Soft Power y Latinoamérica

19 octubre, 2017 • Artículos, Latinoamérica, Portada • Vistas: 18626

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Jonathan McClory

Octubre 2017

Durante mucho tiempo se consideró el poder duro (hard power) como el factor determinante sobre la capacidad de influencia de un Estado. Pero ahora la naturaleza del poder nunca ha sido más compleja. El poder se ha diseminado geográficamente y se ha alejado de los focos tradicionales de poder a actores no gubernamentales y ciudades globales cada vez más influyentes. Esto se debe en gran parte a la llegada de la revolución digital y a la creación de redes que han transformado al mundo en uno más multipolar, con más plataformas y más intereses que compiten por la influencia mundial.

Bajo esta nueva realidad, los países se percatan de que su poder duro tradicional (militar y económico) no basta para alcanzar los objetivos deseados en materia de política exterior. Ahora, el éxito de una política depende de la capacidad de atraer, construir y movilizar redes de actores para colaborar. Para lograr esto, se requiere de la habilidad de persuadir a otros sin hacer uso de la fuerza, lo que Joseph S. Nye Jr. describe como poder blando (soft power). El alcance del poder blando radica en los recursos que posee un actor para promover sus intereses y cambiar las preferencias y opiniones de otros.

Para entender la capacidad del poder blando la consultora Portland elabora un estudio anual que clasifica los primeros 30 países con mayor poder blando. El estudio The Soft Power 30 mide y analiza la estabilidad política de los países, su aportación a la cultura mundial, su compromiso en los asuntos internacionales, su calidad de educación, el uso de las tecnologías y el entorno para la inversión. Además, el estudio añade los resultados de una encuesta internacional para consultar la imagen y percepción de cada país evaluado.

En esta edición, Francia es considerada como la primera potencia mundial en poder blando. La victoria presidencial de Emmanuel Macron y su fuerte presencia en medios digitales hace que el país galo pase del cuarto lugar en 2016 a tomar el liderato. Mientras que Estados Unidos pierde el primer lugar debido a la presidencia de Donald Trump y su agenda de «America First». Asimismo, la imagen del Reino Unido se devalúa con el voto del brexit.

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Aunque Estados Unidos y el Reino Unido padecen de volatilidad política, el estudio señala que la influencia de un poder blando es resultado de varias generaciones. Por eso no sorprende que, a lo largo de los años, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y otros países -mayoritariamente de Occidente- estén en la cima del ranking. Mientras que en 2017, con excepción de Brasil, no figuran los países latinoamericanos. A pesar de contar con amplios recursos culturales, artísticos, gastronómicos y turísticos, Latinoamérica no ha logrado forjar un poder blando influyente en la escena internacional. Esto debería importar a los países latinoamericanos ya que el poder blando nunca ha sido tan importante como lo es hoy. Con una globalización implacable y una generación persistente de intereses mundiales, el poder blando percibe un auge en la política exterior y los países de Latinoamérica no deben quedarse atrás.

En los 3 años que se lleva realizando el reporte, América Latina se ha mantenido en los últimos puestos de la tabla. Este año, únicamente Brasil figura en la lista en el lugar 29, mientras que Chile quedó fuera en el lugar 32 al igual que Argentina 33 y México 34. Uno puede notar una tendencia, en la cual Latinoamérica en su conjunto comparte los mismos éxitos y luchas de cada Estado. De acuerdo al reporte, América Latina tiene un poder blando contrastante, la región exhibe un potencial económico y riquezas culturales pero presenta desafíos políticos y de percepción, por lo cual no ha logrado dar el paso a ser una región más influyente. Además, para muchos tomadores de decisiones el concepto de poder blando sigue siendo algo exótico o novedoso. Por lo cual, la agenda de política exterior de algunos países de Latinoamérica cuenta con poco contenido para proyectar el poder blando.

