Diplomáticos en tiempos del COVID-19

10 abril, 2020 • Asuntos globales, Latinoamérica, Opinión, Portada • Vistas: 9061

América Digital

 Dixon Moya

Abril 2020

Mientras escribo estas líneas, a inicios de abril de 2020, el mundo parece haberse detenido: calles desiertas en ciudades cosmopolitas, un panorama preapocalíptico, mientras buena parte de los habitantes del planeta estamos enclaustrados porque un poderoso enemigo microscópico nos ataca sin piedad. Esta es la crónica de un diplomático que aprovecha un breve momento fuera del teletrabajo, modalidad que, a diferencia de lo que la gente puede pensar, no deja mucho tiempo libre a los funcionarios en esta época de crisis.

Los miembros de la sociedad global que habitamos este planeta, vivimos tiempos difíciles, quizá los más angustiantes desde las Guerras Mundiales del siglo XX. Nuestra generación ha sido testigo de muchas catástrofes focalizadas, pero en lo que va del nuevo milenio no habíamos visto algo tan devastador como esta última versión de la familia de los coronavirus, bautizado con un nombre que será la identidad futura de 2020: el COVID-19. A pesar de tener experiencia con otras pandemias, este virus está demostrando que no estábamos suficientemente preparados como especie.

A pesar de tener experiencia con otras pandemias, este virus está demostrando que no estábamos suficientemente preparados como especie.

Hay varios grupos de servidores públicos y privados que están en el frente de batalla, iniciando con los trabajadores de la salud, a quienes este año se les debería entregar el premio Nobel de la Paz, dado que algunos incluso han ofrecido sus vidas y su integridad personal en la batalla por el bienestar de todos. También están los policías, los militares, los prestadores de servicios básicos, pero quiero destacar a unos profesionales que suelen pasar desapercibidos, cuando hacen bien su trabajo: los diplomáticos.

El trabajo diplomático resulta fundamental en la lucha contra este enemigo poderoso que no respeta fronteras territoriales ni nacionalidades. Los diplomáticos en organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud, deben trabajar de la mano de expertos en salud pública, buscando fuentes de cooperación internacional. De igual forma, en las relaciones bilaterales, sobre todo en países con conflictos en marcha o potenciales, en donde es necesario crear puentes de confianza para detener las acciones que llaman a la violencia y encauzar las energías en el combate del enemigo común a la humanidad.

La experiencia del cuerpo diplomático colombiano

En particular, quiero destacar a los integrantes del cuerpo consular. En el caso de Colombia, puedo dar fe que los consulados atendieron, físicamente en oficina, los trámites y necesidades de los usuarios, hasta el último día previo a la orden de las autoridades locales de los aislamientos domiciliarios obligatorios o cuarentenas. Después han continuado atendiendo las consultas y requerimientos por canales virtuales e incluso ilustrando sobre los trámites que se pueden hacer a distancia.

Los funcionarios consulares, en el caso colombiano, deben realizar varios trámites que implican un contacto cercano con las personas, pues es necesario tomar huellas dactilares, firmas y fotografías. Ante la urgencia manifiesta de los usuarios, se atendieron a riesgo de la salud e integridad de los funcionarios. Sin olvidar que varios de los diplomáticos y funcionarios consulares pertenecemos, bien sea por edad o por condiciones de salud prexistentes, precisamente a los grupos más vulnerables para los peores efectos de un posible contagio.

Una labor social y cercana a la gente

Una de las características del trabajo diplomático y consular es su naturaleza social, resulta muy importante el contacto personal, en reuniones o en atención individualizada. Procesos como la negociación diplomática, no se pueden concebir sin el contacto personal, algo que va más allá de una fría pantalla en una videoconferencia. La empatía entre dos negociadores, que muchas veces se logra fuera de la mesa de negociación, en espacios más amigables, es un aliado para lograr el éxito y que las partes se sientan mutuamente conformes con el resultado. Si algo identifica al COVID-19 es que es una enfermedad antisocial y parece castigar con más fuerza a países y territorios con una tradición de mayor cercanía física.

Aunque sea una teoría muy aventurada, lo cierto es que la manera más fácil de contagio de este virus es el contacto físico entre personas, y nuestra cultura de relacionamiento social en España, Italia y los países latinoamericanos es mucho más cálida y cercana que en otras latitudes, en donde la distancia social y el espacio de cada uno son parte de los hábitos de convivencia. Es parte de esta tragedia que se castigue una cultura cálida y amigable, en donde incluso al extraño lo podemos recibir con un abrazo de hermano.

