Trampa de Tucídides: Rivalidad entre China y Estados Unidos

20 septiembre, 2019 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada, Sin categoría • Vistas: 7481

CNN

Yoanna Shubich Green y Alejandro Hernández Buen Abad

Septiembre 2019

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

En el siglo V a.C., el historiador Tucídides describió que el aumento de poder de Atenas intimidaba la hegemonía de Esparta, lo que desató la guerra del Peloponeso. Este fenómeno es conocido como “la trampa de Tucídides”, y la tensión actual entre China y Estados Unidos es similar. El Reporte de Riesgos Globales de 2019, publicado por The Economist, establece como la principal problemática el enfrentamiento político-económico de grandes potencias, que hoy es la guerra comercial entre Beijing y Washington.

Desde 2017, ambos gobiernos han impuesto barreras comerciales sobre el otro. El presidente estadounidense Donald Trump impuso aranceles del 15% a 300 000 millones de dólares de productos chinos y justificó que las medidas contrarrestan prácticas desleales y reducen el déficit comercial, del 46%, que tiene con el gigante asiático. Por su parte, el presidente chino Xi Jinping también impuso aranceles sobre 75 000 millones de dólares a bienes estadounidenses. Además, China tomó otras estrategias como devaluar su moneda, lo que significó un golpe a los mercados financieros.

La confrontación no solo es comercial sino también económica, mercantil, geopolítica y, sobre todo, una lucha tecnológica por el desarrollo de la red 5G. Aunque también genera algunos beneficiarios, dentro de las consecuencias está la desaceleración económica y comercial a nivel mundial, así como una escala a enfrentamientos más graves. El temor está en que los organismos internacionales o la diplomacia no sean capaces de mediar el conflicto.

La amenaza de China para Estados Unidos

El temor de Trump no carece de fundamentos, puesto que China ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos 30 años. La apertura parcial al comercio en la década de 1980 permitió a las industrias chinas recibir inversión extranjera, al ofrecer mano de obra barata e incentivos fiscales. Mientras que las empresas occidentales aprovecharon la oportunidad para reducir costos de producción, así China comenzó a fabricar productos propios, tomando propiedad intelectual y aprendiendo nuevas tecnologías. Esto llevó a que la economía estadounidense se entrelazara con la china.

Las industrias productivas se complementan y también los recursos materiales chinos se usan en la fabricación de armas. Debido a esta guerra, el índice Dow Jones ha caído 800 puntos en agosto 2019. En cuanto a la parte comercial, las empresas estadounidenses dependen de las fábricas chinas y estas necesitan del capital de Washington.

La confrontación no solo es comercial sino también económica, mercantil, geopolítica y, sobre todo, una lucha tecnológica por el desarrollo de la red 5G.

Eventualmente, China tuvo un superávit gracias a las enormes exportaciones de sus productos, principalmente hacia Estados Unidos, porque empresas de participación estatal chinas superaron el precio de competidores occidentales. Beijing aumentó sus ventajas competitivas en la industria automotriz, de telefonía, computadoras y en la aeronáutica. Una consecuencia de la imposición de estos aranceles podría orillarla a hacerse más autosuficiente, haciendo uso de toda la propiedad intelectual que absorbió de Estados Unidos y de otros países.

No obstante, esta competitividad fue incentivada por subsidios del gobierno. Cuando China ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC), los Estados comenzaron a denunciar las prácticas desleales al comercio que practicaba. Esto quiere decir que no es la primera vez que hay una guerra comercial contra China. La diferencia está en el tema estratégico y, sumado a ello, lo tecnológico.

Guerra tecnológica y la 5G

Las nuevas tecnologías hacen más eficientes los procesos de producción y la captación de datos. Esta última les ha dado a las empresas ventajas sobre sus competidores. Firmas orientales tomaron el liderazgo en la era digital y esto llevó a que China comenzara a desarrollar proyectos propios. Para Estados Unidos, significa una posible dependencia de tecnología extranjera, pero también un reto al liderazgo en nuevas tecnologías, específicamente la 5G.

Se trata de la quinta generación de redes inalámbricas que permite una conectividad más rápida a internet. También promete ser la infraestructura para futuras ciudades inteligentes y brindar mayor capacidad de procesamiento para el big data y las finanzas. Las ventajas de la red serán mayor velocidad, así como más dispositivos conectados al mismo tiempo, lo que afectará el despliegue de aplicaciones de inteligencia artificial y el internet de las cosas (los objetos conectados a la red interactúan entre ellos y toman decisiones autónomamente). Además, el actor que domine esta red controlará la información de datos que puede cambiar, redirigir o copiar sin que los usuarios se enteren, por lo que es necesario pensar en la seguridad que esto requiere para no tener debilidades y efectos adversos.

Huawei es la empresa mundial que más ha desarrollado e invertido en la 5G, por ello, China y Estados Unidos se están disputando la hegemonía de dicha red. Para contrarrestar este desarrollo, Trump prohibió a sus empresas subcontratar a Huawei y les pidió no hacer negocios con ella. Entre los temores de Estados Unidos está que China, al vender esta tecnología a empresas extranjeras, no solo provoque una dependencia estadounidense, sino que pueda usarse como un medio de espionaje.

Los organismos internacionales tienen la responsabilidad de mediar casos como la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

Ante tales acciones, Huawei anunció que desarrollará y desplegará la tecnología 5G de operadores móviles rusos para contrarrestar la contención de Estados Unidos hacia China, lo que altera la geopolítica: una verdadera alianza sino-rusa genera un desafío mayor para Occidente por la combinación de los recursos de Rusia y la población de China. Cabe recordar que se le impusieron sanciones económicas a Moscú por el tema de Ucrania, dejándola marginada del sistema internacional.

