Nagorno Karabaj 2020

21 junio, 2021 • Artículos, Europa, Portada • Vistas: 2829

Las consecuencias en Armenia y Azerbaiyán

The Globe Post

Luz Paola García Godínez

Junio 2021

A finales del siglo XX, el Cáucaso estuvo sumergido en una serie de conflictos étnicos y territoriales, lo que convierte a la problemática de la región en uno de los conflictos más intratables del mundo. Durante la existencia de la Unión Soviética, Nagorno Karabaj era una región autónoma bajo la jurisdicción de Azerbaiyán, a pesar de estar habitada en un 95% por armenios. Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, la región declaró oficialmente su independencia, lo que provocó una guerra a gran escala que dejó unas 30 000 víctimas y cientos de miles de refugiados.

Tras la firma del Protocolo de Bishkek en 1994, en el que se acordó un cese al fuego entre las partes, Nagorno Karabaj permaneció como parte de Azerbaiyán, pero Armenia tomó el control del territorio de facto y de los siete distritos circundantes, lo que provocó el desplazamiento de 600 000 azerbaiyanos. El conflicto estuvo congelado por varios años y, a pesar de los esfuerzos de paz, el riesgo de una insurrección de violencia no ha sido mitigado debido al fracaso de los esfuerzos de mediación, el aumento de la militarización y las frecuentes violaciones del cese al fuego.

Los sucesos de 2020

El Cáucaso es una región de importancia estratégica en el sudeste de Europa, por ser el corredor de oleoductos y gasoductos que transportan petróleo y gas natural desde el mar Caspio a diferentes países. El 27 de septiembre de 2020 estalló un enfrentamiento que se desarrolló durante 6 semanas, con intensos combates entre Armenia y Azerbaiyán a lo largo de la frontera, la escalada más grave desde 2016. El acuerdo de cese al fuego fue negociado y firmado por Armenia, Azerbaiyán y Rusia el 9 de noviembre de 2020. Esta vez, el conflicto se tradujo en una dolorosa derrota para Armenia y una victoria para Azerbaiyán, la cual no solo determinó el cambio de la dinámica de poder en la región, sino que tuvo efectos en la vida política de cada país.

A diferencia de la conclusión de la primera guerra de la década de 1990, en la que los azerbaiyanos fueron obligados a abandonar sus hogares, el nuevo acuerdo trilateral permitió que Azerbaiyán conserve una gran parte del territorio que capturó durante el enfrentamiento y exigió la entrega de otras zonas. La capital de la región de Nagorno Karabaj, Stepanakert, quedó bajo control armenio, con la protección de pacificadores rusos, mientras que Shusha, la segunda ciudad más grande, es ahora controlada por Azerbaiyán. Los habitantes que fueron desplazados por la pérdida de territorio prefirieron quemar sus casas para evitar que vivan allí los azerbaiyanos.

El Primer Ministro de Armenia, Nikol Pashinián, calificó el acuerdo como increíblemente doloroso para él y para su pueblo. Mientras que el Presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, al compartir la noticia de la toma del territorio la catalogó como una “victoria histórica”. Por su parte, los efectivos rusos empezaron a desplegarse en la zona de conflicto para supervisar que la entrega del territorio se lleve de manera pacífica.

Armenia: una crisis nacional

Después de la firma del acuerdo, al regresar a su país, el Primer Ministro encontró una crisis política. Tras varios meses de protestas en las que se exigía la renuncia del mandatario, la cúpula militar retó de manera directa al gobierno. El 25 de febrero de 2021, el Cuartel General de las Fuerzas Armadas publicó un comunicado en el perfil de Facebook de su portavoz con el siguiente mensaje: “Las Fuerzas Armadas de la República de Armenia exigen la dimisión del Primer Ministro y del gobierno”. Asimismo, denunciaron la ineficacia de las autoridades de control y los graves errores en política exterior que han llevado al país al borde del colapso. Entre los firmantes, al frente de una larga lista de oficiales, se encontraba el Jefe del Estado Mayor del Ejército armenio, Onik Gasparian.

Pashinián denunció la exigencia como un intento de golpe de Estado militar, por lo que anunció la destitución del coronel general Gasparian y llamó a todos sus seguidores a reunirse en la Plaza de la República en Ereván. Al llamado asistieron 20 000 personas e instó a los militares a ocuparse de sus propios asuntos, como proteger las fronteras y la integridad territorial del país. De igual manera, resaltó que el ejército no puede participar en los procesos políticos y debe obedecer al pueblo y a las autoridades elegidas por este.

Las manifestaciones contra el Primer Ministro no atrajeron a multitudes al nivel de la Revolución de Terciopelo que lo llevó al poder en 2018. Aun así, cientos de personas acudieron a las marchas regulares, mientras que las encuestas de opinión mostraron que su índice de aprobación había caído desde cerca de 60% en septiembre de 2020 hasta alrededor de 30% en mayo de 2021.

Debido a su precaria situación geopolítica y la carencia de medios para defenderse de vecinos hostiles de manera autónoma, la posición y la influencia de Rusia es inevitable, independientemente del resultado electoral.

