Los migrantes climáticos

8 julio, 2020 • AMEI, Artículos, Asuntos globales, Portada • Vistas: 6055

El otro desafío por venir para la comunidad internacional

ACNUR-Roger Arnold

Silvia Figueroa González y Daniel Lemus-Delgado

Julio 2020

Una colaboración de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales

El surgimiento del covid-19 ha sacudido las estructuras del sistema internacional, ha puesto en tela de juicio la eficacia de los gobiernos para enfrentar una crisis sanitaria, ha revitalizado la disputa hegemónica entre las grandes potencias y ha sumido a la economía mundial en la peor crisis económica de la que esta generación tenga memoria. Sin embargo, la posibilidad de un brote epidémico como el que ahora sacude al mundo era un hecho anunciado por la comunidad científica que reflejó la incapacidad de los Estados y organismos internacionales para actuar de manera coordinada ante esta crítica situación.

A pesar de que las preocupaciones de la comunidad internacional actualmente se enfocan en contener la expansión del nuevo coronavirus y superar los efectos negativos ocasionados por esta pandemia, no podemos olvidar que existen también otros riesgos que pueden ser aún mayores, como el cambio climático. Al igual que el brote de covid-19, la comunidad científica ya los ha advertido, mientras que la comunidad internacional ha sido incapaz de crear los mecanismos para estar preparados adecuadamente para hacerles frente.

En efecto, hay un consenso cada vez mayor que uno de los retos más importantes que enfrentamos es el cambio climático, no solamente en el terreno ecológico y económico, sino también en la seguridad nacional e internacional y en el impacto que tendrá en el desplazamiento forzado de personas obligadas a abandonar su lugar de origen. ¿Cuántos millones de desplazados climáticos hay actualmente? ¿Cuántos tendremos en el futuro? ¿Cómo impacta este fenómeno a las geografías, a las políticas, a las economías de los países? Y lo más importante, ¿hasta qué punto somos conscientes y estamos preparados para la emergencia humanitaria que está por venir, cuando sea necesario atender el desplazamiento de millones de personas que habitan en zonas vulnerables por el cambio climático y busquen asilo en un país seguro?

Cambio climático y migraciones

Hace más de una década se presentó La economía del cambio climático. El informe Stern (Cambridge, 2007), en el que se planteó lo que podría ocurrir en las siguientes décadas si se incrementara la temperatura del planeta. En este informe se señalaba que, de sobrepasar los 2 grados Celsius, cruzaríamos el umbral de lo considerado peligroso. Entre las implicaciones que este hecho acarraría se encontraba el impacto en la vida de millones de personas. En consecuencia, un aspecto clave radica en determinar la manera en que, como consecuencia del cambio climático, una comunidad se ve afectada cuando se viven desastres naturales, se enfrentan huracanes de cada vez más intensos, se modifican los ciclos de siembra y cosecha y el acceso al agua potable es cada día más limitado. Así, este informe estimaba que más de cien millones de personas tendrían que abandonar sus hogares debido a las crecientes inundaciones y que una sexta parte de la población mundial podría experimentar escasez de agua potable. Asimismo, se señalaba que se podrían multiplicar los incendios forestales debido a las altas temperaturas y que la productividad de los cultivos se podría reducir hasta en un 70%.

El cambio climático está intensificando aún más el fenómeno migratorio.

Evidentemente, el cambio climático actúa como un multiplicador de otros factores que propician la movilidad humana. En consecuencia, el cambio climático está intensificando aún más el fenómeno migratorio. Un ejemplo, en África Subsahariana se estima que más de ocho millones de personas se han visto en la necesidad de desplazarse por causas relacionadas con el cambio climático y la Organización Mundial de la Salud afirma que ochocientas millones de personas están en riesgo de sufrir una hambruna por las mismas razones. El informe Stern presupone que serán doscientos millones de desplazados en 2050 por cuestiones asociadas al cambio climático, y el Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente sostiene que África contará con cincuenta millones de refugiados ambientales para 2060.

En muchas ocasiones este desplazamiento se presentará al interior de un mismo Estado-nación, pero en otras, la movilidad implicará el cruce de las fronteras. Sin embargo, esta no es una realidad que vaya a ocurrir hasta 2050 sino que paulatinamente se está presentando. Los factores climáticos expulsan más personas de su localidad que la guerra, conforme a un informe de la Cruz Roja Internacional. Actualmente, se estima que cada año 26 millones de personas son desplazadas por motivos derivados de los desastres naturales. Entre este tipo de desastres, se calcula que 9 de cada 10 están relacionados con el cambio climático. Por otra parte, se estima que el 40% de la población mundial vive en zonas costeras y estas regiones son las que van a tener mayores afectaciones derivadas del calentamiento del planeta.

De hecho, algunos Estados insulares, como Kiribati, preparan acciones para enfrentar el desafío de la migración relacionado con el cambio climático. Este país cuenta con un programa de migración con dignidad, cuya finalidad es dotar de capacidades a su población para que tengan un nivel de educación y habilidades técnicas que puedan ser apreciadas por posibles países receptores como Australia y Nueva Zelanda para que, eventualmente, ellos puedan de alguna manera desplazarse hacia allá.

