Del giro a Asia-Pacífico al giro al Indo-Pacífico

1 febrero, 2021 • Artículos, Asia/Pacífico, Portada • Vistas: 4534

Política Exterior

Andrea P. A. Freites H.

Febrero 2021

En el entendido que en la actualidad es perentorio ofrecer análisis que incorporen una multiplicidad de variables, categorías y actores políticos, surge la necesidad de abordar una revisión geopolítica, desde una perspectiva crítica, del posicionamiento de la categoría Indo-Pacífico en el contexto internacional. Para poder entender, analizar y explicar cómo se van configurando las relaciones de poder en la sociedad global, así como entender el surgimiento de nuevas retóricas y metanarrativas, es fundamental ofrecer un abanico de alternativas posibles que permitan sacar conclusiones propias. Bajo esta misma lógica y persiguiendo el objetivo de problematizar las relaciones internacionales actuales, es necesario partir desde la visión más clásica para entender, de manera sucinta, de dónde deriva el término de geopolítica y desde cuáles perspectivas ha evolucionado. Asimismo, comprender desde qué lente teórico y bajo cuáles paraguas conceptuales se circunscriben estas líneas.

Desde esta pretensión es entonces necesario plantear la siguiente interrogante: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de geopolítica? Según Luís Dallanegra Pedraza, (2010), la geopolítica es un objeto de estudio dinámico e interdisciplinario que requiere del marco teórico que le ofrecen las Ciencias Políticas, las Relaciones Internacionales, la Geografía y otras ciencias, como la Economía y la Historia. Las Relaciones Internacionales contribuyen con el concepto de poder, desempeño, interrelación y configuración sistémica. La Geografía hace lo propio con la idea de espacio vital; la Economía con la noción de riqueza y recursos, y la Historia con la concepción de evolución y dinámica. Al igual que las disciplinas mencionadas, la geopolítica presenta el doble desafío de trabajar, por un lado, a nivel teórico–metodológico y, por el otro, a nivel empírico mediante los estudios de caso. La primera dimensión da el armazón conceptual para entender la segunda de ellas. Sobra decir que ambas son mutuamente necesarias para entender la complicada trama del juego internacional.

Por su parte, Robert Kaplan (2012) plantea que la geopolítica es el estudio del entorno al que se enfrenta cada Estado cuando ha de determinar su propia estrategia. Ese entorno es la presencia de otros Estados que también luchan por su sobrevivencia y la consecución de beneficios. En resumen, la geopolítica es la influencia que ejerce la geografía en las divisiones humanas. También, se explica desde esta lógica y perspectiva como una ciencia objetiva y, por lo tanto, positiva, y centra su foco de atención en las causas geográficas que originan o preceden el comportamiento de los Estados a una escala más bien global. De aquí se deduce la idea de solapar detrás de este análisis a la acción humana.

Por un lado, Geoffrey Parker (1982) señala que el objeto de la geopolítica es precisamente estudiar la escena internacional desde un punto de vista espacial o geocéntrico. A propósito de esta definición, Claude Rafferstin (1980) señala que lo anterior no es más que un determinismo geográfico, donde el Estado es el único actor que vale en el marco de un análisis geopolítico. Por lo tanto, apunta a ser una epistemología estatocéntrica y, como bien dice el mencionado autor, bastante determinista. La idea no es precisamente desligarse por completo de la mirada más clásica del concepto de la geopolítica. Al contrario, la idea radica en el hecho de aprovechar sus aportes a la disciplina de las Relaciones Internacionales en beneficio de marcos analíticos que conduzcan a otras miradas en este recorrido que se bifurca.

