La ultraderecha como amenaza a las democracias occidentales

16 octubre, 2019 • Artículos, Asuntos globales, Europa, FEG Anáhuac, Portada, Sin categoría • Vistas: 4231

Europa Press

 Almendra Ortiz de Zárate Bejar y Yussef Farid Núñez

Octubre 2019

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

El éxito de la campaña presidencial estadounidense de 2016 muestra, dentro del sistema internacional, una complejidad sin precedentes. El efecto Donald Trump se reproduce con mayor fuerza en diferentes regiones del mundo y altera el orden de las democracias occidentales que adoptan su propio discurso de odio que hace eco a las voces más recalcitrantes de las sociedades a las que representan.

Aunque el populismo no es un mecanismo nuevo para ganarse el apoyo social, la estrategia del presidente Trump ha logrado influir en un segmento de la población que encuentra respuesta a los problemas sociales, como el desempleo y la pobreza en la ideología de la derecha y extrema derecha, sobre todo, al señalar enemigos comunes, como los migrantes. De manera similar, problemas comunes han llevado al resurgimiento del nacionalismo europeo, en países como Alemania, Francia y el Reino Unido que, sin duda, está en el centro de atención mediático por el creciente descontento político, económico y social generalizado.

A casi 70 años de la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero) y otros esfuerzos orientados hacia el establecimiento de una agenda centrada en la cooperación y el intercambio, las ideas aislacionistas y proteccionistas comienzan a ganar terreno en ciertas esferas políticas. Así, algunos líderes aluden los “valores” de la extrema derecha, para fortalecer su base de poder y emplear la demagogia como principal motor en contra del régimen socioeconómico actual. Recesiones económicas, cambios constantes en la demografía, diferenciaciones sociales, corrupción y ataques terroristas son, entre otros factores, parte del discurso que empodera el descontento tanto en Estados Unidos como en la comunidad europea.

El triunfo del brexit, así como la victoria de Trump, han fortalecido el discurso de los grupos nacionalistas que aprovechan el momentum del contexto internacional para alejarse de la cooperación e integración y promover políticas conservadoras que contemplan un cambio en la agenda de las relaciones internacionales contemporáneas. Alemania, Francia e Italia, así como otros países dentro de la Unión Europea, replican el discurso de Trump por la gran popularidad que ha adquirido entre los votantes. De hecho, los porcentajes muestran un aumento en los votos obtenidos por los partidos de derecha alternativa, tanto en las elecciones nacionales como las últimas elecciones parlamentarias de la Unión.

La derecha alternativa francesa

Independientemente de su derrota en las elecciones de 2017, Marine Le Pen, cabeza de la derecha alternativa francesa, consiguió uno de los objetivos más representativos para los líderes populistas: aumentar el número de simpatizantes hacia su discurso. Le Pen utilizó, con éxito, un mensaje basado en la islamofobia, que ha encontrado una audiencia creciente entre los franceses en fechas recientes, debido a que han podido concentrar el rechazo a las oleadas migratorias provenientes del norte de África y el Medio Oriente. Con esto han logrado fortalecer el discurso xenófobo que sostiene la base electoral de Le Pen y que promueve mayor impulso a la seguridad local dentro de la agenda política.

Con el objetivo de mantener el crecimiento en el número de simpatizantes, el partido de Le Pen, tuvo un cambio importante a principios de 2018, pues el Frente Nacional se convirtió en el partido Reagrupamiento Nacional. Aunque se mantiene con la ideología tradicional (crítico en contra del euro y la estadía en la Unión Europea, opuesto a la migración y partidario del proteccionismo), el cambio en el nombre sugiere una actitud menos belicosa, de acuerdo con sus simpatizantes, por lo que se espera un aumento en el número de seguidores.

El triunfo del brexit, así como la victoria de Trump, han fortalecido el discurso de los grupos nacionalistas que aprovechan el momentum del contexto internacional para alejarse de la cooperación e integración.

De acuerdo con el Pew Research Center, con la trayectoria actual en materia de inmigración y refugio en Francia, se espera que en 2050 los musulmanes representen 18% de la población. Esto genera grandes resentimientos por parte de los grupos que integran a la extrema derecha en el país, pues sugieren que los flujos migratorios son causantes de los grandes desequilibrios económicos y sociales que enfrentan los europeos.

Aunado al descontento migratorio, desde octubre de 2018, surgió en Francia el movimiento de los “chalecos amarillos”, que se manifiesta en contra del incremento a los precios del petróleo y en la vivienda suburbana, así como otros temas que han incorporado paulatinamente a la agenda. Aunque los simpatizantes de este movimiento no son partidarios de ninguna ideología en concreto, afirman apoyar a la derecha o izquierda alternativa, pues representan un discurso crítico frente al modelo actual y prometen soluciones radicales en el corto plazo.

El descontento social en Francia es evidente, pues el voto popular castigó hace unos meses a Emmanuel Macron y posicionó a Reagrupamiento Nacional como el partido francés con mayor fuerza en el Parlamento Europeo. El partido de ultraderecha que promueve el frexit tuvo mayor eco después de la crisis de los “chalecos amarillos” que evidenció el fracaso de Macron frente a una sociedad cada vez más crítica y necesitada de cambios profundos en su contexto político.

