From Brazil with love

3 mayo, 2019 • Artículos, Latinoamérica, Norteamérica, Portada • Vistas: 4893

Relaciones bilaterales con Estados Unidos en la era Bolsonaro

EFE

Mariano Pablo Colombo

Mayo 2019

La visita del presidente Jair Bolsonaro a Washington rompió con la sucesión tradicional de viajes inaugurales hacia Argentina, una práctica que habían mantenido sus antecesores sin haberla objetado. Esa fue ya una pista, que se tradujo en certeza, con el devenir de la agenda del mandatario brasileño en Estados Unidos. Empezaba así a perfilarse el cambio drástico en la lista de prioridades desprendidas de la estrategia de Brasil y su relación con el exterior.

El cronograma de actividades del sucesor de Michel Temer en la capital estadounidense fue trabajado durante mucho tiempo y su diseño connota dos objetivos: convencer plenamente a Donald Trump del alineamiento de Brasil con su gobierno en los asuntos comunes de política exterior y transmitir al mundo, especialmente al Mercado Común del Sur (Mercosur) y a Sudamérica, una nueva manifestación de época.

El acercamiento que apuntó a las caras de los mandatarios, con sonrisas generalmente difíciles de conseguir en ambos, deja fuera de la composición a algunos actores de ¾aparente¾ reparto que fueron clave en la construcción de la cumbre. Uno de ellos fue Steve Bannon, un millonario exconsejero de Trump y exoficial de la marina estadounidense y titular de Breitbart News, un medio ultraderechista en el que un día publicó un artículo titulado «¿Preferirías que tu hijo fuera afeminado o que tuviera cáncer?», un extremo de expresión homofóbica del que su intérprete no reniega, a pesar de la ola de críticas de la que fue blanco tras lanzar la penosa consigna. El caso sirvió solo para confirmar su mirada del mundo.

Apenas comenzado 2019, Bannon había recibido en su casa de la capital estadounidense a Olavo de Carvalho, el «filósofo» predilecto del Presidente brasileño y referente de la ultraderecha. El guion y la escenografía se preparaban para ofrecer una obra con mensajes inequívocos. El 17 de marzo de 2019, Bolsonaro inició su agenda en Washington con una cena en la embajada de Brasil, con Bannon como uno de los invitados.

El 17 de marzo de 2019, Bolsonaro inició su agenda en Washington con una cena en la embajada de Brasil, con Bannon como uno de los invitados.

Pero hay más créditos destacables en la preproducción de la cumbre, como el del canciller brasileño Ernesto Araújo, quien en su blog activo se presenta como «un escritor con la intención de ayudar a liberar a Brasil y al mundo de la ideología globalista» a la que define como «la parte de la globalización económica pilotada por el marxismo cultural». Araújo postula que el «globalismo» es una distorsión nociva de la globalización y que eso debe ser corregido por «la derecha liberadora».

Previo a ser nombrado en el máximo cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Araújo ya se desempeñaba en Itamaraty como Director del Departamento de Estados Unidos y Canadá. Su ascenso a canciller llegó luego de un atisbo de rispidez en la relación comercial brasileño-estadounidense. Y es que en 2017, Brasil registró un excedente de 2026 millones en sus intercambios comerciales con Estados Unidos, con exportaciones que sumaron 26 872 millones de dólares e importaciones que alcanzaron los 24 846 millones de dólares, según el Ministerio de Industria y Comercio de Brasil. Trump, un custodio intensivo de las balanzas comerciales bilaterales, dijo en octubre de 2018 (aún con Temer en la presidencia) que «las relaciones con Brasil son injustas». Pero al poco tiempo ya asumía Bolsonaro, y con el nombramiento del canciller Araújo, enviaba una fuerte señal de amistad hacia el norte, al haber designado al frente de Itamaraty a la persona que, con su función anterior, ya venía ejercitando la relación con el gobierno de Trump.

Idílica reunión

Más allá de aquella circunstancia, se hace casi imposible encontrar las barreras que pudieron haber desafiado la idílica reunión del 19 de marzo de 2019 en la Casa Blanca. Ese día se acentuó el viraje, y con él, Brasil abandonó décadas de una estrategia internacional que propendió al liderazgo regional asumido desde un papel de contrapeso sudamericano a la fuerte influencia que Washington ejerció en todo el mundo. Una bisagra que seguramente inspirará una producción académica y de prensa tan intensa como su significado, ese que comenzaron a develar las declaraciones.

