Democracias inacabadas y autocracias electorales

31 julio, 2023 • Artículos, Asuntos globales, Latinoamérica, Portada • Vistas: 1523

Nuevo número de Foreign Affairs Latinoamérica

logo fal N eneJordi Bacaria Colom

Julio 2023

FAL

“Democracias inacabadas” y “autocracias electorales”, términos que utilizan en sus artículos Cristina Eguizábal, Alberto Vergara y Aarón Quiñón, pueden ser los conceptos que resumen la diversidad de situaciones que se viven en los países de Latinoamérica abordados en este número. Ante la preocupante situación política (inestabilidad, vulneración de derechos humanos) y económica (desigualdad, década perdida), dedicamos el número al análisis de Centroamérica —Nicaragua, Panamá y Guatemala, en particular—, además de Brasil, Colombia, Argentina y Perú.

Nicaragua ha sido noticia lamentable en 2023, por la retirada de la ciudadanía, la expatriación y la confiscación de bienes de centenares de personas por sus ideas políticas. Con la farsa electoral, la represión y la detención de opositores, el régimen de Daniel Ortega ni siquiera alcanza la calificación de autocracia electoral, sino que se queda en simple dictadura. Manuel Orozco, una de las víctimas expatriadas, considera que la continuidad autoritaria es la tendencia dominante en el país, y no se vislumbran opciones de cambio en el corto plazo. El régimen de Ortega se encuentra en la etapa de consolidación de un sistema dinástico, autoritario y totalizante que provocará un daño permanente y dificultará reconstruir la democracia, pues habrá que revertir las décadas perdidas y recuperar un país desintegrado, empobrecido y políticamente inestable. El autor aboga por la condena de otros gobiernos, la sociedad civil, los medios de comunicación y el sector empresarial, que sigue siendo clave para elevar la moral política de los nicaragüenses y resistir pacífica, pero firmemente, al desgaste económico y al desastre político.

Eguizábal analiza la situación en Centroamérica. En lo que va del siglo XXI, los sistemas políticos se han deteriorado. Los regímenes de El Salvador y Nicaragua ya no se pueden calificar de democráticos. En Guatemala impera la corrupción, y en Honduras, el crimen organizado se ha infiltrado en las esferas más altas del gobierno. En Costa Rica, una de las democracias más antiguas y consolidadas del continente, el bipartidismo se ha desintegrado, el sistema político se ha vuelto disfuncional y la población está desencantada. El artículo resume con precisión la situación política actual de los cinco países de la Centroamérica histórica. En todos se han reducido las libertades individuales: de manera brutal en Nicaragua, crecientemente en Guatemala, sometidas a estados de excepción en El Salvador y Honduras, y de forma sutil y paulatina en Costa Rica.

Panamá podría parecer la excepción a esta deriva política. Desde el punto de vista económico, el país es distinto a los otros Estados de la región por la importancia de los ingresos del canal, su ubicación geográfica y su conectividad. Para José Ignacio Piña Rojas, las principales preocupaciones de los panameños son básicamente tres: 1) el deterioro de la democracia y el creciente descontento con los partidos políticos tradicionales; 2) la corrupción endémica unida a la impunidad, y 3) la falta de transparencia y de rendición de cuentas. El autor analiza los retos a los que se enfrenta Panamá de cara a las elecciones del 5 mayo de 2024, entre otros, el desencanto de la sociedad con los partidos políticos y el riesgo del populismo, el clientelismo político estimulado por los subsidios y la falta de fiscalización de los partidos. Por ello, hace un llamado para que los organismos de observación electoral aseguren desde el inicio que las elecciones se realicen de manera libre y transparente.

Brasil se enfrenta a una gobernanza difícil, ya que, a pesar de su victoria, Luiz Inácio Lula da Silva no consiguió la mayoría en el Congreso. Ello no significa que Lula renuncie a cierto protagonismo internacional y a un voluntarioso liderazgo regional. Ricardo Sennes apunta las dificultades de Brasil en el ámbito internacional: falta una estrategia exterior y en las últimas décadas ha habido poca participación en proyectos internacionales vinculantes. Esto ocurre por decisión de los líderes y de las fuerzas políticas del país en diferentes ámbitos: institucional, empresarial, militar, ambiental y académico. Lula da Silva ha dicho que tiene la intención de retomar la diplomacia presidencial que caracterizó sus mandatos anteriores, así como la narrativa de independencia de Brasil frente a las grandes potencias. Sin embargo, es poco probable que el nuevo gobierno tenga las condiciones para retomar proyectos como los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana. Aunque algunos analistas afirman que Brasil es una potencia ambiental en generación de energía y producción alimentaria, cuando se trata de geopolítica y política internacional, las bases materiales no son suficientes.

