Desigualdad mundial en el acceso a la vacuna contra el covid-19

11 marzo, 2021 • Artículos, Asuntos globales, PJ Comexi, Portada • Vistas: 3347

Ideas para mitigar su impacto desde la cooperación internacional

SSA

Francisco Javier García Bellego 

Marzo 2021

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

La vacunación contra el covid-19 de casi 8000 millones de personas es, sin lugar a dudas, el reto más urgente que tiene hoy la comunidad internacional. Ya hay ⸺o ha habido⸺ riesgos de mayor envergadura, como el cambio climático o una guerra nuclear. Sin embargo, la actual pandemia reúne dos requisitos que la vuelven el riesgo más contundente: el tamaño de su impacto y el plazo tan inmediato en el que se presenta. Esto justifica, en mi opinión, el mayor esfuerzo de coordinación internacional para lograr la inmunidad mundial de forma equitativa, justa y eficiente.

Por fortuna, esa idea ha permeado en el debate multilateral desde inicios de la pandemia. De hecho, en el seno del 74º Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2020, fueron adoptadas por una mayoría contundente dos resoluciones que apelan a la cooperación entre los países para combatir la pandemia de covid-19. La mala noticia es que, a la par de ese debate, los países de renta alta han emprendido una estrategia de acaparamiento de vacunas que los expertos han incluso tildado de “compras de pánico”. Muchos países han asegurado lotes mayores para sus poblaciones por el temor de que alguna resulte menos eficiente o su envío tarde mucho.

De acuerdo con información del Centro de Innovación para la Salud Pública de la Universidad de Duke, hasta finales de febrero de 2021 se ha formalizado la adquisición de 7800 millones dosis de vacunas, de las cuales 1100 millones son vía la iniciativa COVAX. Las 6700 millones de dosis restantes son por medio de acuerdos nacionales o regionales, cuya distribución se muestra en la tabla 1.

Tabla 1: Distribución de vacunas contra el covid-19

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Lo primero que llama la atención es que el grupo de países de renta alta, que representa al 16% de la población mundial, ha asegurado vacunas para más del triple de su población. Eso afecta, de distintas maneras, al 84% restante. Una de las afectaciones es el tiempo en el que la mayoría de los países comenzará a recibir sus primeras dosis. Por ejemplo, si bien la tabla parece indicar que los países de renta baja ya cubrieron a su población con al menos una dosis, estas pertenecen a cargamentos que se comenzarán a distribuirse a partir de 2022. No está demás mencionar que esas vacunas pertenecen a un acuerdo firmado por la Unión Africana, que aún no estipula los lineamientos para su distribución.

La otra manera en la que esta estrategia afecta al resto de los países es en su poder de negociación con las farmacéuticas. Por un lado, los países de renta alta no tienen incentivos para compartir los detalles de sus acuerdos, lo que impide que el resto de los países negocien bajo condiciones similares. Por otro lado, esa incertidumbre pone a competir a las economías de renta media en búsqueda de los contratos más atractivos, más no necesariamente más baratos. En algunos casos, esa baja en el poder de negociación se ha tenido que compensar con beneficios adicionales. Algunos ejemplos son países como Brasil o la India que han firmado acuerdos a cambio de ofrecer instalaciones médicas para desarrollar y manufacturar ciertas vacunas, o Perú que ha aceptado llevar a cabo ensayos clínicos con su población. En el mejor de los casos, esos países tendrán un acceso extenso a la vacuna hasta finales de 2021.

Para ilustrar el punto anterior, vale la pena hacer un repaso de los países que ya iniciaron sus procesos de inoculación. De acuerdo con una investigación de Bloomberg, 98 territorios han comenzado con sus campañas de vacunación, sumando un total de 319 millones de dosis administradas. Tras un ejercicio similar al anterior, se obtienen los datos que se presentan en la tabla 2.

Tabla 2: Inicio del proceso de vacunación contra el covid-19

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Es evidente que a mayor nivel de renta, mayor la probabilidad de que ese país ya haya iniciado su proceso de inoculación. Personalmente, no cuestiono el hecho de que esos países comiencen a administrar las dosis ya recibidas. Al contrario, gracias a eso es que, por lo pronto, son más los casos diarios de inoculaciones que de pruebas positivas a SARS-CoV-2. El problema es la probabilidad de que esa relación se revierta mientras más nos acerquemos a la fecha en la que los países de renta alta terminen sus campañas y el resto comience. Es en miras a ese momento de la pandemia que considero lamentable el acaparamiento de vacunas por parte de los países industrializados.

Desde el punto de vista nacional, tiene sentido que los países quieran vacunar a la totalidad de sus poblaciones antes de preocuparse por las demás. Sin embargo, ese análisis no considera las consecuencias que, en el largo plazo, derivarán de las externalidades negativas de no inocular a todas las poblaciones de riesgo, independientemente de su país de origen. El mayor de estos riesgos es el surgimiento de nuevas cepas que disminuyan la efectivad de las vacunas ya administradas, lo que generaría nuevos cierres contingentes de fronteras. Eso llevaría a nuevas interrupciones en las cadenas de suministro mundiales, afectaciones a las decisiones de inversión y una desaceleración de la industria turística.

