Irán: ¿una batalla sin Abol Qasem Soleimani?

3 enero, 2020 • Artículos, Medio Oriente, Portada • Vistas: 13963

20 Minutos

 Moisés Garduño García

Enero 2020

El ataque aéreo a Bagdad ordenado por Donald Trump obliga a Irán a tomar decisiones más enérgicas que las que ha tomado en provocaciones anteriores, cuando sus efectivos se han visto comprometidos en Irak, Líbano o Siria. A diferencia de ataques previos (que Irán ha respondido derribando drones o enviando fuerzas especiales a los Altos del Golán o al golfo Pérsico en una estrategia de tic-tae-toe), el ataque del 3 de enero de 2020 terminó con la vida de Abol Qasem Soleimani y Abu Mahdi al Mohandis, dos personas que pertenecían a una élite militar altamente sofisticada en sus respectivos países y cuyo asesinato puede ser considerado como un acto de guerra no solo por Irán, sino también por Irak.

En el caso de Soleimani, se trataba de una de las figuras clave en el pensamiento estratégico y de defensa de Irán. Era considerado por millones como un héroe nacional debido a su participación en la guerra con Saddam Hussein en la década de 1980, a su lucha contra Al Qaeda y el Estado Islámico en Irak y Siria en 2014, además de su asesoría en Líbano y Yemen recientemente. De acuerdo con una encuesta de agosto de 2019 realizada por el Center for International and Security Studies de la Universidad de Maryland, Soleimani había aumentado su índice de popularidad en Irán, superando a personajes de la talla de Mohammad Javad Zarif y del propio presidente Hassan Rohani, entre otros, dentro y fuera del poder establecido jurídico-político.

¿Qué representaba Soleimani para Estados Unidos?

No era la primera vez que se hablaba de un asesinato contra Soleimani. En octubre de 2019 salió a la luz un reporte donde la inteligencia iraní había desmantelado un supuesto intento de asesinato en su contra, planeado por “actores árabes”, durante la ceremonia de la ashura.  Y es que en términos estratégicos, Soleimani representaba para Washington el cerebro de la estrategia demográfica iraní para aumentar su presencia física en el Mediterráneo, no solo en Líbano con Hezbolá y en Siria con ayuda de milicias afganas, sino también en el mar Rojo mediante su reiterada presencia con las fuerzas houthies. Esto lo declaró en su momento el mismo Soleimani cuando manifestó, ante medios árabes, que “el mar Rojo ya no estaba seguro si la presencia estadounidense se mantenía en sus alrededores”.

Pero lo más angustiante para Estados Unidos era el hecho que Soleimani no era un aficionado, sino un estratega que aprovechaba al máximo los errores estratégicos de sus enemigos. Es sabido que Soleimani estaba liderando una estrategia político-demográfica sumamente poderosa para influir cada vez más en Irak, explotando el sentimiento antiestadounidense, por un lado, y la gloria que la expulsión del Estado Islámico le trajo a su persona, por el otro, esto desde el momento en el que el mismo Nur al Maliki le solicitó ayuda para que el entonces Jefe de las Fuerzas al Quds le respaldara en su lucha contra los islamistas. Soleimani, a condición de que el gobierno iraquí pudiera neutralizar a la inteligencia iraquí respaldada por la CIA, habría de inundar el país árabe con agentes, acuerdos políticos y armamento sofisticado, para ir construyendo paso a paso una institución militar dentro del propio sistema político iraquí, el cual devendría en la formación de las Fuerzas Populares Iraquíes, una emulación militar paralela que sigue el modelo de los Pasdaran en Irán, la cual no solo terminó con los islamistas del Estado Islámico, sino que se apoderó del Estado iraquí. Hoy, las Fuerzas Populares Iraquíes, posiblemente implicadas en el ataque a Saudi Aramco de septiembre de 2019, son la institución de seguridad más importante de Irak, cuyos miembros expresaban en las paredes de la embajada estadounidense en Bagdad frases como “Mi amo es Soleimani”, “Muerte a Estados Unidos”, entre otras que recordaron el asedio a la embajada en Teherán en noviembre de 1979 y que Estados Unidos no se podía dar el lujo de repetir.