Sea como fuere, el trabajo diplomático y consular, encierra un riesgo implícito y ya hemos tenido casos de colegas víctimas en el cumplimiento del deber. Al menos es conocido el caso de un Cónsul chileno muerto en Argentina, y sabemos de otros contagiados. En estos casos, los ministerios de relaciones exteriores deben garantizar a las víctimas y sus familias, no solo todas las facilidades administrativas y financieras –como el cabal cubrimiento de las pólizas de seguro y salud personal–, sino también la manera de honrar su memoria y realizar ceremonias póstumas en el futuro, ya que es lógico pensar que quien muera por el COVID-19 encontrándose en país extraño, sus restos no podrán ser repatriados ni tendrá derecho a exequias familiares. Dejo esta inquietud, esperando que no tengamos muchos casos fatales en los servicios exteriores.

El trabajo diplomático y consular, encierra un riesgo implícito y ya hemos tenido casos de colegas víctimas en el cumplimiento del deber.

Muchos recuerdos dejará al mundo este COVID-19, algunos muy dolorosos, pero también para otros será la gran anécdota de sus vidas, aunque lo más importante sea las lecciones que nos deje a nuestra colectividad global, como la importancia de tener en cuenta a la ciencia, a la salud, la educación y la ecología como valores rectores, no solo promover a la economía como motor del mundo. Un fenómeno como el calentamiento global –que es un COVID-19 en cámara lenta–, nos debe suscitar la movilización colectiva, casi tanto como el papel higiénico al inicio de la actual crisis. Los gobiernos del mundo deben replantear sus prioridades y garantizar a sus comunidades, temas como la salud pública y el derecho a un ambiente sano y sostenible.

Los diplomáticos, tenemos la obligación de aconsejar a los gobernantes que las agendas internacionales, que al final son un reflejo de las prioridades nacionales, se enfoquen en estos temas fundamentales. De no hacerlo, simplemente estaremos asistiendo a la crónica de una muerte anunciada, una referencia de forma doble al clásico de las letras Gabriel García Márquez, una muerte planetaria, porque no habrá una segunda oportunidad para nosotros, la estirpe condenada a Cien años de soledad.

DIXON MOYA es Ministro Plenipotenciario adscrito a la Carrera Diplomática y Consular de Colombia, egresado de la Universidad Nacional de Colombia. Ha prestado servicios diplomáticos en Venezuela, Nicaragua, Emiratos Árabes Unidos. Es Cónsul General de Colombia en Chicago. Las opiniones expresadas por el autor en este artículo son personales, por lo que no comprometen la posición oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. Sígalo en Twitter en @dixonmedellin.

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3 Responses to Diplomáticos en tiempos del COVID-19

  1. Amparo dice:

    Creo que para quienes llevamos sangre latina la falta de contacto ha sido uno de los impactos más grandes que ha dejado esta pandemia. Peo por otro lado también es interesante encontrar sentimientos de cariño y espacios para valorar a amigos y conocidos. Bien por los diplomáticos y por todos aquellos que ayudan a construir un mundo mejor.
    Un gran abrazo

  2. Lucía Troncoso dice:

    En realidad la carrera diplomática encierra una gran responsabilidad y su trabajo es arduo y delicado a la vez..Cabe destacar, que ellos son la máxima representación de su país.
    En estos momentos de pandemia,
    han tenido que proteger a sus ciudadanos y enviarlos a sus países de origen y pienso que esto no ha sido fácil para ningún diplomático sin embargo, han realizado su trabajo con solidaridad.
    Mi felicitaciones a todos los Diplomáticos del mundo entero

  3. Estimado Colega: Para quienes tenemos el privilegio de ser parte de una Carrera Diplomática, este es un nuevo desafío entre los muchos que se presentan a lo largo de nuestro ejercicio profesional, en este caso con un doble riesgo, primero ser incomprendidos, criticados y hasta despreciados, pues difícilmente podremos atender y asistir a todos, y al hacerlo correr el riesgo de contagiarnos en algún momento. Aún así, conocedores de nuestro deber seguiremos en este nuevo frente de batalla enfrentándonos a un enemigo invisible pero poderoso, traicionero y devastador, al cual solo la coordinación entre países y organizaciones internacionales, especialmente dedicadas a la salud podrán derrotar. Gracias por su reflexiones.
    P.D.: Es otoño en Buenos Aires.

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