El ocaso de Il Cavaliere

1 octubre, 2013 • Artículos, Europa, Portada, Sin categoría • Vistas: 2987

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Octubre 2013

Desde la crisis del euro, Italia se manifestó como un factor de inestabilidad del escenario europeo. Una vez más retoma este papel ante los efectos de la política personalista del prominente Silvio Berlusconi. Sin embargo, éstos también sugieren que la carrera política del Il Cavaliere pudiera estar llegando a su fin.

PERSPECTIVAS POLÍTICAS DE ITALIA POSBERLUSCONI.

En los días recientes, -como ya tantas veces en el pasado-, la opinión pública, los líderes europeos y los mercados de todo el mundo, seguían con inquietud y asombro la evolución de una nueva crisis política en Italia, provocada por los desesperados intentos de Silvio Berlusconi de evitar su expulsión del Senado y la inhabilitación para la política, cuyo efecto inmediato sería cumplir la condena de un año de cárcel, -conmutada por un arresto domiciliario o servicios comunitarios- por fraude fiscal, en el caso de Mediaset. Recordemos brevemente que el 27 de septiembre, el primer ministro socialdemócrata, Enrico Letta, retó públicamente a Berlusconi a no condicionar el apoyo al gobierno con la decisión sobre su expulsión del Senado. En respuesta, Il Cavaliere obligó a los ministros del Pueblo de la Libertad en el gabinete a renunciar, confiando que -como en el pasado- este partido político jugaría a favor de sus intereses personales. Aunque los cinco ministros han presentado su renuncia, fue claro que su desacuerdo con el líder del partido y la revuelta interna, encabezada por el delfín de Berlusconi, Angelino Alfano, llevó a un inesperado desenlace: voto de confianza para el gobierno de Enrico Letta. La rebelión en el partido de Berlusconi abrió especulaciones sobre el futuro político de quien determinó la escena política de Italia en las dos décadas pasadas.

Silvio Berlusconi incursionó en la escena política italiana en 1994, cuando funda el partido Forza Italia (desde 2007, Pueblo de la Libertad), que recoge los votos de los electores desilusionados con los partidos tradicionales, inmersos en escándalos de corrupción. La aparición de nuevos partidos, incluyendo el de Berlusconi, fue acompañada por las reformas electorales que definen la era moderna en la vida política de Italia, marcada por la inestabilidad de los gobiernos basados en coaliciones entre varios partidos. El primer periodo de Berlusconi como jefe de gobierno dura siete meses, y termina con la desintegración de su coalición Polo de la Libertad, por acusaciones de corrupción, evasión de impuestos y conflicto de interés, que acompañarán sus gestiones en los siguientes 19 años, cuando Berlusconi ocupa el cargo del primer ministro dos veces más, en los periodos 2001-2006 y 2008-2010. Las constantes de su gestión fueron los enfrentamientos con el poder judicial, cuya autonomía intentaba limitar, así como la aprobación de leyes que favorecían sus intereses económicos o le otorgaban inmunidad en los procesos penales que enfrentaba: el caso Ruby, por cohecho y prostitución de menores, y el caso Mediaset, por evasión fiscal.

El poder destructivo de Berlusconi adquirió tintes dramáticos en el contexto de la crisis económica, que puso en evidencia la vulnerabilidad de Italia, una de las principales economías de la zona euro. En 2010, en el contexto de la crisis y del rescate europeo de la economía italiana, Berlusconi es obligado a renunciar para dar paso al gobierno técnico de Mario Monti. Sin embargo, 13 meses después, por instrucciones de Berlusconi, su partido retira el apoyo al gobierno de Monti, precipitando su caída y abriendo otro periodo de inestabilidad en los mercados europeos, que afectaba a Italia, y por extensión, a las demás economías europeas vulnerables: España, Grecia y Portugal. Para Berlusconi, en cambio, esta maniobra le ha posibilitado aplazar los juicios en los casos de Ruby y Mediaset, por «legítimo impedimento» de estar en la campaña electoral. Las elecciones de febrero de 2013 le otorgan al partido de Il Cavaliere votos suficientes para integrar la coalición gubernamental encabezada por Enrico Letta, y aprovechar este hecho para seguir con las maniobras que impidieran la pérdida de inmunidad.

