5 abril, 2019 • Artículos, Portada • Vistas: 5461

El arte de México en el mundo

Omar Baqueiro

Abril 2019

En los premios Oscar de 2019, Alfonso Cuarón ganó por segunda ocasión como Mejor Director, lo que significó también el quinto galardón que se entrega a un mexicano en esa categoría en los últimos 6 años. A esto se suma el recién nombramiento de Alejandro González Iñárritu como Presidente del Jurado del Festival de Cannes para la edición de 2019; esta será la primera vez que un mexicano lo preside. Todo a la par de una mayor presencia de actrices y actores mexicanos en los últimos años, tanto en películas de Hollywood como extranjeras en general. A propósito de Roma, la cinta por la que Cuarón y su equipo ganaron tres premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, ha logrado una gran ovación en el mundo similar al de la película animada Coco, de Pixar, que igualmente fue un éxito a nivel mundial. Además, ambos filmes han permitido difundir parte de la cultura mexicana a otras culturas que posiblemente no están tan identificadas o familiarizadas con México.

Esta ola de talento mexicano no ha sido exclusiva del cine, sino también en otras disciplinas y expresiones artísticas. Por ejemplo, en 2018, Isaac Hernández ganó el premio Benois de la danza, el galardón más importante en esta disciplina. En abril de 2019, Elisa Carrillo recibirá el premio Alma de la danza por parte del gobierno ruso. En la música, Alondra de la Parra ha dirigido prestigiosas orquestas en el mundo, y en algunos casos ha sido la primera mujer directora que las preside. Por otro lado, la cantante Lila Downs ha sido merecedora de premios Grammy por su música que reivindica las raíces indígenas. De igual manera, en las artes plásticas, también ha habido un auge de grandes talentos, como Javier Marín, Teresa Margolles, Rafael Lozano-Hemmer, Gabriel Orozco, Graciela Iturbide, Damián Ortega, Francisco Toledo, entre otros que han expuesto en galerías y museos de diversas capitales mundiales y, en ocasiones, han sido reconocidos primero en el extranjero que en México.

Es imprescindible que una campaña así sea lo más incluyente posible, considerando toda expresión artística actual y no solo limitada al arte contemporáneo.

Resulta innegable este auge de artistas mexicanos a nivel mundial, tanto con propuestas que transmiten arquetipos de lo mexicano como con aquellas que no necesariamente están ligadas a este ideario. Y no solo eso, sino que su éxito bonifica a la imagen del país en el exterior, al mostrar las distintas caras del arte y la cultura del México de hoy.

¿Qué ha hecho México por promover a sus artistas en el exterior?

Si bien es cierto que la mayoría de estos artistas se han consolidado gracias a su talento y esfuerzo propio, también es verdad que varios de ellos han recibido algún tipo de apoyo por parte del gobierno cuando se han presentado en el extranjero. Esto normalmente ocurre por medio de la Secretaría de Cultura, desde que era el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y de las representaciones diplomáticas de México en el exterior, con las que ha habido casos en que los agregados culturales y embajadores han realizado verdaderas proezas para gestionar apoyos en los países donde se encuentran. También vale la pena mencionar el gran trabajo de coordinación que en los últimos años realizó la Dirección General de Cooperación Educativa y Cultural (DGCEC) de la SRE, destacando la creación de un catálogo que agrupa a distintos artistas y colecciones de instituciones culturales mexicanas, con los que la Dirección ha colaborado. Este catálogo ha permitido poner a disposición de las distintas representaciones una oferta cultural con detalle de los aspectos necesarios a cubrir para cada evento (traslados, museografía, seguros, etcétera).

Sin embargo, hoy el nuevo gobierno mexicano tiene la enorme posibilidad de hacer más con esta oportunidad de oro que se le presenta, promoviendo masiva y conjuntamente esta nueva ola de talentos. ¿Qué es lo que podría hacer la llamada «Cuarta Transformación»?

La ola mexicana

En primer lugar, sería ideal que desde el gobierno se lanzara una campaña para la promoción de esta ola de artistas y el encumbramiento de algunos más, la cual se distinguiera con una marca o firma estampada en cada proyecto artístico en el que el gobierno colabore o apoye. Tal y como se planean las campañas de Marca País que implican análisis y estrategias de mercadotecnia, con la diferencia de que esta sea parte de una serie de políticas de diplomacia cultural y enfocada exclusivamente a la promoción del arte mexicano, sin restar crédito ni protagonismo a los artistas. En ese sentido, así como Corea del Sur desde hace años ha exportado la ola coreana, México podría hacer algo similar, incluso tomando aquel término internacionalmente referido a la ola que los aficionados de futbol hacen en los estadios y que se popularizó en el mundial de México de 1986: la ola mexicana.

En segundo lugar, es imprescindible que una campaña así sea lo más incluyente posible, considerando toda expresión artística actual y no solo limitada al arte contemporáneo. Es decir, incluir desde lo que tradicionalmente se considera como bellas artes, pasando por arte urbano y alternativo, y hasta el arte popular. Lo mismo con aquellas disciplinas en las que estas categorías no aplican, como la literatura y la arquitectura, incluyendo igualmente al arte culinario, aprovechando así el posicionamiento mundial que la cocina mexicana ha alcanzado gracias a chefs como Enrique Olvera, Cosme Aguilar, Ricardo Muñoz Zurita y Cristina Martínez. Pero que, además, en este caso los eventos de degustación no funjan simplemente como acompañantes de otros propósitos, sino como el evento principal o como parte de una experiencia múltiple como aquella serie de conversaciones y cena con mujeres oaxaqueñas organizada por el Instituto Cultural de México en Nueva York, que durante 4 noches ofreció a visitantes distintos aspectos de la cultura del estado de Oaxaca. Igualmente importantes son las distintas expresiones plásticas del diseño, y en el caso de la moda, sería interesante ver colaboraciones con diseñadores que están redefiniendo la moda mexicana y mostrándola al mundo, como Pineda Covalin, Carla Fernández, Carmen Rión, entre otros.

