Pandemias: retos para la bioseguridad en el siglo XXI

25 enero, 2021 • Artículos, Asuntos globales, FEG Anáhuac, Portada • Vistas: 4452

Poder Ciudadano Radio

Ana Gabriela González Alcalá y Natalia Pedregal Verdugo

Enero 2021

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

Cuando inició 2020, prácticamente nadie pensaba que la palabra “pandemia” sería un vocablo altamente utilizado en nuestro día a día; este concepto era más referido en el ámbito científico o académico para los estudiosos de la medicina, bioseguridad y seguridad internacional. Sin embargo, un año después, iniciamos un 2021 con la esperanza de volver a la normalidad o a la “nueva normalidad”, no sin antes reflexionar la importancia y los retos que se derivan de este suceso que marca un hito para nuestra generación.

Los virus han estado presentes en la historia del hombre, causando muertes y estragos importantes a nivel económico, social y de salud. Cuando un virus excede el corredor endémico de una región y su súbito aumento llega a tener un alcance mundial, recibe la denominación de pandemia. Las pandemias pueden surgir por diferentes razones, como desastres naturales, movimiento de personas, cambios de estaciones, entre otras. Sin embargo, recorriendo los últimos siglos, la sociedad internacional ha enfrentado diferentes pandemias, todas pertenecientes al virus de la influenza.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, en 1918, el mundo vivió una gran pandemia conocida como “gripe española” causada por el virus H1N1, misma que ocasionó la muerte de casi 50 millones de personas. Años más tarde, la pandemia de 1957, causada por el virus H3N2 (“gripe asiática”) puso a prueba los esfuerzos de una joven y recién creada Organización Mundial de la Salud (OMS). En 1967 surgió una nueva pandemia causada por el virus H3N2 (“gripe de Hong Kong”) y, por último, en lo que va del siglo XXI, la pandemia de 2009 causada por el virus H1NI1 (“gripe porcina”) y la aparición del SARS CoV-2, que causa el covid-19, a finales de 2019, que vino a reforzar los protocolos sanitarios y las medidas de bioseguridad. Ante estos eventos, la sociedad internacional ha trabajado para construir medidas eficientes de mitigación y prevención, por medio de la cooperación internacional y el estudio de la bioseguridad, la cual se encarga de analizar y gestionar los riesgos que involucren la salud humana, animal, vegetal y el medio ambiente.

Zoonosis y bioseguridad

De acuerdo con David Quammen, autor de Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic, se da una zoonosis cuando un patógeno salta del reino animal a un humano y logra asentarse en el cuerpo de la persona hasta convertirse en una presencia infecciosa que causa enfermedades o incluso la muerte. Se estima que más de 70% de las enfermedades actuales tienen origen zoonótica. La OMS indica que el mayor riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas ocurre en la interfaz humano-animal mediante el contacto directo o indirecto con animales, productos animales (como carne, leche, huevos) o su medio ambiente. Por ende, los procesos de producción masiva de alimentos se han vuelto un foco importante de alerta, ya que al producirse la mayor parte de los alimentos en un solo lugar, hace que seamos más vulnerables si un animal enfermo contagia a otros.

Por otro lado, el movimiento de animales a lugares ajenos a su zona de origen (ya sea por la caza furtiva, el comercio ilegal o el tráfico de animales) provoca que especies exóticas tengan contacto con otros animales que naturalmente y sin la intervención humana nunca hubiera sucedido, abriendo la posibilidad de formarse nuevas cepas de virus.

Actualmente, el mundo está cada vez más interconectado, acelerado y en continuo crecimiento. El movimiento de bienes y personas a través de las fronteras aumenta la probabilidad de acelerar el contagio de una nueva enfermedad. Conforme los productos, los alimentos, el capital y las personas se trasladan por el mundo, se presenta un posible intercambio de microrganismos que pueden causar nuevas enfermedades y riesgos para la salud. Uno de los principales retos para nuestra generación es repensar las medidas de intercambio de bienes y servicios, colocando a la bioseguridad como un pilar esencial.

