VIII Congreso del PCC: entre el cambio simbólico y la continuidad política-institucional

10 junio, 2021 • Artículos, Portada • Vistas: 3383

CTV News

Matías Mongan

Junio 2021

Entre el 16 y el 19 de abril de 2021 se realizó el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que tuvo como lema “Unidad y continuidad”. Luego de hacer un repaso de los principales documentos aprobados en el Congreso podemos concluir que, con este evento, el PCC buscó dejar en evidencia su compromiso con la continuidad política-institucional del país, en un momento que se estaba dando el traspaso de poder de la generación histórica a la nueva camada de dirigentes comunistas encabezada por el presidente Miguel Díaz-Canel. Paralelamente brindó un tibio respaldo a las reformas económicas en curso con las que el gobierno espera hacer frente a los complejos desafíos políticos y económicos que tiene por delante.

El inexorable recambio generacional y el desafío de llegar a los jóvenes

La mayoría de los medios de comunicación se quedaron con el hecho de que, por primera vez en más de 60 años, no va a haber un Castro al mando del poder en Cuba, hecho destacado en reiteradas ocasiones durante el Congreso como durante el discurso de cierre del presidente Díaz-Canel. “El octavo Congreso concluye y no dudo en calificarlo como histórico. Es un hecho. Al margen de nuestras emociones y sentimientos por la historia viva y el liderazgo invicto de los que hoy traspasan responsabilidades y obra a nuestra generación, hay una trascendencia imposible de soslayar.”

No obstante el inexorable cambio generacional, lo más probable es que Raúl Castro no se aleje totalmente del proceso de toma de decisiones gubernamental, tal como el veterano dirigente lo dejó en claro en el Informe Central del Congreso: “Mientras viva estaré listo, con el pie en el estribo, para defender a la Patria, la Revolución y el socialismo”. A pesar de expresar su satisfacción por entregar la “dirección del país a un grupo de dirigentes preparados, curtidos por décadas de experiencia en su tránsito desde la base hasta las máximas responsabilidades”, Raúl Castro realizó una profunda autocrítica en lo que hace al desarrollo de los cuadros partidarios.

Un esfuerzo proselitista que, según su punto de vista, ha resultado insuficiente y que ha llevado a que Cuba actualmente carezca de una base de dirigentes sustitutos debidamente maduros y experimentados que posibiliten el rejuvenecimiento sistemático de toda la cadena de cargos administrativos y partidistas (según estadísticas brindadas por el propio Castro 42.6 % de los militantes comunistas tiene más de 55 años). “Persisten debilidades en la aplicación de la política de cuadros, que se reflejan en la tendencia al formalismo y la superficialidad de no pocos cuadros que se consideran imprescindibles y no atienden la formación de las reservas”, advirtió Castro.

Con el fin de solucionar este problema, el presidente Díaz-Canel hizo hincapié en la necesidad de fortalecer el espíritu democrático al interior del PCC y de actualizar la política comunicacional para que el discurso oficial llegue a los sectores más jóvenes de la población. “La dinámica de este tiempo nos obliga a buscar vías más ágiles, breves y novedosas de comunicar orientaciones. En la era del internet, que ya les permite a millones de cubanos llevar determinada percepción del mundo en un celular, nuestros mensajes a la militancia no pueden seguir la lenta ruta de la vieja imprenta”.

Como exponente de la generación “posrevolucionaria”, Díaz Canel es consciente de que deberá construir su propia legitimidad y dar respuesta a una nueva generación de jóvenes más “globalizados” que no se contenta con los bienes públicos de acceso universal garantizados por el gobierno ⸺entre los que sobresalen la salud y la educación⸺ y que aspira a profundizar las reformas socioeconómicas en la isla. En este sentido es que exhortó a los militantes del PCC a “hablar y compartir realizaciones con nuestros jóvenes como las más importantes personas que son; distinguirlos como gestores de las trasformaciones en marcha. (…) En la medida en que abordemos con claridad y transparencia las batallas por elevar la calidad de vida de los cubanos y que sumemos a los jóvenes a participar con su natural entusiasmo en todas las tareas cruciales para el país, estaremos reactivando las esencias del Partido”.