No obstante, resultará importante velar por la calidad artística de lo que se promueva, limitando contenidos que sean meramente de entretenimiento o de cultura de masas para evitar que una estrategia así de diplomacia cultural sea vista como propaganda, como por años se ha criticado a Estados Unidos de utilizar a Hollywood para ello. En ese sentido, el Consejo de Diplomacia Cultural, anunciado en enero de 2018 por Alejandra Frausto, podría ser el organismo ideal para cuidar este aspecto.

En la década de 1990, los gobiernos de Corea del Sur decidieron incentivar políticas culturales al promover leyes que facilitaron recursos y abarataron costos para la producción creativa y artística.

Por otro lado, en cuanto a las distintas herramientas que se tendrían que emplear para impulsar una campaña así, vale la pena referirse aquí a dos. La primera, relacionada a lo operativo, que significa continuar trabajando con el catálogo desarrollado por la DGCEC pero ampliando la base de datos de artistas y colecciones con los que se trabaje, además de sumar a la Secretaría de Cultura para nutrirla aún más y mantenerla mejor actualizada. Esto no solo ayudaría a enriquecer la oferta cultural para las representaciones diplomáticas, sino también para presentarla a posibles patrocinadores o donantes. La segunda herramienta hace referencia, sobre todo, a lo relativo a la difusión de una campaña así por medio de los distintos canales que el gobierno disponga y, sin duda, el mejor sería las páginas de internet de los institutos culturales de México. Consolidarlas como una red y proveerlas de mayor capacidad de almacenamiento para que funcionen, como las de la Alianza Francesa, por ejemplo, que muestran enlaces a sitios de internet de medios, películas y otros contenidos audiovisuales en línea con fines pedagógicos para el aprendizaje del francés.

Finalmente, en cuanto al financiamiento, como se ha propuesto anteriormente, habría que evaluar las distintas opciones para recibir donativos de la iniciativa privada para fondear este tipo de proyectos, por medio de organismos con los que el gobierno ya cuenta: el Fondo Nacional de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente del Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Por otro lado, otra opción en la que el gobierno no tuviera que administrar los recursos directamente, podría ser por medio de los estímulos fiscales que ya existen para fomento a las artes, como Efiartes y Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional, solo que ampliando el espectro para apoyo a proyectos que se integren a esta ola. En ese sentido, sería conveniente que la «Cuarta Transformación» rectificara su intención de acabar con este tipo de estímulos que resultan fundamentales para la creación artística. De igual manera, en el caso de artistas que están en la cumbre de su carrera, solo se necesita de mayor colaboración, como la sinergia que se dio entre la Secretaría de Cultura de este sexenio y Cuarón para la proyección de la película Roma gratuitamente en distintos espacios públicos. Es decir, reproducir en mayor medida ejemplos así con distintas empresas de las industrias culturales.

Reflexionar sobre la ola coreana

Retomando el ejemplo de Corea del Sur, en la década de 1990, los gobiernos de ese país decidieron incentivar políticas culturales al promover leyes que facilitaron recursos y abarataron costos para la producción creativa y artística. Ya en la década de 2000, la ola coreana era una realidad, y 10 años después sus productos culturales eran consumidos incluso fuera de Asia. Vale la pena recordar también que, en la década de 1980, el país asiático tenía los mismos ingresos que México, mientras que hoy los coreanos tienen ingresos mayores que España y son unos de los mayores productores de tecnología. Es verdad que este aspecto es lo que más ha detonado su economía, pero la ola coreana también le ha permitido al gobierno influir en la opinión pública de distintos países, principalmente sus vecinos, desde 2010, permitiéndole que sus productos penetren esos mercados con mayor facilidad.

La experiencia coreana representa una excelente lección que la «Cuarta Transformación» podría intentar replicar y se ha enfatizado en distintas ocasiones: apostar a la diplomacia cultural podría generar muchas oportunidades para el país, tanto en las relaciones internacionales como en oportunidades económicas. El actual auge de artistas mexicanos, así como la creciente popularidad de nuestra cultura a partir de referentes propios, significa una oportunidad de oro que podría dimensionarse mejor con un mayor respaldo y una mejor coordinación del gobierno. Además, esta ola mexicana podría eventualmente crecer más, si el actual gobierno efectivamente produce grandes cambios para la población, en una relación simbiótica en la que la cultura podría generar mayor desarrollo, y una sociedad más desarrollada producirá mayor riqueza cultural.

OMAR BAQUEIRO es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, y maestro en Economía de la Cultura por la Universidad Erasmus de Rotterdam. Cuenta con 10 años de experiencia en el sector de promoción y gestión cultural, en proyectos a nivel nacional e internacional, tanto en sector público como en privado. Sígalo en Twitter en @baqueir0.

Tags:Artes, Cuarta Transformación, Diplomacia cultural, México, Ola mexicana