La resistencia al cambio en el Fondo Monetario Internacional

14 noviembre, 2019 • Sin categoría • Vistas: 4663

Milenio

 Rodrigo Delgado Méndez

7 de noviembre de 2019

De la sección Opiniones Oportunas del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Si a mediados de la década de 1980 se hablaba del “elefante en la sala” en relación a la hambruna africana de la que todo mundo volvía la cara, lo sucedido hace unas semanas en la reunión más importante del año del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) es la analogía del elefante respecto al papel de los países emergentes en la arquitectura financiera internacional. Todos saben que están ahí, pero se les niega el reconocimiento de su papel en las principales instituciones financieras.

El encuentro anual FMI-BM se había anunciado como el límite para llevar a cabo la quinceava Revisión General de Cuotas (RGC), es decir, la redistribución del total de los recursos que los miembros del FMI aportan para el cumplimiento de sus fines y, en consecuencia, el peso de sus votos en las decisiones más importantes. La fórmula utilizada para calcular las cuotas en principio está diseñada para reflejar el aporte de cada miembro a la economía mundial y que, bajo las propias reglas del FMI, se debe revisar cada 5 años. En la Cumbre del G-20 en Seúl en 2010 se anunció con bombo y platillo la catorceava RGC y, sin embargo, la falta de aprobación del Congreso estadounidenses retrasó la implementación hasta 2016.

En esta ocasión, ante la reiterada falta de voluntad de Estados Unidos (los cambios en las cuotas requieren la aprobación del 85% de los votos, y Washington ostenta el 16.5% del total) los países emergentes organizados al interior del FMI, como el G-24, no dejaron pasar la oportunidad para manifestar su decepción y señalar el riesgo que se está incurriendo en la viabilidad financiera de la institución al depender de otro tipo de recursos fuera de las aportaciones en forma de cuotas, así como en términos de legitimidad institucional.

Es un hecho que los cambios en la institucionalidad del FMI no se darán sin presión por parte de las partes en desventaja. Más allá de las expresiones en la prensa, el deliberado atraso de las reformas podría ser el detonante de un nuevo impulso a los acuerdos de reservas regionales que han caído en una pasmosa irrelevancia, como la Iniciativa Chiang Mai y el Fondo Latinoamericano de Reservas.

El paso irreversible hacia un sistema financiero equilibrado será la sustitución del dólar como moneda de reserva, meta que hoy parece inimaginable.

No hacer nada es igualmente una opción. Como menciona el G-24 “no debe recurrirse de manera continua a recursos obtenidos en préstamo como sustituto permanente de las cuotas” y ante la inestabilidad constante de la economía mundial más temprano que tarde el FMI se verá sin recursos para hacer frente a las contingencias.

Por otro lado, hablar de los costos en términos de legitimidad es algo difícil de determinar; cada país actuará según le convenga al momento de afrontar las crisis financieras, pero como se ha visto en diversos eventos de crisis en Latinoamérica, los primeros en pagar los costos de acercarse al FMI son los políticos nacionales, como bien pueden atestiguar en estos días Mauricio Macri en Argentina y Lenin Moreno en Ecuador.

Hasta ahora China, la principal amenaza geofinanciera para Estados Unidos, ha dado pasos adelante con paciencia, desde el ingreso a la Organización Mundial de Comercio, pasando por la inclusión del yuan en la canasta de divisas del FMI, hasta la creación del Banco Asiático de Infraestructura y Desarrollo. Qué tan rápido pueda avanzar China ante los nuevos retos dependerá de la cooperación que obtenga de sus aliados BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), actualmente atendiendo sus propios problemas locales.

Más allá de las cuotas que los países emergentes tengan en el seno de las instituciones financieras internacionales hoy o mañana, el paso irreversible hacia un sistema financiero equilibrado será la sustitución del dólar como moneda de reserva, meta que hoy parece inimaginable. Pero, recordemos que para los fundadores de las instituciones de Breton Woods también inimaginable era la necesidad de volver a hacer valer lo indicado en el artículo XIII del Acta Constitutiva del FMI (la oficina principal del Fondo estará ubicada en el territorio del miembro que tenga la mayor cuota) y, por ahora, el que ocurra el cambio de cuotas es solo cuestión de tiempo.

RODRIGO DELGADO MÉNDEZ es miembro del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).

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