Europa: el otro frente ruso

30 junio, 2022 • Artículos, Asuntos globales, Europa, FEG Anáhuac, Guerra Rusia-Ucrania, Portada • Vistas: 971

Pablo David Bejarano Torrecillas

Junio 2022

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

En menos de 3 años hemos sido testigos de dos acontecimientos que, sin duda, definirán la historia de la década de 2020 y marcarán la pauta del crecimiento y el desarrollo de las sociedades en lo que resta de la misma. En primer lugar, la pandemia de covid-19. De acuerdo con cifras oficiales de la Organización Panamericana de la Salud, a comienzos de junio de 2022, en el continente se habían reportado 182 millones de casos de covid-19 y 3.3 millones de muertes. Si se pone en perspectiva, sería el equivalente a decir que la población total de Argentina, Bahamas, Jamaica, México, Trinidad y Tobago y Uruguay combinadas se hubieran contagiado, mientras que la población total de Puerto Rico hubiera muerto como consecuencia de la pandemia.

La distribución de los casos entre las subregiones del continente depende del tamaño de la población y algunos otros elementos, como la prevalencia de comorbilidades, niveles de concentración humana, entre otros. Norteamérica se lleva la peor parte, pues registra un total de 93.5 millones de casos, de los cuales 1.36 millones han sido fatales; le sigue Sudamérica, con 57.8 millones casos y 1.3 millones de decesos; a continuación está la zona del Caribe y las islas ubicadas en el océano Atlántico, con 3.7 millones de casos y 33 312 muertes, y, finalmente, en Centroamérica se reportaron 3.4 millones de casos y 50 969 muertes.

En segundo lugar, ha sucedido algo que, entre finales de 1800 y mediados de 1900, se consideraba como “normal”, pero aparentemente impensable para 2022: el estallido formal de una guerra en territorio europeo (la invasión de Rusia a Ucrania) por el conflicto en el Donbás, cuyo origen se remonta a problemas geopolíticos que se venían arrastrando desde 2008 con la crisis de Georgía y, posteriormente, con la anexión de Crimea en 2014 por parte del Kremlin.

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, la ofensiva iniciada el 24 de febrero de 2022, bajo la bandera de “operación especial”, ha ocasionado la muerte de al menos 4000 civiles y, dependiendo el origen de la fuente, ya sea rusa o ucraniana, se habla de cerca de 30 000 soldados rusos y al menos 23 000 soldados ucranianos muertos en el campo de batalla. Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma que, desde el comienzo de la ofensiva rusa en Ucrania, cerca de 14 millones de personas, es decir, más de la cuarta parte de la población nacional, se ha visto obligada a dejar sus casas. Entre ellos, 6 millones de ucranianos han cruzado la frontera con los países más cercanos a su lugar de origen y otros 8 millones de personas se encuentran desplazados dentro del mismo territorio nacional. En palabras del titular de la ACNUR, Filippo Grandi: “En el mundo hay más de 100 millones de personas que se han visito obligadas a huir de la guerra, la violencia, la persecución y la discriminación […] un récord que jamás debería haberse superado”.

Consecuencias del conflicto para Rusia

Entre los resultados de una guerra, además de los evidentes e inmediatos, como pueden ser las pérdidas humanas o territoriales, están aquellos de mediano y largo plazo, que implican severas crisis económicas que se traducen en problemas cotidianos, como pérdidas de poder adquisitivo y bienestar, alzas sostenidas en los precios, menos crecimiento y menos desarrollo. En este caso, además de las evidentes afectaciones para Ucrania, por los bombardeos y las batallas en su territorio, la misma Rusia estaría el borde no solo de no crecer, sino con altas probabilidades de retroceder, como consecuencia del aislacionismo autoinfligido y el sentenciado por Europa, mediante los distintos y graduales paquetes de sanciones en su contra.

Conforme pasa el tiempo y el conflicto se agudiza, Rusia no hace sino encaminarse hacia una economía no vista desde la década de 1940, propiamente dicho, una economía de guerra que puede dejar a Moscú totalmente separada de Occidente, e inclusive de China, en los próximos años.

Al inicio del conflicto, que pretendían fuera rápido y sin tanta resistencia, Rusia pudo sortear las sanciones provenientes de Occidente; sin embargo, la continuidad y el endurecimiento de las represalias económicas, políticas y comerciales son, en el largo plazo, insostenibles, lo que esboza en el futuro próximo una crisis de grandes proporciones. Se debe tomar en cuenta que en los primeros días de junio de 2022, la Unión Europea aprobó un sexto paquete de sanciones, cuyo objetivo principal fue atacar el eje central de las finanzas rusas: el petróleo.

