¿El último baile?

28 julio, 2022 • Artículos, Latinoamérica, Norteamérica, Portada • Vistas: 865

La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica

On Cuba

Ariel González Levaggi y Nicolás Albertoni

Julio 2022

En un contexto de creciente competencia estratégica internacional, Estados Unidos no puede permitirse perder los lazos que lo une históricamente con América Latina y el Caribe. La IX Cumbre de las Américas, realizada en Los Ángeles en junio de 2022, estuvo cerca de naufragar, pero el gobierno de Joseph R. Biden tuvo el acierto de presentar la iniciativa denominada Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, que permite mejorar las expectativas de cooperación hacia el futuro. En el marco de un vínculo algo pausado entre Washington y Latinoamérica, sumados a la crecida de la “marea electoral rosa” y la proactividad que muestra China para con la región, la iniciativa impulsada por la Casa Blanca se presenta como una oportunidad concreta que, quizá, sea la última esperanza para renovar los lazos con la región.

Iniciativas y prioridades internacionales de Biden

En 2022, las prioridades estratégicas de Estados Unidos se han visto alteradas, y esos cambios alejan de sus prioridades a Latinoamérica. Las aceleradas transformaciones producidas en el orden internacional, luego de la invasión rusa a Ucrania, han modificado las prioridades estratégicas de Washington. Para el gobierno de Biden, previo al conflicto armado, la Federación Rusa de Vladimir Putin era considerada como un actor disruptivo en la agenda de seguridad internacional. Sin embargo, la escala de los recursos económicos y militares asignados para contener la ofensiva rusa en Europa del Este se encuentran en un nivel que deberíamos retrotraernos a los tiempos de la Guerra Fría.

La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica puede transformarse en la última oportunidad que hoy tienen las Américas para volver a trabajar en conjunto para enfrentar desafíos comunes en un mundo cada vez más complejo e incierto.

Durante las últimas 2 décadas, Washington destinó alrededor 3000 billones de dólares en sus operaciones expedicionarias en Afganistán e Irak. En mayo de 2022, el presidente Biden firmó un paquete de asistencia para Kiev por 40 billones de dólares, de los cuales ya lleva gastados casi un 20% desde el comienzo de las operaciones militares. Además del paquete extraordinario de sanciones contra Moscú y la buscada desconexión de la economía rusa de los circuitos comerciales y financieros occidentales, la narrativa de la Casa Blanca plantea un esquema de bloques que separa los países democráticos del norte global de Rusia y sus exiguos aliados. Las perspectivas no son alentadoras, y no solamente para el conflicto ruso-ucraniano. Desde la perspectiva de Washington, los vínculos con Rusia están en un punto muerto y no hay incentivos para modificar la posición frontal ante un Putin cada vez más agresivo frente a sus aliados europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Además de las tensiones en Europa de Este, los ojos de Estados Unidos también están puestos en el Indo-Pacífico, donde se han generado diferentes iniciativas multilaterales. La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, lanzada hace pocas semanas, no es el primer movimiento táctico que muestra Washington con respecto a regiones emergentes. Hacía pocas semanas, Biden ya había anunciado en Japón el Marco Económico Indo-Pacífico, un nuevo acuerdo comercial con doce países de esa región con los que pretende reforzar sus lazos económicos. Por otro lado, la Iniciativa para la Disuasión del Pacífico, del Pentágono, ya superó los 7000 millones de dólares en 2022, con el objetivo de mejorar las capacidades militares para contener a China.

