El papel del poder legislativo en el desarrollo de una visión geopolítica mexicana

28 junio, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Latinoamérica, Portada • Vistas: 1437

Senado de la República

Rodrigo Delgado Méndez

Junio 2021

Cuando se habla de geopolítica, es probable que venga a la mente el caso de las inversiones de China en los países en desarrollo mediante sus empresas tecnológicas, bancarias y de ferrocarriles, con el objetivo de generar zonas de influencia como si se tratara de una nueva Guerra Fría. En una primera aproximación, esto es correcto ya que la geopolítica ayuda a entender, desde una visión un tanto simplificada, cómo funciona la dinámica de la competencia por el poder. En este sentido, los bloques o los países más poderosos se disputan el dominio mundial como si se tratara de un tablero de ajedrez en el que deben mover las piezas estratégicamente para ganar, como lo describió en 1998 Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter. De tal modo que la búsqueda del dominio geopolítico no permite a todos los países participar como jugadores que pueden mover piezas en el juego, y solo se lo permite a aquellos que cuentan con ciertas condiciones de cohesión estatal que facilitan una proyección hacia el exterior. De esta forma, China, tal y como se encuentra en el imaginario colectivo, hoy es sin duda una de esas grandes potencias.

De forma más precisa, podemos definir la geopolítica como un enfoque de las relaciones internacionales, centrado en la distribución del poder, la influencia y la seguridad de los Estados, que hace hincapié en las condiciones que presenta la geografía. Dado que el dominio del espacio geográfico en el mundo ha cambiado desde que surgieron las primeras teorías geopolíticas el siglo XIX con Halford Mackinder y Friedrich Ratzel, el enfoque de su estudio también ha sido modificado y ha pasado de promover ideas expansionistas a utilizar ideas basadas en una competencia de suma cero. Asimismo, debido a que el mundo llegó a un equilibrio de poder después de la Guerra Fría ya que las armas nucleares funcionaron como grandes disuasores, como lo señaló Edward Luttwak, la importancia del poder militar ha dado paso al poder económico, en lo que se puede llamar un cambio de enfoque desde la geopolítica hacia la geoeconomía, que se entiende como el uso de herramientas económicas para promover objetivos geopolíticos.

De la geopolítica a la geoestrategia

Volviendo a la analogía del tablero, es pertinente mencionar que, el resto de los países no son solo observadores, también buscan maximizar sus beneficios al hacer alianzas y hacer uso de la geopolítica, sin embargo, es importante mencionar que sus canales de acción son distintos. Buscan hacer que sus ventajas geográficas y las herramientas políticas de las que disponen provoquen que el sistema multilateral se alinee a sus intereses. Esta mirada geopolítica, aplicada de manera práctica por los hacedores de política, es lo que se conoce como geoestrategia.

Si bien, todos los países desarrollan su política exterior, no todos cuentan con una visión geoestratégica como parte de ella. Sin embargo, carecer de una visión geopolítica no significa que no exista una política exterior adecuada, ya que se pueden tomar las mismas decisiones sin la mirada geopolítica. Un ejemplo podría ser la integración de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la cual, a grandes rasgos, brindó importantes ventajas para este país. Dadas las condiciones del comercio exterior de aquel momento, no se puede objetar que el proceso de integración comercial con Canadá y Estados Unidos ofrecía una gran ventaja frente a las limitaciones del comercio con el resto de los países. Sin embargo, a pesar de que esta decisión fue parte de la política exterior mexicana de ese entonces, no formó parte de una visión geopolítica o geoestratégica, ya que se olvidaron preceptos como seguridad energética o alimentaria. La geoestrategia conlleva, en primer lugar, el establecimiento de una agenda con objetivos de seguridad y soberanía ante el resto de los competidores. Conviene entonces dar ejemplos de países en desarrollo que han implementado geoestrategias con resultados positivos para sacar a relucir la importancia de contar con un enfoque geopolítico.

Un primer caso es la renegociación de la deuda externa de Egipto. Partiendo de una visión geoestratégica, en 1991, Egipto dio su apoyo a la coalición liderada por Estados Unidos contra el gobierno de Saddam Hussein en Irak, aportando el mayor contingente árabe a la guerra con 35 000 hombres. A cambio, el gobierno egipcio obtuvo la refinanciación de 1100 millones de dólares de deuda, por lo que se le perdonaron 550 millones de dólares.

Si bien, todos los países desarrollan su política exterior, no todos cuentan con una visión geoestratégica como parte de ella.

Otro ejemplo es el de Turquía y el pacto migratorio de la Unión Europea. En 2016, ante las continuas oleadas de migrantes de África hacia la Unión Europea por medio de Turquía, el bloque europeo negoció un acuerdo con este último país para retener a los migrantes en su territorio a cambio de 6000 millones de euros y de facilidades migratorias para los turcos. Desde entonces, Turquía ha sacado ventaja geopolítica del acuerdo, bajo amenazas constantes a su cumplimiento, con el fin obtener el apoyo de la Unión Europea en la guerra de Siria.

