30 diciembre, 2020 • Artículos, Asuntos globales, Portada, SRE • Vistas: 4547

Tomada de la cuenta de Twitter @OECDglobal

Sybel Galván Gómez

Diciembre 2020

Una colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México

En medio de la más profunda crisis sanitaria, social y económica que se haya vivido en el último siglo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cumple 60 años de existencia. Tiene sus orígenes en la Organización para la Cooperación Económica Europea creada en 1948 para distribuir la ayuda del Plan Marshall, destinada a la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El 14 de diciembre de 1960, con el ingreso de Canadá y Estados Unidos como miembros plenos, se firma la Convención de la OCDE.

La Organización considera que el crecimiento económico y la prosperidad son los ejes necesarios para preservar la libertad individual y mejorar el bienestar de la sociedad, y que es por medio de la cooperación y del multilateralismo que se puede potenciar el crecimiento sostenible y mejorar las vidas de las personas. Su mandato es expandir la economía y el empleo de sus miembros mediante  mercados abiertos, así como contribuir al desarrollo de las economías menos desarrolladas. La OCDE comparte datos duros, análisis basados en evidencias y experiencias entre sus miembros, con el objetivo de encontrar soluciones a retos comunes en temas económicos, sociales y ambientales, y con ello identificar mejores prácticas y elaborar estándares internacionales.

Desde su creación, la OCDE ha sido un lugar privilegiado para pensar y orientar el desarrollo del capitalismo. Durante la década de 1960, adoptó el pensamiento keynesiano poniendo énfasis en la planeación y la intervención del Estado, lo que se reflejó en los países en desarrollo en un modelo de crecimiento basado en la sustitución de importaciones. Posteriormente, fue pionera en la crítica a este paradigma, el cual empezó a debilitarse a principios de la década de 1970 y tuvo su fin con la crisis de la deuda en la década de 1980 y el colapso del socialismo. Ya en la década de 1990, esa crítica abrió paso al nuevo modelo de crecimiento basado en un intercambio económico libre de barreras arancelarias y que organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, adoptaron bajo el conocido “consenso de Washington”.

Desde su creación, la OCDE ha sido un lugar privilegiado para pensar y orientar el desarrollo del capitalismo.

Al poco tiempo de su creación se anexaron Japón (1964), Finlandia (1969), Australia (1971) y Nueva Zelanda (1973); con ello, la organización regional europea comenzó a convertirse en una organización global agrupando a las principales economías de Occidente. Más adelante, en el contexto de liberalización económica, en 1994 México ingresa a la OCDE, siendo la primera economía emergente y el primer país latinoamericano en adherirse a la Convención. El acceso de México fue un parteaguas para la Organización: dejaría de ser un “club de países ricos” al iniciar un proceso de ampliación de la membresía hacia economías emergentes, como República Checa (1995), Corea del Sur (1996), Hungría (1996), Polonia (1996) y Eslovaquia (2000). Con ello, no solo se incrementó la sensibilidad de la membresía hacia la compleja realidad y los múltiples desafíos de los países en desarrollo, sino que permitió que sus problemáticas estuvieran mejor integradas dentro de la agenda de trabajo de la Organización.

Durante los últimos 15 años, bajo el liderazgo del secretario general José Ángel Gurría, la OCDE ha buscado ser un organismo más incluyente, más global, más relevante y con mayor impacto. En 2007, con el objetivo de tener un mayor alcance en la difusión de sus mejores prácticas y estándares, se inició un segundo proceso de apertura que dio lugar al ingreso de Chile, Eslovenia, Estonia e Israel en 2010. Por otro lado, se estableció un mecanismo de colaboración con países emergentes clave: Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica. Estos países, si bien no estaban listos para ser miembros de la Organización, contaban con una relevancia en la economía mundial que invitaba a un acercamiento más estructurado. Asimismo, también buscó activamente impulsar su trabajo en otros foros.

La crisis financiera de 2008-2009 puso en evidencia que, si bien el statu quo multiplicó un proceso de globalización que generó progreso tecnológico, crecimiento económico y reducción de la pobreza en algunos países, esa no fue la realidad para todas las economías, en específico para la mayoría de las economías en desarrollo. Los resultados fueron un crecimiento desmedido de la desigualdad y la exclusión social, grandes tasas de informalidad, una inminente catastrofe ambiental, corrupción, etc., dando origen a una pérdida de confianza y de credibilidad de los ciudadanos hacia los gobiernos. Lo anterior también afectó la reputación de los organismos financieros internacionales, ya que el consenso de Washington no sirvió para proteger a los ciudadanos de las consecuencias tan drámaticas de la crisis financiera.