Si los países de renta alta mantienen la actual estrategia de enajenación de vacunas, estaríamos seguramente garantizando el escenario catastrófico descrito anteriormente. Modificar esa estrategia tampoco se trata de regresar vacunas adquiridas al mercado o venderlas más barato a los países que las necesitan. Pecaría de pesimista si dijera que eso no ayuda, pero no considero que sea una solución suficiente. Esto quiere decir que, sumado a una relajación en la política de acaparamiento de vacunas, debe haber un esfuerzo adicional por parte de la comunidad internacional.

Políticas solidarias

Hay distintas maneras en la que los países industrializados pueden mitigar el efecto de sus políticas. La primera es dejar las vacunas con precio y logística más accesibles a aquellos países de renta media baja y baja. Eso facilitará la labor de inocular a poblaciones rurales o en grandes extensiones territoriales. En sintonía con este esfuerzo, es necesario que los actuales donantes mantengan sus compromisos financieros y, de ser posible, los aumenten progresivamente, hacia la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI), el único de medio de obtención de vacunas para muchos países.

La cooperación técnica es una solución que ayuda a minimizar riesgos, costos y tiempos. Una vez que los países industrializados acaben sus campañas de vacunación, estos pueden enviar brigadas médicas para apoyar en las campañas de aquellos países con falta de personal. Estos programas de cooperación técnica incluso podrían servir para capacitar a más personas médicas y así incrementar el capital humano en el corto plazo. Asimismo, podrán financiar la construcción de clínicas, centros de vacunas o infraestructura para el resguardo de vacunas.

De igual forma, cuando los países de renta media alta sean los siguientes en alcanzar inmunidad nacional, estos podrán generar esquemas de cooperación triangular con países industrializados para apoyar a aquellos que seguirán en la contienda contra el virus. Estos esquemas son particularmente atractivos para regiones desiguales y propensas a la migración, como Mesoamérica y Eurasia.

Por último, no hay que olvidar el enorme rezago económico que deriva de la pandemia, el cual se estima que tardará 10 años en ser superado. Desafortunadamente, ese efecto será aún más perjuicioso para los países menos desarrollados. Sumados a los esfuerzos de cooperación técnica, es necesario que los países industrializados promuevan otras facilidades de corte financiero para ayudar a las economías más susceptibles a minimizar el efecto de la pandemia.

Las buenas intenciones deben encontrar su camino del tintero a la acción, y no debemos descartar la cooperación internacional como el vehículo adecuado para lograrlo.

Una primera propuesta es el congelamiento momentáneo del pago de la deuda a los países menos desarrollados, con el objetivo de que puedan dirigir esos recursos a la reactivación económica sin generar mayores intereses. En segundo lugar, es necesario expandir la liquidez de instituciones financieras, tanto nacionales como internacionales, para la obtención de líneas de crédito a favor de países de renta media. Estos créditos deben ser asequibles tanto para los gobiernos como para el sector privado, para que ningún actor quede fuera de los esfuerzos de desarrollo económico. Finalmente, se debe hacer un llamado para que los países miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aumenten, o al menos no disminuyan, sus contribuciones a la ayuda oficial al desarrollo, la cual ha sido clave para momentos que exigen resiliencia.

La comunidad internacional ya se ha expresado a favor de una respuesta con base en principios como la equidad mundial, la reciprocidad y el respeto igualitario. Estos ya han sido adoptados en el seno de organismos como la ONU, el G-20 y la OCDE. Sin embargo, las buenas intenciones deben encontrar su camino del tintero a la acción, y no debemos descartar la cooperación internacional como el vehículo adecuado para lograrlo. Es evidente que la pandemia de covid-19 exige una respuesta internacional única en su clase y que nuestra diligencia ⸺o falta de⸺ definirá una nueva época como comunidad internacional. La historia reciente nos ha enseñado que esfuerzos de ese calibre necesitan de una persona líder con el capital político y la credibilidad suficientes en el momento indicado. En el pasado lo fue Francia para el Acuerdo de París sobre cambio climático, así como Alemania con la crisis de refugiados. En esta ocasión, aún no queda claro si algún país tomará esa iniciativa. Lo que sí podemos inducir, no obstante, es que si alguien lo llega a hacer, estará aceptando de por medio un papel protagónico para el porvenir de las relaciones internacionales.

FRANCISCO J. GARCÍA BELLEGO es Director de Proyectos de Cooperación Económica en la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid) de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México. Anteriormente fungió como Jefe de Departamento de Visitas de Estado en la Dirección General de Protocolo de la SRE. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el ITAM. Sus temas de interés son política exterior mexicana, cooperación internacional y desarrollo sustentable. Sígalo en Twitter en @pacogbellego.

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One Response to Desigualdad mundial en el acceso a la vacuna contra el covid-19

  1. Ricardo Sánchez Méndez, Consejero dice:

    Una referencia obligada leer este importante artículo en estos tiempos complicados que vivimos. Felicitaciones sinceras Francisco !

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