Lambada para tres

3 febrero, 2020 • Artículos, Asia/Pacífico, Latinoamérica, Norteamérica, Portada • Vistas: 5603

El Brasil de Bolsonaro, entre la convergencia con Estados Unidos y el pragmatismo con China

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Nicolás Alesso

Febrero 2020

“Es más una cuestión de atmósfera que de fecha. Brasil tiene prisa”, decía en mayo de 2019 el Canciller brasileño, Ernesto Araújo, durante su viaje a París, que tuvo como propósito continuar con los trabajos para lograr el ingreso de su país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los pronósticos eran alentadores. Hacía poco menos de 2 meses que Jair Bolsonaro había regresado de su visita a Washington con un comunicado conjunto en mano. El “Trump del trópico”, como han apodado al Presidente brasileño, y the real Donald Trump, como aclara en su cuenta de Twitter, firmaron un documento en el que, entre varias cuestiones, el Presidente estadounidense apoya que Brasil inicie el proceso de adhesión para volverse miembro pleno de la OCDE. Brasil tiene el estatus de socio clave en la Organización, y participa en varios órganos. Si bien solicitó formalmente su ingreso en 2017, la llegada de Bolsonaro al poder trajo aparejadas modificaciones en el comercio alineadas a los requerimientos del espacio multilateral que representa el 80% del comercio e inversión mundiales.

Hasta ese momento, los obstáculos de Brasilia eran el compromiso previo de la Casa Blanca de apoyar el proceso de adhesión de Argentina, y las exigencias por parte de la Unión Europea de que Bulgaria ingrese junto al gigante sudamericano cuando fuera oportuno. El otro gran escollo es la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, cargo que hoy ocupa Robert Lighthizer, encargada de diseñar la política económica de la mayor potencia del mundo, así como de aconsejar al Presidente, y no ve con buenos ojos la entrada de Brasil a la Organización, ya que ambos Estados son competidores en materia de agricultura. En este sentido, el país del sur ha hecho gestos de buena voluntad, como el aumento de las cuotas de importación de carne de cerdo y trigo desde el país del norte, pero las reticencias continúan. Por ello, un compromiso con la rúbrica del presidente Trump era la mejor garantía.

Pero la segunda mitad de 2019 trajo de vuelta a la realidad al floreciente idilio entre los gobiernos de Trump y de Bolsonaro con dos acontecimientos. Por un lado, la carta enviada por el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, a la sede de la OCDE, en la que propone invitar a ingresar a la OCDE a Argentina y a Rumania. Por el otro, la reunión bilateral entre Brasil y China durante la Cumbre Presidencial de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) en el país sudamericano. Es que hay compromisos que se eligen no romper, y los dos países lo demostraron.

Aguas de março, fechando o verão

El comunicado conjunto fue recibido con vítores en el Palácio do Planalto. Los asesores del Presidente brasileño coincidían en que la retórica de derecha y el carácter con el que se muestra Bolsonaro habían ayudado a la convergencia con Trump.

Sin embargo, el 28 de agosto de 2019, la oficina de José Ángel Gurria, Secretario General de la OCDE, recibió la carta de Pompeo, que no solo no nombra a Brasil, sino que apoya a su vecino y tercer socio comercial, sosteniendo que Estados Unidos prefiere la ampliación moderada de la Organización. La misiva, que vio luz pública en octubre de 2019, fue un baño de realidad para Brasil.

Mientras los acordes de instrumentos ideológicos y políticos son los que principalmente dirigen la relación con Estados Unidos, los vínculos con China son marcados al compás del comercio.

Aparentemente fueron cuatro los ejes que motivaron a Washington a apoyar a Argentina: 1) la palabra comprometida por Trump en la Cumbre del G-20 en Buenos Aires; 2) las reformas económicas impulsadas por el entonces gobierno de Mauricio Macri; 3) el apoyo a la posición estadounidense frente a Venezuela, y 4) el acuerdo para la creación de un Centro de Operación y Coordinación ante Emergencias en Neuquén, enmarcado en un proyecto del Departamento de Defensa de Estados Unidos (China tiene una base de observación espacial en la misma provincia, pero eso es otra historia). Rápidamente, Washington hizo notar, por medio de declaraciones, su posición de apoyo a Brasil. Al igual que Trump, Wilbur Ross, Secretario de Comercio, y Pompeo también lo manifestaron. El gobierno de Bolsonaro se mantuvo en silencio, y comenzó a demostrar algunos giros pragmáticos.

Dançando lambada

En lo que a la relación con las dos potencias mundiales se refiere, Brasil se ha propuesto bailar con ambas al mismo tiempo. Así, mientras los acordes de instrumentos ideológicos y políticos son los que principalmente dirigen la relación con Estados Unidos, los vínculos con China son marcados al compás del comercio.