En Colombia, los índices de popularidad de Gustavo Petro han caído. Sandra Borda Guzmán y Gabriel Silva Luján comparten una opinión crítica de la política exterior del mandato de Petro, por falta de una hoja de ruta clara que defina la actuación internacional del gobierno. No ha avanzado en sus grandes temas de campaña, como la integración regional y la cooperación internacional, ni en las políticas contra el cambio climático. El intento por aumentar la autonomía y los márgenes de maniobra frente a Estados Unidos y la necesidad de llevar a cabo una revisión profunda del régimen internacional de la guerra contra las drogas siguen siendo dispositivos discursivos que aún no se han convertido en políticas públicas estructuradas y definidas, con pautas de acción específicas en el plano internacional. Las únicas dos excepciones son la normalización de la relación con Venezuela y el diseño de la estrategia internacional de acompañamiento al muy preliminar y ya difícil proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional.

FAL-Ángel Boligán

Federico Merke presenta una aproximación a la política exterior de Argentina en el contexto geopolítico actual. Argentina tiene una identidad internacional que, en determinados asuntos, como la democracia y los derechos humanos, está más próxima al Norte global, pero en otros, como en comercio, desarrollo y geopolítica, se acerca más al Sur global. Es un caso de no alineamiento activo. El desafío es no quedarse atrapada dentro de un grupo, no asumir compromisos costosos y rechazar todo intento de internalizar una mentalidad de Guerra Fría. Otro reto consiste en explicitar en todo momento que el ángulo desde el cual el país considera al mundo no puede ser la geopolítica, sino la economía política del desarrollo y la transición energética, para impulsar su modernización en un mundo de desarrollo desigual. Una política exterior renovada debería tener tres objetivos: crecimiento, transición energética y espíritu inclusivo.

En una comparación entre Guatemala y Perú, Vergara y Quiñón apuntan que sus sistemas políticos comparten un rasgo fundamental: una representación política degradada y fragmentada en un contexto de auge de las actividades informales e ilegales que estimula la voluntad de erosionar la capacidad regulatoria del Estado y, como consecuencia, de derruir la democracia. Guatemala ya no es una democracia ni tampoco una dictadura institucionalizada, sino un régimen autoritario con pluralismo electoral limitado y sin dictador. Perú no ha establecido todavía un régimen político no democrático. Es cierto que ya ocurren cosas inaceptables para una democracia, pero el país andino no está condenado a que sus próximos comicios sean unas elecciones no democráticas, por mucho que haya una serie de prácticas e iniciativas legales dirigidas a desmantelar la democracia y el Estado de derecho.

Cierra el bloque Iván Roberto Sierra Medel con su examen de la evolución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la oportunidad para la concertación política y la integración regional que ofrece la reincorporación de Brasil, que se había retirado en enero de 2020. Muchas de las oportunidades actuales son diferentes que hace 3 lustros, cuando se creó la CELAC y, por lo tanto, corresponde a una renovada CELAC 2.0 adecuar sus instrumentos para brindar resultados. La Declaración de Buenos Aires constituye la hoja de ruta para el corto y mediano plazo de la CELAC 2.0. En la diplomacia multilateral, compete a los miembros aprovechar que dos de los países de la región son sus voceros en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y tres forman parte del G-20. Además, la vinculación con socios extrarregionales, los canales de comunicación con China y la Unión Europea tienen el potencial de contribuir a una proyección más uniforme. En el ámbito regional, el mayor peso de la CELAC en el Caribe presenta una ocasión estratégica para convertir la zona en un eje prioritario en el que la acción colectiva brinde soluciones adecuadas a los retos locales de desarrollo.