Un último ejemplo es el de la estrategia de los fondos soberanos de Singapur. Este Estado, que obtuvo su independencia apenas hace 55 años, cuenta con menos de 6 millones habitantes y una superficie de 697 kilómetros cuadrados, tiene dos importantes fondos de inversión soberanos, el Government of Singapore Investment Corporation y el Temasek Holdings, con un valor de 440 000 y 159 000 millones de dólares. La estrategia de dichos fondos ha generado controversias al interior de los países en los que han invertido, adquiriendo durante la crisis financiera de 2008 participaciones importantes en los bancos UBS de Suiza y Citigroup de Estados Unidos, así como en infraestructura ferroviaria en Alemania. Los fondos de inversión soberanos han sido los chivos expiatorios de políticos nacionalistas en los países en desarrollo por considerarlos instrumentos importantes en la estrategia geoeconómica, pues comienzan a ser mecanismos clave en la adquisición de infraestructura estratégica en los países en los que invierten, llegando a ser obstaculizados por las autoridades de los países sujetos de inversión.

El papel de Congreso

Lo que estos ejemplos tienen en común y que, efectivamente, muestran la teoría geopolítica mencionada, es una visión de Estado, que bien puede surgir desde el poder legislativo. En este sentido, la Cámara de Diputados y el Senado pueden analizar los aspectos relevantes, tanto presentes como futuros, para proponer una geoestrategia que beneficie al Estado mexicano en la competencia mundial. De ahí la importancia de cuestionar de qué manera se ve involucrado el Congreso en el ámbito de las relaciones internacionales y cómo puede desarrollar una visión geopolítica que sea útil para México.

En primer lugar, la Cámara de Diputados debe tener un claro entendimiento de las tendencias geopolíticas presentes, como la lucha contra el cambio climático, las tensiones entre China y Estados Unidos, el desarrollo de la infraestructura 5G, la proliferación nuclear o los nuevos conflictos violentos que han surgido en gran parte del mundo. Asimismo, debe estar al tanto de otros temas importantes, como la falta de liderazgo a nivel internacional. Esto debido a que los líderes mundiales han optado por poner mayor interés en los problemas locales y han dejado de lado el escenario internacional. En otras palabras, se presenta un escenario internacional con ausencia de poder colectivo, lo que resulta paradójico dado que los niveles de interdependencia son cada vez mayores. Si no se logra enarbolar un multilateralismo eficaz, basado en los principios de coordinación y cooperación, los resultados en el escenario internacional serán desiguales para todos. En este sentido, México debe estar preparado para desarrollar no solo una política exterior, sino una que esté acompañada de una visión geoestratégica, y el Congreso es un lugar legítimo para su creación.

En segundo lugar, en un plano principalmente prospectivo, los diputados y los senadores deben tener presentes las tendencias que se avecinan como amenazas al Estado mexicano. Derivado de ello, deberán legislar con miras al futuro y anticipar qué elementos serán fundamentales en temas como el cambio climático o el cibercrimen y qué elementos podrían convertir en imposible el cumplimiento de una norma. Al legislar de esta manera, habrá ventajas brindadas por la anticipación y prevención.

En tercer lugar, los congresistas deben contar con una visión geopolítica para afrontar las restricciones que los acuerdos comerciales generan en su facultad de legislar. Por ejemplo, considerando que México cuenta con trece tratados de libre comercio con cincuenta países y que los capítulos de derechos humanos tienen rango constitucional, hay algunos temas que prevén restricciones u obligaciones para el Estado mexicano, como en materia de derechos de autor, legislación laboral, asuntos medioambientales, entre otros, los cuales deben de ser considerados al momento de legislar.

Cabe mencionar que los acuerdos de libre comercio no son la única fuente de restricciones a la tarea legislativa proveniente del escenario internacional, pues la dinámica del Derecho Internacional ahora se impone por medio de estándares internacionales, ya que es más fácil su implementación. Establecidos por cuerpos llamados Organismos Emisores de Estándares (OEE), las “mejores prácticas” en regulación se acuerdan para su implementación nacional y voluntaria por parte de los países miembros. Si bien dichos estándares no son obligatorios en el ámbito jurídico, los miembros del OEE se comprometen a implementarlos sin que haya medidas coercitivas para ello, es decir, los miembros tan solo son sujetos de persuasión y de presión de sus pares para el cumplimiento de los acuerdos.

