Réquiem por 1991: de la esperanza a la incertidumbre mundial

9 diciembre, 2021 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 1879

Sin Permiso

Fernando Octavio Hernández Sánchez

Diciembre 2021

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Hace justo 30 años, la Unión Soviética dejó de existir, y con ello la Guerra Fría también llegó formalmente a su fin mientras presenciábamos el ascenso del orden unipolar dominado por Estados Unidos. En aquel entonces, el fin de la rivalidad entre las dos potencias de la posguerra alivió la tensión acumulada durante décadas, mientras una parte de la comunidad internacional albergó la esperanza de que al fin se podrían atender otros problemas de gran relevancia, como el deterioro ambiental o la creciente desigualdad entre los países ricos y pobres. En aquel lejano 1991, hubo otros acontecimientos que también alimentaron la esperanza de que el mundo podría mejorar una vez que desapareció la posibilidad de una confrontación nuclear entre Moscú y Washington. Lamentablemente, hoy el mundo no es un mejor lugar para vivir de lo que era en aquel entonces, mientras se han consumido tiempo e innumerables recursos por dar prioridad a temas, como la guerra contra el terrorismo, descuidando otros desafíos que la humanidad enfrenta. Por ello, haremos un recuento de algunos sucesos acontecidos en aquel 1991 y reflexionaremos sobre el estado mundial de nuestros tiempos a la luz de tal remembranza.

El ascenso del orden unipolar

A comienzos de 1991, se produjo la guerra del Golfo, impulsada por Estados Unidos, para expulsar a las tropas iraquíes de Kuwait, en un acto justificado como de apoyo legítimo a un Estado integrante de la comunidad internacional, ocupado injustificadamente por un país agresor. A mediados de 1990, el ejército iraquí invadió Kuwait con la intención de aprovechar los recursos petroleros de ese país en beneficio propio. En ese entonces, el Presidente de Irak, Saddam Hussein, se mostró desafiante ante Estados Unidos al negarse a retirar sus tropas de Kuwait y prometer la “madre de todas las batallas” para enfrentar a quienes intentaran revertir tal anexión. Al final, el ejército estadounidense propinó una derrota incuestionable a los iraquíes, valiéndose de su superioridad militar y tecnológica. Ante ello, la Unión Soviética no pudo ejercer ningún contrapeso a esa exhibición de fuerza por parte de Washington, que ya anticipaba el ascenso de Estados Unidos como la única e indiscutible potencia mundial, anunciado por el gobierno estadounidense como el comienzo de un “nuevo orden internacional”.

Desde entonces, el régimen iraquí fue considerado como un elemento indeseable al que le fueron aplicadas distintas sanciones internacionales, y ello deterioró la situación dentro de aquel país, conforme Hussein se mostró cada vez más implacable frente a quienes consideraba sus enemigos internos, como los kurdos. Años después, Estados Unidos atacó nuevamente Irak en el contexto de la guerra internacional contra el terrorismo bajo argumentos altamente cuestionables. Si bien Washington logró deponer al régimen de Hussein, desde 2003 ese país sufre una guerra civil que ha causado miles de muertes y el resentimiento hacia Occidente entre una parte de su población. La ausencia de un contrapeso al poder de Estados Unidos y la arrogancia manifestada por Washington han propiciado la fuerte inestabilidad que Irak aún vive hoy.

De la esperanza a la incertidumbre

En enero de 1991, el régimen dictatorial encabezado por el general Mohamed Siad Barre en Somalia fue depuesto por un golpe militar, lo que fue anunciado entonces como un acto que beneficiaría a la población somalí. Sin embargo, pronto se hizo evidente que las nuevas autoridades no supondrían ningún alivio, mientras el país se fragmentó entre distintos grupos rivales, algunos de ellos francamente contrarios al bienestar de su gente, como quedó evidenciado con el uso discrecional de la ayuda humanitaria enviada al país y la utilización de la violencia armada como recurso para mantener el control sobre las zonas ocupadas por cada uno de esos bandos.