Como resultado de la crisis política, el gobierno convocó a elecciones parlamentarias anticipadas para el 20 de junio de 2021. Pashinián anunció su dimisión en abril de 2021, pero seguirá ejerciendo como Primer Ministro interino hasta las elecciones, en las cuales contenderá por la reelección. La sociedad civil acogió ese suceso como una oportunidad para la resolución pacífica de la crisis política por medios democráticos y pacíficos. Esta será la tercera votación parlamentaria que se celebra en Armenia en apenas 4 años, evidenciando la fragilidad política del país caucásico. Sin embargo, la voluntad del gobierno armenio de resolver el estancamiento por medios institucionales es motivo de optimismo en medio de la negatividad que envuelve al país desde la derrota ante Azerbaiyán, y abona a la consolidación de una vibrante cultura democrática.

Durante las campañas, el tema de seguridad nacional ha dominado la agenda, pero la oposición no ha sido específica sobre cómo abordaría los enormes desafíos. Debido a su precaria situación geopolítica y la carencia de medios para defenderse de vecinos hostiles de manera autónoma, la posición y la influencia de Rusia es inevitable, independientemente del resultado electoral.

Azerbaiyán: una victoria histórica

A diferencia de su contraparte en Armenia, la figura del presidente Aliyev ha sido transformada, elevando su popularidad a niveles que no había experimentado durante sus 17 años en el poder, debido a que la resolución del conflicto respondió a las aspiraciones nacionalistas de su pueblo. Para elogiar su victoria, ha utilizado diversas expresiones y metáforas como: “Nuestro puño de hierro les ha roto la espalda y les ha aplastado la cabeza. Si nos provocan, nuestra respuesta será muy dura. Lo lamentarán con otra amarga derrota”.

Las calles de Bakú se llenaron de euforia y orgullo patriótico, mientras el legado histórico del mandatario se reconstruye y lo posiciona como un héroe nacional. Incluso, los medios de comunicación azerbaiyanos se refieren a Aliyev con el título de “Comandante Supremo Victorioso en Jefe”. Hasta esta guerra, su imagen estaba en peligro por su incapacidad de recuperar el territorio perdido. Este suceso ha sido catalogado como probablemente la mayor victoria militar y diplomática de la historia del país.

El estilo de gobierno de Aliyev se ha caracterizado por ser elitista-autoritario, con una notable separación entre las élites y los funcionarios de gobierno, y el pueblo. Además, en línea con otros gobiernos autoritarios, no estaba interesado en el apoyo popular. Pero ahora, su figura ha pasado de un sentimiento de apatía y aceptación pasiva por parte de los ciudadanos, hacia el populismo autoritario, al gozar de de un apoyo masivo. Una pregunta pertinente es por cuánto tiempo y en qué rubros podrá el Presidente aprovechar esta oleada de orgullo nacional y patriotismo que lo han fortalecido políticamente. La agenda interna es compleja e incluye una mala gestión económica, corrupción sistémica y el mal manejo de la pandemia de covid-19, por lo que tendrá que impulsar reformas económicas y políticas de manera urgente.

En cuanto a los territorios recuperados, estos deben ser limpiados de municiones explosivas antes de que suceda un retorno a gran escala. La agencia de desminado señaló que tardará 3 años en eliminar suficientemente todos los explosivos para que los desplazados puedan regresar con seguridad. La eliminación de las municiones es uno de los nuevos retos más urgentes del Presidente, y la propaganda de su gobierno se centrará en la reconstrucción de la tierra recuperada, con lo que buscará consolidar su victoria y conservar el apoyo popular.

Conclusiones

La violencia que estalló en septiembre de 2020, uno de los momentos más intensos del siglo XXI en la periferia de Europa, ha añadido nuevos descontentos, tragedias y devastación a la región. Para los armenios, el resultado se traduce en una patria perdida, familias arrancadas de sus hogares y miles de soldados muertos. Para los azerbaiyanos, es el legado de 25 años desde la expulsión de sus casas, la recuperación de un territorio perdido, pero el cual, debido a los desastres del conflicto, se traduce en ciudades inhabitables que costará reconstruir, y para ambas partes será difícil perdonar.

A pesar del reciente acuerdo entre ambos países, no se vislumbra una solución a largo plazo. En mayo de 2021 se generó una escalada de tensiones cuando Armenia denunció una violación de su frontera por parte del ejército azerbaiyano con el objetivo de conquistar nuevos territorios y asediar el lago Sevan que comparten ambos países. En respuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán rechazó las acusaciones y afirmó que estaba haciendo respetar su propia frontera, recalcando su compromiso de aliviar el estrés que vive la región. Por su parte, Estados Unidos, uno de los tres países del Grupo de Minsk que dirige la diplomacia sobre Nagorno Karabaj, dijo que estaba siguiendo de cerca el aumento de las tensiones. Mientras, Moscú declaró que mantiene intensos contactos con ambas partes para que se atengan al acuerdo de alto el fuego que puso fin a la violencia de 2020.

El Cáucaso seguirá siendo un polvorín étnico, ya que los acuerdos no han logrado explicar cómo se abordará la cuestión más difícil: el futuro a largo plazo de Karabaj. Durante décadas de conversaciones el Grupo de Minsk, Armenia y Azerbaiyán no han logrado encontrar un acuerdo político sobre el estatus de la región.

LUZ PAOLA GARCÍA GODÍNEZ es licenciada en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Es especialista en México y América Latina en Facebook Dublín. Sígala en Twitter @LuzPaoG.

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