Pandemia política: populismo en tiempos de covid-19

20 mayo, 2020 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 7360

Clacso

Gerardo Trujano Velásquez y Yussef Farid Núñez

Mayo 2020

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

El desarrollo de la historia del siglo XXI, a diferencia de su antecesor, no es trazada por conflictos ideológicos, sino por la notoria degeneración democrática a expensas de la demagogia, el autoritarismo y el descontento social. Esta peligrosa ecuación da como resultado un movimiento paralelo al espectro político, cuya idiosincrática versatilidad le permite oscilar simultáneamente entre izquierda y derecha. El populismo se ha incrustrado en la sociedad contemporánea como una epidemia que ataca sin distinción alguna tanto a Occidente como a países en vías de desarrollo.

A expensas del malestar en la globalización ocasionado por la rececesión económica de 2008, movimientos políticos dentro de la Unión Europea y Estados Unidos han integrado a su narrativa la inconformidad social en contra del statu quo en forma de una derecha ultranacionalista, que encima aprovecha el caldo de cultivo creado por la degradación de los políticos en turno y de las instituciones, nacionales e internacionales, que se muestran incapaces de dar respuesta a las demandas sociales, explotadas por el discurso populista.

La discriminación positiva generada en el movimiento contracultural de la década de 1970 dejó aislados a los estractos autoproclamados nativos de Estados Unidos y Europa Occidental, convirtiéndolos en una mayoría silenciada. La acelerada liberalización económica, social y migratoria ha generado una respuesta agresiva pintada de proteccionismo, racismo y xenofobia.

No obstante, eventos clave como la elección de Donald Trump y el brexit son tan solo el hito de la polarización; anhelos de regresar a momentos de crecimiento y desarrollo sin necesidad de integración e interdependencia económica. Sin duda, 2016 mostró que el populismo es una buena forma de campaña política, al ser apoyado por propaganda para alcanzar el objetivo: la victoria electoral. Sin embargo, los años subsecuentes demuestran que el populismo es una deficiente forma de gobernanza interna y de relaciones internacionales.

La pandemia del covid-19 es la realidad inminente en la que, lamentablemente, los hechos se miden en muertes y no en reportes presidenciales o conferencias de prensa redactadas a modo del gobernante populista.

Personalidades como Trump o Boris Johnson en Occidente; Jair Bolsonaro o Nicolás Maduro en Latinoamérica; Viktor Orbán o Volodímir Zelenski en Europa Oriental comparten la misma fórmula. Deslegitiman la realidad y transfiguran los hechos para convertirse a sí mismos en los relatores oficiales de una información que, vista desde fuera de los círculos del poder político, no coincide con la realidad que observamos los ciudadanos.

Sin embargo, la sorpresa de 2020 ha sido una realidad que ningún demagogo puede desmentir y aquellos que lo han intentado ocasionaron que millones pagaran las consecuencias a costa del uso desmedido de la posverdad: la pandemia del covid-19 es la realidad inminente en la que, lamentablemente, los hechos se miden en muertes y no en reportes presidenciales o conferencias de prensa redactadas a modo del gobernante populista.

Populismo: gobernanza peligrosa

Mundialmente, jefes de Estado han desvirtuado la necesidad de tomar medidas necesarias para enfrentar al enemigo invisible. Sobre la marcha se dieron cuenta que el haber subestimado al virus fue un error fatal y modificaron la narrativa para sostener el apoyo de su base electoral, permaneciendo afínes al discurso campañil.

La falta de experiencia en el manejo de un cargo público, carcaterística que les permitió diferenciarse del poder establecido, ha sido su mayor debilidad en tiempos de esta crisis, la cual, hasta principios de mayo de 2020, ha cobrado la vida de aproximadamente 250 500 personas en todo el mundo. Ante esto, Michael Lewis señala la importancia de contar con planes de contención para prevenir pandemias, desastres naturales o ataques terroristas, a pesar de que el Ejecutivo estadounidense pretenda mantenerse ajeno al mundano procedimiento burocrático de su país.

El peligro que representan los líderes populistas en tiempos de coronavirus es el trastorno psicológico del egocentrismo, en el que su deseo por popularidad nubla el principio de legalidad y juicio objetivo. Esto obstruye una estrategia coherente para aplanar la curva de contagios, reactivar la economía nacional y reincorporarse a la comunidad internacional.

Las pobres medidas económicas han tomado como referencia las políticas fiscales y monetarias de la crisis de 2008; sin embargo, la esencia de cada recesión parte de raíces diferentes. Mientras que la Gran Recesión nació de un choque financiero, hoy el mundo se enfrenta a una crisis de salud pública con consecuencias devastadoras para los negocios y los trabajadores. La respuesta de estímulo por parte de los gobiernos es necesaria, pero no suficiente.