A principios del siglo XX, fue Halford John Mackinder, quien aportó lo relevante que resulta entender también las relaciones interconexas que se producen en el concierto internacional, que si bien es cierto sigue teniendo una mirada estatocéntrica, introduce también las relaciones interestatales al análisis geopolítico. Asimismo, dice Mackinder, toda explosión de fuerzas sociales, en vez de disiparse en un circuito circundante de espacio desconocido donde reina el caos, se repetirá en lo sucesivo fielmente en la otra punta del planeta y, en consecuencia, los organismos débiles del ámbito político y económico del mundo serán eliminados. Resulta interesante e igualmente relevante conocer esta mirada, dado que en la actualidad la opinión pública está inundada por análisis que se circunscriben bajo estas premisas. Por ejemplo, desde Occidente se posicionan las potencias hegemónicas sobre la base de la dualidad de “los buenos y los malos”, ellos y nosotros, lo que desde un punto de vista social es una imposición muy difícil de transformar.

Hay una mirada colonialista al momento de analizar el acontecer global, así como también en ese mundo interconectado que recuerda Mackinder: el aleteo de una mariposa en Europa puede causar un gran tsunami en Japón. Asimismo, un importante aspecto que merece ser destacado desde esta perspectiva es que unos espacios territoriales son indudablemente más importantes que otros, por ejemplo, el asesinato de un afroestadounidense a manos de los cuerpos policiales de su país, tiene mayor repercusión mediática que el asesinato de un africano que muere a manos de cuerpos paramilitares en Darfur.

Con el pasar del tiempo y del desarrollo de los acontecimientos que caracterizan al siglo XX, es decir, dos guerras mundiales, una Guerra Fría, procesos de colonización y descolonización, traen consigo, simultáneamente, cambios y vuelcos considerables en la tradición teórica y empírica de la disciplina de la geopolítica. Por ello, Johan Rudolf Kjellén amplió la mirada respecto a lo que Mackinder planteaba, dado que incorporó al análisis todo lo que sucede al interior de los Estados, entendiendo que lo que interesa es estudiar cómo influye el medio sobre el desarrollo ulterior del accionar político. Luego de la vertiente alemana, desde Estados Unidos surgió la necesidad de reconsiderar el análisis geopolítico, posicionando el foco más allá de la mirada de la geografía de Estado, hacia una geografía política (Robert Strausz-Hupé, 1942).

Desde una mirada crítica, la categoría Indo-Pacífico se torna un ejercicio provocador y, al mismo tiempo, relevante, dado que abundan análisis de esta misma unidad desde visiones convencionales.

Llegada la década de 1960, irrumpe en la esfera académica la perspectiva crítica donde entran en juego los aportes de pensadores de la talla de Michel Foucault quien consideraba la geopolítica como un factor de reconstrucción y de transformación global, en especial para los que carecían de poder. Podría decirse entonces que este aspecto da giro al tablero global y pone sobre el mapa, sobre la cartografía, elementos importantes que considerar a la hora de intentar ofrecer análisis desde la geopolítica. Por ello, su discurso y análisis se tornan fundamentales, entendiendo que siempre existirá una élite que ostenta el poder y que, efectivamente, detrás de cada conocimiento hay un poder que lo articula, que lo construye y que, posteriormente, lo posiciona. La principal contribución desde un lente foucaultiano, es comprender y mirar la geopolítica como un discurso mediante el cual las élites globales crean realidades para explicar el mundo global y, asimismo, justificar las estrategias geopolíticas de los poderes hegemónicos. Dentro de esta corriente crítica se puede situar también a Johan Galtung, quien planteó la necesidad de generar alianzas maximizadoras para sumar poder.

Podría decirse que la geopolítica crítica surge en el intento de responder a esta mirada clásica, como una respuesta necesaria a lo esbozado por los autores clásicos, en especial como consecuencia de la deslegitimación de la disciplina producto de la vinculación con la ideología nazi que tuvo la línea alemana (Lester Cabrera, 2020). Esta línea toma sus herramientas teóricas desde el posestructuralismo y las visiones “reflectivistas” o “interpretativistas” de los estudios internacionales, posiciona el discurso geopolítico como una realidad social construida y que, por ende, puede analizarse por sí sola. Además, coloca en un sitial de relevancia para el análisis factores como el contexto político que encierra la generación del discurso geopolítico como una forma de apreciar nociones como el imperialismo y la hegemonía, en especial en el plano de las políticas exteriores esgrimidas por los países (Cabrera, 2020).