Ambas potencias ejercen atracción sobre ciertas esferas de los intereses brasileños más que sobre otras, por sus pesos propios, y Brasilia se deja penetrar por estas, mientras intenta fijar su curso según sus objetivos. Movimientos arriesgados en tiempos de guerra económica, aunque los atributos propios de Brasil le permitan cierta autonomía.

Como é grande o meu amor por você

Bolsonaro le ha demostrado a Trump que Washington tiene en Brasilia su principal aliado en la región, relación que puede ser definida como de acoplamiento político y convergencia ideológica. Este vínculo tiene una doble dirección. Por un lado, el fortalecimiento de los lazos entre ambos países, y, por el otro, el despliegue de acciones coordinadas en el sistema internacional. Así, en el primer caso podemos encontrar el aumento de las cuotas de importación de productos estadounidenses sin aranceles; las críticas por parte del equipo presidencial a los migrantes indocumentados brasileños en Estados Unidos (são uma vergonha); la intención de renunciar al Trato Especial Diferenciado en la Organización Mundial del Comercio; el plan para eximir de visado a ciudadanos de Estados Unidos, y la promesa de la Casa Blanca de que apoyará a Brasil para volverse un aliado extra-OTAN.

Hacia el resto del sistema internacional, Bolsonaro reconoció a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela y se enfrentó constantemente a Nicolás Maduro. De vez en cuando, manifiesta su intención de mover la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, aunque hasta ahora solo abrió una oficina comercial a pesar de su promesa a Benjamin Netanyahu y de los reclamos de la Autoridad Nacional Palestina. Durante la campaña electoral, y ya en funciones, ha criticado abiertamente a Argentina, China y Cuba, por citar algunos países que también ha criticado Trump. Incluso amenazó con retirarse del Acuerdo de París sobre cambio climático, y visitó Taiwán 8 meses antes de ser electo. Estos ejemplos se mezclan entre la alineación con Washington y el paradigma de derecha y nacionalista de su gobierno, que incluye también el distanciamiento del multilateralismo, de Latinoamérica y la ruptura con espacios regionales creados durante gobiernos anteriores, como la Unión de Naciones Suramericanas. Incluso, el Mercado Comín del Sur no fue una prioridad, como había vaticinado el Ministro de Hacienda, Paulo Guedes, hasta el acuerdo con la Unión Europea.

Existen dos imágenes muy curiosas que resumen este proceso de acoplamiento y convergencia, y tienen que ver con parte del círculo cercano del Presidente en la formulación y toma de decisiones en política exterior. Es que, en la política internacional, los símbolos y los protagonistas son fundamentales para acercar (o congelar) relaciones. Las fotografías enfocan al senador Eduardo Bolsonaro, tercer hijo del Presidente, y a quien propuso como próximo embajador en Washington. En noviembre de 2018, durante su visita a Washington, Eduardo fue visto con una gorra en apoyo a la reelección de Trump. En marzo de 2019, durante la visita presidencial de Bolsonaro a Estados Unidos, Eduardo se dejó ver (otra vez con un birrete) con lo que ya puede considerarse el eslogan de este alineamiento: “Make Brasil (sic) Great Again”.

Si bien Eduardo declinó la propuesta a ser embajador en octubre de 2019 ―en buena parte debido la probable oposición de la Cámara Alta―, se ha constituido como un puente político entre ambos países y como un símbolo de la militancia derechista actual en Latinoamérica. Desde la victoria electoral de su padre, ha viajado cuatro veces a Estados Unidos, reuniéndose en dos ocasiones con Trump. Además, es el encargado de construir relaciones con sectores de derecha cercanos al Presidente estadounidense. Aquí aparece el estrecho vínculo entre Eduardo y Steve Bannon, otrora Consejero Presidencial y Estratega en Jefe de la Casa Blanca, fundador de The Movement, organización que nuclea políticos europeos fomentando elementos políticos de derecha, liberalismo económico y el nacionalismo. De hecho, en 2019, Eduardo fue nombrado por Bannon como representante del grupo para Latinoamérica.

 “Muchas gracias. Fantástico trabajo.” fueron las palabras con las que Trump elogiaba públicamente al hijo de Bolsonaro durante la visita oficial de su padre, quien levantaba el pulgar. El creciente acoplamiento económico y la convergencia ideológica, fortalecida por eslabones claves del tándem Trump-Bolsonaro, son augurios de una relación próspera y duradera mientras estos dos gobiernos coincidan en tiempo e intereses. Pero, de suceder contrariedades, el país sudamericano tiene atributos propios y relaciones como para desplegar estrategias pragmáticas en pos de conseguir sus intereses.