La OCDE no es un organismo financiero, es un organismo multilateral de análisis que ofrece a los gobiernos su amplia experiencia en el desarrollo de políticas públicas, lo que le permitió proponer medidas progresistas durante la crisis. En 2009, el G-20, bajo la presidencia del Reino Unido, dio el mandato de eliminar el secreto bancario. Fue la OCDE quien publicó la lista de los paraísos fiscales e impulsó en México la creación del Foro Global de Transparencia e Intercambio de Información. Ambas iniciativas han sido clave para combatir la evasión y el fraude fiscal, generando más de 100 000 millones de dólares en ingresos tributarios adicionales a los gobiernos. Asimismo, ha adoptado perspectivas más multidimensionales. En 2011, en la “Declaración de los 50 años de la OCDE” se efectuó un importante cambio de narrativa hacia temas más sociales y de sustentabilidad, poniendo a las personas en el centro de las discusiones, buscando establecer “mejores políticas para mejores vidas”. Como parte de ello, se creó la iniciativa “Nuevos Enfoques para el Crecimiento Económico” que permite a la Organización estar a la vanguardia del pensamiento económico.

Tras el ingreso de Letonia (2016), Lituania (2018), Colombia (2020) y próximamente Costa Rica (2021), la OCDE cuenta con 37 miembros (en breve 38), y es hoy uno de los organismos internacionales más importantes, más relevantes y con mayor impacto, ocupando un papel preponderante en otros foros como el G-20, el G-7 y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, con quienes trabaja estrechamente.

La OCDE y la pandemia

En medio de la crisis de covid-19, la OCDE conmemora 60 años desde la firma de su Convención. Los efectos de la pandemia han sido devastadores, registrándose más de 1.6 millones de vidas perdidas hacia finales de diciembre del 2020. El sector salud se encuentra rebasado en sus capacidades, con médicos y enfermeras trabajando sin descanso. La actividad económica se ha paralizado para tratar de contener el contagio, con la pérdida de empleos subsecuente, el cierre de las escuelas, entre otros. Para 2020, la OCDE estima una caída de -4.2% del PIB mundial (-5.5% en países de la OCDE) y una recuperación de 4.2% del PIB (3.3% en países de la OCDE) en 2021. Sin duda, los grupos más vulnerables y los países en desarrollo han sido los más afectados; los trabajadores informales, la juventud y la niñez, y las mujeres que, además, constituyen el 70% del personal sanitario y son mayoría en el cuidado y el trabajo en el hogar. Se espera que la tasa de desempleo alcance 7.2% en 2020 (en 2019 fue de 5.4%). En abril de 2020, el 90% de los estudiantes resultaron afectados con el cierre de escuelas y universidades. Todo lo anterior ha exacerbado problemas prexistentes, como las desigualdades, la pobreza, la violencia de género e intrafamiliar, entre otros.

La OCDE no ha dejado de repetir que no hay disyuntiva entre salud y economía; no puede haber recuperación económica sostenible sin una población sana y fuera de peligro. La prioridad es terminar con la pandemia. Después de 10 meses y con millones de recursos invertidos se han logrado desarrollar vacunas contra el covid-19, con lo que se vislumbra una esperanza para contenerla. Hoy garantizar el acceso universal a estas vacunas es fundamental. En lo que se refiere a la recuperación económica, la pandemia ofrece una oportunidad para proponer vías de desarrollo más incluyentes y más sustentables, “reconstruir mejor” evitando con ello una simple vuelta al pasado y ayudando a contener otros retos como las desigualdades, la pobreza y el cambio climático.

La OCDE no ha dejado de repetir que no hay disyuntiva entre salud y economía; no puede haber recuperación económica sostenible sin una población sana y fuera de peligro.

Una vez más, como lo ha hecho históricamente, la OCDE ha sabido adaptarse y probar el valor del multilateralismo ante la crisis, ofreciendo a los gobiernos alternativas de políticas eficaces. Una primera acción fue crear un centro digital, en el que de manera inmediata y continua se publican notas ejecutivas de políticas públicas en todos los ámbitos: salud, educación, género, desigualdades, deuda, comercio, etc., todas con el objetivo de apoyar a los países en su lucha contra la pandemia.

Finalmente, en octubre de 2020, durante la Reunión de Consejo a Nivel Ministerial, por primera vez en 4 años, los países miembros resolvieron sus diferencias y lograron adoptar una “Declaración sobre una recuperación sólida, resiliente, incluyente y sustentable”. La pandemia ha afectado a todos los países y la recuperación requerirá de la cooperación de todos, reiterando la necesidad de instituciones multilaterales efectivas y transparentes, y reconociendo la importancia de la cooperación con países en desarrollo para mitigar el impacto de la pandemia. Este mismo mensaje fue reforzado por los líderes el 14 de diciembre de 2020 en el evento conmemorativo. La OCDE seguirá acompañando y asesorando a cada gobierno y región para que los beneficios de esta recuperación sean ampliamente compartidos y se genere un nuevo contrato social para esta y futuras generaciones. De esta manera se cumplen 60 años exitosos de cooperación y desarrollo económicos en la OCDE.

SYBEL GALVÁN GÓMEZ es Representante Permanente de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) desde junio 2019. Anteriormente, fue Directora General de Análisis y Estadísticas en la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR); entre 2002 y 2012, fue Consejera de Asuntos Económicos, Financieros y Fiscales ante la OCDE y, anteriormente, fue Jefa de Departamento y Economista en el Banco de México, de 1994 a 2002. Es licenciada en Economía por el ITAM y maestra en Políticas Públicas por la Escuela de Gobierno de la Harvard University. Sígala en Twitter en @sybelg.

Tags:Covid-19, Crisis financiera, Desigualdad, OCDE