El regreso de la Modernidad

18 enero, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 3559

Construyendo el guion liberal posterior al covid-19

Presidencia de Chile

Daniel F. Wajner

Enero 2021

La Modernidad ha vuelto a nuestras vidas. Durante 2020, fuimos testigos de la irrupción de una pandemia que no solo ha dejado muerte, hambre, desigualdad, estrés y soledad. El trauma colectivo provocado por el covid-19 también nos ha legado principios que guiarán al mundo que comenzamos a reconstruir.

¿Es la Modernidad la que ha vuelto a nuestras vidas o hemos sido nosotros los que hemos regresado a ella? La columna vertebral que sustenta el proceso histórico-social que entendemos por “moderno”, o por lo menos su “guion” más liberal, ha estado presente estos años. Somos nosotros quienes le hemos quitado su centralidad a la hora de describir y prescribir las formas de organización de la sociedad y de la autodeterminación del individuo en ella. Con demasiada facilidad hemos caído en las ilusiones ópticas del relativismo ético, la anarquía institucional, el fundamentalismo individualista, la verborragia populista y las verdades alternativas.

¿Es la Modernidad la que ha vuelto a nuestras vidas o hemos sido nosotros los que hemos regresado a ella?

Hacia el inicio de la salida de la pandemia, que se refleja en la aprobación y la provisión progresiva de vacunas y medicamentos para contener el virus, contamos con la perspectiva analítica necesaria para explorar las experiencias que vivimos durante 2020 y aprender de manera significativa las lecciones que nos permitan construir un futuro mejor. Estas lecciones aprendidas durante el “año del coronavirus” han llegado para quedarse. No obstante, somos nosotros los responsables de cómo interpretarlas socialmente y traducirlas políticamente en los diversos escenarios. De ahí la importancia de analizar los cinco componentes constitutivos del guion liberal de la Modernidad hacia la era posterior al covid-19 que comenzamos a construir.

Ciencia

El cambio más evidente entre la era anterior y la posterior al covid-19 se refleja en la reaparición del conocimiento científico en el centro de la esfera pública. Hemos recuperado el anhelo positivista por el cual podemos “conocer” la “verdad” por medio de la ciencia. Tienen razón quienes usan la razón. Cuando la vida está en juego, es difícil creer en “verdades alternativas”. Las fake news tienen sus límites una vez que testificamos que nuestra brecha de conocimiento lastima y mata a millones de personas que son “reales”. Olvidamos las conspiraciones cuando comprobamos que las vacunas comienzan a funcionar tal como lo han pronosticado las investigaciones. Han vuelto a ser héroes aquellos que se esfuerzan por cuestionar, aprender, innovar, aplicar pruebas y producir para dar respuestas concretas a desafíos contemporáneos. La inversión en investigación y desarrollo de las potencias trae resultados. Saber, se ha reafirmado, sigue siendo poder.

Instituciones

A medida que aprendemos a diferenciar entre verdad y mentira, una vez más reconocemos a ciertas institucionales sociales con autoridad sobre la “verdad” y nos interesamos en sus procesos organizacionales. ¿Cuántos de nosotros conocíamos a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos antes de la pandemia? ¿Qué sabíamos sobre el proceso de tres fases por el que debe pasar sistemáticamente toda vacuna para ser aprobada? ¿Quiénes estábamos interesados en el papel de la Organización Mundial de la Salud en la prevención global de epidemias? Los nombres de empresas, laboratorios, universidades y profesores que colaboran para combatir la epidemia han vuelto a ocupar titulares. Los directores de los ministerios de salud y los jefes de policía se han convertido en comandantes que ordenan e implementan medidas de cuarentenas. Ya sea que los felicitemos o los critiquemos, cuando analizamos los resultados de sus políticas, legitimamos la autoridad de tales élites. En el guion liberal posterior al covid-19, las instituciones públicas vuelven al escenario central de la obra política.