Díaz-Canel hizo hincapié en la necesidad de fortalecer el espíritu democrático al interior del PCC y de actualizar la política comunicacional para que el discurso oficial llegue a los sectores más jóvenes de la población.

Castro compartió este enfoque y destacó el fortalecimiento de la atención por parte del Partido a la Unión de Jóvenes Comunistas, las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, en vista a elevar su protagonismo y fortalecer la labor político-ideológica. No obstante, el dirigente advirtió que los jóvenes suelen ser una de las prioridades de la política estadounidense hacia Cuba que persigue el objetivo de resquebrajar la unidad nacional, y por eso aseguró que no debe haber un entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías sin previamente garantizar la seguridad informática del país.

A la par, resaltó la importancia de trasladar la “batalla de ideas” a las redes sociales para así defender el legado de la Revolución. “La mentira, la manipulación y la propagación de noticias falsas ya no conocen límite alguno. Mediante ellas se conforma y se divulga a los cuatro vientos una imagen virtual de Cuba como una sociedad moribunda y sin futuro, a punto de colapsar y dar paso al tan anhelado estallido social. Sin embargo, la verdad es otra, la contrarrevolución interna, que carece de base social, liderazgo y capacidad movilizativa, continúa decreciendo en la cantidad de sus miembros y el número de acciones de impacto social, concentrando su activismo en las redes sociales y el internet.”

Continúa la apuesta por el gradualismo en el plano económico

Si desde la academia y los incipientes sectores cuentapropistas esperaban que la reforma monetaria actuará como un disparador para generar más cambios y abrir aún más la economía, este escenario se ve poco posible en futuro cercano al menos si nos guiamos por los lineamientos establecidos en la Resolución del octavo Congreso sobre la Actualización de la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. A pesar de consolidar el papel de la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, este documento resalta la necesidad de reconocer y diversificar las diferentes formas de propiedad y gestión adecuadamente interrelacionadas para así lograr un correcto funcionamiento del mercado.

De esta forma parece que el gobierno de Díaz-Canel va a continuar apostando por el gradualismo en el plano económico, siguiendo así los pasos de su antecesor. Esta posición ha sido fuertemente criticada y muchos economistas, como Pavel Vidal y José Antonio Alonso, la ven como la principal causa del fracaso del programa de reformas impulsado por Raúl Castro desde 2008.

No obstante, Castro volvió a defender al gradualismo como la mejor política económica para Cuba. En este marco es que resaltó la ampliación de las actividades laborales que pueden ejercerse por cuenta propia, al pasar de 127 actividades permitidas a más de 2000. “Sin siquiera haber implementado esta importante decisión, se ha demandado el ejercicio privado de algunas profesiones mientras a las demás no se les permite. Parecería que el egoísmo, la codicia y el afán de mayores ingresos provocan en algunos el aliento para desear que se inicie un proceso de privatización que barrería los cimientos y las esencias de la sociedad socialista construida a lo largo de más de seis décadas”, enfatizó el veterano dirigente.

Castro aseguró que en Cuba jamás se permitirá la aplicación de terapias de choque contra las capas más humildes de la población y prometió que nadie quedará desamparado mientras se avanza con la progresiva desregulación de la economía. Este proceso, remarcó, en ningún caso puede generar un avasallamiento de los ideales de justicia e igualdad de la Revolución. Para finalizar, instó a los cubanos a borrar los prejuicios asociados a la inversión extranjera y se alegró de que finalmente se haya logrado hacer comprender a la sociedad y a partes del propio gobierno que “las ventas en moneda libremente convertible son necesarias y que perdurarán el tiempo que nos tome recuperar y fortalecer la economía y con ello asegurar la real convertibilidad de la moneda nacional”.

MATÍAS MONGAN es licenciado en Comunicación Social y maestro en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Es autor de El populismo de derecha (Atrapasueños, 2019). Actualmente se desempeña como asistente de investigación en Proyecto Cuba UAM. Sígalo en Twitter en @matiasmonganm y en @CubaUam.

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