Iván Duque y la búsqueda errática de liderazgo regional

7 octubre, 2019 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 4757

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 Edgar Andrés Londoño Niño

Octubre 2019

Durante el auge de los gobiernos progresistas, también llamada “la onda rosa”, durante la cual fueron elegidos presidentes de izquierda o centro-izquierda en la mayoría de los países sudamericanos, había un entusiasmo por la integración regional que llevó, por ejemplo, a la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), a la reorientación del Mercado Común del Sur y el impulso de iniciativas de infraestructura regional como la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana.

Dichas iniciativas regionales eran impulsadas y mantenidas especialmente por Brasil y Venezuela, cuya área de influencia externa pasó a dar prioridad a Sudamérica, buscando un liderazgo regional que se contraponía a la influencia de Estados Unidos. No obstante, las crisis de los gobiernos progresistas, especialmente de Brasil y Venezuela, contribuyeron a que en varios países las fuerzas alternativas fueran derrotadas en las urnas, como es el caso del mismo Brasil, Chile, Colombia o Paraguay, donde los gobiernos conservadores llegaron o retomaron el poder.

De la salida de Unasur a la creación de Prosur

Iván Duque, heredero político de Álvaro Uribe, tuvo como primera medida de política exterior oficializar la salida de Colombia de Unasur, un bloque regional cuyo objetivo era construir una identidad y ciudadanía sudamericana y desarrollar un espacio regional integrado. Duque alegó que el organismo era cómplice de la dictadura de Nicolás Maduro y privilegió a la Organización de los Estados Americanos, a la cual Unasur hacía contrapeso por no incluir a Estados Unidos.

De hecho, la política exterior del presidente Duque ha enfocado sus esfuerzos en cercar diplomáticamente al gobierno de Maduro y tomar acciones internacionales en su contra, lo que ha llevado a lo que muchos han llamado la “venezuelización” de la política exterior colombiana. No obstante, los esfuerzos de dicha estrategia han sido infructuosos, pues el gobierno de Maduro se mantiene en el poder y Colombia ha desatendido otros temas, como la diversificación de sus relaciones económicas y políticas.

La política exterior del presidente Duque ha enfocado sus esfuerzos en cercar diplomáticamente al gobierno de Maduro y tomar acciones internacionales en su contra.

Así, Duque ha buscado un liderazgo regional alrededor de la crisis de Venezuela. En enero de 2019, anunció la creación del Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur), en remplazo de Unasur y como mecanismo regional de coordinación de políticas y defensa de la democracia. No obstante el impulso inicial de Duque, el presidente chileno Sebastián Piñera fue quien, de hecho,  lideró en Santiago la primera cumbre. Llama la atención que la creación de este nuevo organismo regional no tuvo reuniones previas y tampoco quedó muy claro su alcance y funcionamiento. Además, desde la primera cumbre en marzo de 2019, no se han dado  nuevos pronunciamientos, especialmente de Duque y Piñera, que lideraron la iniciativa. Pese a que Prosur criticaba la ideologización de Unasur, se excluyó a Venezuela, mientras que Bolivia, Uruguay y Surinam participaron apenas en calidad de observadores. En ese sentido, no logra ser un bloque regional que integre a todos los países sudamericanos.

La propuesta de crear un pacto regional de protección del Amazonas

Un segundo intento de liderazgo regional ejercido por Colombia se notó después de los incendios en la Amazonia, ya que Duque propuso la creación de un pacto regional que protegiese dicha área. La propuesta, sin embargo, no fue nada novedosa y parece poco pertinente, pues ya existen mecanismos de diálogo y concertación entre los países amazónicos.

Cabe recordar que, ante las amenazas de internacionalización de la región, en 1978 fue creado el Tratado de Cooperación Amazónica, que, debido a su inactividad y pocos resultados prácticos, fue relanzado en 1998 con la creación de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) que cuenta, desde 2003, con su secretaría general en Brasilia. Colombia, como país miembro, ha participado en el organismo aunque con un bajo perfil ante el liderazgo brasileño, especialmente durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

En ese sentido, la propuesta de Duque y la Cumbre de Leticia celebrada a inicios de septiembre de 2019, no solamente desconoce la importancia de la OTCA para la preservación de la región amazónica sudamericana, sino que es excluyente con otros países amazónicos, ideologizando la crisis por la que atraviesa este ecosistema y retardando la respuesta conjunta de los países amazónicos. Resultaría apenas lógico pensar que si existe un organismo regional con una agenda y líneas de acción sobre las cuales trabajan los países amazónicos desde hace varios años, la resolución de una crisis tan grave como la expansión de los incendios en la selva amazónica sea tratada en esa instancia.