Irak como campo de batalla

Los problemas entre Estados Unidos e Irán no son nuevos, y, de hecho, hay periodos de acercamiento, tensión y negociación desde 1979 a la fecha, con algunos gobiernos más conflictivos y otros más conciliadores. No obstante, la etapa histórica que estamos presenciando al inicio de 2020, está ocupando a Irak como campo de batalla debido a que Washington se rehúsa a perder a un Irak desgarrado por la intervención extranjera, la violencia de los extremistas y la corrupción de los islamistas. La sociedad civil iraquí desempeñó su heroico papel con millones de manifestantes que salieron a las calles para repudiar a estos tres actores, los cuales, por cierto, trataron de canalizar la protesta a su favor, aunque sin éxito. Por lo tanto, la única salida para Washington en aras de detener la estrategia de Soleimani fue terminar con él, aprovechando la cadena de tensiones que se agudizó desde que Trump salió del pacto nuclear en 2018 y que ahora, en vísperas de una anhelada reelección y un juicio político a la vuelta de la esquina, se combina con las probabilidades de una guerra cuyas pistas encontraremos en la respuesta que el Consejo Supremo de Seguridad iraní exponga, y en la reacción que el Embajador suizo, representante de Estados Unidos en Irán, manifieste a la prensa internacional en las próximas horas. La respuesta iraní tiene que ser maestra, pero esta vez se tiene que formular sin su maestro referente; aunque la pregunta que también intriga bastante es cómo responderá Irak y la nueva jefatura de las Fuerzas Populares.

Al estilo que recuerda la Doctrina Bush en 2003, lo que Washington llamó “una acción preventiva” para defender sus intereses en el mundo se produjo en una infraestructura civil, en un contexto donde no había un teatro de operaciones declarado oficialmente y en un ambiente que careció de toda discusión-aprobación del Congreso estadounidense que violó tanto el Derecho Internacional como la soberanía iraquí. El ataque también recuerda lo realizado por William Clinton cuando, en 1998, en medio del escándalo del juicio político que enfrentaba debido a un escándalo sexual. Pero, independientemente de que Trump instrumentalice este contexto a su favor, hay preguntas pendientes por hacer en su próxima comparecencia pública: ¿quién fue el responsable del ataque que supuestamente asesinó a un contratista de nacionalidad estadounidense en Kirkuk? ¿Por qué tomó esta decisión ahora y qué hará con sus promesas de “terminar con guerras absurdas” en el Medio Oriente? ¿Es del interés nacional de Washington pasar de la “máxima presión contra Irán” a la guerra directa con él?

En el caso de Soleimani, se trataba de una de las figuras clave en el pensamiento estratégico y de defensa de Irán.

Lo que es seguro es que, como en los últimos 40 años, en Irán se unirá el régimen; se hará un gran funeral para mostrar el músculo de la base social y con ello se proyectará un régimen unificado, pero liderado por los denominados principalistas; aumentará el sentimiento antiestadounidense no solo en Irán, sino en otras zonas donde la estrategia de Soleimani comenzó a dar frutos y respuestas a las generaciones fastidiadas por las injerencias militares estadounidenses. Nadie querrá una guerra, pero los iraníes querrán revancha. ¿Cómo puede responder Irán, sin provocar una guerra en Hormuz? Así podría ser la batalla sin Soleimani.

MOISÉS GARDUÑO GARCÍA es doctor en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en el Medio Oriente por El Colegio de México. Es profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México. En 2018 fue acreedor al reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el área de docencia en Ciencias Sociales que otorga la UNAM, y actualmente es Coordinador del proyecto de investigación “Justicia social y sectarismo en el Medio Oriente del siglo XXI” en la UNAM, así como colaborador del proyecto “Representaciones del islam en el Mediterráneo local: cartografía e historia conceptuales” de la Agencia Estatal de Investigación de España. Sígalo en Twitter en @Moises_Garduno.

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2 Responses to Irán: ¿una batalla sin Abol Qasem Soleimani?

  1. Rolando Marcial De La Torre dice:

    Excelente análisis.
    Saludos Cordiales de
    Rolando Marcial De La Torre

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