La historia se repite: comparación de pandemias

En la historia, las pandemias han contribuido al desarrollo de la salud pública, la innovación de vacunas y el fortalecimiento de medidas en puertos, fronteras y áreas urbanas. Desde mediados del siglo XX, la OMS y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) han impulsado nuevas medidas de regulación y protección. Sin embargo, comparando sucesos como la gripe española (1918) y el SARS CoV-2 (2019) se pueden encontrar algunas similitudes y diferencias que implican aprendizajes para la bioseguridad.

La gripe de 1918 se observó por primera vez en Europa, Estados Unidos y algunas partes de Asia antes de extenderse rápidamente por todo el mundo. Este gran fenómeno fue causado por un virus H1N1, con genes de origen aviar, y se considera cómo la pandemia más mortífera y grave de la historia reciente. Se estima que se infectaron unos 500 millones de personas en todo el mundo (alrededor de un tercio de la población del planeta en aquel momento) y acabó con la vida de entre 20 y 50 millones de víctimas.

Los primeros casos se presentaron en Francia, después la gripe se propagó al Reino Unido, Italia, cruzó por Alemania y terminó en España. Al ser un país neutral durante la Primera Guerra Mundial, España no tuvo temor de ocultar información sobre la nueva enfermedad, lo que hizo pensar al mundo que era el único país con este problema de salud, por ello se le conoce como la gripe española. Las principales medidas sanitarias implementadas para la sociedad fueron, entre otras, la suspensión de las clases escolares, y se prohibieron las aglomeraciones de personas y el aislamiento o cuarentena de toda persona infectada o sospechoso de haber contraído la enfermedad. Los medios de comunicación utilizados en esa época fueron el telégrafo, el teléfono (aunque las líneas para hablar eran limitadas y poco fiables), la radio —principal medio de comunicación— y, por último, el periódico impreso. El contexto de posguerra que se traslapó con la pandemia ayudó a que se dispersará con mayor facilidad con el regreso de los soldados a sus lugares de origen; por otro lado, el aire de desconfianza y la rivalidad impidieron que los países implementaran una estrategia mundial para combatir la enfermedad.

El panorama actual ha sido más benévolo en algunos aspectos, gracias a los avances alcanzados a lo largo de los años, pero la actual pandemia demuestra que no son suficientes para enfrentar futuras pandemias.

Casi un siglo después, una nueva pandemia vino a probar todos aquellos avances de cooperación internacional. El 31 de diciembre de 2019, el Departamento de Salud de Wuhan, Hubei, China, informó de un grupo de veintisiete casos de neumonía de etiología desconocida. En un primer momento, la mayoría de las personas afectadas habían trabajado en el mercado del sur de China en Wuhan, lugar mayorista que vende pescado, mariscos y otras especies de animales vivos, incluidos animales exóticos. El 7 de enero de 2020, las autoridades chinas lograron aislar el patógeno del brote y confirmaron que se trataba de un nuevo tipo de coronavirus (actualmente conocido como SARS-CoV-2) no encontrado previamente en humanos. En unas semanas, el virus se esparció rápidamente a nivel mundial. Al cierre de 2020, se han detectado más de 50 millones de contagios en más de 93 países, entre los que se encuentran Brasil, Estados Unidos, Francia, la India y Rusia, algunos de los más afectados.

En la actual crisis de salud, el papel de la OMS ha sido fundamental para controlar la pandemia, y los Estados miembros han tomado todas las medidas recomendadas por la Organización. La principal sugerencia es quedarse en casa, evitar las interacciones sociales masivas, fomentar el uso de cubrebocas, así como diversas medidas de higiene, como el lavado frecuente de manos o el uso de gel antibacterial, cubrirse nariz y boca al momento de estornudar, la desinfección de superficies de contacto frecuente y evitar el saludo de mano, beso y abrazo.

