El futuro de la Unión Europea: el Next Generation EU

20 diciembre, 2021 • Artículos, Europa, PJ Comexi, Portada • Vistas: 6827

AESYR & Abogados

Giorgiana Martínezgarnelo y Calvo

Diciembre 2021

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Desde su fundación, en la década de 1950, la Unión Europea se ha convertido en el sistema de integración regional más avanzado de cuantos existen, y en el mayor espacio de paz, libertad, seguridad, prosperidad, cohesión e inclusión del mundo. Ese fue, precisamente, el objetivo perseguido por los “padres fundadores” de cara a sentar las bases de un modelo de convivencia cimentado sobre el peso de la herencia común y de las lecciones aprendidas tras las dos Guerras Mundiales que asolaron el viejo continente durante el siglo XX. Sin embargo, este proceso, fruto de la vocación de entendimiento de los veintisiete Estados miembros (tras la salida del Reino Unido como consecuencia del brexit) no ha estado exento de sacrificios, tensiones y negociaciones para tratar de alinear los objetivos estratégicos de cada uno de ellos en pro del interés general de la Unión Europea.

La crisis financiera sufrida hace una década, con origen en Estados Unidos, tuvo un impacto profundo en Europa y sus ciudadanos, y las medidas aplicadas para salir de ella abrieron hondas heridas entre los socios comunitarios, dificultando la toma de decisiones y su sistema de gobernanza. La explosión de la crisis del covid-19 supuso una prueba de fuego para que la Unión Europea repensara su razón de ser y pusiera en marcha mecanismos que reforzaran su cooperación (interna y externa), de cara a dar una respuesta adecuada a las necesidades de los ciudadanos, así como profundizar en su consolidación como actor de referencia mundial.

Un instrumento financiero creado para la recuperación de Europa

Este era precisamente el contexto que vivía la Unión Europea cuando el mundo entero se vio sacudido por un virus desconocido que puso en jaque nuestro modelo de convivencia y replanteó gran parte de las preguntas que considerábamos resueltas. El recelo entre los Estados venía heredado de la crisis financiera de 2008. Tras décadas de crecimiento e integración, las medidas adoptadas para tratar de recuperarnos de una crisis que cimbró el sur de Europa y puso en riesgo la pervivencia del euro, derivaron en un contexto de desigualdad creciente y de malestar de los ciudadanos con sus élites, cristalizada en el auge de movimientos populistas (con el brexit como punto álgido) y problemas para afrontar decisiones estratégicas clave, como la rediscusión sobre el Plan de Estabilidad, la emergencia climática, la puesta en marcha de la Política Migratoria Común, la Política Europea de Seguridad y Defensa o el Reforzamiento de la Comunidad de Valores que es Europa.

En este escenario, la triple crisis desatada como consecuencia de la globalización del virus del SARS-CoV-2 (sanitaria, económica y social) supuso un desafío crítico para la supervivencia de la Unión Europea como proyecto político. Nuevamente, la vocación de entendimiento se impuso, y los Estados miembros (junto a la Comisión Europea) fueron capaces de articular un plan de respuesta y reconstrucción histórico, que puede considerarse el más ambicioso (por su visión estratégica, alcance económico, dimensión política y movilización de recursos) de los que se han visto en el mundo.

Este plan, el Next Generation EU, busca aprovechar esta oportunidad para sentar las bases de la Unión Europea del futuro. Una Unión más verde, digitalizada e inclusiva, que pueda modernizar sus capacidades para seguir compitiendo y consolidándose como un actor de referencia global en el mundo posterior al covid-19.

Profundizando en los detalles del plan Next Generation EU, he de destacar el carácter histórico del mismo, debido a su envergadura y alcance, pero también por el alto grado de consenso y de cesiones que conllevó principalmente las transferencias directas de fondos (tipo subvención) y la mancomunización de la deuda, línea roja que parecía inasumible y que contribuía de manera definitiva al reforzamiento de los mecanismos de integración entre los Estados miembros.

Centrándonos en el volumen y los datos, el Plan de Recuperación de la Unión Europea se aprobó junto a otras medidas muy importantes (como el presupuesto), habilitando financiación ordinaria para los próximos 7 años por valor de 1 billón de euros, a la que se añadiría los recursos extraordinarios, propios del Next Generation EU, para los próximos años, por un valor de 750 000 millones de euros; es decir, una cantidad sin precedentes, cercana a los 2 billones de euros.

Los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia

Sin embargo, esta oportunidad no está exenta de riesgos. La implementación de dichos planes, a cargo de los Estados, ha sembrado dudas por su volumen, complejidad técnica y rigidez, motivo por el cual los europeos deben mostrar su capacidad para ejecutar los proyectos y utilizarlos como palanca de despegue.

