El invierno

12 diciembre, 2022 • Artículos, Asuntos globales, Europa, Guerra Rusia-Ucrania, Portada • Vistas: 1116

El suicidio energético europeo

La Vanguardia

logo fal N ene Juan Arellanes

Diciembre 2022

Una colaboración de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México

La Guerra

Gracias a la información del Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED), puede hacerse una descripción somera de la situación en Ucrania. En los 267 días entre el 24 de febrero y el 18 de noviembre de 2022, se produjeron 29 248 eventos, 76.5% realizados por Rusia y sus aliados (las Fuerzas Armadas Unidas de Novorossiya (Nueva Rusia), las fuerzas armadas de la República Popular de Lugansk, el grupo Wagner y las fuerzas armadas de Bielorrusia) y 23.1% realizados por Ucrania. En un 0.3% de los eventos no es posible identificar al agente ejecutor.

El 54.4% de todos los eventos de esta fase militar del conflicto han sido bombardeos (por artillería o con misiles) de parte de Rusia, seguidos por los bombardeos de parte de Ucrania (15.3%). En tercer lugar (11.4%) aparecen los choques armados (batallas) iniciados por Rusia y, en cuarto lugar (6.5%), los ataques aéreos o ataques por dron ejecutados por Rusia. Hasta el quinto lugar (3.6%) aparecen los choques armados (batallas) iniciados por Ucrania. Se trata de una guerra de bombardeos y ataques aéreos, aunque lo que causa más muertes son las batallas. De los 23 079 muertos documentados, 44.3% han resultado de choques armados; 39.5% de bombardeos de artillería; 9.8% de ataques aéreos y de drones; 5.0% de ataques contra civiles, y 1.3% de otras causas.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos afirma que, hasta el 28 de noviembre de 2022, se habían registrado 6 655 civiles muertos. Esta cifra puede ser compatible con la de ACLED, puesto que los civiles muertos pueden producirse tanto por ataques directos contra civiles como por bombardeos de artillería o ataques aéreos. De ser así, los soldados muertos rondarían los 16 500, sin que se pueda precisar cuántos corresponden a cada bando. De acuerdo con datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, desde el 24 de febrero de 2022, hay 7.2 millones de refugiados de Ucrania registrados en toda Europa, además de una estimación de 6.9 millones de personas consideradas desplazados internos dentro de Ucrania.

El 21 abril de 2022, el Banco Mundial estimó los daños en Ucrania en unos 60 000 millones de dólares. El 24 de junio, el Ministro de Finanzas de Kiev, Sergii Marchenko, estimó el costo en 104 000 millones de dólares. A finales de noviembre, Volodimir Zelenski, Presidente de Ucrania, indicó que necesita 1 billón de dólares, que provendrán de países socios (sin indicar cuáles) para reconstruir Ucrania y poder convertir a Odesa en la sede de la Exposición Universal de 2030.

La superpotencia energética

La guerra ente Rusia y Ucrania ha intensificado y complejizado la crisis energética en Europa, pero asumir que la guerra es la única causa de dicha crisis es un error. El precio del carbón, el petróleo y el gas natural, así como las tarifas eléctricas en Europa, empezaron a elevarse en otoño de 2021, antes de cualquier sanción de Europa hacia Rusia y antes de cualquier iniciativa rusa de reducir el flujo energético hacia Europa. Es posible identificar una aceleración en la elevación de los precios (sobre todo del gas y, consecuentemente, de las tarifas eléctricas) a partir del inicio de la guerra. Pero esa aceleración no es una consecuencia directa de la guerra, sino de las sanciones que Europa, siguiendo a Estados Unidos, decidió imponer a Rusia por la agresión contra Ucrania. La aceleración del incremento de precios no era algo inevitable. Europa podría no haber participado en las sanciones. Suena absurdo, incluso inhumano.

¿Qué tendría que haber hecho Europa? Hay muchas posibilidades: denunciar la agresión, apoyar humanitariamente a Ucrania, presionar a Kiev para que negociara y se comprometiera a cumplir los acuerdos de Minsk.

¿La agresión rusa, las sanciones europeas y la respuesta rusa al disminuir sus exportaciones de combustibles han creado un contexto adecuado para que Europa se independice de los energéticos rusos? Sin duda. Pero, ¿por qué esperar tanto? Voces sensatas advirtieron de los riesgos de esa dependencia desde hace años, si no décadas. Entonces, ¿por qué Europa retrasó tanto tal decisión? Porque no es fácil, es doloroso y quizá no haya una alternativa real. De hecho, al renunciar a la energía rusa, Europa no se está independizando, solo asume una nueva dependencia hacia el gas natural licuado estadounidense, mucho más caro que el gas natural ruso.

La guerra ente Rusia y Ucrania ha intensificado y complejizado la crisis energética en Europa, pero asumir que la guerra es la única causa de dicha crisis es un error.

¿Cuántas “Rusias” hay en el mundo? Rusia ha sido descrita como una superpotencia energética. De hecho, la única en el mundo. Arabia Saudita produce más o menos la misma cantidad de petróleo que Rusia, pero produce una sexta parte del gas producido por Rusia. Riad no produce carbón ni enriquece uranio; no exporta trigo, ni fertilizantes ni metales estratégicos. Arabia Saudita es un enano energético comparado con Rusia. Por su parte, Estados Unidos produce más gas, más carbón y más petróleo crudo que Rusia, pero consume mucha más energía que la que produce, de forma que es un importador neto de energía que importa uranio enriquecido, petróleo crudo y diésel de Rusia.