En el espacio geoeconómico, esta estrategia es común. Organismos como el Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria o la Organización Internacional de Comisiones de Valores son de los principales OEE. Además, aunque no son organismos representativos, México forma parte de ellos y sus estándares son puntualmente aplicados en la legislación nacional. Ejemplo de ello es la aplicación de los Estándares de Basilea III en 2013, cuando México se declaró “el primer país en aplicar Basilea III” haciéndolo de manera anticipada 2 años antes de la entrada en vigor del estándar. Esto implicó que los bancos mexicanos necesitaran mantener mayores requerimientos de capital que los requeridos a nivel internacional, incluso cuando en países como Estados Unidos el estándar anterior, Basilea II de 2004, no había sido plenamente adoptado por considerarlo contrario a la competitividad de su industria. En este sentido, el poder legislativo debió tomar en cuenta el contexto de estas iniciativas y considerar los impactos que el cumplimiento de este tipo de estándares podría tener. ¿Acaso no deben los legisladores ser partícipes de las motivaciones que impulsan los cambios de las leyes nacionales en este tipo de circunstancias?

En cuarto lugar, desde la Cámara de Diputados se puede identificar en qué espacios se debe actuar bajo la función de control político respecto a la política financiera internacional desplegada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Esto se debe a que las facultades del Senado se limitan a dar seguimiento a la política exterior mexicana con base en los informes anuales, de acuerdo con el artículo 76 constitucional, y, en cambio, la Cámara de Diputados tiene facultades exclusivas que permiten la rendición de cuentas del poder ejecutivo. En particular, se puede señalar lo relativo a la conducción de las relaciones de gobernanza de los organismos financieros internacionales, de los cuales se obtienen los créditos autorizados anualmente en el Presupuesto de Egresos de la Federación. Otro ejemplo es lo concerniente a la aprobación y el seguimiento del Plan Nacional de Desarrollo, el cual, bajo el principio de Fortalecimiento de la Soberanía, puede ser evaluado por los diputados para analizar la conducción de la política financiera internacional.

A pesar de los cambios en la dinámica de las relaciones internacionales, la geopolítica ha demostrado que continúa siendo un enfoque útil para los Estados dominantes en sus objetivos de seguridad y desarrollo.

En quinto lugar, la participación directa de los congresistas en órganos internacionales de encuentro entre homólogos como, ParlAméricas, Parlatino o la Unión Interparlamentaria, que son escenarios en donde se desarrolla la diplomacia parlamentaria, permiten la implementación directa de una perspectiva geopolítica. Como ejemplo de dicha tarea se puede señalar la importancia que tuvo la intervención de los diputados mexicanos en encuentros con sus homólogos norteamericanos del Partido Demócrata para la ratificación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá. Asimismo, la responsabilidad que otorga ser la representación de la pluralidad del pueblo mexicano genera el compromiso de posicionar favorablemente la imagen de México en el exterior, para lo cual una perspectiva geopolítica puede guiar el quehacer legislativo.

En sexto lugar, el Congreso no debe limitarse a actuar como espectador en un espacio que brinda la oportunidad de participación soberana. Por ejemplo, ¿qué espacio de participación merecen los legisladores en la conducción de México en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)? En cuanto al Senado, diversos temas de interés en la agenda de la ONU serán consistentes con nuestro marco legislativo, por lo tanto, los legisladores tendrán que involucrarse en las iniciativas de política exterior para hacerlas consistentes con el marco jurídico mexicano. Por otro lado, los diputados, en su papel de representantes populares con un contacto social permanente, pueden impulsar temas de relevancia para la población mexicana a la agenda.

De esta forma, siempre que haya una coordinación eficiente entre el ejecutivo y el Congreso, la implementación de los acuerdos internacionales será cada vez mejor y más eficaz, pues las iniciativas de ley serán consistentes con las directrices de los organismos internacionales, a la vez que, previo a su aprobación, la posición mexicana será consistente con el marco de referencia geopolítico establecido en coordinación de los dos poderes.

A pesar de los cambios en la dinámica de las relaciones internacionales, producto del devenir histórico, la geopolítica ha demostrado que continúa siendo un enfoque útil para los Estados dominantes en sus objetivos de seguridad y desarrollo, pero también ha ofrecido ejemplos de cómo, bajo ciertas circunstancias, los países menos poderosos pueden tomar ventaja de sus condiciones mediante una visión geoestratégica.

Por sus características geográficas, México tiene una posición envidiable en el tablero mundial, por lo que, ante un escenario internacional de incertidumbre, una visión geopolítica puede ser de gran utilidad como parte de la política exterior. Dicha visión tiene en el poder legislativo un espacio propicio para su germinación, pues el trabajo propio de los legisladores conlleva, entre otras cosas, la necesidad de entender plenamente las tendencias geopolíticas en disputa en el mundo para detectar tanto las amenazas al Estado mexicano, como para actuar de forma efectiva a pesar de las restricciones que implica ser parte de acuerdos comerciales internacionales y organismos internacionales. Sin duda, es una oportunidad que no deben dejar pasar por alto los próximos integrantes de la LXV legislatura.

RODRIGO DELGADO MÉNDEZ es maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es Subdirector de Asuntos Internacionales en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de México y Director General de Tiempos Modernos, Liderazgos Modernos, A.C. Sígalo en Twitter en Twitter @rodrigodelmen.

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