Repensando la migración

28 mayo, 2021 • Artículos, Asuntos globales, Latinoamérica, Portada, SRE • Vistas: 3726

STN Honduras

Ximena Escobedo Juárez

Mayo 2021

Una colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México

Desde mediados del siglo XX, el fenómeno migratorio regional se ha centrado en los flujos migratorios entre México y Estados Unidos, ya que ambos países comparten una de las fronteras más importantes y dinámicas del mundo. Durante el siglo pasado, acontecimientos y tendencias como el Programa Bracero (1942-1964), la integración silenciosa (1980-1990), el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (1994), y el inicio de la guerra contra el terrorismo (2001), marcaron la pauta de la dinámica migratoria bilateral. Sin embargo, a partir del siglo XXI, la agenda mexicana en materia de migración comenzó a dejar de estar concentrada exclusivamente entre estos dos Estados, ya que los flujos migratorios irregulares de otros países, y sobre todo de Centroamérica, aumentaron y modificaron el papel de la frontera sur de nuestro país y, en consecuencia, el de la frontera norte.

También hemos visto como los perfiles migratorios han ido cambiado significativamente. Mientras que en la segunda mitad del siglo XX quienes emigraban eran principalmente hombres no acompañados en busca de trabajo y mejores oportunidades económicas, el fenómeno evolucionó a tratarse de reunificación familiar (Immigration Reform and Control Act -IRCA- 1986), a niños migrantes no acompañados durante la crisis de 2014, hasta llegar hoy donde observamos un flujo antes no visto compuesto por familias y adultos con niños. Sin duda, esto plantea algunos importantes desafíos no solo demográficos, sino también económicos, políticos y sociales.

Los retos y las oportunidades

México se enfrenta a un gran reto y, a la vez, a una gran oportunidad. La migración de hoy parece estar más diversificada que nunca antes, con unidades familiares arribando al país, personas de diversas edades, nacionalidades, niveles de escolaridad (observando un alza en perfiles especializados), y con mano de obra calificada y no calificada. Diseñar mecanismos que brinden instrumentos que potencialicen su aportación a las comunidades es crucial para su inclusión a la sociedad y el aprovechamiento de las habilidades que cada una de estas personas ofrecen.

En la actualidad, México es un país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes. Es decir, que, en un periodo de aproximadamente 40 años, nuestro país transitó a ocupar todos los escalafones del espectro migratorio. Hoy, la prioridad del Estado mexicano debe ser, entre otras cosas, garantizar los derechos humanos de los migrantes, la seguridad nacional, la implementación de la legislación migratoria, abrir paso a la integración socioeconómica, proteger a nuestros connacionales en el exterior y, por supuesto, ver el fenómeno migratorio desde una óptica en la que la cooperación de todos los países y los actores involucrados en el ciclo migratorio es necesaria y urgente para realmente atender las causas de la migración.

México se enfrenta a un gran reto y, a la vez, a una gran oportunidad.

Es importante entender y dimensionar los cambios que ha tenido el flujo migratorio, ya que con estas transformaciones el fenómeno no puede ser atendido de la misma manera que en los últimos años. El aumento en el flujo irregular proveniente del Triángulo Norte de Centroamérica en los últimos años se ha debido no solo a la falta de oportunidades laborales, sino también al incremento significativo de la violencia y, cada vez más, a los efectos adversos del cambio climático. Estos fenómenos han propiciado un cambio significativo en cuanto a los perfiles de las personas centroamericanas que migran. A partir de estos, se ha registrado un particular incremento en la llegada de mujeres y unidades familiares, lo cual ha abierto un nuevo capítulo en la historia migratoria en México. Esto representa una oportunidad significativa para nuestro país, ya que las mujeres, como grupo poblacional que migra, facilitan la integración de los migrantes (niños, niñas, adolescentes e incluso de otros hombres y mujeres adultas) en la sociedad y participación económica en las comunidades. Es por ello que resulta fundamental diseñar políticas públicas migratorias con perspectiva de género que garanticen su inclusión en las economías locales, situación clave para potencializar el crecimiento y el desarrollo económico.