Una Cumbre, una iniciativa (para algunos)

Desde el comienzo del gobierno de Biden, Ryan C. Berg y Daniel F. Runde afirman que la política hacia la región ha enviado “señales contradictorias en el mejor de los casos”. Como contrapunto a la receptividad de las iniciativas estadounidenses en el Indo-Pacífico, la IX Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, estuvo cerca de fracasar. Por primera vez desde el colapso de la iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas, impulsada durante la IV Cumbre, en Mar de Plata en 2005, el liderazgo regional de Washington fue desafiado tanto en los prolegómenos de la reunión hemisférica como durante la reunión. Las ausencias y los discursos críticos, como el realizado por el presidente argentino Alberto Fernández, pusieron nuevamente en cuestión su papel de primacía regional. Mientras las idas y las vueltas sobre la asistencia opacaron la agenda de los días previos al evento, la ausencia del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y de varios mandatarios centroamericanos, señaló un déficit de representatividad en la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica.

Sin embargo, la iniciativa de la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica es una noticia relevante para acercar al hemisferio occidental, que hoy representa el 32% del PIB mundial. En el lanzamiento de la iniciativa, Biden resaltó que:

Junto con los socios, profundizamos nuestra cooperación económica, centrándonos en los principales impulsores del crecimiento intermedio y dando forma a nuevas herramientas para los desafíos que enfrentamos hoy y en las próximas décadas. Reforzaremos nuestras cadenas de suministro para que sean más resilientes frente a impactos inesperados. Fomentaremos la innovación tanto en el sector público como en el privado, para que los gobiernos puedan abordar mejor los desafíos más apremiantes de la sociedad, y las empresas puedan mejorar su productividad. Y abordaremos la crisis climática mediante el crecimiento de industrias relacionadas con el clima que generarán empleos de alta calidad.

Mediante esta iniciativa, Estados Unidos puede transformarse en un aliado clave para afrontar en conjunto la desigualdad de ingresos que hoy se está ampliando en Latinoamérica (la región más desigual del mundo). Tras la pandemia, millones de personas vuelven a caer en la pobreza y la inflación mundial, empeorada por la guerra en Ucrania, pone a prueba los presupuestos de las familias. Es en este marco, la iniciativa buscará reconstruir las economías. Para ello se necesitan recursos, algo que escasea. En la solicitud presupuestaria del gobierno de Biden al Congreso, solo se destinaron a la región 2200 millones de dólares.

La iniciativa suena muy bien para fortalecer el vínculo de Estados Unidos con Latinoamérica. Asimismo, tiene algunas características del último baile. Parece difícil que, en medio de giros políticos importantes en la región, sumados a un creciente peso de China, América Latina le de muchas oportunidades más a Estados Unidos. De igual forma, es válido resaltar que los países de la región también deberán hacer su parte y ser claros en sus listas de prioridades para profundizar los vínculos a los que ahora Washington se muestra proactivo. Como resaltara Patrick Duddy, uno de los embajadores más conocedores de Latinoamérica dentro del Departamento de Estado: “No es probable que (Latinoamérica) esperen hasta que Estados Unidos esté listo para tomar en serio sus preocupaciones. Buscarán nuevos socios, nuevos mercados y nuevas ideas en otros lugares”.

Por todas estas razones, la recientemente lanzada Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica puede transformarse en la última oportunidad que hoy tienen las Américas para volver a trabajar en conjunto para enfrentar desafíos comunes en un mundo cada vez más complejo e incierto.

NICOLÁS ALBERTONI es profesor en el Departamento de Administración y Negocios de la Universidad Católica de Uruguay (UCU). Es doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la University of Southern California y en Administración de Empresas por la Pontificia Universidad Católica Argentina. Integra el Consejo Académico del Centro de Estudios para el Desarrollo de Uruguay. Sígalo en Twitter en @N_Albertoni. ARIEL GONZALEZ LEVAGGI es profesor pro-titular del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Es autor de Del Indo-Pacífico al Atlántico Sur. Estrategias marítimas de las grandes potencias del siglo XXI (Instituto de Publicaciones Navales, 2022) y Confrontational and Cooperative Regional Orders: Managing Regional Security in World Politics (Routledge, 2020). Es doctor en Relaciones Internacionales y Ciencia Política por la Universidad Koç, Turquía. Sígalo en Twitter en @arielsgl.

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