FAL-Darío Castillejos

En Diálogo Ñ, se analiza la posición del Sur global respecto de la invasión rusa a Ucrania. Matias Spektor considera que Occidente se equivoca si se irrita con los países del Sur global que mantienen cierta neutralidad ante las políticas de Beijing y Moscú. Para mejorar las relaciones con los países en desarrollo y encauzar el cambiante orden internacional, Occidente debe tomar en serio las preocupaciones del Sur global sobre cambio climático y relaciones comerciales.

Para David Miliband, la convicción occidental sobre la guerra en Ucrania y su importancia se ve contrarrestada por el escepticismo del resto del mundo, en el mejor de los casos, o el desprecio rotundo, en el peor. El Sur global no ha acompañado a Europa ni a Estados Unidos en las condenas ni, sobre todo, en las sanciones a Rusia. Los gobiernos occidentales deberían enmarcar el conflicto como uno entre el Estado de derecho y la impunidad o entre la ley y la anarquía, en vez de contraponer a la democracia con la autocracia. Es mucho más probable que una coalición formada por la necesidad de tener reglas internacionales sea más amplia que una basada en llamados a la democracia.

En su artículo, Óscar Arias Sánchez, premio Nobel de la Paz, analiza la guerra entre Rusia y Ucrania y propone un plan de paz para Ucrania como “observador desde mi casa en Latinoamérica”. Arias Sánchez no plantea que Estados Unidos, Europa o Ucrania cedan a amenazas o chantajes al considerar seriamente los puntos de vista de Vladimir Putin. Tampoco aprueba la agresión de Rusia ni la salvaje brutalidad de algunos de sus soldados. La fórmula que propone para persuadir al presidente Putin de negociar la paz es algo que Estados Unidos o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) podrían hacer por su cuenta sin pedirle más sacrificios a Ucrania y sin reducir el poder militar de la Alianza Atlántica ni debilitar su cohesión política. Se trataría de retirar las armas nucleares que Washington tiene en Alemania, Bélgica, Italia, los Países Bajos y Turquía. Una vez acordada la paz, Estados Unidos se llevaría el pequeño arsenal de armas nucleares que tiene en Europa. El retorno de estas armas (entre 100 y 150) no tendría prácticamente ningún impacto militar. Comprenden apenas 2.5% de las armas nucleares a disposición de los miembros de la OTAN Regresar a las bases estadounidenses las bombas de gravedad almacenadas en Europa no cambiaría en nada el equilibrio estratégico en la región.

En los artículos de la sección Mundo, José Clavijo alerta sobre la complacencia con los ataques de China y Rusia a Estados Unidos. En círculos marxistas-leninistas tanto del Sur global como del Norte, se apunta el dedo hacia Washington ante cualquier despliegue de poderío y cualquier injusticia perpetrada. Las tensiones ideológicas con las autocracias de izquierda aún impregnan las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica. La única vez que Washington intentó intervenir a gran escala en Latinoamérica en las últimas décadas fue mediante la propuesta de un gran acuerdo comercial, el Área de Libre Comercio de las Américas, frustrada por una colusión de mandatarios populistas de izquierda, cuyas propias economías se desplomaron junto con los precios mundiales de las materias primas. En tiempos recientes, China y Rusia se han transformado en dictaduras personalistas represivas, intransigentes con cualquier disidencia, donde la separación de poderes y los derechos individuales ya no existen. Se apedrean las embajadas de Estados Unidos, pero no las de China y Rusia.

Ro Khanna defiende la idea de que Estados Unidos debería volver a ser una potencia industrial. Washington necesita ampliar las políticas de recuperación de empleos con estrategias locales específicas para revitalizar los sectores maltratados y fortalecer las asociaciones entre los sectores público y privado. La política exterior estadounidense respecto de China debe guiarse por imperativos económicos, tanto por la seguridad interna e internacional como por la prosperidad nacional. Washington debe dejarle claro a Beijing qué industrias considera vitales y explicarle qué aranceles y cuotas va a imponer si lo obligan a actuar unilateralmente. Recuperar el equilibrio comercial reducirá el resentimiento contra China por la pérdida de empleos, la desindustrialización y el daño que esos acontecimientos económicos han causado en el tejido social de Estados Unidos. Equilibrar el comercio mediante la producción interna contribuirá a mitigar las tensiones con China, permitirá cumplir con la promesa de tener una democracia boyante en el país y garantizará que la globalización sirva a todos los estadounidenses, no solo a algunos.