El impacto del cambio climático

Por otra parte, el efecto del cambio climático en la migración es cada vez más palpable. En las últimas 2 décadas, las catástrofes naturales se han duplicado, al pasar de 200 a 400 por año en promedio, según información de Our World in Data, lo que significa que nueve de cada diez desastres están relacionados con el clima. Esto supone que, si no se toman medidas contundentes para reducir sus efectos, de aquí a 2050 podría haber cerca de 680 000 migrantes ambientales trasladándose de Centroamérica y México a Estados Unidos, y en un escenario más catastrófico, la cifra podría aumentar a más de un millón de personas, según lo publicado en el artículo de The New York Times “The Great Climate Migration” (20 de julio de 2020). A esto se añade el impacto económico sobre el que se estima que, a decir de Luis Miguel Galindo en The Economics of Climate Change in Mexico (Semarnat, 2009), en 2100, el costo total del cambio climático sería equivalente a una pérdida acumulada de alrededor del 6.2% del PIB mexicano.

Los esfuerzos internacionales y regionales

Frente a estos escenarios, sumados a los cambios en los flujos migratorios, es urgente tomar medidas concretas para atender de forma más adaptada la migración y entender que hay áreas de oportunidad en estos flujos que deben ser aprovechadas. Ante un mundo cada vez más complejo e interconectado, los grandes movimientos transnacionales de personas de los últimos años demostraron que esta situación demandaba una respuesta por parte de toda la comunidad internacional, en la que se involucren a todos los países que participan dentro de los distintos ciclos migratorios con el fin de velar por los intereses de aquellos que han tenido que abandonar su lugar de origen por las causas ya mencionadas.

En ese sentido, el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular (o Pacto de Marrakech) es un parteaguas en la forma de entender y atender el fenómeno migratorio. El Pacto, del cual México fue impulsor, establece un nuevo paradigma de cooperación y entendimiento que pone por delante la importancia del multilateralismo, reconociendo que ningún Estado puede afrontar el fenómeno migratorio de manera individual. Esto no solo promueve la cooperación conjunta para atender el fenómeno bajo un marco común y de responsabilidad compartida, sino que además asegura la protección y el respeto de los derechos humanos de las personas. Además, es el primer acuerdo mundial que busca una gestión integral de los flujos migratorios y a escala internacional, y toma en cuenta que se deben aprovechar los beneficios de la migración.

Un claro ejemplo del objetivo del Pacto de Marrakech es el esfuerzo que el gobierno de México ha hecho por medio del Plan de Desarrollo Integral (PDI), para atender las causas estructurales de la migración en El Salvador, Guatemala y Honduras, para generar oportunidades, desarrollo y para que esta sea una opción y no una necesidad. La cooperación es la vía.

La actuación de México

Hoy vemos diversos esfuerzos aislados para la atención en la región, y es momento de cambiarlo. En México, tenemos el gran reto de seguir implementando la política migratoria actual y, al mismo tiempo, empezar a construir los cimientos que generen cambios estructurales a nuestro sistema migratorio; es decir, implementar acciones a corto, mediano y largo plazo. Según datos del Banco Mundial, la migración internacional contribuye al aumento del PIB mundial, ya que permite que los trabajadores se trasladen a los lugares donde son más productivos. Para los países con tasas de natalidad bajas, o que se encuentran por debajo de la tasa de reemplazo generacional (proceso de renovación por el que una población reemplaza con nacimientos las pérdidas debidas a fallecimientos), los migrantes pueden desempeñar un papel importante, ya que suelen ser personas entre 20 y 40 años, considerados como los años más importantes para integrarse a la población económicamente activa.