Además, es importante señalar que, en principio, la geopolítica crítica apuntó hacia una renovación radical, pero luego trató de encaminar la mirada hacia un cuestionamiento de lo que ya existía, es decir, cuestionando categorías de análisis como lo son el Estado, el poder y el espacio. Por un lado, cuestiona la tendencia clásica de instrumentalización política de la geopolítica en sí misma, como una manera de justificar incluso acciones hegemónicas y colonialistas por parte de Estados del centro mundial y, por el otro, se posiciona ante el positivismo imperante que condujo al determinismo epistemológico a la geopolítica clásica.

Es así como analizar, desde una mirada crítica, la categoría Indo-Pacífico se torna un ejercicio provocador y, al mismo tiempo, relevante, dado que abundan análisis de esta misma unidad desde visiones convencionales, especialmente desde perspectivas realistas que intentan justificar el hecho de que, desde Occidente, y particularmente desde Estados Unidos y sus cada vez más “aliados” en esta nueva geoestrategia, se intenta reafirmar la necesidad de hablar de un Indo-Pacífico libre y abierto, en detrimento de un Asia-Pacífico ¿cerrado y autoritario?

De Asia-Pacífico al Indo-Pacífico

Llegado a este punto, es relevante posicionar la mirada que se tiene con relación a la categoría del Indo-Pacífico y, en ese ejercicio, ofrecer una definición respecto a ella. Puede, por un lado, ser vista como una categoría de análisis y, por el otro, desde la geopolítica crítica, también puede ser comprendida como una narrativa. A partir de este posicionamiento, es decir, desde el entendido que el Indo-Pacífico es una narrativa, es menester mencionar que, de acuerdo con Andrés Serbin (2018), el sistema internacional continúa atravesando una fase compleja de transición, con altos niveles de incertidumbre y con transformaciones aceleradas que se caracterizan por cambios geopolíticos tectónicos y el surgimiento de nuevos riesgos y amenazas globales, donde estas fases transicionales implican, a su vez, importantes movimientos geoeconómicos y geopolíticos, los cuales indudablemente tienen una fuerte influencia sobre el acontecer global. Como dijeran Joseph Nye (2017, 10-16), Robin Niblet (2017, 17-24) y John Ikenberry (2018, 7-23) tienen un impacto significativo sobre la gobernanza global y el orden internacional liberal.

Con relación al concepto de Indo-Pacífico, esta narrativa comprende el área englobada por la región denominada Asia-Pacífico, es decir, el área geográfica que se extiende entre China y Estados Unidos, siendo gran parte del océano Pacífico e incluyendo una porción del océano Índico (Sara Álvarez, 2020). Su origen se remonta al contexto de la Guerra Fría y se le atribuye al Comando del Pacífico de Estados Unidos, que abarcó tanto el Pacífico como el Índico en 1972, considerando desde la década de 1970 a los dos grandes océanos como un teatro estratégico unificado descrito como Indo-Asia-Pacífico (Tetsuo Kotani, 2018). Sin embargo, en el contexto actual, el término lo emplea por primera vez el indio Gurpreet S. Khurana en 2010, quien es capitán de la armada de la India y director ejecutivo de la Fundación Marítima Nacional de Nueva Delhi (Álvarez, 2020). Esto revela el papel de intelectuales de Estado que tienen los militares en la India.

Lo cierto es que, más allá de quien o quienes lo hayan pronunciado por vez primera, lo que interesa mirar es su significado narrativo. Pareciera indicar que es más bien una retórica que se levanta fuertemente para contrarrestar el surgimiento y la consolidación de Eurasia. Esta narrativa se fortalece sobre la base del giro chino hacia Europa, por medio de su ambicioso proyecto de la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda. Serbin (2018) plantea que los líderes políticos y las élites de los poderes establecidos y de las potencias emergentes tienden a desarrollar nuevas narrativas para explicar y legitimar el actual proceso de estructuración del mundo en función de sus objetivos geoestratégicos a mediano y largo plazo, lo que recuerda, en gran medida, los planteamientos de la geopolítica crítica respecto de la mirada neoclásica de esta disciplina de estudio.

