El problema de los niños soldado

10 mayo, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 4328

Las víctimas de los conflictos armados internos

Andina

Daniel Zorrilla Velázquez

Mayo 2021

Los conflictos armados en el mundo se han incrementado durante la última década, teniendo a las crisis de seguridad interna, la ingobernabilidad, la débil economía y la profunda desigualdad como algunas de sus principales causas. Estos recientes enfrentamientos presentan nuevas características y la mayoría tiene una naturaleza de conflicto armado no internacional, a diferencia de lo que ocurría en el pasado. Los conflictos internos se caracterizan por ser una situación de violencia ocurrida en el territorio de un Estado, en donde se dan enfrentamientos armados de manera prolongada entre las fuerzas estatales y uno o más grupos armados organizados, o entre dos o más grupos armados organizados entre sí. Este aumento en el número de conflictos internos cambia diversas dinámicas sociales, y en este sentido, ocasiona múltiples consecuencias lesivas para las poblaciones. Los habitantes de las zonas de conflicto armado son constantemente forzados a migrar de sus comunidades, se crean problemas de refugiados a largo plazo, y se ocasionan daños graves en la infraestructura y los servicios públicos, lo que afecta gravemente el bienestar general y los derechos humanos de la ciudadanía.

Los conflictos armados internos tienen consecuencias especialmente lesivas para los niños, pues son sujetos de abuso sexual, explotación, desplazamiento y muerte. Las niñas son desproporcionadamente afectadas por esta situación, pues son víctimas de violación y otras formas de violencia sexual, y son especialmente afectadas por los problemas de tráfico de personas. Se estima que en la actualidad, más de 350 millones de niños son afectados directa o indirectamente por los conflictos armados en el mundo, según un reporte publicado por la organización Save the Children.

Radiografía de un problema latente

Lamentablemente, los niños no están solamente involucrados en los conflictos armados de forma pasiva, sino que en un gran número de casos, participan de forma activa en la conducción de las hostilidades. Actualmente, decenas de miles de niños están sirviendo como soldados en conflictos armados en todo el mundo. Estas niñas y niños, que en algunos casos no rebasan los 8 años, sirven indistintamente en fuerzas estatales y en grupos armados organizados. La mayoría son reclutados por la fuerza, amenazados o manipulados para actuar, aunque otros se ven obligados a integrarse a los grupos armados debido a su profunda necesidad económica y al hambre, o simplemente para proteger a sus familias. El papel de los niños soldado no se limita a tomar parte directamente en los combates, sino que muchos de ellos son usados para llevar a cabo funciones de apoyo que también les representan un grave riesgo. Por ejemplo, algunos de estos niños son forzados a trabajar como cocineros, mensajeros, guardias o espías, mientras que otros son obligados a cumplir funciones mucho más deleznables, como realizar actos de tortura, violación, actos terroristas o incluso ataques suicidas. Sin importar el papel que cumplan en los conflictos armados, los niños son expuestos a niveles brutales de violencia que, en muchos casos, resulta en graves heridas que los deja con discapacidades físicas de por vida, sin mencionar el profundo daño psicológico y emocional que sufren.

Las sociedades de guerra

El profesor Bertrand Badie, del Instituto de Estudios Políticos de París, define a una sociedad de guerra como aquella en que los ciudadanos encuentran en la misma su forma principal de sustento, y que es una de las características principales de los nuevos conflictos armados en el mundo. La población civil está ahora en el centro de estos conflictos, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando este papel era principalmente representado por las fuerzas armadas de los Estados. Estos nuevos actores en los conflictos armados son liderados por milicias y señores de la guerra, quienes son poco propensos a la negociación para la paz, precisamente porque hacen de la guerra su negocio principal y no tienen ningún interés en terminar los conflictos. Son estos grupos de milicias los que reclutan en mayor medida a los niños soldado que, tristemente, también dependen de la guerra para tener un sustento. Lo anterior, es ocasionado por la falla de las sociedades en proveer a los niños con una seguridad mínima y acceso a una alimentación sana, a la salud, a la educación y, en general, a un estado de bienestar que forma parte de sus derechos humanos fundamentales.

Entre los países que tienen la mayor proporción de niños soldado participando en conflictos armados internos están la República Democrática del Congo, Somalia, Siria y Yemen. Estos países han sufrido enfrentamientos desde hace varios años, incluso décadas, en donde el origen de los conflictos tiene que ver principalmente con una crisis del contrato social y el colapso del Estado, que se deriva de una falta de integración social, falta de acceso, desigualdad y falta de legitimidad de los poderes públicos.