Dada la situación geopolítica de México, a nuestro país se le presentan enormes áreas de oportunidad que podrían potencializar las ventajas comparativas del país frente a la comunidad internacional en sectores clave, como refrescar el crecimiento demográfico ante la caída de las tasas de natalidad, y así mantener la tasa de reemplazo generacional. Además, debe revitalizar las comunidades rurales con nuevas técnicas y diversificación de la producción agrícola, así como ocupar nichos laborales en industrias de rápido crecimiento y declive. De igual forma, debe generar un mayor dinamismo económico, con la creación de nuevas empresas y negocios que traigan modelos novedosos al mercado mexicano, así como su contribución a la innovación, al emprendimiento y al aumento de la productividad. También debe aportar mayores recursos en materia de recaudación fiscal y contribuciones sociales, posicionar a México como un centro de encuentro de las diferentes culturas latinoamericanas, fortaleciendo el poder blando del país, y propiciar la incorporación cultural tanto culinaria, musical y lingüística de las comunidades migrantes a la sociedad mexicana, posicionando a México como un centro cosmopolita que demuestra la fortaleza y diversidad de la cultura latinoamericana. De igual forma, debe identificar, desde una diferente perspectiva, las áreas de oportunidad en el sistema social, económico y político al conocer el funcionamiento de diferentes estructuras sociopolíticas de otros Estados.

Implementar políticas que faciliten la atracción regular y correcta de los migrantes no solo reduciría la migración irregular hacia México y las dificultades que esta conlleva, como la vulnerabilidad, la exposición al crimen organizado, el tráfico de personas migrantes, entre otros, sino que además permitiría reducir el flujo migratorio irregular, generando cauces legales, seguros y productivos para la migración. Es por ello que México debe apostar a ser un país de destino de la migración regional e internacional, aprovechando la plusvalía que esta aporta y siendo capaz de captar el talento extranjero para desarrollar innovación y soluciones a las problemáticas energéticas, climáticas y tecnológicas del siglo XXI, y con esto, crear un sistema migratorio regional que separe la migración humanitaria de la económica.

México debe apostar a ser un país de destino de la migración regional e internacional, aprovechando la plusvalía que esta aporta y siendo capaz de captar el talento extranjero.

Es importante comprender que la migración aporta beneficios considerables al país de destino. Pero para que los beneficios sean recíprocos, es fundamental adoptar políticas enfocadas en regularizar la migración y atraer el talento extranjero, independientemente de su área de especialización y nivel de estudios, aprovechando así las capacidades de cada uno para que puedan explotarlas de la mejor manera, bajo un estatus legal que proteja eficazmente sus derechos.

En años recientes, nuevos países se han convertido en destinos importantes de la migración internacional, rompiendo con la tendencia dominada por la esfera anglosajona, destacando principalmente Alemania, Arabia Saudita, Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Francia. México tiene la oportunidad de convertirse en un país de destino de la migración regular regional, principalmente de los países de Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela.

Conclusión

Los cambios históricos en el fenómeno migratorio ponen a prueba las capacidades del actual sistema migratorio mexicano. La migración debe convertirse en un fenómeno seguro, ordenado, regular, con total apego a los derechos humanos e integral, con el fin de que la distribución de la misma sea atendida de manera adecuada a las comunidades donde se puedan concebir mayores beneficios.

Frente a la demandante situación actual, es crucial que empecemos a visualizar el potencial de la migración regular y ordenada. Nuestro sistema migratorio debe irse adaptando al igual que el propio fenómeno. Los diversos esfuerzos desde el inicio de la actual administración, dejan claro que podemos hacerlo. Crear mecanismos regulares, replantear nuestro sistema de refugio, abrir el sistema de empleo, bancarización, generar políticas de integración, entre otros, abrirá el paso a que no solo México sea un país de destino con todos los beneficios que ello conlleva, sino también reducir los flujos irregulares. Los cambios estructurales toman su tiempo, meses, años, incluso décadas, pero sin duda alguna México puede hacerlo, pero además puede ser un referente de la región. Hacer que los retos de hoy sean las oportunidades de mañana. Repensar la migración y la cooperación es y será la clave.

XIMENA ESCOBEDO JUÁREZ es Directora General de Coordinación Política de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México. Es licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Iberoamericana. En la Oficina del Canciller llevó, entre otros, los temas migratorios. Sígala en Twitter en @escobedox.

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One Response to Repensando la migración

  1. J Marcos Villegas dice:

    Buenas tardes, un comentario sobre la bancarización .
    Es en Base a la referencia, al flujo de dineros que maneja un trabajador que emigra a otro pais y que genera ahorros para su manutención y de Su Familia ?
    Interesante, ABRIR nuevos caminos de cooperación con Centro y Südamerica; y no necesariamente para USA, sino para el msmo pais como un mecanismo generador de desarrollo.
    Saludos.

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