En ese aspecto, tras el encuentro, Bolsonaro expresó: «Respetamos a la familia tradicional, somos temerosos de Dios, estamos en contra de la ideología de género, de lo políticamente correcto y de las fake news«. Entonces Trump devolvió: «Tenemos una gran alianza con Brasil, mejor que nunca».

Antes de ese vaivén de flores, ambos mandatarios habían pasado revista en el Despacho Oval a los puntos de interés común. En el tema comercial, no solo se dio por terminado aquel efímero desencuentro señalado en este artículo, sino que además Bolsonaro sacó de entre los paquetes de presentes para su par, el permiso brasileño para el ingreso de 750 000 toneladas de trigo estadounidense sin tener que afrontar el arancel del 10% acordado en el Mercosur. Un regalo envuelto en cupo e indiferencia al bloque regional. La contraparte correspondió con garantías de apoyo estadounidense al ingreso de Brasil a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el selecto club de las economías consideradas más influyentes, y el otorgamiento de estatus de «país aliado estratégico» a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

De la crisis venezolana a los negocios con China

Con Venezuela llegaría el momento de la sincronía automática y del despliegue de todo el acervo antisocialista que ambos encarnan. No obstante, pareciera que el presidente Bolsonaro no se animó a tanto y no declaró, como se llegó a especular, un aval explícito a una intervención militar estadounidense en el país caribeño. De todas maneras, Trump sobre esta cuestión obtuvo algo muy importante. No se trataba solo del acuerdo dado personalmente por un par, respecto del reconocimiento de Juan Guaidó como sucesor interino de Nicolás Maduro; más bien acababa de manifestarlo en la Casa Blanca el Presidente del país que comparte 2199 kilómetros de frontera con Venezuela. Un paso más cerca, de tener el control militar estadounidense en torno a la crisis caribeña.

Las referencias parecen suficientes datos de confirmación de la ruta prestablecida por Bolsonaro: en política exterior, Brasil puso proa al norte.

Pero hubo más lugar para temas sensibles en Latinoamérica. Uno de los resultados concretos del viaje de Bolsonaro fue la firma del acuerdo por el cual Brasil concede a Estados Unidos la utilización por parte de sus fuerzas armadas de la base de lanzamiento espacial de Alcántara, ubicada en el estado de Maranhão y administrada por la Fuerza Aérea de Brasil, algo que anhelaba el Pentágono desde 2000, y que era sistemáticamente impedido por el Congreso brasileño, que será puesto a prueba nuevamente tras el anuncio. Por supuesto que, oficialmente, el tema no fue expuesto en términos de estrategia militar. Algo con cuatro patas, que mueve la cola, ladra, pero que «no sería un perro».

El tema de China conlleva un análisis particular. Para el anfitrión, el gigante asiático constituye lisa y llanamente el blanco de la puja comercial más nociva para el mercado global. Ante esa situación, Bolsonaro encontró nuevamente la forma de congraciarse con Washington, al admitir los riesgos que acarrea la creciente influencia de China en Latinoamérica. Este punto es especial porque indirectamente transfiere cierta presión al gobierno argentino, que pronto percibirá una intensificación de las gestiones para definir el proyecto referido a la construcción de la cuarta central nuclear, que iniciaría en 2021 con tecnología completamente china. Es previsible que ante un eventual cambio en la relación Brasil-China, el gigante asiático elija recostarse en iniciativas como la mencionada.

Con todo, la diversidad de los temas tocados en la reunión de los dos presidentes, no distorsionan en definitiva la profunda fuerza común que los atrae. Ambos se movilizan por intereses nacionales antes que por valores universales, y ambos repelen el multilateralismo. Por el grado de entendimiento evidenciado, podría trazarse un paralelismo con la década de 1940, cuando Washington convenció al gobierno brasileño para que parte de sus fuerzas militares se unan a la alianza que combatía a la Alemania de Adolf Hitler.

La cumbre en Washington expuso actores, dichos y hechos y de ahora en adelante, habrá que seguir las trayectorias. Pero las referencias parecen suficientes datos de confirmación de la ruta prestablecida por Bolsonaro: en política exterior, Brasil puso proa al norte.

MARIANO PABLO COLOMBO es licenciado en Comunicación Social y maestrando en Relaciones internacionales por la Universidad Católica de Santa Fe, Argentina. Es periodista en Radio LT9 y FM 105.5 de Santa Fe. Sígalo en Twitter en @MarianoColombo6.

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One Response to From Brazil with love

  1. Maria Betina dice:

    Felicitaciones!!! Gran periodista, informado, actualizado con gran poder de redacción!!! Aplausos de pie Licenciado

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