¿Hay esperanza en la política migratoria del gobierno de Biden?

25 diciembre, 2020 • Artículos, Norteamérica, PJ Comexi, Portada • Vistas: 3688

WINK News

Mónica Trigos Padilla

Diciembre 2020

Una colaboración del Programa de Jóvenes del Comexi

Los migrantes y los solicitantes de asilo que fueron retornadas a México bajo el programa Quédate en México o Protocolos de Protección al Migrante (MPP) ansiaban las elecciones en Estados Unidos con la esperanza de un cambio en las políticas migratorias. Este sentimiento, compartido también por activistas en temas de migración, surge con la campaña y los diversos discursos del Presidente electo, Joseph R. Biden, cuya narrativa ha sido más humana hacia los migrantes, con miras a impulsar un sistema migratorio ordenado, digno y justo. En sus declaraciones y en sus propuestas ha mencionado que revertirá las políticas migratorias restrictivas implementadas por el gobierno de Donald Trump y que restaurará el papel histórico de Estados Unidos como un lugar seguro para las personas que tienen que abandonar sus países de origen.

A la fecha, Trump continúa proponiendo, aprobando e implementando políticas antiinmigrantes. Desde su campaña y en sus casi 4 años de gobierno, ha mantenido como prioridad el tema migratorio y todo parece indicar que luchará hasta los últimos días para que su legado permanezca. Su fuerte narrativa antiinmigrante ha sido notoria y muy discutida, mostrándola en términos de amenazas hacia la seguridad nacional y la economía, y basándola en la criminalización y la xenofobia, logrando posicionar en su agenda el tema y atrayendo a una base que coincide con el discurso.

Lo que fue

Según el Migration Policy Institute, desde el primer día de su mandato y hasta la fecha, se llevaron a cabo alrededor de cuatrocientas acciones ejecutivas con cambios en la política migratoria, muchas de las cuales se enfocaron en el control fronterizo y en restringir, y casi eliminar, el sistema de asilo. El tema migratorio se movió de forma muy rápida y, a pesar de los retos que enfrentó en la Corte Suprema, muchas de sus propuestas fueron exitosas.

Por un lado, conseguirá construir 450 millas de muro en la frontera para finales de 2020. Aunque Biden ha declarado que no continuará con este proyecto, el muro construido será un recordatorio constante de uno de sus famosos lemas de campaña: “Build the wall”. Una barrera convertida en una realidad material y a la vista de todas las personas.

Con respecto al MPP, alrededor de 67 000 personas han quedado sujetas al mismo, lo que ha implicado que, al solicitar asilo, sean retornadas a México, a veces en condiciones deplorables, para esperar sus citas en las cortes estadounidenses y continuar con sus casos. Desde antes del covid-19 ya había un atraso en la resolución de los casos en las cortes y, como consecuencia de la pandemia, se detuvieron los procesos. Desde enero de 2019, solamente el 0.8% de los casos bajo el MPP tuvieron una respuesta de asilo positiva.

Aunque el panorama parece alentador, no hay que perder de vista que el margen de acción es limitado y que existen muchas barreras.

Además, en marzo de 2020, con el covid-19, los Centros para la Prevención y Detección de Enfermedades (CDC) emitieron una orden de salud de emergencia, por parte del gobierno de Trump, en la que se suspendió la entrada de “personas de países donde existe un brote de enfermedades transmisibles”. De esta forma, se detuvieron los procesos de solicitud de asilo en la frontera, por lo que se estima que, desde marzo a la fecha, alrededor de 300 000 migrantes fueron “expulsados” de manera expedita en la frontera, bajo esta orden.

México ha tenido que acceder a que la frontera sea un espacio de espera y retorno de migrantes, sin contar con las medidas o el acceso a servicios necesarios para poder llevar esto acabo. De esta manera, ha actuado como país de contención de flujos de migrantes, por lo que se ha visto obligado a aumentar sus capacidades en la recepción. Asimismo, Trump ha tratado de desmantelar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), en el que están inscritos alrededor de 645 000 jóvenes, de los cuales el 80% son mexicanos. Separó a más de 2800 familias con su política de tolerancia cero y, a la fecha, 545 padres y madres aún no han sido localizados ni reunificados.