Comunidad

Los riesgos de contagio y las medidas de prevención han llevado a nuestra redefinición, consciente o inconsciente, del colectivo esencial con el que convivimos. ¿Con quién interactuamos aun sabiendo que ello aumenta nuestro peligro? ¿Cuál es nuestro “núcleo duro”? Más aún, hemos reflexionado sobre los límites de membresía y sobre las normas de comportamiento de la comunidad a la que aspiramos pertenecer. Comprendimos que, aun reafirmando nuestra autodeterminación personal, ella no es ajena a una multiplicidad de identidades superpuestas que impactan nuestro día a día. El virus que comenzó en un mercado del otro lado del mundo nos afecta, así como los turistas que llegan a nuestra región con mutaciones del virus y las ciudades que no realizan pruebas. Nos afectan los vecinos del barrio que no se ponen cubrebocas y nuestros familiares que se reúnen en masa y regresan a nuestros hogares. La solidaridad colectiva, por lo tanto, también pasa a ser múltiple y superpuesta: somos garantes los unos de los otros. Comunitarismo y cosmopolitismo van a la par en la era posterior al covid-19.

Estado

Entre las instituciones comunitarias fortalecidas durante el covid-19 se destaca el Estado-nación, que se consolida nuevamente como unidad base del sistema internacional. Las fronteras estatales redefinieron quién ingresa al territorio nacional y bajo qué medidas, suspendiendo ocasionalmente las reglamentaciones federales o supranacionales. Asimismo, el ciudadano, dondequiera que se encuentre, volvió a ser objeto de preocupación y beneficiario de derechos preferenciales por parte del Estado. Este patriotismo “ciudadano”, en un principio amenazador, debilita la construcción discursiva populista de un antagonismo entre “pueblo” y élites. El foco vuelve a estar en las capacidades de gobernanza: ¿qué gobiernos ofrecen mejores políticas a sus ciudadanos? No es una casualidad que muchos de los regímenes populistas hayan fracasado en el manejo de la crisis: entre ellos el virus “se siente particularmente en casa”, en palabras del académico Michael Zürn. La historia evidencia que el fracaso tiende a deslegitimizar al liderazgo populista y, eventualmente, derrocarlo. Probar que los ciudadanos están “primero” requiere credenciales. La era posterior al covid-19 restaura la competencia sistémica por las políticas estatales y los derechos ciudadanos en el escenario internacional.

Humanismo

Por último, pero no menos importante, en el guion liberal de la Modernidad, el hombre vuelve a estar en el centro del orden político-social, y con ello la ética humana. Los Estados, las comunidades, las instituciones, se enfrentaron ante un mismo dilema: ¿cómo vencer la pandemia sin lastimar las libertades individuales? En los regímenes totalitarios este dilema es secundario, pero no en las democracias. Los derechos a la salud y la seguridad personal chocan con los derechos a mantenerse económicamente, trabajar, tener ocio, realizar estudios, rezar en comunidad y manifestarse políticamente. Los derechos de las generaciones jóvenes, generalmente de menor gravedad en caso de contagio, chocan con los derechos de las generaciones mayores. Donde se abordó el dilema, cualquiera que fuera la decisión, allí los derechos y las obligaciones del hombre social volvieron a ser el epicentro de la discusión. Con el guion moderno de la era posterior al covid-19, se profundiza la convicción en el sentido progresivo de la historia en relación al Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos.

Conclusión

Estos cinco componentes constitutivos del guion liberal de la Modernidad que internalizamos durante 2020 y que serán vestigios de la obra posterior al covid-19 que comenzamos a construir. Ciertamente, el aprendizaje puede ser pasajero: el regreso a nuestra rutina puede llevarnos a olvidar rápidamente este trauma que vivimos, percibiéndolo como parte de un fenómeno que nos fue impuesto externamente y no producto de una elección consciente. Incluso, ¿quién dijo que estas normas y prácticas son apropiadas? En ellas también se encuentran las raíces del elitismo social, el chauvinismo nacionalista y la desigualdad mundial.

Por último, debemos recordar que el “guion” liberal es constantemente desafiado por “guiones” alternativos (totalitarios, autoritarios, populistas, fundamentalistas) y no hay ninguna garantía de que seamos inmunes al éxito de estos competidores. Aun así, por lo pronto, está inyección de energía moderna-liberal ya se encuentra en nuestras manos.

DANIEL F. WAJNER es investigador y posdoctorando en el grupo de investigación Contestations of the Liberal Script (SCRIPTS), del Berlin International College of Research en la Freie Universität Berlin. Sus investigaciones abarcan los campos temáticos de legitimidad internacional, integración regional, resolución de conflictos y políticas exteriores populistas. Contacte al autor en el correo electrónico daniel.wajner@fu-berlin.de o sígalo en Twitter en @WajnerD.

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2 Responses to El regreso de la Modernidad

  1. María Inés Guaita dice:

    Me fascinó

  2. Cinthia dice:

    Muy bueno

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