Osaka y el G-20: centros de mira global

26 junio, 2019 • Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 11132

g20.org

Ivette Ordóñez Núñez

Junio 2019

Embellecida por un castillo del siglo XVI, la ciudad nipona de Osaka se muestra como una alegoría de los nuevos desafíos mundiales. Dinámica, portuaria, vanguardista y comercial, esta ciudad con cientos de años de historia se sitúa en el punto de mira de la diplomacia mundial. Osaka, conocida comúnmente como la «cocina de Japón» por su diversidad y riqueza culinaria, acoge en 2019 otra diversidad y otra riqueza, aquella del Grupo de los Veinte (G-20), un grupo de líderes políticos que surgió en 2008 tras la debacle de la banca estadounidense Lehman Brothers y el temor colectivo del contagio financiero mundial. Este grupo configurado por diecinueve países, la Unión Europea y España como único invitado permanente, representa el 85% del PIB mundial, dos tercios de la población del planeta y del 80% del comercio mundial, cifras que le otorgan claro poder a sus líderes, provenientes de cinco continentes, cuyas economías emergentes y desarrolladas están condenadas a mantener este formato de diálogo, de consenso, de gestión y de coordinación de la política mundial.

El próximo 28 y 29 de junio de 2019, los jefes de Estado y de gobierno del G-20 celebrarán en Osaka su decimocuarto encuentro. Con más de 10 años de existencia, esta agrupación ha demostrado, entre tropiezos y deficiencias, su capacidad para allanar el camino hacia una nueva forma de gestión global. Si bien es cierto que su cometido principal reposa en esa autodesignación como «primer foro para la cooperación económica internacional», la realidad muestra que la resolución colectiva no se limita al ámbito financiero y económico, sino que muchos otros desafíos se encuentran íntimamente ligados y penden de la voluntad política. La seguridad alimentaria, la transición energética, el cambio climático, la digitalización, entre muchos otros, figuran como temas ávidos de coordinación y, en algunos casos, de regulación global. Ese es en verdad el cometido del G-20: un espacio de reflexión al más alto nivel, donde la política se sitúa como la herramienta más eficaz para gestionar los retos que la globalización está planteando, y que nadie, por sí solo, será capaz de controlar.

La agenda de Japón para 2019

Como es habitual, el país anfitrión organiza el evento diseñando una agenda y eligiendo algunos invitados a la cumbre. En esta ocasión, Japón ha decidido contar además con la presencia de Holanda, Singapur y Vietnam. Asimismo, participarán también Tailandia en representación de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), Egipto por parte de la Unión Africana, Chile por el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y Senegal por parte de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD), cumpliéndose así el compromiso adquirido por el G-20 en 2010, al contar con al menos dos países africanos entre los invitados, con el fin de mejorar el equilibrio mundial. Con sendas reuniones programadas, Japón ha dibujado una serie de encuentros ministeriales que van desde las acostumbradas reuniones de ministros de Finanzas y bancos centrales del G-20, pasando por la de los ministros de Agricultura, Energía, Trabajo, Medio Ambiente, entre otros, hasta una reunión de ministros de Asuntos Exteriores prevista para noviembre de 2019, fecha posterior a la cumbre de líderes. Una muestra de la confianza en la continuidad del proceso que, lejos de detenerse, evoluciona, afianzando su lugar en la escena internacional.

El Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, se ha mostrado entusiasta de ostentar la presidencia del grupo en 2019, al señalar que «Japón está determinado a liderar el crecimiento económico mundial, promoviendo el libre comercio y la innovación, […] contribuyendo al desarrollo de la agenda y de otros temas globales, situando a los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el centro». Subraya además que lo que busca Japón es alcanzar y promover «la sociedad del futuro centrada en el hombre». En esta tesitura, se ha dibujado la agenda del G-20 para 2019, una agenda que básicamente da continuidad a temas debatidos anteriormente (economía global, comercio e inversión, innovación, medio ambiente y energía, empleo, empoderamiento de la mujer, desarrollo y salud), aunque con nuevos matices, algún tema añadido y, sobre todo, con una óptica distinta.

