Timonel para aguas bravas: vadeando la pandemia

22 julio, 2020 • Artículos, Asuntos globales, PJ Comexi, Portada • Vistas: 3364

South China Morning Post, El Periódico, Última Hora

Elena Curzio Vila

Julio 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Con el desacelere parcial que trae el confinamiento regresa a nuestra cotidianidad la posibilidad de sentarnos, desactivar el piloto automático y quitarnos las anteojeras, de reflexionar sobre liderazgo un poquito más de los habituales 30 segundos que le damos a una historia de Instagram. Es sabido que en tiempos revueltos buscamos guía. Esta pandemia presenta retos excepcionales y, por lo tanto, resulta apremiante cuestionarnos qué esperamos de nuestros líderes y por qué es relevante hacer esta reflexión en tiempos del covid-19.

Escuchamos el término “liderazgo” en más ámbitos de los que uno imaginaría. Se usa como prefijo: liderazgo positivo, adaptativo, comunicativo, efectivo, resiliente. La mayoría de estos términos, que suelen ser mantras en retiros corporativos o fondo de pantalla del celular, no dicen mucho.

La definición de liderazgo es, como todos aquellos conceptos que W. B. Gallie llamó esencialmente polémicos, un debate en su propio derecho. El liderazgo es, ante todo, un concepto cognitivo y relacional, por lo tanto, directamente vinculado con el contexto en el que se ejerce.

Esta crisis del covid-19 marca un hito a nivel mundial. Lo político es un factor más. Somos testigos de una competencia feroz por captar la atención de la sociedad que, aturdida, busca orientación. Tenemos científicos que debaten sobre tratamientos, vacunas y estrategias de prevención; políticos a contracorriente que defienden la libertad de elección de cada ciudadano de no portar cubrebocas, funcionarios de organizaciones internacionales que se desgañitan por intentar explicar su tarea, activistas que buscan no descuidar luchas imprescindibles, artistas que encontraron solución al tedio del confinamiento, y economistas que advierten sobre una crisis económica de magnitud epopéyica. Todos compiten por ganar la atención del mayor número de seguidores para su causa y muchos le están ganando espacios de liderazgo (y la autoridad moral que esto conlleva) a líderes políticos en todo el mundo, relegados a meros gestores burocráticos.

Esta crisis mundial ha puesto contra las cuerdas a Estados con añejas tradiciones en gobernanza.

La relación causal entre competencia tecnocrática y políticas públicas es cada vez más débil. La revolución digital trae consigo la democratización de la autoridad y de las jerarquías. En un contexto cada vez más fluido, el proceso de toma de decisión está, en muchos casos, dominado por el incesante debate público sobre temas técnicos sobre los que no se tiene competencia o conocimiento, pero que se opina con profusión.

Esta crisis mundial ha puesto contra las cuerdas a Estados con añejas tradiciones en gobernanza y con una vieja escuela funcional, como el Reino Unido, Francia, Italia y Estados Unidos, al límite de su capacidad. El inmenso y polifacético reto que presenta el covid-19 nos ha dejado, a pesar de todo, ejemplos de liderazgo efectivo. Han sido ampliamente comentados los casos de Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, Angela Merkel en Alemania y Sanna Marin en Finlandia.

Nueva Zelanda

Las medidas de emergencia anunciadas por Ardern sorprendieron a la opinión pública. Con únicamente 102 casos declarados, Nueva Zelanda fue sometido a una cuarentena absoluta durante 7 semanas.

Ardern tiene amplio apoyo entre los neozelandeses tras el desempeño equilibrado de los atentados de Christchurch de 2019. Esto le ha dado margen de maniobra. Tanto en aquella ocasión como en esta, actuó de forma pragmática, decidida y proyectando confianza. Sus mensajes, en conferencias de prensa, así como en redes sociales, se han convertido en lemas nacionales.

Desde el inicio de la pandemia, el gobierno de Ardern comunicó de manera clara, efectiva y directa las reglas de confinamiento y su visión en el manejo de esta crisis. Lo anterior acompasado con un refuerzo titánico de sus capacidades para realizar pruebas.

A Nueva Zelanda le asiste su geografía y su amplia experiencia en inspección fitosanitaria en su esfuerzo por aplanar la curva, pero es digno de mención que la sociedad neozelandesa no se quejó, no organizó protestas y se limitó a seguir a rajatabla las medidas decretadas. La cohesión y la disciplina estimuladas por información suficiente y liderazgo dieron buen resultado.

Alemania

El caso alemán dista del neozelandés en lo que respecta a confinamientos y cuarentenas. La canciller Merkel dirige la orquesta alemana y la europea, que no siempre toca en la misma clave.

Su estrategia fue de combate al brote de covid-19, no de prevención. Sin embargo, la efectividad de la misma reside en acatar un protocolo comunicado de manera clara y concisa a la población. Cabe mencionar que estos protocolos se pudieron implementar con diligencia puesto que Alemania cuenta con un sistema de salud pública robusto, dotado de amplias capacidades y recursos, así como de un gran número de instituciones de investigación científica que apoyan al gobierno.

El método Merkel es pragmático y está basado en objetivos concretos y rigor científico. Sin pretensiones y con su templanza característica, informa tanto de lo que sabe cómo de lo que no sabe, lo cual crea un importante vínculo de confianza con el público.