Asimismo, los bancos centrales no estaban preparados para afrontar una nueva recesión, no hay planes de contingencia adecuados por parte de los gobiernos y las instituciones intergubernamentales, como la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o el mismo Fondo Monetario Internacional. Estas organizaciones han demostrado una elocuente parálisis de protagonismo en el reflector internacional ante “la mayor debacle desde la Segunda Guerra Mundial”, como mencionó el Secretario General de la ONU, António Guterres.

Coyuntura crítica

Es indudable que la enfermedad SARS-CoV-2 tendrá repercusiones históricas, dejando la preocupación por la saturación hospitalaria como solo una secuela primaria. La pandemia originaria de Wuhan, China, marca el inicio de una coyuntura crítica con las facilidades de fortalecer o debilitar las instituciones que rigen el sistema globalizado e interconectado que conocemos.

Esto no implica la llegada de un nuevo orden mundial, el cual conllevaría al posicionamiento de una nueva hegemonía como líder del sistema internacional. No obstante, el acercamiento que tendrían los Estados pudiese verse alterado, ya sea por el fortalecimiento de las instituciones actuales o el distanciamiento a las mismas. El resultado puede ser que los países queden tentados a asumir de hecho una política exterior de tendencias nacionalistas más marcadas o, en su defecto, reformar y restaurar las instituciones existentes en aras de mejorar la respuesta inmediata a una futura pandemia. Solo queda esperar que esta última opción sea la tendencia predominante.

Pero eso no resuelve el origen del problema: parte de la naturaleza de los mandatarios populistas contemporáneos yace en su comportamiento autoritario y, durante estos meses de la emergencia sanitaria, algunos ya han desafiado públicamente el principio de legalidad interna, mientras que otros han dejado que sus acciones se manifiesten sobre declaraciones verbales. Lo cierto es que la centralización en la toma de decisiones ha aumentado a raíz de la declaración emitida por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020. Como ejemplo, en Hungría se han otorgado facultades sin supervisión parlamentaria de forma ilimitada a Orbán, mientras que el mismo Estados Unidos ha presenciado medidas preocupantes, sobre todo en materia migratoria.

El acercamiento que tendrían los Estados pudiese verse alterado, ya sea por el fortalecimiento de las instituciones actuales o el distanciamiento a las mismas.

Los retos que implica la pandemia en un mediano y largo plazo son políticas sobre las repercusiones del sector salud y socioeconómicas. Se espera que a finales de 2020 se encuentre una vacuna para el covid-19; seguramente, el sistema de salud pase de la politización a la securitización nacional e internacional y se corre el riesgo de que lo usen como estandarte las figuras populistas que aún no consiguen su objetivo, como Marine Le Pen, Matteo Salvini o Alexander Gauland. Asimismo, las secuelas económicas motivarán discursos antiglobalización, como la Gran Recesión ha impulsado el “Make America Great Again” o el brexit. De igual manera, ambas crisis se recuperán con el tratamiento y vacunas necesarias; la narrativa populista encontrará chivos expiatorios conforme la historia evolucione.

No es el caso de la esfera política. El covid-19 ha demostrado hasta qué grado la sociedad civil está dispuesta a ceder sus prerrogativas a cambio de seguridad. La presencia militar ha sido legitimada al darle trato bélico a una pandemia, equiparándole a la Segunda Guerra Mundial. Paulatinamente, los Estados han incorporado limitaciones a libertidades sociales, lo cual ha recibido la aceptación ciudadana motivada por el miedo, incertidumbre e histeria colectiva.

El populismo se ha comportado como un cáncer en el pleno democrático, sustituyendo la legalidad por emociones, desvirtuando la formalidad institucional al centralizar el poder en una sola figura dictatorial que se alimenta de la ignorancia y el miedo. No obstante, esta pandemia política también tiene una vacuna: instituciones sólidas y una población informada combatiente a la tiranía.

GERARDO TRUJANO VELÁSQUEZ es articulista de análisis económico internacional en la columna Foro Internacional Anáhuac del periódico Excélsior de México. Es maestro en Desarrollo Urbano por El Colegio de México y especialista en Estudios Avanzados en Intervención Pública y Economía Regional por la Universidad del País Vasco. Actualmente es Coordinador Académico del área de Economía en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. Sígalo en Twitter en @gtrujano64. YUSSEF FARID NÚÑEZ es Presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. Sígalo en Twitter en @YussefNunez.

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One Response to Pandemia política: populismo en tiempos de covid-19

  1. Heberto Castillo dice:

    Habla en su artículo como si las otras formas de gobierno que durante muchos años estuvieron a cargo de muchos pueblos en el mundo, fueran las mejores! Cuando el producto de dichos gobiernos no fue otra cosa más que lo mismo y muchas cosas malas más que les señala a los populistas. Su escrito no aporta nada, solo promueve su visión.

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