Corea del Sur y México

10 febrero, 2022 • Artículos, Asia/Pacífico, Latinoamérica, Portada, SRE • Vistas: 8616

Excepcionalidad y asimetría a 60 años del establecimiento de relaciones diplomáticas

DEP

Bruno Figueroa  

Febrero 2022

Una colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México

Cumplir 60 años, en el Este de Asia, es alcanzar la plenitud y la sabiduría. Hace 60 años, en 1962, México y la República de Corea establecieron relaciones diplomáticas. Este es un momento propicio para repasar el camino recorrido y puntualizar lo que hace falta para que México saque provecho pleno de esta relación excepcional.

La relación que une a ambos países destaca en dos sentidos: además de ser hoy un socio económico de primer orden para México ⸺en 2020 alcanzó el cuarto lugar como socio comercial⸺, Corea del Sur y México han desarrollado su gran vinculación en un tiempo muy corto, menos de 3 décadas. A otros socios importantes de México les ha tomado tejer vínculos tan sólidos, como los que hoy los unen, mucho más tiempo. El dinamismo de la relación bilateral no se ha detenido, con un flujo permanente de nuevas inversiones coreanas. La huella de Corea del Sur es ineludible hoy en nuestro país, baste mencionar los 500 centros de enseñanza de taekwondo, las 161 concesionarias de vehículos Hyundai y Kia, o la existencia de una comunidad de casi 15 000 coreanos. Sin embargo, existe una asimetría en la relación, marcada tanto por una muy menor presencia mexicana en Corea del Sur y un comercio no equilibrado, como por el hecho de que el interés y los recursos que el gobierno de la República de Corea ha asignado a sus relaciones con México no son correspondidos por nuestro país.

En un primer momento pasaremos revista del desarrollo de estas relaciones hasta 2005, año que se declaró la constitución de una asociación estratégica para la prosperidad mutua; posteriormente, estudiaremos la evolución de nuestros vínculos desde ese momento y hasta al día de hoy y, en un tercer momento, analizaremos la asimetría mencionada y las posibles acciones para remediarla.

Una lejanía que parecía insuperable (1962-2005)

Corea del Sur abrió su embajada en México en 1962. Tenía entonces un ingreso per cápita similar al de la mayoría de los países africanos. El desarrollo industrial de México, su nacionalismo económico y sus avances sociales eran motivo de inspiración para la República de Corea: para establecer mecanismos de cooperación, el segundo embajador coreano había sido ministro de Educación. Por su parte, México abrió la embajada en Corea del Sur en 1978, aunque el embajador radicaba en Tokio; no fue hasta 1987 que nuestro país nombró a su primer embajador residente en Seúl. Antes de esa fecha, de acuerdo con un diplomático coreano de la época, se vivía “un amor no correspondido”. México solo vendía petróleo a Corea del Sur, y su balanza comercial era ampliamente superavitaria.

Todo cambió con el crecimiento espectacular de Corea del Sur, basado en un desarrollo industrial planificado orientado a las exportaciones, a partir de la década de 1960. Para ello, Corea del Sur procedió a una apertura que, desde la perspectiva mexicana, parecería contradictoria: ingresó al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, en 1967, y aceptó las reglas imperantes del comercio internacional, suscribió su primer acuerdo de libre comercio en 2003, pero mantuvo por décadas un férreo proteccionismo interno.

A partir de finales de la década de 1980, México comenzó a ser un mercado importante para las exportaciones coreanas ⸺textiles, componentes eléctricos y electrónica de bajo precio⸺ y, al mismo tiempo, una plataforma de producción para sus principales empresas internacionales, las cuales se beneficiaron del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor en 1994. Daewoo, Lucky Goldstar, Samsung y Hyundai instalaron sus primeras plantas manufactureras en la frontera norte del país y en Querétaro. El comercio bilateral creció 10% al año en la década de 1990, pero la balanza comercial se tornó altamente deficitaria para México. En esos años, Corea del Sur igualó a México en PIB per capita. En 2000, los dos países suscribieron un Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones, y se comenzó a discutir la posibilidad de suscribir un acuerdo de libre comercio.

