Globalización, soberanía y democracia en riesgo en el Brasil de Bolsonaro

17 agosto, 2020 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 4083

Canal C

 Marcos López Carrero

Agosto 2020

Las imágenes que nos llegaban hace poco menos de un año de los devastadores incendios que consumían la Amazonía han servido, casi a partes iguales, para concientizar al mundo de la irreversibilidad del cambio climático y para indignarlo ante la aparente pasividad con la que líderes como Jair Bolsonaro afrontan esta catástrofe ecológica. Entre los indignados por la actuación del Presidente brasileño, cuyo país concentra dos tercios de la Amazonía, merece una mención especial su homólogo francés. Allá por las postrimerías de agosto de 2019, Emmanuel Macron llegó a plantear, en un arrebato globalista, la posibilidad de limitar la soberanía del considerado pulmón verde del planeta en el supuesto de que quien debiera defenderlo abdicase de sus funciones.

La sugerencia gala de dotar a la Amazonía de un estatus especial no pareció agradar demasiado a Bolsonaro, que tan solo unos días después y ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cargó contra el “espíritu colonialista” de ciertos Estados que, decía, cuestionaban su soberanía. El líder brasileño aprovechó también su intervención en la ONU para espetar a los allí presentes que la afirmación de que la Amazonía estaba siendo devorada por las llamas no era más que una “falacia” alentada por los medios de comunicación y por quienes pretenden usarla como pretexto para dar rienda suelta a sus ambiciones imperialistas.

Esta no era la primera vez que Bolsonaro hacía gala de su encendida defensa de la patria soberana. Precisamente a esta idea recurrió también para retirarse hace unos meses del pacto migratorio de la ONU; “Brasil es un Estado soberano para decidir”, escribió en Twitter, medio por el que siente un especial afecto.

Así las cosas, y pese a la publicación de reveladores estudios estableciendo vínculos entre los incendios en la Amazonía y la muy cercana política de Bolsonaro a los intereses agrícolas partidarios de la deforestación, una medida al estilo de la propuesta por Macron aún se antoja muy lejana. Sin embargo, la cerril negativa de Bolsonaro no es el único ni tan siquiera el más importante de los motivos para que esto sea así. Pese a que el mundo en el que vivimos se encuentra cada más globalizado e integrado, transcendiendo los problemas que nos afectan las fronteras nacionales, estos se siguen regulando, paradójicamente, a escala estatal.

Sea como fuere, no es la soberanía de Brasil lo que está en riesgo, como a priori tampoco lo es su integración económica en el sistema global. Bolsonaro y su asesor de cabecera, Paulo Guedes, fiel seguidor de las tesis de los Chicago Boys, han mostrado su firme propósito de liberalizar la economía brasileña y privatizar las empresas públicas. Con el país aún sufriendo los coletazos de la que fue la mayor recesión de su historia y que hizo presagiar el inicio de una nueva década perdida, estas políticas parecen satisfacer a los poderes económicos. No en vano, los mercados financieros no tardaron en expresar su apoyo tácito al nuevo Presidente en forma de fuertes subidas tras su victoria en las urnas.

Soberanía, globalización y democracia: la combinación imposible

Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard y recientemente galardonado con el premio Princesa de Asturias, nos diría en virtud de su controvertido trilema que si Bolsonaro no está dispuesto a renunciar a la soberanía nacional ni a desistir en su política económica liberalizadora y contraria a los impuestos que llevó a las clases mejor posicionadas de la sociedad a prestarle su apoyo en las elecciones, la democracia en el país del Amazonía está condenada a la desaparición.

En todo caso, parece que ni aún eliminando la democracia de la ecuación, integración y soberanía acaben de casar bien en el contexto brasileño. Para ejemplificar esta afirmación analizamos de nuevo el enfrentamiento que a cuenta de la protección de la Amazonía protagonizaron Bolsonaro y Macron. El inquilino del Elíseo, que fue de los más escépticos durante la negociación, llegó a amenazar a Brasil con vetar el acuerdo de libre comercio de la Unión Europea con Mercado Común del Sur si no se ponía coto a la catástrofe ecológica de la Amazonía. No fue el único; Irlanda hizo lo propio. Así las cosas, vemos cómo la excesiva defensa de la soberanía y de la autonomía nacional en los asuntos internos frente a la intervención extranjera también puede poner en la picota la integración económica. En el contexto actual, la de presión en asuntos comerciales y económicos se revela como una estrategia mucho más pragmática para hacer a Brasilia cambiar de posición que amagar con intervenciones sobre el terreno amparadas en la hoy quimérica “responsabilidad de proteger ecológica”.

Además de ser la democracia más poblada de Latinoamérica, Brasil es, paradójicamente, el país de la región que menos respalda este sistema.

Volviendo al trilema de Rodrik, nos sugiere que ningún Estado podrá integrarse en la economía global sin renunciar a su democracia política o a su soberanía nacional debido a las tensiones irreconciliables que se entablan entre estos tres elementos. Así, tan solo encontraremos Estados democráticos soberanos, Estados democráticos globalizados o Estados globalizados soberanos. En vista de todo lo anterior, Brasil parece caminar hacia este último modelo.

A todo ello se le suman los datos del Latinobarómetro de 2018, los cuales desvelan que tan solo el 34% de los brasileños respalda la democracia, y que más del 40% considera que resulta indiferente tener un régimen democrático o uno que no lo sea. Estas cifras muestran que, además de ser la democracia más poblada de Latinoamérica, Brasil es, paradójicamente, el país de la región que menos respalda este sistema. Esto contribuye, al menos en parte, a explicar el porqué de la victoria de un candidato que no ha dudado en exaltar la dictadura que hace no tanto tiempo vivió su país, llegando incluso a confundir régimen autoritario con “régimen con autoridad”.

El futuro de la democracia brasileña

Sin embargo, sentenciar de forma taxativa que la democracia tiene en Brasil los días contados puede resultar algo apresurado. El régimen democrático brasileño ha demostrado en los últimos años tener la fuerza suficiente como para procesar a dos expresidentes y resistir los embates de una fuerte crisis económica. Además, y a pesar de esto último, el nivel de ingresos per cápita del país ronda los 6800 dólarespor encima de los 6055 dólares a partir de los cuales, y según el politólogo polaco Adam Przeworski, “la democracia dura para siempre”. Puede, en consecuencia, que la conversión de Brasil en un régimen híbrido, que si bien no ha abandonado por completo los valores democráticos sí ha tornado hacia un autoritarismo competitivo, sea más probable. Encontramos en Hungría un caso que puede resultar paradigmático. El país de la Unión Europea considerado por Freedom House como “parcialmente libre”, también se encuentra gobernado por un presidente que, como Bolsonaro, parece anteponer soberanía e integración a cualquier otra combinación del trilema que incluya la democracia. Así, y salvando las evidentes distancias, puede que en el presente de Hungría encontremos la respuesta al futuro de Brasil.

Sea como fuere, y al margen de las interpretaciones que del trilema de Rodrik –muy susceptible de problematización– se puedan efectuar a la luz de los acontecimientos, si algo extraemos en claro sobre el caso brasileño, es que democracia, soberanía e integración no acaban de casar bien. Como hemos visto, estos tres principios se relacionan entre sí de forma francamente compleja y pueden llegar a ser irreconciliables como consecuencia de las tensiones desplegadas entre ellos.

MARCOS LÓPEZ CARRERO es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Actualmente colabora en investigaciones del Instituto de Derecho Local en la misma institución y es maestrando en Filosofía de la Historia: Democracia y Orden Mundial en la UAM. Sígalo en Twitter en @ML_Carrero.

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