A pesar de que ambas pandemias se dieron en diferentes momentos de la historia, son bastantes similares, pues las dos provienen de la familia de la influenza. La gripe española, al ser una de las pandemias más mortíferas, dio pie a la creación de las primeras medidas sanitarias y originó la recolecta de información de enfermedades para contrarrestarlas con los futuros padecimientos. Gracias a la creación de la Organización de las Naciones Unidas y de sus órganos (la OMS, la FAO y la Organización Panamericana de la Salud), los cuales son una gran herramienta para la cooperación internacional, los protocolos sanitarios han ido evolucionando; sin embargo, es de suma importancia que sigan en constante actualización. El panorama actual ha sido más benévolo en algunos aspectos, gracias a los avances alcanzados a lo largo de los años, pero la actual pandemia demuestra que no son suficientes para enfrentar futuras pandemias.

Retos para la bioseguridad en el siglo XXI

La actual crisis sanitaria no será la última que padecerá el mundo. La OMS argumenta que, en un futuro, se pueden llegar a desarrollar nuevos patógenos, creando nuevas enfermedades. Se estima que hay hasta 827 000 especies de virus animales desconocidas y especies de animales silvestres y exóticas. No conocemos las enfermedades que padecen ni el efecto y alcance que puedan tener en los humanos. La destrucción del medio ambiente y los ecosistemas naturales presentan un reto importante para evitar el surgimiento de nuevos virus.

Un segundo reto es que la humanidad ha entrado en una especie de círculo vicioso de “pánico y olvido”. Al inicio de la emergencia, el pánico se apodera de la sociedad, las personas corren por víveres y se resguardan unos días. Cuando el tiempo pasa, este cuidado se va menguando, hasta desaparecer. El olvido sustituye al pánico, hasta que nuevamente los gobiernos imponen medidas de seguridad. La historia (peste negra, gripe española) demuestra que siempre la “segunda ola” de contagio es más mortífera debido a que la sociedad baja la guardia y olvida que seguimos en un estado de emergencia sanitaria.

Las vacunas son un tercer reto para los investigadores. Los esfuerzos para crear en un corto lapso una vacuna que combata a un nuevo patógeno se pudo lograr gracias a la información previa de otros coronavirus, el SARS y el MERS, y a la cooperación entre países. Además de crear una vacuna efectiva, los líderes de cada Estado tienen como desafío la implementación de un proceso de vacunación eficaz y masivo para cubrir la mayor parte de la población lo antes posible.

Por último, la posibilidad de nuevas mutaciones complica el escenario de finalizar una pandemia. En diciembre 2020, una nueva cepa de SARS-CoV-2 encontrada en el sur del Reino Unido volvió a poner a prueba los avances que se tienen para regresar a la nueva normalidad. Los científicos argumentan que esta nueva variante no impide la efectividad de las nuevas vacunas, ya que era de esperarse dicha mutación. Sin embargo, es de suma importancia continuar con las medidas sanitarias indicadas por la OMS, toda vez que la mutación tiene una propagación más rápida.

En conclusión, el mundo no está preparado para otra pandemia y apenas se está sobreviviendo a la actual crisis sanitaria. La OMS recomienda que, para evitar una nueva pandemia, se debe ejercer un liderazgo responsable, ciudadanos comprometidos, un fortalecimiento en los sistemas de salud y el impulso de medidas de bioseguridad en el intercambio de bienes y servicios. La existencia y la actualización de protocolos sanitarios, medioambientales y vegetales son importantes para evitar el daño a nuestro planeta. Por último, es necesario fomentar cambios en las formas de producción, impulsar sectores limpios, menos demandantes de recursos naturales y bajos en carbono, al tiempo de ir disminuyendo el peso en la economía de los sectores más depredadores y contaminantes. Sin duda, las pandemias no serán las únicas crisis que nos presente el siglo XXI, por ello, las medidas de participación ciudadana y de gobernanza global son fundamentales para enfrentar cualquier tipo de crisis que sucedan.

ANA GABRIELA GONZÁLEZ ALCALÁ es licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Asuntos Internacionales por la Universidad Anáhuac México. Cuenta con una especialidad en Política y Seguridad Internacional. Es Coordinadora Académica en la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México. Sus principales líneas de investigación incluyen estudios sobre ciudades resilientes y seguridad internacional. Sígala en Twitter en @anagabyglza. NATALIA PEDREGAL VERDUGO es estudiante de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México. Sígala en Twitter en @nataliapedregal.

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