Rusia es una superpotencia energética y hay que valorarlo antes de “sancionarla”. Un ejemplo simple para entenderlo: en 2003, Estados Unidos indignó al mundo con su invasión a Irak. 20 millones de personas salimos a las calles de todo el mundo a protestar contra dicha agresión. ¿El mundo “sancionó” a Estados Unidos? No, y no porque a nadie se le hubiera ocurrido, sino porque los líderes mundiales tenían claro que “sancionar” a Washington iba a tener peores consecuencias para el mundo que para Estados Unidos.

¿Eso significa que no deben combatirse las injustas agresiones internacionales? No. Eso significa que deben combatirse con los medios adecuados si lo que realmente interesa es la vida y el bienestar de las víctimas de las agresiones. Y, sobre todo, deben combatirse sin que se reviertan las consecuencias.

El invierno

Europa está aprendiendo esto dolorosamente. No solo su crisis energética se agravó y no solo Rusia no se doblegó ante las sanciones, sino que las armas proporcionadas a Ucrania no parecen hacer ninguna diferencia. Por supuesto, en 9 meses de guerra se ha escuchado mucha propaganda ridícula que refuerza la estrategia seguida, aunque no funcione. Ugo Bardi ha señalado que quizá la mayor debilidad de Occidente es la tendencia de sus líderes a creer en su propia propaganda. Hemos leído y escuchado que Vladimir Putin estaba enfermo y desahuciado, que Ucrania estaba derrotando a Rusia y hasta declaraciones “expertas” de que Moscú se había quedado sin misiles y por eso debía recurrir a drones iraníes. Incluso hubo interpretaciones de que las retiradas estratégicas rusas de varios territorios tomados (el más importante, la ribera derecha del río Dniéper en Jerson) se debía a debilidad y cobardía.

Ahora Rusia está instalada en posiciones ventajosas y fáciles de defender, esperando los vanos intentos ucranianos de avanzar hacia Donbás y la costa del mar de Azov. Y, por si fuera poco, en un ataque relámpago, el 23 de noviembre de 2022, Rusia devastó la mitad de la red eléctrica de Kiev, y dañó gravemente infraestructuras críticas de muchas otras ciudades ucranianas. Un golpe duro, posiblemente vengativo (después del atentado ucraniano contra el puente de Crimea y el sabotaje contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2), pero bastante contenido. Rusia podría haber destruido la red eléctrica el mismo 24 de febrero o podría haberla devastado el 23 de noviembre en su totalidad, pero se esperó a que Europa se sumergiera en una crisis energética y sus ciudadanos empezaran a perder el impulso solidario hacia Ucrania. Y ahora espera a ver cómo Ucrania intenta reparar su red eléctrica, para atacar nuevamente la red reparada, lo que comprensiblemente desmoralizará a Ucrania. Y, sobre todo, está esperando al invierno. Si Estados Unidos y Europa no mantienen el nivel de apoyo que han dado a Ucrania en los primeros 9 meses de guerra, Kiev se doblegará y se sentará a negociar. Pero ese nivel de apoyo es difícil de mantener con la inflación y la crisis energética ya instaladas, y la recesión económica en ciernes. De hecho, Zelenski ya había aceptado iniciar conversaciones con Rusia a principios de abril de 2022, y un viaje relámpago de Boris Johnson a Kiev lo hizo cambiar de opinión.

La guerra puede concluir por agotamiento de una de las partes o por una negociación. Vista la evolución de la guerra en estos 9 meses, Rusia puede aguantar con este nivel de gasto durante muchos años: no ha enloquecido, no ha habido un ataque de tipo “conmoción y asombro” sobre Kiev como lo hubo sobre Bagdad. Ucrania se mantiene en pie por el respaldo de Occidente. Si en el invierno Rusia termina de destruir la red eléctrica ucraniana, un flujo incontrolable de refugiados invadirá Europa en medio de la peor crisis energética del continente. Está claro que el invierno de 2023-2024 será mucho peor para Europa que el invierno de 2022-2023. Ahora tiene sus almacenes de gas llenos porque pudo seguir comprando gas ruso. Ya no tendrá esa opción el próximo año.

Eso no significa que Rusia tenga la guerra ganada. Solo significa que Ucrania puede proseguir únicamente si Occidente decide escalar el conflicto. No creo que a nadie en el mundo le convenga esto, mucho menos a los ucranianos. Tampoco les conviene a los ciudadanos europeos que experimentarán el invierno sin abundancia energética por primera vez en décadas.

JUAN ARELLANES ARELLANES es profesor de Geopolítica en la Facultad de Estudios Globales y Coordinador del Centro Interdisciplinario Anáhuac de Energía y Sostenibilidad en la Universidad Anáhuac México, Campus Norte. Es miembro fundador del Grupo de Estudios Transdiciplinarios sobre Energía y Crisis Civilizatoria. Sígalo en Twitter en @JuanArellanes5.

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