Ahora bien, la reciente rebelión de los políticos jóvenes del partido, encabezados por Alfano, se ha interpretado como el fin de la carrera política de Berlusconi. Vale la pena considerar un antecedente: en 2010, Berlusconi enfrentó una rebelión de un político joven y popular en aquel entonces, cofundador del Pueblo de la Libertad, Gianfranco Fini. La separación entre los dos políticos se interpretó como una gran oportunidad para la democracia italiana, y el debilitamiento significativo de Berlusconi. Sin embargo, tres años después, Fini ni siquiera ha logrado un mandato legislativo, mientras que Berlusconi seguía como actor protagónico en el escenario político de Italia. Alfano ha sido político con poca presencia y no está nada claro si el protagonismo momentáneo se logre traducir en un liderazgo político sostenido, que permita la formación de una nuevo partido, capaz de atraer gran parte del electorado de Berlusconi.

Otro factor que todavía constituye una incógnita es si la expulsión de Berlusconi del Senado y el hecho de tener que cumplir la condena tendrán impacto negativo para su carrera, o serán otras de tantas oportunidades que el viejo político aproveche para su beneficio. El 4 de octubre, la Junta para las Elecciones y la Inmunidad del Senado confirmó que la llamada Ley Severino, aprobada en 2012 y que prevé la ilegibilidad o expulsión del parlamento a políticos con condenas superiores a 2 años, aplica a Berlusconi. Esta decisión debe ser ratificada por el pleno del Senado en los próximos 20 días, y la ratificación es casi segura, dado que basta con los votos del Partido Democrático de Letta, y el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo. Sin embargo, Berlusconi siempre ha mostrado la capacidad de voltear a su favor los conflictos con el poder judicial, alegando la persecución política. En este caso, por ser mayor de 70 años, Berlusconi no tiene que cumplir la condena en la cárcel, -lo cual hubiera sido su opción preferida para poder alegar condición de un preso político-, sino que puede escoger entre el arresto domiciliario en una de sus lujosas residencias, o cumplir con servicios social comunitario. Los allegados a Il Cavaliere sugieren que el político escogerá el servicio comunitario, para mantener visibilidad política y construir la imagen de una víctima del sistema político italiano. Si es así, Silvio Berlusconi puede dar todavía sorpresas dramáticas y seguir con su influencia destructiva en la política italiana, que debe enfrentar el reto de reconstrucción económica.

Mientras tanto, el efecto incuestionablemente positivo del enfrentamiento entre Berlusconi y el primer ministro Enrico Letta es el afianzamiento de éste, no solamente por la escisión en el Pueblo de la Libertad, sino por su arrojo de enfrentar directamente a Berlusconi y poner en evidencia su chantaje político. Letta, recordemos, es un político joven -de 46 años- con experiencia en puestos de gobierno, como ministro de Industria o de Asuntos Europeos, en los gobiernos de centroizquierda. Sin embargo, su gabinete instaurado apenas en abril de este año, ha enfrentado la percepción de ser un gobierno interino, condenado a inestabilidad, hecho que hace todavía más difícil la tarea de reformas estructurales que Italia necesita. Letta, después de ser confirmado como primer ministro, declaró que las políticas de austeridad impuestas por el gobierno técnico de Monti ya no eran suficientes y se comprometió a reformas estructurales que pusieran fundamentos para resolver graves problemas que Italia enfrenta: enorme deuda pública, desempleo- sobre todo de jóvenes-, evasión de impuestos, corrupción, bajos niveles de competitividad y de productividad de la fuerza de trabajo. Todas estas reformas necesitan más que sólo un liderazgo personal: se requiere de una coalición estable, de apoyo de los principales partidos políticos. La crisis del Pueblo de la Libertad implica también crisis de la coalición gobernante, la cual aunada al perfil populista y poco constructivo del Movimiento 5 Estrellas, no aseguran este apoyo. Letta cuenta con mayor respaldo de los líderes de la Unión Europea, que con el de las fuerzas políticas italianas, configuración que en el caso de su predecesor, Mario Monti, no fue suficiente ni para mantenerse en gobierno, ni para contar con electorado capaz de dar continuidad a su proyecto. En este sentido, Italia sigue siendo todavía un factor de inestabilidad en el escenario europeo.

 

MARTA OCHMAN es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana y especialista en teoría política y estudios europeos. Es Profesora investigadora de la EGAP, Campus Estado de México, donde coordinadora la cátedra de Investigación sobre las dinámicas de conflictos y procesos de negociación. Además, es comentarista de política internacional para el Instituto Mexicano de la Radio y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN), nivel 1.

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