Alianza del Pacífico: evolución, retos y oportunidades

7 febrero, 2023 • Artículos, Latinoamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 4881

Manual de Comercio Exterior

logo fal N eneAndrea Navarro de la Rosa

Febrero 2023

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Las iniciativas y los mecanismos para incentivar los procesos de integración subregional entre los países de Latinoamérica, no son un tema nuevo y mucho menos desconocido en el mundo moderno. Desde la década de 1960, en el llamado “viejo regionalismo”, proyectos como la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALADI), pusieron sobre la mesa la necesidad de incrementar acuerdos económicos multilaterales. Tales acuerdos buscaban, con el protagónico modelo de sustitución de importaciones de ese entonces, incrementar el potencial económico entre los países miembros para hacer frente a los contrapesos de otras economías regionales y dentro del continente, como Estados Unidos.

Tristemente, estos primeros intentos no terminaron de cohesionarse debido a los distintos hechos políticos de sus líderes y sociedades que alteraron dicho proyecto: golpes de Estado, militarización, movimientos sociales masivos que denunciaban la corrupción, desapariciones forzadas y violaciones a la libertad de expresión, por mencionar algunas acciones que han impedido, por decir algo, el “sueño latinoamericanista bolivariano”.

Más tarde, en la etapa del regionalismo nuevo o abierto (de las décadas de 1980 y 1990), apareció el modelo de integración subregional que parecía tener la respuesta a todos los intentos fallidos de unificación e integración ⸺al menos en América⸺ donde, a raíz de los postulados liberales del Consenso de Washington, se dio pie al dinamismo comercial más importante de nuestro continente. En consecuencia, se propició la proliferación de acuerdos o tratados de libre comercio, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora el Tratado México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC) y el Mercado Común del Sur (Mercosur).

Sin embargo, el estancamiento casi inminente de estos espacios de cooperación y libre mercado se hizo visible en las primeras 2 décadas del siglo XXI. La principal razón fue la falta de continuidad de las visiones comunes y estabilidad política de los jefes de Estado de los países que han conformado esos espacios, como ha sido el caso del Mercosur. Al mismo tiempo, los países signatarios han tenido que enfrentar crisis económicas (las más fuertes entre 2008 y 2011 y, posteriormente, durante la pandemia de covid-19 de 2020). Además, han tenido que ceder ante presiones internas mayormente derivadas de los grupos de cabildeo empresariales, e impulsadas por los tiempos electorales nacionales; signo distintivo del T-MEC en una lucha constante frente a las recientes “reconsideraciones” de Estados Unidos.

Empero, más allá de las crisis políticas y económicas que concluyeron en desestabilizaciones de países como Argentina, Brasil y Venezuela, además del reciente caso de Perú, y que han orientado a casi toda Latinoamérica hacia los liderazgos de las “nuevas izquierdas”, a inicios del siglo XXI surgió una nueva etapa en las iniciativas de integración latinoamericana. La nueva etapa se ha desarrollado en un intento de rescatar la idea de conformación de bloques económicos capaces de enfrentar los retos y los desafíos de un mundo tecnológicamente evolucionado, más competitivo y en constante cambio.

Es en el regionalismo posliberal o abierto que surgen nuevas propuestas de integración, cuya base ha sido la coordinación política y económica, como la Unión de Naciones Suramericanas, impulsada mayormente por Venezuela, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Pero es en esta etapa donde tiene lugar la iniciativa sui géneris que ha sobrevivido más de una década pese a los distintos vientos políticos y tendencias de mercado: la Alianza del Pacífico.

Evolución, retos y oportunidades

Con la firma de la Declaración Presidencial de Lima (2011), cuatro socios comerciales ⸺Chile, Colombia, México y Perú⸺ acordaron experimentar y consolidar una iniciativa de integración profunda al unir las cuatro libertades del mercado común (bienes, servicios, capitales y personas), las cuales se convertirían en sus cuatro pilares fundamentales, adicionando un eje transversal de cooperación. Así, una vez la entrada en vigor del Acuerdo Marco (2015) y del Protocolo Adicional al mismo (2016), la Alianza del Pacífico se planteó como una “estrategia de integración innovadora y flexible, con metas claras, pragmáticas y coherentes” con los modelos de desarrollo y la política exterior de sus países miembros.

Aunque dicha iniciativa comenzó con un enfoque neoliberal, con una impresión del regreso de la “intención hegemónica” de Estados Unidos en la región latinoamericana al ser su primer Estado observador, y debido a que los presidentes Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos, Felipe Calderón Hinojosa y Alan García compartían una buena relación con su vecino del norte, además de un ánimo en pro del libre mercado, el experimento pronto se convirtió en un bloque independiente y, hasta cierto punto, consolidado.

Así, los “pumas del Pacífico” enviaron un ambicioso mensaje justo al año de su entrada en vigor, en la que se anunció como un grupo pragmático y de articulación política en pro de impulsar el libre comercio. Incluso el bloque definió que su mayor prioridad sería estar al nivel de los dinámicos, competitivos y pragmáticos “tigres de Asia-Pacífico”, con quienes, mediante la figura de Estado asociado, buscarían constantemente acuerdos ambiciosos y positivos para el intercambio e integración económica intercontinental. Dicho objetivo se ve cada vez más cercano con la materialización de Singapur como primer Estado asociado desde enero de 2022.