Después de 2 años, el deterioro de la situación en Somalia fue evidenciado cuando las fuerzas estadounidenses, enviadas para contribuir a la pacificación del país, fueron retiradas para no exponer la vida de sus soldados. Con tal decisión, Washington puso en evidencia que no deseaba ejercer un liderazgo mundial responsable como mediador ante crisis humanitarias, como la somalí, mientras no existiera algún riesgo a sus propios intereses, lo cual tan sólo agravó la situación en un país donde aún prevalece la inestabilidad, al punto de que se considera a Somalia como un Estado fallido, compartiendo la suerte de otros países africanos, como el Congo, Liberia o Sierra Leona, que han registrado un grave deterioro en sus condiciones de vida desde entonces.

Aun cuando en 1991 el gobierno sudafricano alimentó la esperanza de miles de personas al abolir el régimen de segregación racial, conocido como apartheid, desde la década de 1990 la violencia (recuérdese el genocidio en Ruanda de 1994) y la falta de oportunidades se han conjugado en varias partes de África para propiciar el éxodo masivo por el cual desde entonces miles de africanos buscan llegar a Europa, aun arriesgando sus propias vidas. Así, para Somalia y otros países de África, en 1991 simplemente se estableció el comienzo de una era marcada por la caída irreversible de las condiciones de vida para millones de personas que se prolonga hasta hoy.

La caída de la Unión Soviética

En lo referente a la antigua Unión Soviética, 1991 fue un año de grandes dificultades: En febrero, el gobierno local de Lituania declaró su independencia de la Unión Soviética, estableciendo un precedente pronto emulado por Estonia, Georgia y Letonia. Ante tal situación, en agosto un grupo de políticos y generales de la vieja guardia soviética intentaron deponer al gobierno encabezado por Mijail Gorbachov, y aunque tal movimiento no tuvo éxito, sí exhibió la impotencia del régimen soviético para mantener la unidad del país y lograr la sobrevivencia del sistema socialista en aquella nación.

Acosado por las noticias llegadas desde lugares distantes como Nagorno-Karabaj y Chechenia, el gobierno soviético fue superado por la reaparición de los sentimientos nacionalistas en varias partes del país y el fortalecimiento del liderazgo de Boris Yeltsin en Rusia, hasta conducir a la extinción negociada de la Unión Soviética en diciembre de ese año.

Para millones de rusos, 1991 representó el fin de la condición de potencia mundial que su país había mantenido desde la Segunda Guerra Mundial, así como el comienzo de un periodo de fuertes tribulaciones que habría de prolongarse durante la mayor parte de la década de 1990. Por si esto no fuera suficiente, 1991 también registró la creación del Grupo de Visegrado, integrado por Checoslovaquia, Hungría y Polonia, cuya finalidad era promover la cooperación entre esos países, aunque también fue el preámbulo para el acercamiento entre ellas con Europa Occidental que ha promovido la integración de varios países de Europa del Este a la Unión Europea y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un tema que ha generado un escenario de tensión entre Rusia y Occidente en los últimos años.

Es necesario recordar que hace 30 años muchos tuvimos la esperanza de que el mundo podría mejorar para así obtener la confianza que nos permita contribuir a la lucha contra los distintos males que acosan a la humanidad en estos tiempos.

A mediados de 1991, el Pacto de Varsovia y el Consejo de Ayuda Mutua Económica fueron disueltos, lo que marcó el fin del control ejercido por la Unión Soviética sobre los países de Europa del Este desde la culminación de la Segunda Guerra Mundial. Para miles de personas, esos acontecimientos alimentaron la esperanza de que el colapso de los regímenes autoritarios existentes en la Unión Soviética y Europa del Este presagiaba la llegada de tiempos mejores, aunque muchos pronto quedaron decepcionados con la nueva situación.