Adicionalmente, en junio de 2020, propuso una regulación con más obstáculos a la ley de asilo y a los procedimientos, terminando por casi eliminarla. Es probable que esta regulación se empiece a implementar el 11 de enero de 2021, 9 días antes de que termine su gobierno. Entre los puntos más importantes se encuentran: poner más obstáculos a la prueba de “miedo creíble”, restringir los tipos de pruebas que se puedan presentar, que los jueces puedan negar el asilo sin audiencia, y restringir la elegibilidad para la protección por temor a la tortura.

Lo que vendrá

Por su parte, Biden tiene una amplia agenda en temas de política migratoria. Dentro de las propuestas de los primeros 100 días están: un camino para la ciudadanía de 11 millones de migrantes indocumentados, de los cuales el 51% son de México y 16% de Centroamérica; finalizar con el MPP; restaurar DACA, y terminar con la separación de familias.

Por otro lado, también planea congelar las deportaciones durante 100 días mientras su gobierno emite una guía para reducir quiénes pueden ser arrestados por los agentes de inmigración. De igual forma, buscará crear un grupo de trabajo para reunificar a las familias separadas en la frontera. Sumado a lo anterior, buscará la restauración del Programa de Menores Centroamericanos de 2014, que permitió a ciertos niños en riesgo solicitar el estatus de refugiado en Estados Unidos.

Con respecto a los temas más actuales, pedirá que los CDC revisen la política de expulsión para garantizar que las personas tengan la capacidad de presentar sus solicitudes de asilo. Sobre la nueva regulación de asilo, será determinante que se trabaje para anularla lo más pronto posible.

En los últimos días, Biden ha declarado que propondrá a Alejandro Mayorkas, inmigrante latino, para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional y será quien se encargue de desmantelar las políticas de Trump. Dada su trayectoria, es una figura reconocida y aceptada por los activistas y las organizaciones de la sociedad civil.

Aunque el panorama parece alentador, no hay que perder de vista que el margen de acción es limitado y que existen muchas barreras. Revertir los procesos en papel de algunas de las políticas puede parecer sencillo, sin embargo, en algunos casos, los ajustes reales tomarán más tiempo por todo lo que implican. De igual manera, esto significa solo revocar las políticas para regresar al lugar en el que se estaba sin ir necesariamente hacia adelante.

Biden se enfrentará con barreras legales y procesos burocráticos para eliminar el legado de Trump. Por un lado, los cambios tendrían que pasar por el Senado, mismo que podría terminar con una diferencia mínima de demócratas y republicanos. Probablemente tendrá que actuar solo con acciones ejecutivas. Sin embargo, habrá que tener una estrategia detallada para lograrlo, ya que podría enfrentarse a retos legales por parte de los estados o de organizaciones que se opongan en la Corte Suprema, lo mismo que ha sucedido con las acciones impulsadas por Trump.

En cuanto a las barreras prácticas, no hay que perder de vista que muchas de las políticas migratorias tienen un traslape, entonces habrá que ser cautelosos en cómo se llevan a cabo los cambios. Desmantelar algunas políticas puede tener consecuencias en otros aspectos y causar otra crisis humanitaria, si el nuevo gobierno no está preparado. Un ejemplo sería el MPP. Es todavía poco claro cómo se adjudicarán los casos, si las personas serán puestas en libertad condicional y si podrán continuar con sus procedimientos en Estados Unidos. Asesores de Biden, como Susan Rice, han declarado que retomar el sistema de asilo en la frontera no será algo inmediato. Por lo mismo, la cooperación con México será fundamental, como se mencionó en la reciente conversación entre Biden y el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Será importante tomar el liderazgo mundial desde adentro, en la eliminación de las narrativas, las perspectivas y las políticas que deshumanizan y criminalizan a las personas que llegan a Estados Unidos, sin importar la manera de hacerlo.

