La respuesta a una balanza comercial negativa, ¿una nueva moneda?

22 marzo, 2023 • Artículos, FEG Anáhuac, Latinoamérica, Portada • Vistas: 1140

RSI

logo fal N eneAlina Gamboa y Kenjiro Juárez Nava

Marzo 2023

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

El 22 de enero de 2023 los presidentes Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva anunciaron que explorarían la posibilidad de crear una moneda común para fomentar el comercio entre Argentina y Brasil. El propósito de esta nueva moneda es impulsar la integración regional, dar mayor estabilidad monetaria y destacar la soberanía regional. Ante las críticas que surgieron, aclararon que “sur” (como se llamaría esta nueva moneda) no suplantaría al peso argentino ni el real brasileño, sería una moneda paralela que facilitaría los intercambios comerciales y financieros entre los dos países. Asimismo, invitaron a otros países de la región a unirse al proyecto monetario.

Contexto y antecedentes

La propuesta de la moneda sur fue publicada en mayo de 2022 por el Ministro de Finanzas de Brasil, Fernando Haddad. La propuesta la definió como una moneda emitida por un banco central sudamericano capitalizado con las reservas internacionales de los países miembros y con una tasa sobre las exportaciones regionales de cada país, y se utilizaría para flujos tanto comerciales como financieros. Cada país participante recibiría una dotación inicial de sur de acuerdo con las reglas consensuadas en el acuerdo, los países miembros la podrán adoptar como moneda de curso legal o mantener sus monedas locales, y utilizarla para sus transacciones internacionales. El sur quedaría dentro de un régimen de libre flotación con las monedas de sus miembros, aunque no especifica si utilizará el mismo régimen de referencia hacia monedas externas. Asimismo, se propone un mecanismo de ajustes simétricos entre países con superávit o déficit (no especifica si se limita a la balanza comercial o a la cuenta corriente) para tratar de disminuir las diferencias económicas en la región. Para esto, también propone crear una cámara sudamericana de compensación destinada a financiar y mitigar estas asimetrías.

Este no es el primer intento de formar una moneda binacional o regional; ha habido otros proyectos, como la iniciativa del “gaucho” que proponía remplazar al austral argentino y el cruzado brasileño en 1987. Asimismo, el Mercado Común del Sur, al que ambos países pertenecen, ha buscado ⸺sin concretar una propuesta⸺ conciliar una unión monetaria como parte de su propuesta de integración regional.

Zonas monetarias óptimas

Una moneda tiene los siguientes objetivos: ser una unidad de cuenta, una unidad de intercambio (pago) y mantener su valor. El componente crucial es tanto infundir confianza como legitimidad (para que sea aceptada). Anteriormente, el valor de la moneda se derivaba por su respaldo o emisión con base en algún metal considerado valioso. Por ejemplo, durante el periodo de 1870 a 1917 para que una moneda fuera aceptada internacionalmente se requería que fuera respaldada por oro; este sistema se conocía como el estándar oro. Actualmente, las monedas se respaldan por la estabilidad económica de un país, aunada a sus reservas (que pueden incluir oro, otros recursos y divisas internacionales), y la mayoría derivan su valor de intercambio por la oferta y la demanda que existe para esa moneda. Las que no operan bajo este sistema (conocido como sistema de flotación, ya sea libre o administrada), mantienen sus monedas vinculadas a otras de mayor aceptación, como el dólar, el yen o el euro. Asimismo, algunos países han optado por suplantar su moneda por otra, ya sea una moneda común por medio de una unión monetaria (como el euro) o la moneda de otro país (como el dólar estadounidense).

Ejecutar una moneda de intercambio comercial, sin tener las condiciones económicas para sustentarla, terminaría causando mayor endeudamiento que tendría que sortear Buenos Aires y ajustes económicos desde Brasilia.

De acuerdo con el economista canadiense Robert Mundell, para realizar una unión monetaria se requiere de varias condiciones. Los Estados que desean participar deben tener tasas de interés, tasas de inflación y ciclos económicos de Juglar similares. También es deseable que permitan el libre movimiento de personas y capital a través de sus fronteras. Cuando estas condiciones se cumplen, entonces se considera que ya es una zona monetaria óptima, y que puede tener un mayor grado de integración hacia una unión monetaria. Aun así, para que sea exitosa, debe contar con un comercio intrarregional alto que aproveche la libre circulación de una moneda común que estimule el comercio entre los países miembros.

Hay tres diferencias importantes entre el proyecto de unión monetaria y el esquema que plantean Argentina y Brasil. Primero, no piensan suplantar las monedas nacionales de ambos países; buscan que circule al mismo tiempo que las monedas nacionales. Segundo, en el planteamiento de Haddad, dice que el sur tendrá libre flotación con las monedas nacionales (y no vinculada, que es lo que se hizo con las monedas europeas bajo el esquema anterior al euro). Tercero, no han determinado las condiciones para que otros países se unan al esquema, solo dieron una invitación abierta a los países latinoamericanos. A continuación, un acercamiento más agudo con relación a las diferencias.

Varias monedas al mismo tiempo

Al no suplantar las monedas nacionales, tendrán que asegurar que el sur y las monedas nacionales tengan el mismo nivel de confianza. Esto es porque, cuando circulan dos monedas (conocido como la Ley de Gresham), se suele gastar rápidamente la moneda que tiene menor valor o confianza y guardar la moneda que tiene mayor valor a modo de inversión a futuro. Esto hace que, finalmente, alguna de las monedas deje de ser aceptada.