Tras las primeras visitas presidenciales recíprocas, a comienzos del siglo XXI, ambos gobiernos vislumbraron el enorme potencial de las relaciones entre los dos países, por lo que encomendaron a un grupo pluridisciplinario que preparara una serie de recomendaciones recogidas en el Informe de la Comisión México-Corea Siglo XXI. Centrado en las complementariedades que ofrecía cada país, dicho informe proponía en particular establecer un acuerdo de asociación económica que incluyera un acuerdo de libre comercio, cooperación industrial y tecnológica, y acciones de facilitación de comercio. Los presidentes Vicente Fox y Roh Moo-hyun acordaron así, en 2005, la construcción de una asociación estratégica para la prosperidad mutua, a partir del enriquecimiento de la relación bilateral en los ámbitos político, económico, educativo, cultural, científico y tecnológico.

Acelerado dinamismo de las relaciones bilaterales (2005-2022)

Los últimos lustros han conocido un acercamiento inusitado entre Corea del Sur y México, en todos los niveles. Los encuentros políticos se intensificaron, el número de acuerdos de colaboración en numerosos campos se incrementó (durante la visita de la presidente Park Geun-hye a México, en 2016, se suscribieron diecisiete de ellos), además de que ambos países establecieron, en 2013, el grupo informal de potencias medias, MIKTA, con Indonesia, Turquía y Australia que, mediante consultas regulares, busca apoyar una gobernanza global efectiva. A partir de 2017, el vuelo directo de Aeroméxico abrió nuevos puentes para el turismo, que decayó por la pandemia de covid-19, pero que se espera recupere su nivel previo e inclusive siga creciendo al término de esta.

La inmersión de Corea del Sur y de México en la globalización económica incrementó las relaciones de comercio y las inversiones entre ambos países; la crisis financiera de 2008 fue solo una interrupción (ver las gráficas 1 y 2), y aún el impacto económico de la pandemia de covid-19 parece haber sido superada en 2021, con las cifras preliminares de comercio de enero a septiembre (18 858 millones de dólares, según cifras de la Secretaría de Economía). El comercio bilateral creció 46% entre 2010 y 2020, y las exportaciones mexicanas 470% en el mismo periodo. Corea del Sur se ha convertido ya en el quinto mercado internacional para bienes producidos en México, por encima de otros socios históricos.

A partir de 2012, las inversiones coreanas en México se aceleraron, y hoy Corea del Sur es ya el séptimo inversionista en el país. Por número de empresas registradas en México (más de dos mil), se encuentra por delante de Japón y China. Del otro lado del océano Pacífico, varias empresas mexicanas cuentan con inversiones modestas en Corea del Sur.

Gráfica 1: Comercio bilateral de México con Corea del Sur, 1999-2020 (millones de dólares)

FAL

Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaría de Economía.

Gráfica 2: Inversión coreana acumulada en México, 1999-2020 (millones de dólares)


Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaría de Economía.

2022 y más allá: equilibrios necesarios y mayores oportunidades

El balance ciertamente impresiona y es positivo. Miles de empleos en los dos países se deben hoy a la profundidad y a la fortaleza de la relación desarrollada en lo que va del siglo. Quienes participaron en la Comisión México-Corea Siglo XXI vislumbraron el acelerado crecimiento de las relaciones entre ambos. Sin embargo, pocas de sus recomendaciones se han llevado a cabo y la complementariedad buscada no ha sido plenamente lograda, resultando en una asimetría donde México no ha ganado lo suficiente, a pesar de un enorme potencial a la mano. El área de la cooperación es, sin duda, donde México ha sacado menos provecho de la relación bilateral, tomando en cuenta la extraordinaria oferta coreana. Otra asignatura pendiente es la ausencia de un acuerdo comercial que beneficie a los dos países.

Al hacer un balance del presente, podemos destacar varios elementos. La relación económica ha progresado más rápido que la política. Mientras que año tras año incrementa el comercio y las inversiones, los contactos entre los gobiernos son equivalentes a los de socios menores, a pesar de que los empresarios y una parte de la sociedad encuentran la manera de identificar oportunidades de manera autónoma.