Sobre la base de este argumento, Marc Beeson (2009) señala que consecuentemente los poderes establecidos y las potencias emergentes desarrollan narrativas geopolíticas distintivas para la legitimación de sus estrategias, como herramientas discursivas que dan forma a su identidad, a sus valores actuales y a sus objetivos geoestratégicos en el marco de sus respectivas políticas exteriores. Este llamado de atención, sin duda, se posiciona desde una mirada crítica. Ahora bien, con relación al cambio de giro, de Asia-Pacífico de la era de Barack Obama, al giro hacia el Indo-Pacífico de la era de Donald Trump, es importante mencionar que por parte de Estados Unidos fue expresado formalmente y por primera vez en la Estrategia de Seguridad Nacional publicada en diciembre de 2017. Consecuentemente, Estados Unidos ha rebautizado su Comando del Pacífico como Comando del Indo-Pacífico (Emili Blasco, 2018). Los analistas coinciden en que surge una especie de alianza entre países como Estados Unidos, Japón, Australia e India, por el carácter geográfico central que posee este último país en la región, precisamente para frenar una posible coalición de fuerzas entre China y Rusia. Lo que se percibe en la retórica oficial con relación al Indo-Pacífico es el de la promoción de un espacio libre y abierto.

Propuestas para un análisis crítico

Conviene mirar a los actores intervinientes en este tablero geopolítico. Resulta perentorio realizar el análisis sobre la base del conflicto que existe hoy entre China y Estados Unidos, así como descifrar quiénes forman parte del conglomerado que gana con el fortalecimiento del Indo-Pacífico y, quiénes integran el conglomerado de los que salen perdiendo. Con el surgimiento de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), mucho se dijo acerca del surgimiento de China y la India como dos grandes potencias emergentes. Resulta interesante además mirar que tanto China como la India son dos potencias llamadas a ser, posiblemente, dos de los Estados centrales en las décadas por venir y muy posiblemente Estados Unidos se encuentre cada vez más desplazado.

Hay quienes apuestan por pensar que China no superará los grandes desafíos que le impiden llegar al desarrollo y piensan que, en contraposición y a propósito de su cercanía con países británicos, la India tendría todas las de ganar. Sin embargo, la India igualmente presenta grandes desafíos en ese camino al desarrollo y a su posicionamiento como hegemonía central, no muy distintos a los que China enfrenta: densidad demográfica, desigualdad, pobreza, regímenes autoritarios, entre otros.

Preguntarse qué pasará con Estados Unidos es una de las interrogantes clave si se quiere abordar, desde una perspectiva crítica, la comprensión y la explicación de esta narrativa. Es importante destacar que el Indo-Pacífico cuenta con elementos geográficos y ecosistemas relevantes, no solo desde un punto de vista político, sino también desde lo económico y lo comercial. Sin embargo, observándolo a través del lente de la geopolítica crítica, se entiende que esto no es lo relevante al momento de levantar una narrativa que gire en torno al posicionamiento del Indo-Pacífico como una esfera geográfica de interés en el acontecer internacional.

Así como es relevante identificar los actores que intervienen en esta narrativa, vale la pena tener claridades acerca de dónde y desde cuándo empieza a surgir su posicionamiento, quiénes ganan, quiénes pierden y quiénes parecen quedar solapados al momento de mencionar en sus documentos oficiales al Indo-Pacifico, de manera más bien tímida, como se ha sugerido con relación al posicionamiento de Europa y su eventual desdibujamiento del mapa con el surgimiento del Indo-Pacífico en detrimento de Euroasia.