Las réplicas europeas

Al igual que Francia, Alemania e Italia experimentan un fuerte resentimiento hacia los migrantes, o simplemente, hacia lo diferente, lo que se manifiesta con las nuevas tendencias que marcan un resurgimiento del nacionalismo. La Liga Norte de Matteo Salvini en Italia y Alternativa para Alemania (AfD) de Alexander Gauland en Alemania, buscan recrear un discurso etnonacionalista opuesto a los nuevos grupos identitarios que han surgido en el continente europeo; principalmente, grupos afrodescendientes, árabes e islámicos.

Las elecciones parlamentarias de mayo de 2019 fueron un éxito rotundo para el populista Salvini. La Liga Norte consiguió un lugar histórico en la política italiana al ser el partido más votado para ser representado ante el Parlamento Europeo. Obtuvo 35% del patrón electoral, mientras que el segundo lugar se quedó con el 17% de los votos.

La retórica alternativa que presenta Salvini propone eliminar el asilo a los miles de migrantes africanos que llegan a las costas italianas, así como implementar sanciones económicas a quienes auxilien a los inmigrantes. De igual forma, Salvini se ha pronunciado en contra de las regulaciones fiscales implementadas por la Unión Europea; así, apela directamente de los afectados por la crisis económica de 2008, que aún no se han recuperado.

Al igual que Francia, Alemania e Italia experimentan un fuerte resentimiento hacia los migrantes, o simplemente, hacia lo diferente, lo que se manifiesta con las nuevas tendencias que marcan un resurgimiento del nacionalismo.

La hostilidad hacia los migrantes junto con el repudio hacia la cooperación continental son los pilares que mantienen a Salvini en la cima de la política italiana. Los mayores casos de éxito de los partidos de ultra derecha se experimentaron en Bélgica y en Italia, lugares donde se han radicalizado los discursos con mayor fuerza.

Por otro lado, Alemania no fue la excepción al observar un incremento en el voto hacia la ultraderecha en las elecciones parlamentarias, esto a pesar del crecimiento económico del país. El AfD ha crecido en las últimas dos elecciones, pero no lo suficiente como para posicionarse a la par de los partidos tradicionales. Aunque el partido alemán de ultraderecha logró arrebatar votos a la coalición formada por Angela Merkel (Demócratas Cristianos, (CDU), la ultraderecha solo obtuvo 11% de los votos frente a 28.9% que favoreció al CDU.

El aumento del número de simpatizantes del AfD se debe, entre otras razones, a la posición que ha tomado la Canciller frente al asilo de migrantes sirios ante a la crisis del país árabe. Dicho partido ha cobrado fuerza principalmente en Brandemburgo y en Sajonia, y ha utilizado a los medios de comunicación para promover una ideología xenófoba, con un discurso que asegura que los refugiados son violentos abusadores sexuales y criminales peligrosos; un mensaje que se asemeja al discurso de la campaña de Trump “Make America great again”.

La canciller Merkel se ha manifestado abiertamente en contra de los discursos de odio y ha advertido a la comunidad europea sobre la amenaza de esta “enfermedad global”. Así, el CDU ha logrado consolidarse como el partido alemán mayoritario en el Parlamento Europeo.

Occidente: del progresismo hacia el conservadurismo

La creciente popularidad de los partidos de extrema derecha en diferentes regiones del mundo no hace más que demostrar el hartazgo de las sociedades hacia los gobiernos liberales que han fallado en atender las necesidades de su ciudadanía. Desafortunadamente, la alusión a los discursos de odio y el señalamiento directo hacia grupos sociales como los “enemigos del desarrollo”, no hace más que fragmentar a las sociedades ya de por sí quebrantadas.

No existen señales que indiquen que estos movimientos dejarán de cobrar fuerza, por lo menos en el corto plazo. Por el contrario, en la medida en que las crisis económicas, la corrupción, la pobreza y el desempleo se mantengan constantes en la sociedad seguirá el impulso hacia los extremos del espectro político, que naturalmente oscila para atender el grito ciudadano.

Los partidos que se acercan más al centro tienen la tarea de encontrar nuevos mecanismos para solucionar los problemas sociales y económicos actuales para alejar a los votantes de los extremos, si se busca mantener a Occidente como el ejemplo de las democracias maduras. En un contexto de intolerancia, capitalismo rapaz y marcadas diferencias ideológicas, el reto ha resultado bastante difícil de conseguirse.

ALMENDRA ORTIZ DE ZÁRATE BÉJAR es licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Administración Pública por la Universidad Anáhuac. Es doctora en Gestión Estratégica y Políticas de Desarrollo e investigadora del Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales. Sus principales líneas de investigación incluyen estudios sobre migración internacional, teoría de las Relaciones Internacionales y Norteamérica. Sígala en Twitter en @alortizb. YUSSEF FARID NUÑEZ es Presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México, Campus Norte.

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