En este mismo sentido, cabe recordar que también en 1991 dio comienzo el proceso de desintegración de la antigua Yugoslavia, una vez que Croacia y Eslovenia decidieron separarse de aquella nación, iniciando una serie de guerras marcadas por su elevada crueldad y el desinterés ante el sufrimiento de la población involucrada. Las masacres perpetradas por el ejército yugoslavo en contra de croatas, bosnios y albaneses kosovares mostraron todo el horror registrado en guerras que los europeos creían ya superadas. Nuevamente, el ascenso de los sentimientos nacionalistas en los Balcanes reveló los riesgos inherentes a esta nueva era iniciada tras el fin de la Guerra Fría.

En 1991 se produjeron otros episodios esperanzadores, como la aceptación del gobierno de Israel a participar en negociaciones con la Organización para la Liberación de Palestina, que habría de conducir a los Acuerdos de Oslo de 1993 o el otorgamiento del premio Nobel de la Paz a la activista birmana Aung San Suu Kyi. No obstante, el conflicto entre israelíes y palestinos aún persiste, mientras la memoria del asesinato de Isaac Rabin refleja la existencia de fuertes intereses opuestos a la resolución de tal rivalidad. A su vez, el golpe de Estado perpetrado por el ejército de Myanmar a comienzos de este año ha depuesto al gobierno civil encabezado por Aung San Suu Kyi en un acto que pone de manifiesto la persistencia del control militar sobre aquel país del Sudeste Asiático. En ambos casos, la esperanza también se ha diluido irreversiblemente.

El inicio de los problemas en casa

Para Estados Unidos, 1991 también fue un año de contrastes pues, si bien Washington festejó su victoria ante la Unión Soviética en la Guerra Fría, incidentes como la golpiza a Rodney King anticipaban la persistencia de las diferencias raciales al interior de la sociedad estadounidense, que han conducido recientemente a la creación de movimientos como Black Lives Matter y el ascenso de grupos extremistas entre la población blanca estadounidense, lo que amenaza con polarizar a este país.

También 1991 fue el año del lanzamiento del célebre disco Nevermind de la banda Nirvana, el cual contenía un mensaje de rabia juvenil que expresaba abiertamente la inconformidad presente en varios sectores de la sociedad estadounidense que se sienten excluidos de los beneficios del progreso económico tras los años de aplicación del modelo neoliberal. Para el observador atento, ambos acontecimientos presagiaban la existencia de un fuerte malestar interno en Estados Unidos que se ha agravado durante los últimos años, poniendo en riesgo la estabilidad de dicho país.

Reflexión final

También 1991 registró la realización de la primera conversación telefónica con aparatos móviles, así como el comienzo de los planes para crear el internet, por lo que es cierto que hubo noticias alentadoras en ese año que contribuyeron a la formación del mundo de hoy. No obstante, visto en perspectiva, es cuestionable si el mundo está o no mejor hoy que en ese entonces, aunque estemos mejor conectados y podamos enterarnos al momento de todo lo que ocurre en el planeta. Sin duda, el deterioro ambiental ha derivado en una crisis de grandes proporciones, mientras los conflictos en lugares como Irak o Siria han propiciado una crisis migratoria sin precedentes y el mundo, además, ha presenciado la normalización de la violencia, evidenciando una pérdida de valores entre la humanidad, cuya profundización no augura nada bueno.

En este nuevo orden internacional, caracterizado por el individualismo, el consumismo y el ascenso de la intolerancia, es necesario recordar que hace 30 años muchos tuvimos la esperanza de que el mundo podría mejorar para así obtener la confianza que nos permita contribuir a la lucha contra los distintos males que acosan a la humanidad en estos tiempos.

FERNANDO OCTAVIO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ es licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de México (UAM), Iztapalapa, así como maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México (Colmex). Es profesor y coordinador académico en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México Sur. Sígalo en Twitter en @FdOHdzSanz001.

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