El atractivo de la Alianza del Pacífico en los 11 años de su existencia ha permitido que hoy sea el mecanismo de integración más sostenible y observado de Latinoamérica.

El atractivo de la Alianza del Pacífico en los 11 años de su existencia ha permitido que hoy sea el mecanismo de integración más sostenible y observado de Latinoamérica. De este modo, la Alianza ha causado especial interés en 31 países de Europa, 14 de América, 12 de Asia, 2 de África y 2 de Oceanía, dando un total de 61 Estados observadores, más que ningún otro mecanismo de integración subregional en la historia.

La Alianza del Pacífico es una iniciativa que ha dejado muy clara su apertura a recibir nuevos países miembros que compartieran su visión y objetivo en común, siempre y cuando se tuviera un solo tratado de libre comercio con alguno de los cuatro Estados miembros, y el candidato fuera un país de la región. En su momento, han sido Costa Rica (2015-2017), Panamá (2015), Guatemala (2018) y Ecuador (2022) quienes han manifestado interés en convertirse en miembros de la Alianza. No obstante, solo el último ha avanzado con México en las negociaciones para materializar un tratado de libre comercio bilateral.

Asimismo, es sabido que la Alianza del Pacífico se ha mantenido como la octava potencia económica y la octava potencia exportadora a nivel mundial, representando en bloque 41% del PIB en Latinoamérica y atrayendo 38% de la inversión extranjera directa a la región. Aunque, debido a la última crisis económica causada por la pandemia de covid-19, el comercio exterior e interior de la Alianza no ha podido alcanzar su potencial en bloque. Respecto al potencial del capital humano, los cuatro países concentran una población de poco más de 231 millones de personas (2021), en su mayoría joven, y que constituye una fuerza de trabajo calificado. Además, representando un PIB de 19 dólares de paridad de poder adquisitivo (2019).

Es claro que las fortalezas de la Alianza del Pacífico se deben a la unión de cuatro potencias emergentes que no han hecho más que consolidarse como un mercado atractivo con poder adquisitivo en constante crecimiento. Mucho de ello se debe también a su estructura interna, ya que para evitar la falta de continuidad en la articulación política y de cooperación entre los miembros, hoy hay veintiséis equipos técnicos y de expertos en temas como educación, economía digital, pequeñas y medianas empresas, género, turismo, el subgrupo del Operador Económico Autorizado y del Consejo Empresarial, etc. De igual manera, cuenta con mecanismos innovadores, como la creación de Ventanillas Únicas de Comercio Exterior, la desgravación del 100% de aranceles al 2030, la creación de ocho sedes de embajadas compartidas (Argelia, Azerbaiyán, Ghana, Hungría, Irlanda, Marruecos, Singapur y Vietnam), la integración de las bolsas de valores en el Mercado Integrado Latinoamericano, por mencionar los más exitosos y en progreso.

No obstante, cabe recordar que el gran reto para la continuidad y permanencia de la Alianza del Pacífico aún sigue siendo la voluntad política de sus miembros, más allá de sus protagonistas políticos internos y otro tipo de inestabilidades político-económicas, que no afecten directamente la existencia de la zona comercial. El ejemplo más claro es que, en 2022, el cambio en los liderazgos de las presidencias de Chile (Gabriel Boric), Colombia (Gustavo Petro), Perú (hasta diciembre, Pedro Castillo) y México (Andrés Manuel López Obrador) tienen una muy clara y anunciada tendencia a la izquierda más encaminada al bienestar social y al nacionalismo, y un no muy claro pragmatismo económico. Esto no ha impedido que la Alianza siga su curso e, incluso, a pesar de interrupciones en el cambio de la presidencia de México a Perú, debido a la destitución de Castillo como Presidente, la cual deberá cambiar eventualmente a inicios de 2023.

Conclusiones

Es innegable que la “clave del éxito” de la Alianza del Pacífico ha sido mantener la voluntad y el pragmatismo en la articulación política, económica, de cooperación e integración profunda con miras a impulsar su crecimiento y competitividad como bloque. Aún con sus pormenores, las cuatro economías ⸺y las que se adhieran en el futuro⸺ comparten factores en común que permiten separar los complejos vientos políticos de su desempeño económico individual. Un ejemplo de ello es la estabilidad económica de Perú gracias a su banco central y a los tratados de libre comercio con Asia y Latinoamérica, pese a las múltiples crisis políticas desde la salida de Alberto Fujimori. Así se ha dado cabida a que, al menos por ahora, los temas de la Alianza figuren en las agendas de política exterior de sus Estados miembros. La oportunidad aún seguirá siendo la consolidación del bloque en el mercado asiático, algo que seguramente veremos antes de 2030.

ANDREA NAVARRO DE LA ROSA es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en Mercadotecnia Digital y Comercio Electrónico por la Universidad de la Rioja en México. Es miembro de la Mesa Directiva y Asociada del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sus temas de especialidad son la política exterior de México, género y feminismos, e integración económica regional. Sígala en Twitter en @andie_nr.

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One Response to Alianza del Pacífico: evolución, retos y oportunidades

  1. juan dice:

    me parece muy buena revista y tiene muy buena informacion que es la adecuada para profesores y estudiantes.

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