China, você é linda

Los límites de este romance aparecen con la segunda pareja: China. La potencia asiática es el principal socio comercial de Brasil. Como destino de exportaciones, detenta el primer lugar con 48 000 millones de dólares (22% del total), mientras que Estados Unidos ocupa el segundo, con aproximadamente la mitad (11%). Además, goza de un superávit en su balanza comercial con Beijing. En cuanto a la inversión extranjera directa, China también lidera la lista.

Los números son claros: en términos económicos, para Brasil, China es un socio mucho más atractivo que Estados Unidos. Y el gobierno de Bolsonaro mostró percatarse a tiempo de que no solo de ideologías se vive, y que ciertos grados de mesura son necesarios cuando la realidad es tan clara. Así, lo que parecía un horizonte pleno de rispideces, tras la onceava Cumbre de los BRICS en Brasilia, la pareja se muestra estable. Lejos parecen haber quedado las quejas del gigante asiático tras la visita del por entonces candidato brasileño a Taiwán, y, las sentencias del Presidente brasileño, como “China está comprando todo Brasil” en octubre de 2018, fueron cambiadas por elogios, como “China es cada vez más parte del futuro de Brasil”, luego de la reunión bilateral mantenida durante la Cumbre. En el encuentro, con uno similar en Beijing el mes anterior, se firmaron nueve acuerdos sobre inversiones, comunicaciones, agronegocios, política agrícola y justicia, entre otros.

De momento, parece que Brasil distingue ideología de interés en política internacional, mientras baila con las dos potencias a la vez.

Entretanto transcurre la guerra comercial entre China y Estados Unidos, Brasilia no ha tomado partido, a pesar de la identificación retórica con occidente y el sistema liberal. Aunque, durante la Cumbre, Bolsonaro se reunió con el presidente de Huawei, empresa símbolo de este conflicto comercial. Según el primero, la empresa china planteó su firme intención de invertir en la instalación de red 5G en Brasil cuando se abra la primera licitación.

La relación con el gigante asiático es pragmática, aunque desde lo ideológico, etiquetar a China como un “país capitalista” surge como forma de justificar los vínculos. Sin embargo, los movimientos de Brasil suponen una intención de utilizar esta relación como estrategia de regateo y presión frente al apoyo de Estados Unidos por el ingreso a la OCDE. Eso puede interpretarse de las declaraciones del Ministro de Economía, Paulo Guedes, cuando afirmó, durante la Cumbre: “Estamos negociando acuerdo de libre comercio… también con la OCDE”. Más allá de las probabilidades de que se logre en el corto plazo, y aunque días después Guedes haya retrocedido en sus dichos, sus palabras se pueden entender como un mensaje en doble dirección. Hacia la Organización, Brasil continúa manteniendo su propósito de integrarse bajo acuerdos de libre comercio mientras continúa su periplo en pos del ingreso. Hacia Estados Unidos, Brasil tiene atributos de poder propios como para no depender completamente de su benevolencia.

Você e Eu (mas a China também)

La afirmación del canciller Araújo parece tener más certezas que incertidumbres: es cuestión de tiempo para que el gigante sudamericano ingrese a la OCDE. Sin embargo, las amistades políticas no siempre cambian prioridades en la agenda ni los acercamientos ideológicos se convierten en favores comerciales. Lo mismo se puede percibir de las declaraciones de Bolsonaro tras la Cumbre de los BRICS y la reunión bilateral con Xi Jinping.

De momento, parece que Brasil distingue ideología de interés en política internacional, mientras baila con las dos potencias a la vez. No es arriesgado pronosticar que la retórica occidental y nacionalista, así como los muy buenos vínculos con Estados Unidos continuarán mientras ambas personalidades converjan, y es probable que se profundicen en algunas áreas, a pesar de escollos como la reciente reimposición de aranceles al aluminio y al acero brasileño. Sin embargo, el país latino mostró no estar dispuesto a quemar sus barcos con China, lo que puede provocar alguna externalidad en el tándem Bolsonaro-Trump.

Es que, en política internacional, como alguna vez dijo el cantautor argentino, y casualmente parafraseó Eduardo Bolsonaro sobre la relación con Argentina, “de amor ya nadie muere”. Ni siquiera el Presidente de Brasil.

NICOLÁS ALESSO es licenciado en Relaciones Internacionales y maestrando en Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Santa Fe. Está adscripto a la Cátedra Política Internacional de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Es miembro del Grupo de Jóvenes Investigadores del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata. Sígalo en Twitter en @AlessoNicolas.

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4 Responses to Lambada para tres

  1. Marisa dice:

    Excelente publicación!!

  2. Juan Andrés Fernández dice:

    Excelente presentación del escenario! Y me permito agregar a esto que en medio de las fuerzas en pugna, Argentina representa el 27% del volumen de comercio internacional para Brasil, lo que lo ubica en el 1er lugar, y para los USA es su principal deudor ante el FMI.

  3. Andreas Smerd dice:

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