Ahora bien, la migración es un fenómeno recurrente que se da en todas las latitudes, pero es posible hacer ciertas distinciones respecto a los migrantes climáticos. Cuando se presenta un conflicto y las personas abandonan sus lugares de origen, esa migración ocurre en un determinado momento, con una causa muy específica; en la medida en que el conflicto termina las personas pueden regresar. La migración por causas económicas se trata de un fenómeno multifactorial, del cual se conocen las rutas de los migrantes que están intentando llegar a aquellos países en donde puedan mejorar su condición económica y con ello contribuir con las remesas a sus poblaciones de origen. Pero, ¿qué sucede cuando la migración se debe a un fenómeno relacionado con el clima? Es una migración que irrumpe, pero no termina, porque el tema de las trasformaciones en los fenómenos meteorológicos, cada vez con mayor intensidad, es un hecho que llegó para quedarse y que se vive tanto en los países desarrollados como en los que no lo son. No es un fenómeno que cuente con una periodicidad específica, como los conflictos, o una estabilidad estructural, como la migración por causas económicas.

La pandemia originada por el covid-19 nos recordó lo vulnerable que la humanidad sigue siendo, a pesar de los enormes avances en el campo de la ciencia y tecnología.

El desplazamiento por causas climáticas ya está ocurriendo. Sin embargo, la comunidad internacional no está preparada para ello. Si bien hay algunos pasos en esa dirección, el camino por recorrerse aún es muy largo. En 2011, Noruega convocó a la comunidad internacional para discutir el tema del desplazamiento trasfronterizo por razones climáticas, proponiendo “los principios de Nansen”, los cuales enfatizan que son los Estados los que tienen la responsabilidad principal de proteger a las poblaciones que son afectadas por el cambio climático y por otros peligros medioambientales, esbozando así un esquema de gobernanza en la cooperación internacional. En 2015, a iniciativa de Noruega, se publicó la agenda para la protección de los desplazados trasfronterizos en el contexto de los desastres naturales y del cambio climático, que contó con el respaldo de 110 países. Sin embargo, hasta ahora el avance ha sido limitado. Por lo tanto, es preciso fortalecer la legislación internacional, instrumentar las políticas específicas para atender esta problemática y diseñar y establecer instituciones adecuadas para atender a los desplazados climáticos. Hoy no hay una convención que regule la migración derivada del cambio climático. Este fenómeno de alguna manera ha quedado difuminado e ignorado y no se vislumbra en el horizonte una declaración internacional conjunta sobre lo que sería un refugiado climático, los derechos que posee y los apoyos que podrían recibir tanto estos refugiados como los países que los acojan.

Estar preparados para las migraciones de hoy y mañana

El tema de que las personas sean desplazadas del lugar en que viven y se vean obligadas a cruzar las fronteras implica una responsabilidad para la comunidad internacional. Es preciso encontrar los mecanismos para que, por ejemplo, las personas que han nacido en un Estado insular y que no tendrán las condiciones mínimas necesarias para su supervivencia sean arropadas por la comunidad internacional. Es preciso no perder de vista que se requiere de la solidaridad internacional, porque se trata lo mismo de un drama individual y que de una emergencia humanitaria colectiva, que empieza ya a delinearse y que no se está atendiendo del todo porque se considera que existen otros problemas internacionales más importantes por atender o porque los poderosos intereses económicos han impedido avanzar al respecto. Pero, no se debe olvidar que se trata también de un tema de equidad, de justicia global y de justicia intergeneracional. Como lo planteaba Gro Harlem Brundtland al definir el desarrollo sostenible, cuando se refiere al cambio climático también es necesario pensar que las generaciones futuras puedan vivir bajo las mismas condiciones y tener acceso a los mismos recursos que las actuales generaciones tienen.

La pandemia originada por el covid-19 nos recordó lo vulnerable que la humanidad sigue siendo, a pesar de los enormes avances en el campo de la ciencia y tecnología. Asimismo, nos mostró que la mejor manera de enfrentar los retos internacionales es por medio del multilateralismo, ya que ni un país, por sí solo, podrá solucionar problemas complejos por una pandemia. Y nos advirtió que si es posible aprender algo de esta tragedia es la responsabilidad de los Estados para no ignorar las predicciones científicas y actuar en congruencia con ellas. Nosotros, como ciudadanos, tenemos derecho a exigirlo. No dejemos pasar la ocasión. Preparémonos para el siguiente gran desafío, el impacto del cambio climático en la vida de millones de personas y la atención al nuevo rostro de la migración: los migrantes climáticos.

SILVIA FIGUEROA GONZÁLEZ es Decana de la región Occidente de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Campus Guadalajara. Es miembro de la mesa directiva de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI). Sígala en Twitter en @SFigueroaTec. DANIEL LEMUS-DELGADO es profesor investigador de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del ITESM, Campus Guadalajara. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Es miembro de la Red Mexicana en Cooperación Internacional y Desarrollo. Sígalo en Twitter en @chinaxxi.

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