La respuesta de la comunidad internacional

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha manifestado que la protección de los niños afectados por los conflictos armados es una parte central de cualquier estrategia para la resolución de los conflictos en general, y que debe de tomarse como una prioridad en la agenda de la comunidad internacional. Después de la publicación de un preocupante reporte sobre el brutal impacto de los conflictos armados sobre la niñez, se estableció la Oficina del Representante Especial del Secretario General para la Infancia y los Conflictos Armados. A partir de esto, se identificaron seis graves violaciones a los derechos de los niños durante los conflictos armados, basadas en la viabilidad de ser monitoreadas y verificadas, y por las terribles consecuencias en las vidas de los niños: el reclutamiento y uso de los niños; el homicidio y mutilación de los niños; la violencia sexual en contra de los niños; los ataques en contra de escuelas u hospitales; el secuestro de niños, y la negación al acceso humanitario.

Los conflictos armados internos tienen consecuencias especialmente lesivas para los niños, pues son sujetos de abuso sexual, explotación, desplazamiento y muerte.

En consecuencia, el Consejo de Seguridad facilitó la creación de posteriores medidas para prevenir y atacar la violencia contra los niños durante los conflictos, como reportes anuales, el establecimiento de sistemas de monitoreo nacional en aquellas regiones más comprometidas, la creación de grupos de trabajo y el establecimiento de diálogos para llegar a acuerdos con los grupos armados para que terminen con la violencia contra los niños.

En el mismo sentido, en 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño Relativo a la Participación de Niños en los Conflictos Armados. El instrumento anterior prohíbe la participación de niños menores de 18 años en las hostilidades, y ha sido ratificado por un total de 170 países. Además, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ha sido asignado con la fundamental encomienda de reintegrar a los niños soldado a sus comunidades de origen, mediante apoyo psicosocial, educación y otras medidas tendientes a que estos niños puedan volver a la vida civil. Sin embargo, lo anterior no solamente depende del trabajo sobre los excombatientes, sino que depende también de un trabajo de entrenamiento y sensibilización de las familias y de las comunidades, pues muchas veces los niños soldado que retornan, se encuentran con fuertes manifestaciones de rechazo e incluso con más violencia.

Conclusión

A pesar de que los esfuerzos del sistema de las Naciones Unidas han logrado liberar y reintegrar a miles de niños soldado a sus comunidades, la realidad es que este fenómeno sigue ocurriendo y no se vislumbra una pronta solución del problema. Por un lado, si las causas de fondo de los conflictos no son atendidas, los conflictos seguirán ocurriendo e incluso se generarán nuevos enfrentamientos. Las crisis económicas, sociales, políticas y humanitarias, especialmente en África Central y Oriental, han ocasionado una ruptura del contrato social y han originado en Estados fallidos, generando interminables situaciones de violencia y el establecimiento de sociedades de guerra, en las que los conflictos están totalmente normalizados. En este aspecto, la comunidad internacional debe de invertir más recursos para tratar de terminar con la imperante desigualdad y falta de acceso de los ciudadanos de los países más afectados.

Por otro lado, hay testimonios de los activistas a cargo de la reintegración de los niños soldado, en donde exhiben que estos programas están infrafinanciados, y no están logrando atender a un gran número de niños y jóvenes, lo que hace que no tengan otra salida que volver a venderse como combatientes y se reinicie el círculo de violencia. Es de importancia central que estos niños y las comunidades de destino reciban el apoyo necesario para que puedan retornar a un estado de paz, y se les otorgue una oportunidad de reconstruir sus futuros. En uno de los documentos de trabajo de las Naciones Unidas en la materia, se establece que la protección de los niños de los efectos de los conflictos armados es un imperativo moral, una responsabilidad legal y una cuestión de seguridad y paz internacionales. Por lo tanto, es necesario que haya más compromiso, más esfuerzo y más voluntad para que se asegure que el sufrimiento de los niños termine y que se les brinde la oportunidad de tener una vida digna y feliz.

DANIEL ZORRILLA VELÁZQUEZ es maestro en Administración Pública por la University of Texas, San Antonio. Fue becario en el Congreso de Estados Unidos e investigador en el Instituto de Desarrollo Económico de Texas. Actualmente, es profesor e investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

 

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