Sobre las barreras producto del contexto político y social, hay mucho qué hacer y mucho a lo que hay que prestarle atención. Entre las prioridades y las urgencias se encuentran resolver la crisis sanitaria ocasionada por el covid-19 y reactivar la economía, por lo que la política migratoria puede quedar en segundo plano. Sin embargo, algunas de las causas de la migración, como la pobreza y la desigualdad, se han visto exacerbadas no solo con el covid-19, sino también con el paso de los huracanes Eta y Iota por Centroamérica. Este escenario representará un reto para revertir o tratar de implementar políticas hacia la región. Un paso hacia adelante sería, como se mencionó en días recientes, la protección temporal de la deportación a personas de la región afectada por los huracanes.

Lo más tentador para Biden resultará irse con lo más “sencillo” y mostrarlo como un logro: deshacer los daños y terminar con la separación familiar, tratar de encontrar a los padres de las familias, eliminar las condiciones inhumanas en los centros de detención, favorecer DACA, etc. Estos triunfos podrían parecer ser suficientes para no avanzar con lo que es verdaderamente importante: obtener una responsabilidad genuina y una reparación real. En este sentido, el otro camino sería, además de revertir las políticas de Trump, continuar con nuevas propuestas con un enfoque integral y, a futuro, de la mano de distintos grupos.

Sin importar el camino que se tome, es claro que los círculos progresistas, las organizaciones de la sociedad civil y los activistas generarán presión para que Biden cumpla con sus promesas de forma humana y haya una auténtica rendición de cuentas. El papel de estas personas y organizaciones fue fundamental durante el gobierno de Trump, ya que estuvieron en primera fila denunciando sus políticas ante la Corte Suprema, organizándose y colaborando ante las nuevas regulaciones, así como acompañando de cerca a las personas migrantes. Todo parece indicar que Biden y su equipo cercano ya tienen contacto con muchas de estas organizaciones y será de suma importancia que no se pierda el impulso.

Las oportunidades para transformar el sistema migratorio en Estados Unidos y trabajar en hacerlo funcional, no deben quedar descartadas. Es importante analizar lo que ha sucedido con la política migratoria, no solo durante el gobierno de Trump, sino por años, y crear una estrategia que considere los errores y los contextos, y que el legado de Trump no sean sus políticas nacionalistas y antiinmigrantes, sino la prioridad y la atención que le daba al tema.

Será importante tomar el liderazgo mundial desde adentro, en la eliminación de las narrativas, las perspectivas y las políticas que deshumanizan y criminalizan a las personas que llegan a Estados Unidos, sin importar la manera de hacerlo. La transformación debería de ir acompañada de un ejemplo de sistema migratorio empático, enfocado a los derechos humanos, de cooperación regional realista, de aceptación de una realidad mundial sobre la migración y en la cual se desmantelen también los mitos y se enfaticen los beneficios que genera desde lo económico hasta lo social, desde lo colectivo hasta lo individual.

No debemos olvidar nunca que detrás de las discusiones políticas, detrás de las decisiones tomadas desde el poder, hay seres humanos, personas que están huyendo de una realidad en busca de esperanza, de un lugar donde volver a empezar. Que estas palabras sean nuestra brújula en una época donde el estatus migratorio se ha convertido en el objetivo de tantos prejuicios y estigmas. Por el bien de todas las personas, es hora de que la política migratoria mundial esté a la altura y en el centro del debate público.

MÓNICA TRIGOS es maestrante en Administración Pública en la Columbia University. Es licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM. Desde 2013 se ha dedicado a trabajar con poblaciones migrantes y a hacer investigación del tema migratorio. Es voluntaria del Grupo de Migración del Grupo de Juventud y Niñez de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es Asociada Joven del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi). Sígala en Twitter en @moniquitri.

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2 Responses to ¿Hay esperanza en la política migratoria del gobierno de Biden?

  1. Hector Trigos del Rio dice:

    Muy interesante. Sobre todo el cambio de tendencia con Biden de presidente. Se rompe na cadena de hechos lamentables con Donal Trump.

  2. Sofia pedroza dice:

    Muy buen artículo

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