Los planes, autorizados y supervisados por la Comisión Europea, estarán a cargo de los Estados miembros por medio de lo que se conoce como Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia, e irán acompañados de una serie de reformas que, junto al apoyo comunitario, permitirán afrontar, con base en seis pilares establecidos (transición verde o ecológica; transformación digital; crecimiento inteligente, sostenible e integrador; cohesión social y territorial; salud y resiliencia económica, social e institucional, y políticas para la próxima generación), así como poner sobre la mesa los problemas económicos y sociales de cada uno.

Los Estados miembros también deben adoptar ciertas medidas que deben estar alineadas a los desafíos comunes de la Unión Europea. Puestas en marcha durante el ejercicio del semestre europeo de 2021, las siete iniciativas emblemáticas (flagships) de la Estrategia Anual de Crecimiento Sostenible se basan en activación; renovación; recarga y repostaje; conexión; modernización; expansión; reciclaje y perfeccionamiento profesional, permitiendo un mayor aprovechamiento del instrumento financiero.

El papel de la Comisión Europea en el desarrollo de Europa

Debido a la dimensión, trascendencia y complejidad de lo que supone poner en marcha el Next Generation EU, el papel de la Comisión Europea en dicho proceso es crucial. Europa no puede permitirse errores, negligencias ni excesos, por lo que la definición de procedimientos claros, transparentes, independientes y auditados resulta fundamental.

Con la responsabilidad de garantizar los intereses financieros de la Unión Europea, la Comisión autorizará y supervisará el desarrollo y la implementación de los planes en cada uno de los Estados miembros, para lo cual se apoyará de un proceso de auditoría externa en el que la acompañarán el Tribunal de Cuentas Europeo, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude y la Fiscalía Europea.

Si como resultado de dicho proceso se observaran desviaciones, errores o malas prácticas a la hora de ejecutar los planes nacionales (fraude, corrupción, conflicto de intereses), la Comisión Europea tiene la capacidad de sancionar con proporcionalidad al Estado responsable.

El futuro de la Unión Europea

Al analizar el contexto global como resultado del impacto de la crisis del covid-19, las principales tendencias internacionales que vivíamos antes de la misma y los planes de recuperación y reconstrucción implementados por los principales actores políticos, considero que la Unión Europea está en gran disposición para salir fortalecida de este proceso y afrontar el futuro con esperanza.

Su objetivo, ser un actor de referencia internacional en un mundo regido por la globalización y el desarrollo tecnológico, en el que la sostenibilidad será el motor que impulse la economía y permita prosperar a países, empresas y ciudadanos, es realista y va en línea con lo que ha sido su papel histórico. Además, empresas y ciudadanos llevan tiempo trabajando en esta línea (regida por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y los criterios ESG), pero los recursos asignados para avanzar en base al verde, digital e inclusivo, pueden ser el impulso definitivo para ello.

Sin embargo, no todo son luces en el horizonte europeo. Los problemas de gobernanza que presentaba antes de la pandemia; la necesidad de afrontar una política migratoria que se ha mostrado como una de las grandes amenazas a su seguridad; la implementación del Fit for 55 de cara a cumplir con los compromisos climáticos establecidos; el desarrollo de su “autonomía estratégica”, coronada con su Política de Seguridad y Defensa, o el reforzamiento de la Comunidad de Valores, característica del proyecto europeo, son algunos de los desafíos que afrontará en un futuro cercano.

Los Estados miembros también deben adoptar ciertas medidas que deben estar alineadas a los desafíos comunes de la Unión Europea.

Consciente de que el proyecto regional debe priorizar a las nuevas generaciones, 2022 se convertirá en el Año Europeo de la Juventud y contará con la puesta en marcha de un nuevo programa denominado ALMA, que brindará a sus jóvenes la posibilidad de tener una experiencia profesional temporal en otro Estado miembro.

La Unión Europea tiene ante sí una oportunidad histórica. Para ello, es imprescindible la ejecución exitosa de los planes de recuperación, garantizar el carácter inclusivo de los mismos, recomponer la confianza entre los ciudadanos y las élites (la convocatoria de la “Conferencia sobre el Futuro de Europa” puede ser fundamental) y consolidar su encaje en el nuevo escenario multilateral a través de un “liderazgo global responsable”.

Estoy convencida de que, aunque desafiante, Europa sabrá responder a este reto. El mundo necesita una Unión Europea fuerte que consolide esta agenda y refuerce la cooperación como base de las relaciones internacionales.

GIORGIANA MARTÍNEZGARNELO Y CALVO es doctora en Ciencias Políticas con especialidad en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, maestra en Comercio y Economía Internacional por la Universidad Europea de Madrid y en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Formó parte del gabinete del Secretario General del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ). Fue asesora en la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu) de México y, actualmente, es Directora General del Global Youth Leadership Forum, foro impulsado por las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el gobierno de España. Ha representado a México en el Business 20 (B-20), la comunidad económica y empresarial del G-20 en Alemania, Argentina y Arabia Saudita, Italia e Indonesia. Sígala en Twitter en @GiorgianaCalvo. Las opiniones de la autora son personales.

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