonialismo y debe ganar tanto en el campo de batalla como en el de las ideas, y no solo para que ucranianos y demás países no rusos logren respirar y vivir en libertad, sino para que la misma sociedad rusa comience el largo proceso de ajuste de cuentas con su propia historia imperial y avance a un futuro democrático.

MANUEL FÉREZ es candidato a doctor en Sociología en la Universidad Alberto Hurtado. Es coeditor de Ukraine´s Many Faces (Transcript Publishing, 2023)”. Sígalo en X en @ferezmanuel.

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5 Responses to Ucrania: el imperialismo ruso va desnudo

  1. Marco Vaisbuch dice:

    Muy buen articulo, creo que imperialismo ruso es parte de su cultura zarista ytransmida a la era sovietica, y ahora la epoca post sovietica repite el mismo patrón.
    Ucrania es un sintoma del imperialismo ruso.
    Luego vienen otros.

  2. Patricio Seelenberger dice:

    Excelente artículo que desnuda y nos muestra la realidad actual de Rusia; pues ésta sigue con la misma actitud imperialista y mentalidad colonialista que siempre la ha caracterizado.
    Felicitaciones!!

  3. Sigal Meirovich dice:

    Excelente artículo. Me gustaría conocer más sobre la relación entre Rusia e Irán, que acaban de firmar un nuevo acuerdo y los peligros de sus narrativas y políticas militares «antioccidentales» ¿cómo podría afectarnos en latinoamérica?

  4. Claudia Marshall Freile dice:

    Totalmente de acuerdo. Y eso que no menciona a Moldavia a quien también le tiene muchas ganas.
    A los países del Cáucaso también

  5. Isabel Palombo dice:

    Buen articulo. Expone y evidencia el deseo de Putiny la conciencia del pueblo ruso por llevar de vuelta a Rusia al esplendor y supremacía zarista de la zona

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