En esta ocasión, Osaka es el punto de mira mundial, donde las miradas se centrarán indudablemente en Donald Trump.

El sherpa japonés Koji Tomita observa que la cumbre de Osaka se centra en debatir «cómo abordar los riesgos potenciales de la economía global y cómo aprovechar el poder de la innovación tecnológica para el bienestar del ser humano», explicando así que las prioridades de la cumbre son tres: «el crecimiento sostenible de la economía global, los esfuerzos para abordar los desafíos globales y la innovación tecnológica como tema dominante». Para llevar a cabo un crecimiento sostenible, el país anfitrión está convencido de la necesidad de contar con el impulso político del G-20 para lograr una reforma y mejor funcionamiento de la Organización Mundial del Comercio. Las tensiones comerciales de los últimos tiempos no han hecho más que reiterar dicha urgencia, por lo que se espera que en esta cumbre se condene al proteccionismo abiertamente y se de un paso firme hacia la modernización de la Organización.

Asimismo, Japón añade a la agenda el debate sobre el envejecimiento de la población, los divergentes perfiles demográficos en el grupo influyen en el crecimiento. Este tema preocupa especialmente al país asiático que cuenta con la tasa de longevidad más grande del mundo y con una población decreciente en sus índices de natalidad. Por otro lado, en el tema de los desafíos globales, Japón tiene particular entusiasmo al abordar la inmigración, el desarrollo, la energía o el cambio climático, y pone especial acento en la problemática de los «desechos plásticos marinos», comprometiéndose a generar medidas internacionales efectivas en esta cumbre. Finalmente, la innovación aparece como el tema trasversal, dado que tiene implicaciones sociales y económicas, el anfitrión se preocupa especialmente por promover un debate sobre la buena gestión y gobernanza de los datos.

Tensiones comerciales y geopolíticas en torno al G-20

Ninguna cumbre del G-20 está exenta de abordar una «agenda no programada», es parte de su proceso y de su singularidad. Probablemente este sea, en parte, el éxito de las cumbres, una dinámica de encuentros que no solo sirve para el dialogo global, sino que se convierte en una oportunidad única para un acercamiento informal entre líderes, con el fin de tratar asuntos que, frecuentemente, no figuran en la agenda oficial. No existe en la escena internacional otra plataforma con esas peculiaridades. En esta ocasión, Osaka es el punto de mira mundial, donde las miradas se centrarán indudablemente en Donald Trump. Desde la llegada del mandatario estadounidense a la Casa Blanca, no han cesado los desajustes económicos internacionales, principalmente debido a sus políticas proteccionistas y constantes amenazas arancelarias. Una conducta que ha derivado en algunos casos, en una guerra comercial, como aquella que sostiene actualmente con China, quien a su vez también plantea otras posibles amenazas, al limitar probablemente algún sector de exportación (tierras raras) necesario para la fabricación de productos tecnológicos.

Las amenazas arancelarias por parte de Estados Unidos también son identificadas con México, debido a los reiterados reproches del gobierno de Trump alegando incapacidad de su vecino al no detener el flujo migratorio. Aunque recientemente se ha alcanzado un acuerdo, México está perdiendo la gran oportunidad de tener un encuentro directo con el mandatario estadounidense en el marco que ofrece el G-20. La decisión del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de no asistir deliberadamente a la cumbre es errática. Nunca antes un líder político miembro del G-20 había mostrado desdén por esa reunión. Tan solo se recuerda la ausencia de François Hollande en 2015 en la cumbre de Antalya, Turquía, debido a los atentados terroristas de París acaecidos un día antes. Aunque el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, asistirá a la cumbre en su representación, su papel sin duda será irrelevante. México muestra así una gran incongruencia en su diplomacia y en su recorrido en el G-20, ya que en 2012 el país latinoamericano se sirvió de su papel de anfitrión para avanzar en el diálogo político global, propiciando una primera reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G-20, e incluso generando, en las bambalinas de ese evento, la creación de MIKTA (mecanismo de cooperación entre México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia).