Esta manifestación contrastante es discernible en varios países de la región. Brasil y México cuentan con una economía considerable que influye en los mercados internacionales. Además ambos poseen una cultura mundialmente reconocida. Pero tanto Brasil como México padecen de asuntos internos que limitan su poder blando. Debido a altos niveles de corrupción, inseguridad y pobreza. El reporte señala que los puntos más débiles de su poder blando son en materia de gobierno y en generar condiciones aptas para los negocios.

Aunque los dos presentan similitudes en su poder blando, una diferencia significativa entre Brasil y México es el papel que ha asumido el país sudamericano en el compromiso mundial. En el reporte, Brasil es considerado como un país con una responsabilidad de talla, mientras que México pierde influencia por su poca participación en asuntos mundiales. Esto es un factor clave de por qué Brasil se encuentra dentro de los 30 primeros países con poder blando a diferencia del resto de la región.

AP

Otro caso similar es el de Argentina, al igual que los demás países latinoamericanos, su cultura es su mayor fortaleza pero ha padecido de gobiernos ineficientes que han generado un entorno nocivo para la inversión. Pero Argentina ha percibido un resurgimiento en su poder blando después de la victoria del presidente Mauricio Macri. La victoria de Macri fue observada como una noticia positiva tanto económica como políticamente en el mundo, y su gobierno ha fomentado el poder blando de Argentina con la creación de una nueva subsecretaria en temas de diplomacia pública.

Colombia también percibe una tendencia positiva, es un país que ha hecho muchos avances en temas económicos, democráticos y en materia de seguridad. La reciente paz acordada entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Juan Manuel Santos fue validada por la comunidad internacional. Aunado a esto, todavía falta convencer al mundo de que Colombia dejó atrás sus años complicados en temas de seguridad y de narcotráfico. Y ahí radica el desafío y la oportunidad de Colombia.

Chile es un caso distinto a los demás países de la región. Es la democracia más avanzada de Latinoamérica y su economía es de las más abiertas al mundo. Además, Chile no padece de la misma profundidad de los problemas internos que afectan a Argentina, Brasil o México. Por ello, el reporte denota que el poder blando de Chile tiene más resonancia en temas de gobierno, educación y en asuntos comerciales. Pero a pesar de sus fortalezas, Chile sigue sin ser percibido como un actor relevante dado una falta de protagonismo en la comunidad internacional.

En resumen, el poder blando de Latinoamérica se ha beneficiado de sus extensas culturas y de los avances significativos en asuntos comerciales y económicos. Pero al mismo tiempo quedan retos importantes por atacar para asegurar un lugar favorable en las esferas influyentes del poder blando. Próximamente, varios países de la región pasaran por una elección presidencial que tendrá un impacto significativo sobre el poder blando de América Latina. Con elecciones en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México el mundo estará atento sobre los posibles avances democráticos y sobre la agenda política del establecido o futuro presidente.

A pesar de los problemas internos, la región pasa por un momento relativamente mejor en materia de política. «En un sorprendente cambio de papel» como lo describe Shannon O’Neil del Council on Foreign Relations, Latinoamérica ha percibido un declive significativo en políticos populistas y nacionalistas a diferencia de Occidente. Si la tendencia sigue, países de la región tendrán la oportunidad de elevar su estatus internacional. Pero para ello, se requiere reforzar la democracia y la transparencia, al igual que invertir en programas de diplomacia pública, generar más diplomacia digital e intensificar su papel en la comunidad internacional. Esperemos que los futuros gobiernos de América Latina se percaten de esta nueva realidad. Este desafío es rehén de la voluntad política de los gobiernos, en ello radica la oportunidad para propulsar el poder blando latinoamericano.

JONATHAN MCCLORY es Director General de Portland para Asia. Es especialista en poder blanco, diplomacia pública, relaciones culturales y place branding. Es autor de The Soft Power 30. Como investigador senior en el Institute for Government creó el primer índice compuesto para medir el poder blando de los países. Sígalo en Twitter en @JonathanMcClory.

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