Antes de la propuesta de Duque, hubo pedidos para una reunión de emergencia de los países amazónicos. El canciller venezolano Jorge Arreaza solicitó una reunión de emergencia entre los países de la OTCA. El presidente de Bolivia Evo Morales también hizo un llamado a presidentes y cancilleres de este organismo regional a reunirse urgentemente. Duque, con su propuesta, no solamente dilató dicho encuentro, sino que desconoció la importancia de la OTCA e incluso el trabajo que los representantes de Colombia han hecho al interior del organismo.

Evadir cualquier organismo regional en el que Venezuela participe resulta errático, especialmente cuando se trata de un tema prioritario que convoca a la región. Además, el hecho de que Venezuela sea un país con un gobierno contrario a la posición política del mandatario colombiano, no implica desconsiderar que el país vecino hace parte del bioma amazónico y que pertenece, desde hace más de cuarenta décadas, al Tratado de Cooperación Amazónica.

Además, Duque ofreció ayuda para combatir los incendios en Brasil, sin que dicha ayuda se hiciera efectiva en los días siguientes al anuncio. Por el contrario, una vez más, Piñera tuvo éxito en enviar aviones a la región del Chaco en Paraguay, que también sufre de varios focos de incendio y también rindió una visita al país.

Una búsqueda de liderazgo sin líder ni proyecto regional

Más que un liderazgo regional, se vio entonces un intento de Duque por querer ser el primero en proponer iniciativas que probablemente luego serán abandonadas. Un liderazgo regional buscaría, por el contrario, generar consensos entre los países sudamericanos y consolidar un proyecto regional que permanezca en el tiempo. Eso implicaría ir más allá de la crisis de Venezuela y definir prioridades e intereses conjuntos.

Por ejemplo, pese a que Unasur era un organismo promovido por gobiernos de izquierda, el liderazgo de Lula permitió convocar a todos los mandatarios sudamericanos, como Uribe, quien aceptó esa instancia para resolver problemas regionales como la propuesta de bases militares en territorio colombiano y la crisis con Ecuador por el bombardeo del campamento de Raúl Reyes. Justamente una posición tan radical ante Venezuela ha impedido que Colombia pueda llegar a ser mediadora del conflicto en el país vecino, pero también ha impedido definir intereses regionales más allá de las diferencias ideológicas entre los mandatarios de turno.

Más que un liderazgo regional, se vio entonces un intento de Duque por querer ser el primero en proponer iniciativas que probablemente luego serán abandonadas.

De esta forma, se evidencia que los gobiernos que hacen parte del giro conservador sudamericano son menos capaces de generar consensos regionales y de actuar conjuntamente. Además, la exagerada búsqueda de proximidad del gobierno de Duque con Estados Unidos, sin lugar a dudas, ha impedido que Colombia sea capaz de consolidar iniciativas regionales y que los otros países reconozcan a Duque como un líder sudamericano. De esta manera, los intentos difusos del Presidente de Colombia para tener un liderazgo regional, no coinciden ni con la existencia de una estrategia externa de inserción internacional de Colombia que tenga a la región como un área de influencia ni con una figura de líder a nivel interno, pues el mandatario colombiano ha sido cuestionado en varias ocasiones por la influencia directa de Uribe en su gobierno.

En conclusión, con la creación de Prosur y la propuesta de un organismo regional de protección de la Amazonia, Duque reproduce, una vez más, dos errores del regionalismo latinoamericano. Por un lado, crear nuevas organizaciones, abandonando las ya existentes, sin llegar a profundizarlas y, por el otro, condicionar la existencia de organizaciones a una orientación ideológica específica, lo que pone en riesgo su permanencia en el tiempo.

EDGAR ANDRÉS LONDOÑO NIÑO es doctorando en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la La Universidade do Estado do Rio de Janeiro. Es miembro del Observatorio Político Suramericano del Núcleo de Estudios de Actores y Agendas de Política Exterior, y del Grupo de Investigación en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia.

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