Asimismo, en los últimos días, la tensión política entre Estados Unidos e Irán se ha agudizado debido a supuestos incidentes en el golfo de Omán, provocados -según los estadounidenses- por el país musulmán. El anfitrión del G-20, Shinzo Abe viajó previamente a Irán para mediar una relación entre ambos países, una iniciativa que llama la atención, debido a que Irán no es parte del G-20, pero al mismo tiempo corrobora la importancia de la existencia de este grupo. Japón, claro aliado de Estados Unidos, intenta conciliar posiciones en una región que está siendo cada vez más inestable. La retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018 (defendido arduamente por parte de la Unión Europea) no ha hecho más que inyectar incertidumbre y fragilidad; habría que preguntarse qué papel tendrá al respecto el G-20 el próximo año, cuando Arabia Saudita organice la cumbre, un claro aliado de Estados Unidos en el Medio Oriente.

Nuevos bríos políticos globales generados por el G-20

Pese a su característica inflexibilidad, anacronismo y miopía ante los retos globales, el gobierno de Trump sigue siendo primordial en la configuración de acuerdos internacionales. Aunque parezca mentira, recientemente Estados Unidos ha dado un giro de 180 grados respecto a la posibilidad de establecer una normativa fiscal global dirigida a las multinacionales y orquestada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Fue precisamente el G-20 quien, a raíz de la crisis financiera, pidió a la OCDE en 2012 adaptar el panorama fiscal a las nuevas demandas globales. Gracias al mandato político, la organización configuró en 2015 una serie de medidas para evitar el fenómeno BEPS (erosión de la base imponible y la deslocalización de beneficios) y así crear mecanismos de cooperación e información entre países sobre la frecuente elusión fiscal practicada por algunas empresas.

Durante años, Estados Unidos mantuvo una posición conservadora al respecto. Sin embargo, la digitalización de la economía está orillando a tomar medidas contundentes ante abusos por parte de multinacionales como Google, Amazon, Facebook o Apple. Mientras que los europeos debaten qué debe ser sujeto a impuesto (flujo de datos, volumen de negocios) los estadounidenses han dado un paso más allá, pidiendo que no solo se tomen medidas fiscales para las empresas digitales, sino también para aquellas que tienen ventas en su territorio, es decir todas las grandes multinacionales. De una vez por todas, la OCDE ha elaborado un programa de trabajo con el respaldo de 129 países para 2020, presentado el pasado 8 de junio de 2019 a los ministros de Finanzas del G-20 en Fukuoka. El programa explorará qué debe ser sujeto de impuestos y dónde, además de plantearse un impuesto general mínimo. Puede parecer una quimera un acuerdo global de esta envergadura, aunque la OCDE se muestra entusiasta y el diablo se esconderá seguramente en los detalles.

IVETTE ORDÓÑEZ es doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Es analista política enfocada al estudio de la gobernanza mundial, el G-20 y la Unión Europea. Es autora de El G-20 en la era Trump. Nacimiento de una nueva diplomacia mundial. Sígala en Twitter en @ordonez_ivette.

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3 Responses to Osaka y el G-20: centros de mira global

  1. Jose Luis Ordóñez Domínguez dice:

    Interesante, ilustrativo , puntual y bien estructurado para entender ese acontecimiento. Sin embargo queda latente la inquietud por los acuerdos que los poderosos inclinan a su favor desde siempre. Creo que estas Cumbres requieren de una mayor consciencia y absoluta voluntad de cooperación y esfuerzos tendientes a un verdadero equilibrio entre los intereses prevalecientes de los más ricos.

  2. José Ordóñez González dice:

    Me enorgullece el tenerte como prima y expreso mi gran admiración a la persona tan culta e inteligente que eres, no puedo opinar acerca de tu interesante artículo ya que desconozco el tema, pero se sin duda alguna que eres una eminencia en lo qué haces! Te quiero mucho! Besos

  3. Rubén Bustos dice:

    Conozco muy poco respecto al G-20 sin embargo si estimo por el comportamiento historio de los Estados Unidos que quieren la egemonia mundial imponiendo su política económica apoyada en el poder bélico.
    Ivette te felicito por tú artículo y exposición de ideales de G-20
    Gracias

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