Hablar de guerra en el sentido tradicional para analizar el conflicto entre Rusia y Ucrania, refiriéndonos a este como un “simple” enfrentamiento bélico, sería minimizar las causas y las consecuencias del mismo.

El crudo ruso y sus derivados siempre fueron objetivo de sanción por parte de la Unión Europea; sin embargo, no habían podido llegar a un acuerdo en los meses anteriores por no estar preparados para afrontar las consecuencias. A pesar de los problemas, la madrugada del 7 de junio de 2022 Charles Michel, Presidente del Consejo Europeo, afirmó que, por unanimidad, se había pactado renunciar antes del fin de año a todas las importaciones de petróleo ruso que llegan por barco y mantener de manera temporal aquellas que llegan a la Unión Europea por medio de tubería. Aun así, hay importantes diferencias entre los miembros de la Unión. Por ejemplo, Alemania y Polonia, que reciben hidrocarburos a través de oleoductos rusos, cancelarán esa vía de suministro a finales de año; en cambio, el Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, presionó para que Hungría, Eslovaquia y República Checa mantuvieran el suministro de petróleo ruso vía oleoducto, aunque lo cierto es que su consumo es muy pequeño.

En todo caso, las sanciones no hacen más que complicarle la vida económica a Rusia y, justamente, esa la intención: descapitalizarle, de modo que la guerra sea insostenible y se pueda llegar a un acuerdo para poner fin al conflicto bélico. Ahora bien, si el objetivo es claro, para las tres partes (Unión Europea, Rusia y Ucrania), ceder no sería así de sencillo. De acuerdo con la titular del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúllina, si la situación no presenta un giro de 180 grados, la crisis llegará inexorablemente cerca del tercer trimestre. Las sanciones no hacen sino acumularse y con ello acaban con el capital de las empresas nacionales; en otras palabras, el periodo de vivir de las reservas está llegando a su fin. Uno de los problemas de la producción nacional, no es que esta se pare, sino la regresión; es decir, el hecho de que la producción corre el riesgo de abandonar la modernización para continuar produciendo artículos de mala calidad y de bajo contenido competitivo, lo que a su vez provocaría un alza en la tasa de desempleo y una caída del PIB. Este aspecto, de acuerdo con las previsiones de fondos e instituciones, abarcaría caídas del 8% al 30% en 2022, mientras que la inflación rondaría entre el 18% y el 20% en el mismo periodo, con margen a empeorar.

Aunado a lo anterior y con el sexto paquete de sanciones, la Comisión Europea estima que para finales de 2022 Rusia pierda el 90% de sus exportaciones de petróleo a la Unión Europea, equivalente a poco más del 40% de los ingresos del país. Es decir, esto significaría una pérdida económica de aproximadamente 79 000 millones de euros, lo que reducirá significativamente los recursos enfocados al financiamiento de la guerra, dando con ello un paso más hacia la insostenibilidad a largo plazo del conflicto, ya que, de no llegar a un acuerdo en los próximos 2 meses, el daño económico, concretamente para el crecimiento y el desarrollo de Rusia, sería, por un lado inevitable y, por el otro, se regresaría a una economía no solo de guerra, sino aislacionista por decisión y por obligación.

Reflexión final

Hablar de guerra en el sentido tradicional para analizar el conflicto entre Rusia y Ucrania, refiriéndonos a este como un “simple” enfrentamiento bélico, sería minimizar las causas y las consecuencias del mismo. Si bien, son dos los países enfrentados militarmente, en el mundo en el que vivimos, altamente interconectado, es imposible ignorar la participación de los diferentes actores en el orden internacional, sean Estados u organismos internacionales, que tienen parte activa en el conflicto. Esto demuestra, una vez más, que la globalización, más que un concepto, es una realidad.

PABLO DAVID BEJARANO TORRECILLAS es licenciado en Relaciones Internacionales, con especialidad en Seguridad y Negocios Internacionales, por la Universidad Anáhuac México, Campus Norte. Es maestrando en Administración Pública por la misma institución. Sígalo en Twitter en @pablo_bejaranot.

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One Response to Europa: el otro frente ruso

  1. Estela Torrecillas Fitch dice:

    Muy buena información, ya que desgraciadamente no todo se ve en los noticieros, que triste que por el poder político y poder económico se pierdan tantas vidas humanas, creo que es lo que menos les importa, el problema económico y las sanciones impuestas a Rusia tendrán graves consecuencias.

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