Una mirada evolutiva a este vuelco en el giro deja entrever que las relaciones interestatales han transitado desde miradas atlánticas, en las que el posicionamiento de Estados Unidos como hegemón indiscutible del mundo a partir de la segunda mitad del siglo XX es un hecho relevante, pero que luego se percibe un reforzamiento de esa Euroasia soñada por Kaplan (2018) y que con el OBOR chino le daría un giro importante a la geopolítica, con implicancias relevantes incluso para la gobernanza global, en el entendido de mirar de una manera más bien multilateral las relaciones internacionales.

Preguntarse qué pasará con Estados Unidos es una de las interrogantes clave si se quiere abordar, desde una perspectiva crítica, la comprensión y la explicación de esta narrativa.

Otra línea interesante apunta a reflexionar acerca de las implicancias que este nuevo giro trae para la región latinoamericana. Al respecto, Serbin plantea que el llamado del Exsecretario de Estado, Mike Pompeo, a sumar aliados a la contención de China pone en el tapete, es decir, en el marco de la estrategia del Indo-Pacífico, las posiciones que puedan asumir tanto los miembros de la Alianza del Pacífico, orientados a desarrollar un creciente comercio con China, como a otros países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y, particularmente y pese a su menor relevancia estratégica, abre interrogantes sobre el grado de pragmatismo con que jugarán sus cartas los países latinoamericanos en la disputa entre las dos potencias. Por su parte, Carlos Fortín, Jorge Heine y Carlos Ominami (2020), en su artículo “Latinoamérica. No alineamiento y la segunda Guerra Fría”, publicado en Foreign Affairs Latinoamérica, sugieren que, bajo el entendido de estar en una segunda Guerra Fría, la región debería aceptar lo que significa dejar de ser zona de influencia exclusiva de una sola potencia y se disponga a practicar un verdadero no alineamiento activo. Más allá de las profundas diferencias ideológicas existentes hoy entre los gobiernos, este podría ser un punto de convergencia.

Finalmente, en esa revisión evolutiva, interesaría mirar también el tercer giro, que se percibe ofensivo hacia un Indo-Pacífico que contrarreste el avance de China y, al mismo tiempo, dejar manifiesto que, a diferencia de Asia-Pacífico, este espacio sí será libre y abierto, lo que responde más bien a una retórica que se posiciona y que crea una realidad acerca del crecimiento de China y de su consecuente posicionamiento en la arena internacional y es, probablemente, lo que se puede leer hoy en un escenario de pandemia que ha tenido como punto de partida a la China de Xi Jinping.

Sin embargo, es importante tener muy en cuenta que de la mano de los mismos creadores del eje del mal, de la Primavera Árabe y de la franja del Sahel, llega entonces esta idea del Indo-Pacífico libre y abierto. Surgen preguntas interesantes pensando en esa gobernanza global tan anhelada en estos tiempos de amenazas globales. ¿Qué va a pasar cuando la India se posicione fuertemente como el reino del medio? Los acontecimientos están en pleno desarrollo.

ANDREA P. A. FREITES H. es licenciada en Educación por la Universidad Central de Venezuela, especialista en Valores Ciudadanos por la Universidad Católica Andrés Bello y maestra en Estudios Internacionales por la Universidad de Chile. Coordina las comunicaciones en la Fundación Gente de la Calle y ha colaborado en revistas, libros y memorias editadas por distintas casas de estudios latinoamericanas. Sígala en Twitter en @inmortalite.

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2 Responses to Del giro a Asia-Pacífico al giro al Indo-Pacífico

  1. Lourdes dice:

    Interesante análisis, tengo una inquietud , en el
    Marco de una pandemia mundial como sería el
    Análisis si todos están enfocados en cómo combatir este mal que nos acosa y que tantas personas han muerto. Es decir otro sería el análisis ? Gracias!!

  2. Andres dice:

    La invasion rusa a Ucrania. En cual medida afecta este Giro?
    Gracias

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