Además, hay un déficit institucional en las relaciones bilaterales. La asociación estratégica anunciada en 2005 no vino acompañada de estructuras de diálogo y cooperación permanentes en varios niveles y ámbitos. Las últimas consultas políticas de alto nivel se llevaron a cabo en 2016 y se retomaron apenas en febrero de 2022. Dada la intensidad de los vínculos económicos, sorprende la inexistencia de un mecanismo de diálogo y consulta entre los sectores privados de los dos países. Sería igualmente útil un foro binacional plural, con la presencia de representantes destacados de diversos sectores, como el Grupo de Alto Nivel México-Francia, por mencionar un ejemplo.

Por otra parte, no ha habido tiempo suficiente para construir conexiones culturales con Corea del Sur en los círculos de tomadores de decisiones mexicanos (políticos, económicos, culturales, universitarios y científicos). Establecer comprensión y empatía en México tomó a Japón varias décadas. Es esta empatía la que fomenta viajes, crea vínculos, diálogos, proyectos e iniciativas comunes. Muchas veces sus actores estudiaron en el otro país. En México, los más jóvenes, influidos por la oferta cultural apoyada por el gobierno coreano, son hoy quienes tienen más curiosidad por comprender e interactuar con Corea del Sur: serán los interlocutores naturales en el futuro, pero hoy se mantiene un déficit.

De igual forma, hay una carencia en México de formaciones profesionales para atender la demanda de profesionistas bilingües. Las instituciones de educación superior mexicanas no ofrecen formaciones profesionales altamente demandadas, centradas en un conocimiento básico de coreano, en particular en el sector de servicios. Este mercado laboral es ocupado en México mismo por coreanos que aprendieron el español en su país.

En suma, los desequilibrios de la relación bilateral se deben en buena medida a la velocidad con que ha progresado la relación a nivel de la sociedad frente a la respuesta de los gobiernos, como la ropa de un adolescente que quedó corta cuando éste creció repentinamente.

Los gobiernos deben ahora corregir esta asimetría desde el punto de vista institucional, e igualmente atender dos asignaturas pendientes: una amplia cooperación que tome en cuenta la extraordinaria oferta coreana y la negociación de un acuerdo comercial que beneficie plenamente a los dos países.

Suscribir un acuerdo de libre comercio ha sido una aspiración bilateral desde al menos 15 años, que no se ha logrado porque requiere de la atención y el compromiso decidido de diversos grupos, en ambos países. Para equilibrar la relación económica, México requiere que el acuerdo comercial incluya un capítulo sobre cooperación económica, científica y técnica, que fortalezca las capacidades industriales y tecnológicas mexicanas, tal y como figura en el Informe de la Comisión México-Corea para el Siglo XXI de 2005.

Como Embajador de México en Corea del Sur, me ha correspondido afianzar los puentes entre los dos países, abrir nuevos canales de comunicación y empujar los temas de mayor interés para México. Ahora que inicia un nuevo ciclo de 60 años, en la era de la deslocalización cercana (nearshoring) y de nuevas reglas que rigen el mercado norteamericano, México es foco de atención renovada de las empresas coreanas; se contemplan ya para los próximos años importantes inversiones. Aprovechemos el impulso presente para actualizar las reglas de las relaciones bilaterales.

BRUNO FIGUEROA es Embajador de México ante la República de Corea desde 2017. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y cuenta con una maestría de la Escuela Nacional de Administración (ENA) de Francia. Es miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1987, donde el mismo año fue estudiante del Instituto Matías Romero. Es Embajador de México desde 2011. Cuenta con diplomas de la Academia Diplomática de Viena y de la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Se desempeñó como Director General del Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica (conocido como Proyecto Mesoamérica) en la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid) entre 2015 y 2017; como Director General de Cooperación Internacional para el Desarrollo de 2013 a 2015, y como Coordinador de Asesores de dicha Agencia de 2010 a 2013. En el exterior, fue Representante Permanente Alterno ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), de 2007 a 2010, y Cónsul General de México en San José, California, de 2004 a 2007. Ha impartido cursos y conferencias en El Colegio Nacional y varias instituciones de educación superior. Es autor de numerosas publicaciones sobre temas de cooperación internacional, de política exterior de México y relaciones internacionales Sígalo en Twitter en @BrunoBFigueroa.

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One Response to Corea del Sur y México

  1. Viridiana SM dice:

    Hoy aprendí algo más sobre la relación entre México y Corea del Sur, gracias. Gran artículo.

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