Libre flotación

Al mantener un esquema de libre flotación del sur con las demás monedas del sistema, habrá fluctuación y volatilidad por las diferencias notorias entre las tasas de inflación y de interés entre Argentina y Brasil. En los últimos 30 años, los dos países han atravesado por diversas crisis económicas que terminaron con reajustes profundos en la arquitectura económica de ambos. Esto se mitigó mediante varios procesos de devaluación de sus monedas, alta inflación, cambio de la moneda nacional (del peso al austral y otra vez al peso, quitando trece ceros en el inter), minando la certidumbre para la inversión extranjera. Del mismo modo, ha disminuido su capacidad para prevenir o responder a crisis de todo tipo, como fue el caso, recientemente, de la pandemia de covid-19.

La evidencia más reciente se refleja en las transacciones de la balanza de pagos: las reservas internacionales de Argentina se redujeron 3525 millones de dólares en 2022, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), quedando sus reservas en 39 653 millones. Mientras las reservas internacionales de Brasil se mantenían en 362 210 millones de dólares en 2021, según datos del Banco Mundial. Las grandes disparidades también se ven reflejadas en sus estimaciones de inflación: por un lado, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística destacó que la inflación acumulada anual de 2022 cerró en 5.77%; por el otro, el INDEC cerró con una variación interanual de 98.8% en el índice de precios al consumidor. Un sistema de libre flotación sin lograr estabilidad económica en Argentina arriesga que el peso se deprecie fuertemente ante el sur, dejándolo vulnerable ante ataques especulativos.

Invitación a unirse

El alentar a cualquier país a unirse a la moneda sur crea mayor incertidumbre. En el caso de Europa, para admitir a un país a la Unión Europea y al euro, tienen que demostrar cumplir con las condiciones económicas necesarias (previamente establecidas por el Banco Central Europeo). Aun cumpliendo con estas condiciones, cada ingreso a la unión monetaria tiene repercusiones económicas negativas temporales que afecta a todos los miembros.

Hay que tomar en cuenta que, anteriormente, los bancos centrales de los Estados tenían como función ser prestamistas de última instancia. Ahora su papel principal es brindar confianza en la economía nacional y lideran la política monetaria de un país. Cuando un Estado ingresa a una unión monetaria, su banco central pierde muchas funciones en la política monetaria, porque la aplicación de la norma será a beneficio de todas las partes sin reservas.

Los grados de cooperación de los Estados-nación se debaten por la naturaleza en que cada uno de estos actores unitarios están dispuestos a relacionarse entre sí. Las ciencias sociales son evidencia que la armonización de estándares, sin asumirse extraordinarias o únicas, favorecen la plataforma por la que las relaciones internacionales se dan a lugar. Si bien, crear una moneda común para intercambios comerciales incrementaría forzosamente la cooperación entre los Estados que participen, tendrían que considerar la pérdida de autonomía y soberanía en política monetaria ante una instancia regional. La regionalización estaría condicionada a la subordinación nacional de soberanía y poder de los Estados.

El papel de la política

Los presidentes de la nueva oleada de izquierda apuestan por retos que no dan cierre a los problemas vigentes que minan la estabilidad económica de sus países. Argentina, con una inflación alta (95% en 2022), bajas reservas internacionales y una deuda con el Fondo Monetario Internacional que alcanza los 72 000 millones de dólares, no tiene una economía que genere certidumbre para la inversión extranjera directa ni comercial. Por su parte, el real brasileño continúa una apreciación frente al dólar estadounidense, lo cual afecta el comercio exterior con Argentina, que es uno de sus mayores socios comerciales y destino de sus exportaciones. Argentina, por su parte, se encuentra imposibilitado para importar, ya que las bajas reservas internacionales y la elevada deuda externa la dejan sin oportunidad de comerciar con una moneda internacionalmente aceptada para abastecerse de productos básicos.

La apuesta por la moneda responde sobre todo a un intercambio en materia energética auspiciado por el gobierno de Brasil. Aunque esto puede parecer favorable para la región latinoamericana, se tienen que contemplar las consecuencias que tendría para Argentina. Ejecutar una moneda de intercambio comercial, sin tener las condiciones económicas para sustentarla, terminaría causando mayor endeudamiento que tendría que sortear Buenos Aires y ajustes económicos desde Brasilia.

ALINA GAMBOA COMBS es profesora e investigadora en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. Es doctora en Política y maestra en Economía Política por la University of Warwick. Es autora de Regional Integration, Development and Governance en Mesoamerica (Palgrave Macmillan, 2020). Sígala en Twitter en @AlinaGamboa10. KENJIRO JUÁREZ NAVA es licenciando en Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac México, Campus Norte. Es Director General de la Revista Anáhuac Global Review de la Facultad de Estudios Globales, así como locutor y productor en Radio Anáhuac, y es Vicepresidente de la Sociedad de Alumnos de la licenciatura de Relaciones Internacionales. Sígalo en Twitter en @JuarezKenjiro.

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One Response to La respuesta a una balanza comercial negativa, ¿una nueva moneda?

  1. Es un artículo muy interesante donde nos informa de la moneda en un mundo cambiante, y globalizado para el comercio. Felicito a los autores de esta investigación lo que hace que su tema sea fluido e interesante y sobre todo nutrido.
    Saludos

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