Merkel, a diferencia de su colega neozelandesa, no contaba en la era previa al covid-19 con una amplia base de apoyo público, por el desgaste de tantos años y por su anuncio de retirada. Se ha labrado en los últimos meses la cooperación de sus connacionales que aceptaron sin chistar tanto las restricciones impuestas como las propuestas de gasto público para hacer frente a la crisis.

Finlandia

Uno de los aspectos más aplaudidos de la primera ministra Marin ha sido su capacidad de adaptación y su habilidad en discernir, elemento central en la toma de decisiones. La crisis se desató en Europa a escasos 3 meses de haber asumido su cargo, por lo que procuró rodearse de un grupo de asesores técnicos y expertos de diferentes ámbitos, así como su gabinete que, cabe destacar, tiene un gran componente femenino.

Marin impulsa una línea de comunicación que combina la interacción en redes sociales con conferencias de prensa. Al inicio del confinamiento se apoyó de influencers para hacer llegar información oficial sobre la pandemia al público finlandés por medio de diferentes canales, no solo el gubernamental.

Finlandia, como Alemania, cuenta con un sistema de salud pública altamente preparado, y ha generado mayor confianza el que su capacidad no se haya puesto al límite durante esta pandemia. La estrategia desde su inicio contempló el cierre de escuelas, establecimientos públicos y museos, así como sus fronteras.

Su estilo es sobrio, claro y conciso y proyecta la imagen de Finlandia como un país moderno, innovador y capaz. A pesar de que su edad incomoda a más de uno, los resultados hablan por sí solos y su porcentaje de aprobación es superior al 80%.

Liderazgo funcional

En Foreign Affairs (vol. 99, núm. 4), Francis Fukuyama propone como marco de análisis del éxito para gestionar la pandemia un triángulo de acción que contempla: un aparato estatal competente, una sociedad informada y disciplinada, y líderes efectivos. El argumento de Fukuyama dibuja, con variantes, una sinergia presente en los casos de Nueva Zelanda, Alemania y Finlandia.

El reconocimiento que las sociedades dan a sus líderes en estos casos de estudio es una inversión de confianza por haber mostrado espíritu y capacidad de colaboración, resiliencia y adaptabilidad, por infundir respeto y despertar afinidad. La sociedad, que es acreedora de la legitimidad del líder, activa así el proceso de discernimiento. La capacidad de discernir es clave para distinguir entre liderazgo y lo que en inglés se llama heresthetics, una estrategia política mediante la cual se busca manipular la toma de decisión con el fin de mejorar su posición.

En esta era tecnológica es crucial saber comunicar e interactuar. Las redes sociales son hoy el principal vehículo de interacción entre líderes y seguidores, por lo que la transparencia y claridad son esenciales.

Caveat: el líder crece en los discursos públicos en los que define las grandes líneas de actuación, no le caven la tumba a la oratoria.

Liderazgo y género

Nueva Zelanda, Alemania y Finlandia han sido reconocidos como casos de éxito en su manejo de la crisis, coincidencia o no, todos tienen mujeres como líderes. Desde la perspectiva de liderazgo, el éxito de estos casos demuestra que hay formas de liderazgo efectivo y funcional que no son el ideal del hombre fuerte estilo Recep Tayyip Erdogan, Rodrigo Duterte o, incluso, Donald Trump.

Un grupo tímido, pero cada vez más amplio de la academia, sugiere que las mujeres son mejores líderes en tiempos de crisis sanitarias. A pesar de que esta generalización merece todavía una amplia discusión, es cierto que hay un común denominador en el modus operandi de los casos que hemos analizado.

La primera es que operan con claridad y empatía. Su visión está fundamentada en un plan elaborado con la opinión de expertos y asesores. Tienen gran sintonía con valores compartidos por la mayoría. Comunican políticas y estados de ánimo de manera notable y consiguen avivar un sentimiento de compromiso social y confianza.

Un grupo tímido, pero cada vez más amplio de la academia, sugiere que las mujeres son mejores líderes en tiempos de crisis sanitarias.

El siglo XXI continuará dando impetu y proyección al empoderamiento de líderes que en otra época no lo hubieran sido. Las Greta Thunbergs y las Malalas son ejemplos de los nuevos liderazgos, pero también Ardern, Merkel y Marin.

En Ciencia Política, como en Hidrografía, estudiamos el resultado como producto de un proceso. Los cambios en el ámbito del liderazgo son, como en los ríos, casi imperceptibles en nuestra cotidianidad. Lo apreciamos más claramente con perspectiva. En esta coyuntura crítica es posible documentar cómo transcurre el río día con día. Pensemos en la forma en que queremos que se dibujen los meandros y riberas del liderazgo en el siglo XXI. El lugar donde caiga cada guijarro es crucial pues es el lecho que irá guiando las aguas hasta su desembocadura.

ELENA CURZIO VILA es maestra en Geopolítica por el King’s College London y en Seguridad Internacional por la University of Warwick. Es licenciada en Relaciones Internacionales por la University of Essex. Es miembro del Servicio Exterior Mexicano y estuvo adscrita a las embajadas de México en Países Bajos y Nueva Zelanda. Actualmente es agregada de prensa en la Misión de México ante la Unión Europea. Sígala en Twitter en @elenacurzio. Las opiniones de la autora son personales.

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