La tecnología 5G de China también representa un momento de transición para su economía, pasando de fabricar bienes de poco valor a tecnología de punta, lo que significa que llevaría el liderazgo en las nuevas industrias. Por medio de la guerra comercial, Estados Unidos tiene como objetivo frenar el desarrollo tecnológico de China. Pero este obstáculo obliga a las empresas estadounidenses a crear programas de innovación y, al mismo tiempo, algunas firmas que no se especializan en ello pueden ver una reducción en sus utilidades y su crecimiento, lo que puede llevar a una recesión.

Beneficiarios: el gran ganador, México

Según los cálculos de la Organización de Naciones Unidas, de los 250 000 millones de dólares en exportaciones chinas sujetas a aranceles estadounidenses, cerca del 82% se desviará a empresas en otros países. El estudio indica que México será el mayor país beneficiado del continente americano, con una ganancia por nuevas exportaciones que supera los 26 000 millones de dólares.

Cifras oficiales colocan a nuestro país como la novena economía de exportación en el mundo; Estados Unidos y China son su primer y tercer mercado. Sumado a ello, México subió sus exportaciones a Estados Unidos en varios productos provenientes de China con aranceles (pescados y maquinaria no eléctrica) desplazándola como principal proveedor. Otros beneficiarios en menor grado que México serían el bloque europeo, Canadá, Japón y los países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Chile y Perú. Sin embargo, aunque algunos países serán favorecidos, sufrirán las consecuencias globales negativas de una economía mundial frágil, acompañada de las alteraciones en los precios de los productos básicos, bajas en los mercados financieros y las monedas, lo que tendrá repercusiones sobre todo para los países en desarrollo.

La militarización en el mar de China Meridional

Como se mencionó, la guerra comercial no se limita a frenar el crecimiento chino. Además de la competencia económica y de desarrollo tecnológico, también hay un factor militar detrás: China reclama el 80% del territorio del mar de China Meridional. Al hacerlo, viola la territorialidad de Brunéi, Filipinas, Malasia, Taiwán, y Vietnam. Mediante la construcción de islas artificiales y el despliegue de su marina en el territorio, el gobierno de Beijing bloquea la pesca, aprovecha una zona rica en recursos (como gas natural y petróleo) y obstruye una de las zonas comerciales más valiosas (con un valor de 5300 billones de dólares anuales).

Estados Unidos debe salvaguardar a sus aliados y casi doscientas bases militares que tiene en la región. Pero más preocupante es el hecho de que pueda haber enfrentamientos cada vez más frecuentes en la zona. Las tensiones militares agregan otra variable a las disputas que, de escalar, podrían incrementar los encuentros entre tropas chinas y estadounidenses. Por lo tanto, la guerra comercial entre China y Estados Unidos es un indicador de un desafío bilateral entre dos potencias que debe resolverse por medio de los mecanismos multilaterales que se tienen, esto con el fin de evitar un conflicto violento.

Desafíos y retos al sistema internacional

Los organismos internacionales tienen la responsabilidad de mediar casos como la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Existen instrumentos internacionales que pueden resolver estas controversias, pero dependerá de que los Estados quieran seguir con este sistema. En este caso, la OMC cuenta con un Órgano de Solución de Diferencias, por medio del cual podría buscarse una solución diplomática. No obstante, debido a que va más allá de cuestiones económicas, el conflicto debe atenderse de forma multifactorial.

Al tratarse de una disputa entre las potencias económicas más grandes del mundo, que a la vez cuentan con un importante desarrollo tecnológico y gran capacidad militar, el sistema internacional enfrenta uno de sus mayores retos. De no resolverse, ambos países pueden demostrar que no hay necesidad de responder a un orden internacional multilateral y que las decisiones deben tomarse por interés del Estado y no del sistema. Esto provocaría que más conflictos se resuelvan de forma bilateral y los foros queden en desuso.

El equilibrio global de poder también ha cambiado. Hoy, de forma gradual, el mundo se está volviendo más multipolar que bipolar. No es conveniente caer en “la trampa de Tucídides”, en la que el hegemón y un poder emergente terminen en guerra.

YOANNA SHUBICH GREEN es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universi­dad Iberoamericana y maestra en Estudios Internacionales y Diplomacia por el Instituto Ma­tías Romero. Es Coordinadora Académica de la Facultad de Estudios Globales de la Univer­sidad Anáhuac México. Sígala en Twitter en @yoannashubich. ALEJANDRO HERNÁNDEZ BUEN ABAD es estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México y del Diplomado en Liderazgo en Administración Pública en la misma institución. Sígalo en Twitter en @alexhbuenabad.

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5 Responses to Trampa de Tucídides: Rivalidad entre China y Estados Unidos

  1. Manuel A. Lagos dice:

    ¡Excelente Artículo y un tema de gran relevancia!

  2. Dr Javier dice:

    Muy buen artículo. Se lee y entiende fácilmente. En breve nos actualiza y explica bien los conceptos. Felicidades

  3. Excelente artículo, nos lleva al análisis de la hegemonía tecnológica.

  4. Emilio Roger Haure dice:

    excelente, clara visión y profundidad de conceptos y contenidos, gracias.

  5. Enrique Halder Castillo dice:

    Gracias por la claridad en el texto. Felicidades por el artículo.

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