Las aspiraciones de Joseph R. Biden para resucitar el acuerdo nuclear de 2015 con Irán (el Plan de Acción Integral Conjunto) han sufrido varios golpes. El primero vino de Rusia, con la invasión de Ucrania, y arruinó irrevocablemente la coordinación entre las grandes potencias que posibilitaba el acuerdo nuclear. El segundo ocurrió cuando Irán comenzó a venderle drones a Rusia. El tercer golpe fueron las protestas en Irán contra la brutalidad del gobierno, que sorprendieron al mundo y socavaron el control del régimen. Para Suzanne Maloney, ya es hora de que el gobierno de Biden entienda que el plan no puede restablecerse y elabore una nueva estrategia que atienda en su totalidad el desafío de Irán, no solo la cuestión nuclear.

Según Dara Massicot, el hecho que Rusia mantuviera la invasión de Ucrania en secreto, incluso para sus propias tropas, fue un error que redujo las ventajas que hubiese podido tener. Rusia todavía no ha podido quebrar la voluntad de lucha de Ucrania ni ha logrado impedir que reciba apoyo material y de inteligencia de Occidente, y es improbable que alcance su meta inicial de convertir a Ucrania en un Estado títere. Sin embargo, Putin ajustará su estrategia, consolidará la ocupación de los territorios en el sur y el este y, con el tiempo, tratará de arrancar de las fauces de la derrota alguna forma de victoria. Y así como Occidente sobrevaloró las capacidades rusas antes de la invasión, quizá ahora las subestima.

Samantha Power explica la forma correcta de oponerse a la autocracia. En marzo de 2023, el gobierno de Biden alojó su segunda Cumbre por la Democracia. Después de un año de autoritarismo tambaleante y una resiliencia democrática persistente, Estados Unidos y otras democracias tienen la oportunidad de recuperar su impulso, pero solo si aprenden del pasado y adaptan las estrategias. Durante las 3 últimas décadas, los defensores de la democracia se han centrado más en proclamar los derechos y las libertades, y han descuidado las desigualdades y los riesgos de las nuevas tecnologías digitales, incluidos los sistemas de vigilancia, que los gobiernos autocráticos han aprendido a explotar en su beneficio. La democracia se debilita a medida que crece la desigualdad económica. Los ciudadanos de países pobres y ricos pierden la fe en la democracia, y esto les abre la puerta a populistas y etnonacionalistas para sacar provecho de los agravios. La democracia no está en declive, sino bajo el asalto de estas fuerzas, pero los autócratas del mundo están finalmente a la defensiva. Hay que impulsar el desarrollo económico, hacerle frente a la desinformación y custodiar la libertad de expresión.

Una actualización de la situación en Latinoamérica: la CELAC tiene la posibilidad de mostrar la unidad de América Latina y el Caribe en la Cumbre de Bruselas con la Unión Europea en julio de 2023. Sin embargo la iniciativa del presidente Lula de impulsar la Unasur, manifestada en la reunión de presidentes sudamericanos en Brasilia el 30 de mayo 2023, podría debilitar a la CELAC. La ambición de Lula de liderar la región puede verse limitada por el daño autoinfligido en ese encuentro, cuando trató de situar a Nicolás Maduro bajo una luz favorable. La respuesta del Presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, es la idónea para cerrar esta carta: “Quedé sorprendido cuando se habló de que lo que sucede en Venezuela es una narrativa. Si hay tantos grupos en el mundo tratando de mediar para que la democracia sea plena en Venezuela, para que se respeten los derechos humanos, para que no haya presos políticos, lo peor que podemos hacer es tapar el Sol con un dedo. Pongámosle el nombre que tiene y ayudemos”.

JORDI BACARIA COLOM es Director de Foreign Affairs Latinoamérica. Sígalo en Twitter en @bacaria_jordi.

NOTA DEL EDITOR: Adquiera la nueva edición de Foreign Affairs Latinoamérica en el (55) 5628-4000 Ext. 3945 o suscríbase aquí.

Tags:, , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cargando…